Cuba

Una identità in movimento

Páginas en Tiempo de Honor. Algún día estarán de regreso en casa (I)

Adys M. Cupull Reyes



"Tu alma es de seda.
Envuelve a tu madre, y mímala,
porque es un grande honor
haber venido de esa mujer al mundo".
(José Martí)[1]


He leído el libro "Cartas de ida y vuelta", reciente publicación de la Editora Abril. Su prologuista Rafaela Valerino Romero, ha pedido permiso a sus remitentes y destinatarios para abrir las cartas. No hay descanso, seguirán las generaciones del futuro escribiendo y hablando del mensaje ejemplar que representa cada una.

Ya están abiertas, y aparecen de inmediato los nombres que anuncian tiempos de dignidad, heroísmo y victorias: Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert, Gerardo Hernández Nordelo, Antonio Guerrero Rodríguez, y Fernando González Llort, cubanos que padecen injusta prisión, por salvar a la humanidad del terrorismo. Gracias a Rafaela, y a los autores de las cartas que autorizaron leer la ternura hecha letras, sílabas, palabras sin muerte.

Abrimos el primer corazón, cuando nos permiten leer la primera carta del libro. Es de Irma González Salanueva, "Irmita", hija mayor de René y Olga; que ya no anda de la mano: ha crecido como Tonito, y Ailí; hijos de Antonio y Ramón, respectivamente. Adolescentes, casi jóvenes que se empinan y andan; también Grabiel, Laurita, Lizbeth, e Ivette, quienes abren sus corazones a todos los niños del mundo.

Irmita explica:

"A veces algunas personas me preguntan por qué no hablo de mi papá con frecuencia. La respuesta es que hacerlo me cuesta mucho trabajo, me pone triste y más aún, recordar los momentos en que me hubiera encantado tenerlo a mi lado.
Pero hoy voy a hacer una excepción. Hoy, Tonito, Grabiel, Ailí, Laurita, Lizbeth, Ivette y yo vamos a dejarlos entrar en nuestros corazones para que vean cuánto sus cartas, han significado para nosotros en todos estos años de separación. Ellas han sido la vía por la que nuestros papitos se han hecho presentes; a través de las cartas nos han hecho felices a nosotros y a ellos les han permitido, en la distancia, sentir todo el amor que no tienen...
Cada una es un momento imborrable en nuestras cabecitas; la primera cuando tenía apenas 6 años, esa que el llanto no me dejó leer; las clases de geografía que él confeccionaba para mí; el poema del Tulipán (Ivette) y el Girasol (yo) o el de mis quinces. Son momentos que, no por tener su cuota de dolor, dejan de ser especiales; pero que aún así quisiéramos evitarles a nuestros hermanitos más pequeños. Ailí, Tonito y yo, que ya somos grandes ( tal vez ustedes nos consideren demasiado grandes), comprendemos lo que está pasando en nuestras familias, pero los más pequeñitos no lo hacen y no podemos evitar querer que cada carta que llegue a sus manos sea reemplazada por un beso de papi: que Ivette lo tenga al lado cuando cumpla 6 años; que ella y Lizbeth bailen con ellos en sus quinces y que Grabiel reciba toda la seguridad que da tener a papá a tu lado.
Pero no se preocupen, niños, que nosotros sabemos que gracias a ustedes y a sus papitos, que son iguales de maravillosos, los nuestros algún día estarán de regreso en casa".[2]

En el libro hay cartas dirigidas a los pioneros de la escuela Unión Internacional de Estudiantes, entre otras; para los cuadros de las FAR, poemas, dibujos y otras epístolas a familiares y personas amigas; asimismo, cartas de pioneros a los Cinco Héroes. Y como anexos la carta de José Martí a María Mantilla, carta de Jesús Suárez Gayol a su hijo, la del Comandante Guevara a sus hijos; y una carta especial para el pionero Elián González Brutón.

René González nació en Chicago, Estados Unidos, el 13 de agosto de 1956. Se narra en el libro, que cuando escuchaba un avión corría a verlo y soñaba con volar en uno de ellos. En 1961 vino para Cuba junto a su familia y logró su sueño: se hizo piloto. En una de las cartas a su hija Irma le dice.

"Ayuda a tu mama en todo lo que puedas. No tengo que decirte que ella es una mujer excepcional, que al igual que tú, ha sabido vencer las pruebas que la mayoría de las personas ni siquiera conocen o conocerían en todo el periodo de sus vidas. No dejes que pase un momento sin que ella sienta tu apoyo y tu cariño y recuerda que ella te necesita posiblemente más que tú a ella en estas circunstancias, aunque tú no te des cuenta".[3]

En otra parte le pide:

"Tómate tu tiempo y hazme una cartica lo más larga que puedas".[4]

Cuando su hijita Ivette cumplió un año, él no la había podido ver desde su detención, seis meses antes. Ya la niña tiene seis años, y le han prohibido encontrarse. Aquel día escribió:




      Notas

        1. Ob. Cit. p. 201.
        2. Ob. Cit. p. 11 y 12.
        3. Ob. Cit. p. 51.
        4. Ob. Cit. p. 51.



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Fuente: CUBARTE



11 de Mayo, 2005




Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(13 de mayo de 2005)


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