La Iglesia Parroquial de Regla tiene una planta simple: en sus orígenes, constaba de una sola nave (era uninave), a la cual se le añadió una crujía en el lateral izquierdo, para uso de una capilla auxiliar, donde actualmente se encuentra una imagen tallada de la Virgen de la Regla en madera negra, adornada con joyas de plata, una réplica de mayor porte que la primitiva.[2]
La fachada principal de la iglesia es neoclásica y fue terminada en 1818 por Pedro Abad Villareal. Se orienta hacia el Norte, de frente al canal del antepuerto de La Habana. Está compuesta por tres cuerpos, entre los cuales el central sobresale por sus columnas que guardan cada lado de puerta principal, y por el frontón liso que la remata. Por encima del cuerpo central se levanta la única torre, el campanario de la iglesia, sobre una base cuadrada cubierta por un pequeño cupulino.
La cubierta del edificio es de tejas criollas y posee, en su interior, un alfarje mudéjar, posiblemente reminiscencia del siglo XVIII, que protege la nave principal y la accesoria. El presbiterio, remodelado en 1874, está revestido con una bóveda casetonada, con trabajos de yesería geométricos: florones pintados en dorado sobresalen del fondo azul. En este sitio se encuentra una réplica la imagen de la Virgen de la Regla, más pequeña que la anteriormente mentada representa una mujer de color negro, con corona de oro, que carga en sus brazos un niño pequeño de piel rosada y cabellos rubios.
El ambiente religioso interior es sumamente austero. Tan sólo posee un altar principal de estilo barroco, al fondo de la nave, hecho de madera torneada y dorada. La transición entre el gran salón de oración común y el altar está enmarcada por un sencillo arco de triunfo sobre el que aparecen algunos atributos marinos, como el ancla. Los muros laterales fueron ahuecados con nichos agrupados de tres en tres, en lugar de usar altares de madera. En todos los casos, el nicho del medio, es mayor que los adyacentes. En total es un conjunto de dieciocho nichos, nueve en cada uno de los muros.
Las esculturas de los santos o santas, que fueron colocadas en los nichos para la devoción de los fieles, son el único aderezo de los nichos y consisten en piezas de madera policromada, hechas en mediano formato.
El púlpito también fue realizado en madera preciosa. Se conserva como una reliquia histórica de gran significación. Desde allí predicó el Padre Félix Varela su sermón de la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, en la víspera de su festividad, el 7 de septiembre de 1817.[3]
El coro de la iglesia se eleva a poca altura sobre la entrada principal, la que mira hacia el Norte, no es la más usada por los fieles, pues el acceso del costado derecho (Oeste) está casi siempre abierto y posee una bella vista del paisaje de la Bahía y la capital. A esta puerta se llega subiendo una ruta que se inicia en la salida del mismo muelle de Regla, atraviesa las aguas del Puerto y la Bahía y desembocaba en un pequeño muelle local, actualmente desactivado y sustituido por otro más cercano al eje central y la fachada principal de la venerada construcción.
¿Qué ha aportado a las relaciones interculturales la devoción a la Virgen de Regla?
Una interpretación del sincretismo entre Yemayá y la Virgen de Regla
La Virgen de Regla es el producto de un proceso de transculturación, que a su vez, mediante otro de sincretismo, se transformó en la el orisha yoruba Yemayá, perteneciente a Regla de Ocha, o Santería cubana.[4]
Probablemente, este último proceso de mestizaje cultural debió suceder durante la primera mitad del siglo XIX, cuando la reciente inmigración africana negra y esclava, compuesta principalmente por personas de origen étnico yoruba, tuvo una importancia demográfica grande en las zonas azucareras de Occidente. Una parte de aquella población se asentó permanente alrededor de Regla, cerca de sus ocupaciones laborales, trabajos de estiba, o, de construcción de nuevos muelles y almacenes para la ampliación del Puerto de La Habana. Este grupo social, africanos negros esclavizados, también se dedicó a conservar, bajo su nueva situación histórico cultural, sus propias creencias y cultos religiosos, y, a modo de protección de éstos, entre otros motivos posibles, adoptó la imagen, africana negra, prestigiosa entre marineros y pescadores, y el vecindarios de La Habana, de la Virgen de Regla evolucionada como un símbolo sincrético.[5]
Yemayá es un orisha femenino; se considera la creadora material, madre, de todo lo existente. Es la más poderosa deidad femenina del panteón Yoruba. El culto a Yemayá se asocia con las aguas fluviales y marítimas. Representa fundamentalmente la protección maternal ejercida por la mujer. Su color favorito es el azul, en una gama amplia, y el blanco, que simboliza una de las formas naturales mediante la cual se manifiesta este orisha: la espuma del mar.
Su fiesta se celebra el 12 de septiembre. Cuenta con la presencia de un público numeroso que generalmente procede de todos los barrios habaneros que rodean al puerto de La Habana.
Hace algún tiempo, visité una importante casa-templo dedicada a la Virgen de Regla – Yemayá, que se localizaba, precisamente, muy cerca de la fachada Oeste de la Iglesia Parroquial católica. Esta es también, según pude apreciar, una reliquia distintiva de alto valor para la identidad habanera.
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