Cuba

Una identità in movimento


Apuntes para una historia profunda: la Bahía, el Puerto de La Habana y el Santuario de la Virgen de Regla (Parte V)

Lohania Aruca Alonso


Los símbolos antiguos y sagrados de la fraternidad y unidad de la nación cubana[1]

La hermana de Yemayá es Oshun, el orisha de la fertilidad, representado por una hembra muy sensual.

A través de procesos de transculturación y sincretismo, similar al anteriormente descrito, debió suceder la identificación de Oshun con la Virgen de la Caridad del Cobre (otra vía de manifestación de la Virgen María, según explican los cristianos) elaborada por la Santería Cubana. Esta Virgen católica tiene una alta connotación histórica dentro de la cultura nacional, especialmente en la región Oriental de la Isla.[2] El nombre compuesto es una categoría semántico religiosa integrada a un toponímico local. La caridad es una virtud que se identificó con la devoción católica a la Virgen María, sustituyendo el nombre de la única madre de Jesús, santificada por los cristianos, por el de Virgen de la Caridad, o Virgen de la Caridad de los Remedios, desde la época medieval en Europa.

La devoción a la Virgen de la Caridad en Cuba, se arraigó inicialmente en un poblado minero africanos y de criollos negros esclavos, El Cobre, perteneciente a la villa de Santiago del Prado, bajo la jurisdicción de la ciudad de Santiago de Cuba.[3]

Me parece muy lógico deducir que en la naturaleza curativa de sus "milagros" o remedios, justamente en este lugar de la Isla, una mina de cobre trabajada por negros esclavos del rey e "indios" naturales vasallos del mismo soberano, frente al pueblo de indios, o la reserva indígena, de San Luís de los Caneyes, ponían su parte los conocimientos y prácticas que poseían los pueblos autóctonos de las grandes Antillas — ancestrales pobladores de aquellas fueron los aruacos —, y los africanos negros, que los trasmitían a sus descendientes criollos (nacidos en Cuba); quienes, a veces, eran mestizos, frutos del cruce de distintos grupos raciales y étnicos, varón indígena con mujer africana negra.

Estas culturas, desde luego no europeas, ni católicas, eran desconocidas por los colonizadores españoles. Sin embargo, y a pesar de que fueron subvaloradas, rechazadas, o, maldecidas, los vecinos o estantes españoles en el Caribe frecuentemente acudían a sus remedios o consejos, en forma directa o indirecta, a través de sus esclavos o criados. Ello dio origen, posiblemente, a la citada tradición de "milagros", o hechos extraordinarios, de la Virgen, que aún existe y está pendiente de una exhaustiva investigación e interpretación científica.

En las últimas décadas del siglo XIX, la Virgen de la Caridad del Cobre fue conocida, igualmente, por el nombre de la "Virgen mambisa", porque durante las Guerras por la Independencia de Cuba los insurrectos (llamados peyorativamente mambises) portaban su estampa a modo de una protección o resguardo. En 1918, después de la inauguración oficial de la República de Cuba (20 de mayo de 1902), la Virgen del Cobre fue proclamada por la Iglesia católica "Patrona de Cuba". Más recientemente, fue coronada como Soberana por el papa Juan Pablo II, durante la visita que efectuó la República de Cuba en enero de 1998. Durante esa ocasión afirmó:


"La historia cubana está jalonada de maravillosas muestras de amor a su Patrona, a cuyos pies las figuras de los humildes nativos, dos indios y un moreno, simbolizan la rica pluralidad de este pueblo."[4]



A modo de conclusiones

El estudio que inicié durante el año 1996 acerca de la historia de "La Iglesia Católica en Cuba,[5] su estructura territorial y función / es, su influencia sobre la organización y el desarrollo de la vida y cultura urbanas, particularmente en las pequeñas ciudades, villas y pueblos hispano cubanos de la región histórica de La Habana (desde el siglo XVI al XX hasta 1930)", me ha permitido abordar muy variados aspectos o subproblemas , de manera casi simultánea, sin salirme del problema central enunciado al inicio de esta serie de trabajos.

Uno de estos subproblemas fue la localización y el estudio de lugares urbanos dedicados a las devociones católicas de santos y santas que cumplieran los siguientes requisitos:


  1. que no fueran los patronos propuestos "oficialmente" para proteger las primitivas siete villas fundadas por Diego Velázquez , pero que estuvieran asociados a sitios notables
  2. que fueran devociones de raíz católica hispana o significativas para la tradición católica popular española , antes de la conquista de América ,
  3. que la devoción y sus correspondientes rituales tuvieran aún vigencia, presencia y popularidad en Cuba, especialmente en la región histórica de La Habana, que comprende actualmente las provincias de La Habana y Ciudad de La Habana.
  4. que la santa / o el santo, formara parte, preferiblemente, del panteón de la Santería cubana (sincretismo cultural de lo europeo con lo africano en Cuba).

Estos requisitos que, en mi hipótesis general, representan indicadores de elementos populares en la historia de la cultura cubana, los reúnen pocos santos y santas católicos en Cuba. Pero, el estudio de caso que se ha resumido en esta serie de artículos sobre la Virgen de la Regla, sí los posee y los ha abordado de la forma más completa y breve en que pude realizarlos.

Quizás el lector tomo nota de que el conocimiento de la devoción de la Virgen de la Regla (de San Agustín), en Cuba se remonta al siglo XVII, décadas finales, después de que San Cristóbal de La Habana ya poseía el título de Ciudad (1592) y había sido nombrada Capital de la Isla de Cuba (1607), precisamente por la aventajada situación geográfica y las muy excelentes condiciones naturales que determinaron la creación del Puerto, junto al cual nació, creció y se desarrolló — bajo el amparo del rico potencial de uso de la bahía — la villa, después ciudad capital de San Cristóbal de La Habana, y, en particular, el casco urbano de la zona de intramuros.

La Habana había alcanzado ya su alta posición jerárquica, la cual mantiene hasta el presente, dentro de la red urbana fundacional de la colonia Isla de Cuba. ¿Corresponde, o no, esta realidad a la significación creadora y jerarquizada de la Virgen de la Regla, o de Yemaya en el panteón de la Santería cubana? Por otra parte, la imagen del estrecho canal, que separa a las márgenes del puerto y permite la entrada a la amplia bahía, inspira protección, seguridad, intimidad, propia de una madre.

La gran Bahía aparece al final del antepuerto como un gigantesco espejo de agua, o un pequeño Mediterráneo, subdividido por ensenadas, penínsulas y puntas con ligeros promontorios, que, al Noreste, cerraban el majestuoso y abrupto paisaje rural defendido por castillos fortificados, las elevaciones de El Morro y La Cabaña. La Habana, vista hoy día desde el mirador de la Loma de La Cabaña, al pie del Cristo de La Habana,[6] es un paisaje artificial imponente. Pero, ¿cómo percibieron esta ciudad, junto a la gran bahía y al puerto donde fondeaban cientos de navíos, sus fundadores, sus primeros habitantes de la época colonial?

Sin dudas las zonas urbanizadas, La Habana, Regla-Guanabacoa y Casablanca, fueron apreciadas como pequeños espacios construidos, cercanos a una inmensa masa de agua, que se erigía en epicentro comercial americano gracias a las diversas estrategias monopolistas organizadas por el imperio español de antaño.

A simple golpe de vista, un buen observador, nacido en los inicios del siglo XIX, veía las murallas encerrando al antiguo reciento urbano — hasta 1863, ya que a partir de ese año comenzó la demolición de los altos muros. Un poco más allá, nuestro hombre divisaría claramente la zona extramuros, desordenada y dispersa, con edificios de baja altura y densidad constructiva. Al fondo de ese paisaje urbano, esparcidos entre la campiña, distinguiría — con menos nitidez — los pueblos nuevos de los suburbios, sumidos en un entorno rural.

La ciudad estaba conectada con el poblado de Regla por diminutas embarcaciones que navegaban a remos, a vela, o, a vapor, de forma similar a la practicada por las actuales lanchitas de motor de petróleo. Le daban un toque pintoresco a la transportación dentro de la ciudad, mitad urbana y mitad marinera.

Estos artefactos permitían la pesca dentro de los límites de la bahía, el paso de los viajeros (civiles, marineros y militares) de una margen a otra de sus costas, o, lanzar una ofrenda a Yemayá desde el mismo centro de alguno de sus fondeaderos (Tasajera, frente a la Punta de Catalina, sería el más probable). Así fue La Habana, que a fines del siglo XIX, todavía encomendaba su sobrevivencia, contra los huracanes, las epidemias y los posibles ataques desde el mar, a la protección de la Virgen de Regla.

La mezcla de poblaciones de origen étnico diverso, pero, interrelacionadas en el mestizaje demográfico y la mulatez cultural, fueron rasgos caracterizados magistralmente por la sentida devoción a la imagen de una Virgen negra, cuyo origen evoca rectamente al Continente Africano.

El derrotero de esta tradición se inició en Hipona, África, en el siglo IV d.n.e., y atravesó el Mar Mediterráneo hasta Chipiona, se detuvo en Cádiz, Europa, y, desde allí, cruzó el Océano Atlántico para hacer posible el arribo de "una réplica" de la imagen sagrada para los católicos, a la costa del primitivo asentamiento cubano (Regla) en el siglo XVII .

Por último, el siglo XIX presenció la fusión de la Virgen de Regla y el orisha Yemayá. Yemayá y Oshun (sincretismo de la Virgen de la Caridad del Cobre) están hermanadas. Esta fraternidad sagrada, religiosa, de los símbolos más importantes de los antiguos Departamentos occidental y oriental, en que se dividió oficialmente la Isla hasta 1878, podría también interpretarse simbólicamente, en el sentido de la unidad indisoluble de la patria cubana. Son una representación espiritual de los vínculos más estrechos y profundos existentes entre las más variadas poblaciones y culturas de Cuba.


¿Podría imaginarse de alguna otra forma, más sugerente, un indicador histórico de "larga duración" para analizar el sentido, la fuerza y la significación de las grandes síntesis culturales que operan en la historia y cultura cubanas?


Parte IParte IIParte IIIParte IV — Parte V





Lohania Aruca Alonso: Investigadora auxiliar. Licenciada en Historia y Especialista en Urbanismo, MC Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, El Caribe y Cuba; miembro del Grupo de Estudios Regionales de Cuba (G.E.R.C) del Instituto de Historia de Cuba y de la Cátedra de Estudios del Caribe de la Universidad de La Habana. Este artículo se fundamenta en el trabajo de investigación llevado a cabo para dos capítulos del libro, aún inédito, "Lugares sagrados de Cuba", escrito por la misma autora, en 1998.




Notas

  1. Esta serie de trabajos fue, en su origen, un capitulo del libro colectivo titulado La Habana, Puerto Colonial (Siglos XVIII al XIX), coordinado por Agustín Guimerá y Fernando Monje, Fundación Portuaria, Madrid, 2000. Ver: Aruca Alonso, Lohania J. "La Bahía de La Habana y el Santuario de la Virgen de Regla. Apuntes para una historia profunda", pp. 269-280.

  2. Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre, símbolo de cubanía. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1995. Este es el más completo e importante estudio realizado, hasta el momento, sobre el tema.

  3. Ibídem.

  4. Homilía del Santo Padre en la misa celebrada en la Plaza "Antonio Maceo" de Santiago de Cuba, en: Discursos de Su Santidad Juan Pablo II en su viaje apostólico a Cuba, 21 al 25 de Enero de 1998, p. 18.

  5. Aruca Alonso, Lohania J. "La organización territorial de la Iglesia Católica y su Influencia sobre la formación de la región histórica de La Habana" (inédito). Con anterioridad se habían presentado por la autora ponencias relacionadas con este tema en varios eventos: "Introducción al estudio de la influencia sociocultural en Cuba de la Iglesia Católica: etapa colonial (1492-1898)", Primer Congreso Cuba-México sobre Religión y Religiosidad Popular, La Habana, septiembre 1997, organizado por el Centro de Investigaciones de Psicología y Sociología (CIPS) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), de Cuba. Ver Memoria CD ROM. Ponencia a la Cátedra Emilio Roig de Leuchsenring del Instituto de .Historia de Cuba, Junio 4 de 1998: "El espacio público de las religiones y de la religiosidad popular en Cuba (1868-1898)", entre otros.

  6. Estatua exenta tallada en mármol blanco, de 18 metros de altura. Obra ejecutada en 1958, cuyo diseño y dirección corresponde a la escultora cubana Gilma Madera, ya fallecida.









Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(16 de septiembre de 2008)


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas