Cuba

Una identità in movimento


El Combate de Santa Cruz del Sur[1]

Lázaro David Najarro Pujol


Cuando el Gobierno cubano en armas recibió los primeros rumores de la muerte del Mayor General Ignacio Agramonte, el Presidente Carlos Manuel de Céspedes designo a Máximo Gómez, al frente de las tropas que hasta ese momento habían estado dirigida por el patriota camagüeyano, y ordenó su inmediata presentación ante el Ejecutivo.

Ignacio Agramonte se destacaba por su exaltado patriotismo, dote militar, inteligencia y valentía. La carga al machete de su caballería se convirtió en el terror de los españoles. El joven abogado cayó en Jimaguayú el 11 de mayo de 1873.

Después de algunos días de marcha forzada, Gómez,dominicano de nacimiento y cubano por sentimientos, llegó el 8 de junio de 1873 al bohío de Céspedes, en el Purial de Naranjo, al Sur de Bayamo. Ese día, se cumplía un año justo de polémica decisión en que el Presidente lo había destituido del mando de las tropas orientales. Este lo recibió con afectuoso abrazo y Gómez sólo dijo:

Aquí tiene usted a su viejo soldado.

Oscar Loyola Vega, Doctor en Ciencias Histórica y Profesor Auxiliar de la Universidad de La Habana, al evaluar las contradicciones entre Céspedes y Gómez señala:

Las encrespadas relaciones que existieron durante mucho tiempo entre Céspedes y Gómez, motivadas no pocas de ellas por la diferente extracción de clase de ambos, que hacía al jefe militar repudiar la hidalguía natural con la que el Primer Mandatario revestía los actos cotidianos, muchos de los cuales sin mayor importancia; y la admiración que experimentaba Gómez hacia la personalidad de Agramonte, como tónica de sentimientos anticespedistas, que provocó la deposición del dominicano, en junio de 1872, del cargo de jefe de la división Cuba, y su sustitución por Antonio Maceo contra la voluntad de éste. Sin embargo, por necesidad imperiosa de la revolución, Céspedes, en mayo de 1873, puso por encima de sus intereses personales los de la patria oprimida: ordenó a Gómez ocupar el cargo vacante en Camagüey, por la muerte de Agramonte...[2]

Comprobada oficialmente la caída del Mayor, el día 13 de junio, Gómez partió en el acto a hacerse cargo de la jefatura del Departamento del Centro. En marcha a Camagüey, el 30 cruza el Jobabo y continúa el primero de julio a la finca La Aurora, en Najasa (Cuartel General de la Caballería) donde el 6 es recibido por el Inglesito y el General Julio Sanguily. Tres días más tardes Máximo Gómez asume formalmente el mando militar de Camagüey. Ese día, con el anuncio de la llegada de la escolta, Henry Reeve pronunció la frase de El Mayor.

Con ciertos conocimientos del terreno, Gómez dispone sus primeras actividades militares. El 12 de agosto recorre la zona de Puerto Príncipe en dirección a Jimaguayú. En el trayecto destruye una vaquería y varios sembrados, inmediato el fuerte El Atadero. Ataca una columna enemiga al mando del comandante Manuel de Portillo, a la que causó 35 bajas. Sin concluir el mes obtiene una importante victoria al tomar la ciudad de Nuevitas. Luego de este combate fue necesario dar descanso a las fatigadas fuerzas cubanas. Sin embargo, durante este tiempo Gómez planea el asalto al puerto de Santa Cruz del Sur.


II

A partir de certeros informes y un plano de la ciudad de Santa Cruz del Sur, facilitado por Miguel Benavides, el 19 de septiembre de 1873, Miguel Betancourt Guerra, miembro del Gobierno Civil, se incorpora al Cuartel General.

En los documentos aparecían señalados los depósitos de armas y puntos fortificados. Con estos elementos, el Generalísimo Máximo Gómez, cursa la orden de concentrar fuerzas en Loreto.

El día 26 el Generalísimo, con la Brigada Sur y la Caballería del Camagüey, al mando de Reeve, se reúne en ese sitio con las tropas de Las Villas. Con esas fuerzas, Máximo Gómez organiza una sola columna de 450 infantes y 170 jinetes.

El 27 de septiembre la tropa insurrecta continúa en marcha a Santa Cruz del Sur y a las 11 de la noche arriban a Lunarisco, distante una legua del punto de ataque.

El testimonio de Feliberto Pettit Tia, quien residía en el caserío, confirma la llegada de los insurrectos al sur de Camagüey:

En el pueblo se hablaba de la presencia de mambises en la zona. En esos días en el puerto ancló un guardacostas español, El Paralejo. Ese buque despertó en mi gran curiosidad porque delataba la sospecha de la gente del pueblo. Así fue, el 28 de septiembre de 1873 escuchamos el galopar de los caballos del Ejército Insurrecto.

La toma de Santa Cruz era uno de los objetivos fundamentales del Ejército Mambí por su poderío militar. Por ello los insurrectos realizaron incursiones previas al ataque par explorar el terreno.

En el libro de P. Antonio Perpiñá titulado El Camagüey, viajes pintorescos por el interior de Cuba, publicado en Barcelona en 1889, se puede leer la siguiente cita sobre Santa Cruz del Sur[3]:

… Población con puerto respetable, cabeza de comandancia militar y del Partido de su nombre, tiene dos calles de Este a Oeste, la calle principal, llamada de la Marina, tiene las mejores pero modestas edificaciones: la iglesia, aduana, cuarteles de infantería y de carabineros, el Hospital Militar y los almacenes y comercios.

La iglesia fue terminada en 1847. Al norte y Oeste la Sabana de Santa Cruz; por el Este un manglar pantanoso que también mira al Sur; el agua potable no es buena. La ocupación de los habitantes consiste en el tráfico de carga y descarga de barcos, y en la pesca, muy abundante (...). Tiene 1000 habitantes, sin contar la guarnición. Sus bosques abundantes, pese a la tala que en varias épocas han sufrido para el arsenal de La Habana y otros destinos. Regados por el río San Juan o Santa Cruz, abunda la cera y la miel. Hay 200 haciendas de crianzas, algunos ingenios.

Por esa situación geográfica la toma de Santa Cruz del Sur sería muy difícil, pero se crearon las condiciones para en el amanecer del 28 de septiembre del propio año realizar el asalto al pueblo por tres direcciones:

  • El coronel Gregorio Benítez, en la dirección principal, con 100 hombres de infantería, avanzaría por la parte Oeste del poblado con la determinación de ocupar el Cuartel y el muelle.

  • A las ordenes de José González Guerra, 200 infantes apoyarían al coronel Benítez, mientras el teniente Coronel Bernardo Montejo, con medio centenar de hombres de infantería, atravesaría el camino real de la Calzada hacia el Este de la población con el objetivo de llamar la atención enemiga, situándose en el Playazo, lugar intransitable por la existencia de una extensa zona de mangle muy pantanosa.

  • El coronel Manuel Suárez y el teniente coronel Henry Reeve (norteamericano) con 150 jinetes ocuparían la entrada a la calzada, acceso principal.

A los primeros disparos, el Inglesito, como los cubanos llamaban a Reeve, tenía la orden precisa de lanzarse a la carrera, penetrar en el pueblo y llegar a la costa con el fin de distraer al contrario[4].

El Mayor General Ignacio Agramonte demostró que su caballería era capaz de competir con la mejor, contando con el ejercito regular más disciplinadoTres piezas de artillería española, perfectamente colocadas, dominaban las entradas del poblado, de manera que su fuego podían dirigirlo de frente y cruzado; además, en el extremo de la Calzada, por donde debía avanzar Reeve, había un fortín defendido por tropas regulares.

El simultáneo e impetuoso ataque, superó los primeros obstáculos. Por el lado Oeste, golpe principal del ataque mambí, la sorprendida guarnición del puesto avanzado enemigo se repliega al cuartel próximo y abandona en la precipitada fuga uno de los tres cañones de la Plaza. De este punto los españoles retroceden a una trinchera continua, desde la que ofrecen entonces tenaz y prolongada resistencia.

Ocupado el cuartel, se tomó también el polvorín donde había almacenada una cantidad considerable de material de guerra.

Foto: José Gabriel MartínezPor su parte, el Inglesito, al frente de su tropa de asalto, con el comandante Federico Diago, de segundo, bajo un inmenso fuego de la guarnición del fuerte El Monitor que defendía la Calzada o camino principal del pueblo, avanza impetuosamente con cincuenta jinetes, recorre, según lo ordenado, la calle hasta Playa Bonita, y, sobre la marcha, desaloja a los voluntarios de su cuartel situado cerca de la playa, sin recibir de éstos un solo disparo de respuesta; al retirarse encuentra, sorpresivamente, un emplazamiento con su trinchera, de cuya existencia no se percató durante su avance y que lo recibe con un cañonazo, del cual resulta ileso. En un gesto de indescriptible arrojo y valentía contraataca con decisión este emplazamiento, que le cerraba el paso, y obligando a las tropas de la línea y voluntarios que lo defendían a huir, consigue ocupar, momentáneamente, la pieza de artillería. Dice Ramón Roa:

... y bajo el homo Reeve tocó la pieza con la punta de su machete, diciendo: está tomada, al tiempo que un artillero español le disparó su carabina a quemarropa, hiriéndolo gravemente.

El Inglesito fue transportado en camilla. El cañón se perdió por esta causa, aunque este hecho no afectó al curso victorioso de la acción.

Incendiado casi todo el pueblo y obstaculizando los movimientos insurrectos por el voluminoso botín, era necesario disponer la retirada.

Una fuerza de reserva constituida por 100 infantes y 20 jinetes al mando del Coronel Lino Pérez que estaba concentrada a 2 kilómetros de distancia del perímetro del poblado para cubrir la retirada, se incorpora al cuartel general para ayudar en el traslado del pesado material de guerra ocupado.

Las victoriosas fuerzas mambisas inician el regreso a la región de Najasa, pero los movimientos se efectúan con lentitud a causa del temporal de viento, el agua reinante, y a la gran impedimenta. A las cuatro de la tarde acampan en el palenque, a cinco leguas de Santa Cruz. Ese día, Gómez escribe el parte de guerra:

... La población fue ocupada por espacio de dos horas durante las cuales se apoderaron los nuestros de una pieza de artillería, que fue inutilizada, por no poder conducirla, ciento cuarenta y dos rifles, ciento veintinueve fusiles, sables, espadas, machetes, ochenta mil cápsulas de distintas clases, cuatro mil cartuchos, ciento treinta libras de pólvora, medicinas, trescientas mudas de ropa, gruesas cantidades de dinero... Entre los heridos el intrépido Coronel Reeve.

Máximo Gómez envía mensaje sobre la victoria:

El Cuartel General encarga especialmente — al Secretario de la Guerra — el grato deber que impone un sentimiento de justicia, y es que manifiesta a usted que las fuerzas cubanas en la mañana del veintiocho de septiembre se cubrieron de gloria…[5]

Feliberto Pettit Tiá considera que el triunfo insurrecto tuvo una gran repercusión en la población civil.

Las familias santacruceñas simpatizaban con el Ejercito Independentistas. Ese combate del 28 de septiembre de 1873 se inscribe entre las acciones bélicas más importantes de la guerra.

Los mambises continuaron incursionando en la demarcación.

Hacia "La Sacra", apartado pareja ubicado a unos 40 kilómetros del Puerto santacruceño, avanzaba una columna integrada por 1 500 soldados españoles, comandados por el brigadier don Manuel Báscones. Corría el 9 de noviembre de 1873.

En la zona estaba acampada una fuerza de 500 hombres, liderados por el general Máximo Gómez Báez, dispuestos a enfrentar al enemigo.

La superioridad numérica y en armamentos de los españoles eran evidentes. El general Máximo Gómez, jefe de los insurrectos lo sabía, por tal motivo prepara un plan táctico y estratégico capaz de minimizar la desproporción militar.

Se escucha el toque a degüello y se inició el combate. Las tropas del generalísimo arremeten contra los peninsulares. De ambas fuerzas se producen bajas, pero finalmente los cubanos logran la victoria. El terreno, de un color blanco intenso, se tornó rojo por la sangre vertida en el combate.

En su libro Apuntes de Camagüey, Tomo Primero, página 146, Jorge Juárez Cano apunta:

Los españoles confesaron 54 muertos, 47 heridos, muchos confusos y 54 caballos muertos y los mambises medio centenar de bajas.


    Notas de referencia

      1. Biografía, Periódico Granma 27 de septiembre de 1978.

      2. Historia de Cuba (1492—1898) de Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola Vega, página 397.

      3. Periódico Granma 27 de septiembre de 1978.

      4. Periódico Granma 27 de septiembre de 1978.

      5. Máximo Gómez: Diario de campaña, pp. 141-142.


Lázaro David Najarro Pujol Lázaro David Najarro Pujol, escritor y periodista.
Labora en la emisora Radio Cadena Agramonte de Camagüey.
Autor de los libros Emboscada y Tiro de Gracia,
ambos publicados por la Editorial Acana de Camagüey.



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