Cuba

Una identità in movimento


De la Africanía en Cuba (Parte V)

Heriberto Feraudy Espino


LOS IFAÍSTAS, SACERDOTES DE IFÁ O BABALAWO

Se trata de hombres dotados de un gran poder memorístico y con un profundo sentido imaginativo e interpretativo, dados al estudio constante y búsqueda de nuevas experiencias en el campo de la práctica religiosa. A mayor conocimiento y experiencia, mayor autoridad, siempre que esté acompañada por la debida moralidad.

Constituyen una comunidad con identidad y autorreconocimiento propio, identificados no solo con y por sus creencias religiosas, sino también por un modus vivendi donde la autoridad de los mayores en edad y años de consagración es reconocida y venerada con profundo respeto. Hay que señalar que este reconocimiento siempre deberá estar avalado, además, por la experiencia y el dominio que se tenga de los distintos odu.

Algunos investigadores y practicantes consideran que entre los sacerdotes de Ifá se distinguen los Babalawos propiamente y los Olúos.


"A un Awó ni Orunmila se le conoce por Babalawo si no ha consagrado un osha en particular antes de su consagración en Ifá. Por otro lado, un Awó ni Orunmila que haya consagrado un osha en particular antes de su consagración en Ifá se le conoce por Olúo" (Lic. Ernesto Valdés. Omar García Ruiz. Michael Hernández López y Lic. Julio Valdés Jane. Ponencia presentada en el VIII Congreso Mundial Yoruba. La Habana. Julio 2003).


El proceso de iniciación en el ifaismo implica el surgimiento de una nueva conciencia en el hombre, una nueva forma de vida, un nuevo renacer, de tal manera que a partir de ese momento la identidad del individuo estará signada más por el nuevo nombre adquirido, producto de su signo rector, el que se produce el llamado día del Untefa, que por el recibido cuando su nacimiento biológico. Constituye una práctica generalizada que al babalawo se le conozca y se le nombre por su signo de Ifá. Se trata como si fuera un nuevo apellido. Es usual escuchar: Guillermo López, Ogbe She, o Rodolfo Pérez, Iroso Juani, por citar un ejemplo. Se trata más bien de un sobrenombre del signo.

Cuando un sacerdote de Ifá se encuentra con otro y desea conocer de quien se trata le preguntará: Tani odu.

Al nombrar su signo de Ifà, el babalawo está revelando sus virtudes y defectos, cómo deberá ser el desarrollo de su vida y hasta el porqué de su muerte. Esto es así por cuanto en el signo u oddun que saca el iniciado durante el día del Itá se señalan los distintos matices de la vida del individuo en cuestión, su pasado, su presente y su futuro.

Dentro de este contexto otro fenómeno dentro del ifaismo es que el babalawo a partir de su iniciación celebrará con más significación su cumpleaños de Ifá, que el día cuando vino a la vida.

El concepto de familia tiene una gran preponderancia y significación entre los babalawos, tanto en su carácter consanguíneo como religioso. Existe todo un código ético y de conducta que el babalawo debe observar ante la sociedad y ante la familia. Ser buen padre, buen hijo, buen esposo es un requisito fundamental. El papel de la familia consanguínea es importante por lo que constituye como tal y como transmisión hereditaria de sus creencias y de su cultura.

Es muy usual que en una familia ifaista casi todos sus miembros estén integrados de una forma u otra a estos cultos. El vínculo familiar se extiende también a toda la congregación sacerdotal. Alrededor de un sacerdote a veces se nuclean varios ahijados y, ahijados de estos últimos que constituyen una familia. La disciplina ante el estudio, la buena moral, la sencillez, la modestia, son virtudes que debe saber conservar un buen babalawo, aunque todo esto se vea empañado últimamente ante el brote desmedido del comercialismo y la especulación.

Los sacerdotes de Ifá se caracterizan por su adoración y gran dependencia de Orula. Es una práctica que forma parte de los deberes del babalawo que al despertarse temprano en la mañana lo primero que hace, después del aseo, es saludar a Orun, el sol, y luego despertar a Orula a través de una invocación que se hace ante los atributos de esta deidad.

No hay gestión seria o difícil que tenga que hacer un sacerdote que antes no lo consulte con su oráculo, incluso está establecido que diariamente antes de salir a la calle debe registrarse, igual que antes de iniciar una consulta, aunque no siempre esto se realice.

Uno de los rasgos más destacados de este sistema religioso es su carácter interpretativo. De ahí la importancia de contar con una buena inteligencia, experiencia y amplio conocimiento.

El poder de la memoria es muy importante para el sacerdote de Ifá. El arte de la memoria (o mnemónica) es un tema que ha sido minuciosamente documentado desde la Antigüedad, y los griegos, romanos y alejandrinos invirtieron un considerable esfuerzo en desarrollar distintas maneras de mejorar la memoria. Tomás de Aquino y Alberto Magno estudiaron la mnemónica con gran entusiasmo y escribieron profusamente sobre la misma. La esencia de este arte consiste en la habilidad de mejorar la memoria mediante ejercicios de mecánica mental. Son conocidos los estudios realizados por el célebre Giordano Bruno sobre estos temas.


"Para Bruno, su arte de la memoria era un valioso método para recordar y rememorar todo lo aprendido, y si se lo combinaba con la fascinación por los símbolos tan típicos de los ocultistas, podía llegar a proporcionar una estructura para su meticuloso sistema cristiano-hermético. Bruno creía que una memoria mejorada podía aumentar el poder de la psique de tal manera que la mente y el espíritu podrían acceder al gran plan secreto del universo" (Michael White, 2002, p. 86).


Nada de esto era conocido por los Babalawos, para ellos no existe técnica alguna reconocida como tal sin embargo una de las mayores virtudes de un buen sacerdote de Ifá es el dominio de una buena memoria. Un experimentado sacerdote le recitará de memoria desde los más complejos súyeres, cantos, rezos y versos de Ifá, hasta los más complicados patakines y Oddu sin haber recurrido a ninguna técnica memorística que no sea la inventada por él mismo.

Entre los babalawos es usual que se establezcan "vasos comunicantes" y de competencia permanente. Siempre estarán en búsqueda de mayor conocimiento y experiencias, todo lo cual se pone de manifiesto durante las ceremonias en la que participan donde cada cual tratará de hacer gala de sus conocimientos y dominio de los Oddun, y como si no bastara, tratarán de tejer nuevas fórmulas a partir de lo que sean capaces de imaginar.

Pero en Orula, lo que es bueno también puede ser malo, y viceversa. A este respecto un Oddu relata el siguiente pasaje:


Una vez Orula invitó a comer a los hijos de Obatalá y fue al mercado, donde compró lenguas. Luego las mandó a asar y todos los invitados disfrutaron del exquisito plato. En eso llega Babà y le pide lo mejor que haya cocinado para él. Orula le da una lengua y le dice que esa era la mejor comida.
— ¿Por qué tú dices que esa es la mejor comida? — pregunta Babà.
— Porque con la lengua se dice todo lo bueno y se da todo el ache —, responde Orúnmila.
Al poco tiempo, Obatalá le pidió otra comida que fuera la mejor para todos sus hijos, y la más mala para él. Cuando llegan los invitados, Orula le vuelve a servir lengua, y a Babà el mismo manjar.
— ¿No me habías dicho que la lengua es la mejor comida del mundo? ¿Por qué me la brindas ahora como la más mala? — pregunta el Dueño de las cabezas, sorprendido.
— Es la mejor porque con una lengua se puede salvar a una persona; pero con una lengua se puede también desgraciar a un hombre, a un pueblo, a una nación.


Babá quedó satisfecho con la respuesta de Orula, y en recompensa le entregó el régimen de este oddun.

Otro rasgo que distingue a las predicciones de este oráculo es que todas siempre van acompañadas del respectivo remedio (ebbó o sacrificio), para la cura o salvación del mal señalado; para lograr avanzar en la vida y vencer obstáculos y dificultades. El Ebó es un medio muy recurrente para el babalawo con el objetivo de depurar malas influencias y males de salud, sobre todo.

Aunque entre los sacerdotes de Ifà no existe propiamente un sistema de jerarquía, se da el caso en que ante cada proceso de iniciación donde estos participen, siempre se le dará la palabra al de mayor antigüedad y a éste le sustituirá el que le sigue en años de iniciación.

También existe lo que pudiera denominarse especialización. Hay sacerdotes que se especializan en matar animales, preparar el Ibodug o cuarto de ceremonia de iniciación, en cantos o moyugba, en atefar o acto de trabajar con los ikines, especialistas en ceremonias, en hablar o discursar sobre los Oddun y en ebbo o trabajos de sacrificios etcétera. Un dicho dice que sabio no es quien sabe hablar sino quien sabe escuchar. Un Oluo señala que si útil esa saber hablar en Ifá más útil es saber enviar y hacer un ebbó.

Otro rasgo es que el sacerdote de Ifá, aun cuando su ángel de la guarda sea un orisha determinado, ya a partir del momento en que se consagra como babalawo pasa a priorizar como deidad regente, como deidad principal a Olofi, y a Orula como su representante en la Tierra. Esto ocurre, por supuesto, sin desestimar a las otras deidades del panteón yoruba.

Al iniciar cualquier rito, una vez preparadas las condiciones pertinentes, el babalawo comienza moyuhgbando (se trata de una reverencia, no sólo a sus antepasados religiosos, sino también a sus familiares difuntos y a los de la persona objeto de la ceremonia de que se trate, ya sea consulta, iniciación, etcétera).

En los tiempos actuales la importancia o el reconocimiento de un babalawo no está dado sólo en los años que tenga de iniciado, sino en sus conocimientos. Se da el caso de babalawos jóvenes que debido a su dedicación y disciplina por el estudio y la práctica de los diferentes oddun, alcanzan a tener mayor conocimiento que otros de mayor edad.

Es preciso destacar que aunque en Cuba desde el momento en que una persona se consagra en estos cultos es considerado "sacerdote de Ifá", lo cierto es que este título como tal no debe corresponder sino hasta que hayan transcurrido varios años de consagración y el individuo tenga pleno dominio de varios Oddu y de las distintas ceremonias que forman parte de la litúrgica. Otro fenómeno que llama a reflexión es el hecho de hacerle Ifá a un niño de siete años. Aun cuando esto está contemplado en el Oráculo de Ifá, debe tenerse en cuenta que a cierta edad la persona no está en plena capacidad, ni tiene plena conciencia de ser lo que es, por lo que resulta prudente esperar a la edad adecuada para tal proceso de iniciación.

En África occidental los sacerdotes de Ifá de antes de la colonización eran considerados los intelectuales de la sociedad, disfrutaban de un gran poder y regularmente formaban parte de la nobleza. Sus consejos y recomendaciones eran asumidos con gran respeto.

El babalawo en su oratoria siempre tendrá presente lo que señalan los Oddun, sus patakíes y refranes. Okana Roso: el que mucho habla, mucho yerra; Ojuani Ogunda: quien no mira hacia delante, atrás se queda: Iroso Meyi: sin obstáculo no hay éxito, Ojuani Meyi: el agradecimiento es la memoria del corazón; Obara Logbe: oreja no pasa cabeza; Obara Irete: Cuando la verdad llega la mentira agacha la cabeza; Okana Meyi: el monte tiene hierba buena y mala; Ogunda Yeku: la avaricia rompe el saco; Ogunda Ka: es mejor perder la vida que no perder la hora; Irete Ka: el río que crece rápido lo hace de agua sucia, Oshe Lezo: si el agua no cae, el maíz no crece; Ofun Meyi: la sabiduría es la belleza más refinada de la persona; Ofun Nalbe: tiene que estar fuerte la cerca por si halan el bejuco, Ofun She: el que le da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro; Ogbe Tuanilara: una flecha no mata un pensamiento; Oyekun Nilogbe: En los ojos del joven arde la llama, y en los ojos del viejo brilla la luz.

Y así, como hemos señalado anteriormente, cada Odu tiene sus refranes.

Un mito que resalta la importancia del consejo de un sacerdote de Ifá narra lo siguiente:


Hubo una vez en que un babalawo alzó la bandera roja de Shangó casi a la misma altura de la bandera del Rey. Cuando éste, encolerizado, le preguntó por qué lo había hecho, el babalawo contestó "Dios me manda a adivinar". "Pues adivina", dijo el Rey.
Y el babalawo dijo: "En lo material el reino marcha bien, pero hay un gran vacío espiritual. Hay una gran sombra que oprime el alma de todo el reino... O se le da paso a la espiritualidad o el castigo, vendrá, implacable".
La cólera enrojeció el rostro de Su Majestad, pues nunca antes nadie se había atrevido a hablarle de ese modo:
— ¿Castigarme a mí? Yo soy quien porta la corona aquí. Llévense a este hombre y ejecútenlo mañana.
El rey tenía una hija muy consentida, al extremo que andaba sola a todas horas del día y de la noche. Pasó por la prisión, vio al babalawo preso envuelto en su gran capa roja, y le dijo:
— ¡Que capa tan bonita! ¿Me la das?
— Aquí la tienes — dijo el babalawo, tómala. A mi me ejecutan por la mañana.
La muchacha se llevó la magnífica prenda y con ella puesta salió de la prisión. Los guardias, confundidos, creyendo que era el babalawo que se escapaba, la mataron. Al levantarse el Rey empezó a buscar a su queridisíma hija, que no aparecía por todo el palacio. Al enterarse de lo sucedido, se desplomó, abrumado por el dolor. El pueblo entonces demandó justicia. El Rey, con el alma destrozada, sacó al babalawo de la cárcel. Admitiendo su error, reconoció la realidad del consejo y autorizó que se alzara la bandera de Shangó a la misma altura que la bandera del reino.



DEL ARTE Y LA LITERATURA EN EL IFAÍSMO

"Que el pensamiento latinoamericano opera — como dice Fernández Retamar —, por imágenes y por metáforas"; fue un frase que encontré, por primera vez, repito, en una reflexión suya sobre Lo cubano en la poesía (Ambrosio Fornet).

Precisamente de imágenes y metáforas está compuesto el ifaismo. El ifaismo es eso, el lenguaje de las metáforas. Se trata de una cultura donde no solo existe una grafía, un lenguaje, sino también literatura, arte, teatro, poesía, música, canto, dibujo, pintura, escultura, danza, sociología, filosofía e historia.

Se trata de un universo con todos sus componentes éticos y estéticos, valores y principios morales y humanos, lleno de emotividad y razonamiento con distintos niveles de conocimiento.

Cuando se haga referencia al arte religioso cubano, hay que tener en cuenta el arte relacionado con las expresiones religiosas de origen subsahariano.

De arte están llenas las ceremonias de iniciación, en ellas hay bailes, cantos, se decora, se diseña y hasta se dibuja y se pinta. Un buen babalawo o sacerdote de Ifá, no solo debe saber interpretar los diferentes Oddun, sino también debe saber esculpir, pintar, declamar, recitar los distintos versos insertados en los suyere, oru o en las modyuba.

¡Qué, si no arte es el que se observa en la elaboración de objetos litúrgicos que van desde un Elegguá, hasta los diseños que se realizan en el cuarto de ceremonia donde se realizan los ritos de iniciación! ¡Qué, si no verdaderas obras de orfebrería, escultura, cerámica, tallas en madera, y pintura son las que se contemplan en las ceremonias de Ifá y de Osha! Incluso la decoración y el diseño de los llamados altares que tanto fascinaron a Carpentier cuando nos relata acerca de la magnifica impresión que estos produjeron en él durante los recorridos que hacía por Guanabacoa en compañía de Lydia Cabrera.

No se concibe un babalawo integral que no domine la oratoria de Ifá, el canto o suyeres, la poesía y los refranes de los distintos Oddun, el dibujo y hasta la música de estos ritos. Hay toda una dramaturgia interior en ellos.


... Mi arte, el que yo transmito a los muchachos que bailan en el grupo, nace de la tierra, yo no he ido a ninguna escuela a aprender a bailar. Shangó baila, y yo como omó Changó bailo también, porque él se mueve en mí. Cuando yo planto el pie con firmeza en la tierra, estoy recibiendo toda la fuerza de la naturaleza, yo creo que en los dioses está la vida y en la vida está el arte ¿Qué los diferencia? (Rodar el coco, p. 257.)


La transmisión oral de corte literario abarca forma narrativas y poéticas que se manifiestan también a través de los llamados patakí. Estos son historias y leyendas llenas de sabiduría, enseñanzas y consejos, fábulas y relatos maravillosos donde además de todo lo instructivo y educativo que tienen, bien podrían servir para magníficos guiones cinematográficos. Sus proverbios o refranes sirven de guía para interpretar la realidad y de patrones de conducta. Los Oriki o cantos son una especie de arte verbal que conllevan a la vez una invocación y un mensaje. No se podría hablar de la literatura oral cubana sin tener en cuenta al ifaismo.

Hay que agregar que el babalawo es un gran contador de historias. Se podrían pasar horas y horas disfrutando de la amenidad de estos relatos, que como hemos señalado anteriormente se han transmitido de generación a generación, y muchos han sido enriquecidos a partir del imaginario cubano.

Al papel del arte en las prácticas del ifaismo y en otras manifestaciones de origen africano, habría que agregar, a la vez, la influencia de estas prácticas religiosas en la cultura cubana, particularmente en las artes plásticas y visuales, la música, la danza, la literatura y otras.

Para abordar estos fenómenos


Tendríamos que volver siempre a las investigaciones de Fernando Ortíz sobre guemilere que nos devuelve a los orígenes rituales y mágicos del teatro, donde se expresa su función inmediata con los característicos fenómenos de posesión, con su vestuario, su música compuesta de orus, especies de suites, cada uno con su función dentro del ritual; con la participación del coro y con su dualidad de rito establecido pero sometido al mismo tiempo a la improvisación; con sus tres espacios escénicos (cuarto, sala y patio) que también tienen específicas funciones rituales. Cada uno conoce los códigos que se utilizan en una pantomima, un despliegue gestual y danzario heredado desde tiempos remotos. Sus impresionantes tronos, ejemplos de un arte plástico popular aún no estudiado, que mezcla el diseño, la pintura, la escultura, la escenografía y donde plantas, flores, frutas, piedras, instrumentos de trabajo y música expresan la relación del hombre con la naturaleza y con los dioses para darnos una visión ontológica caribeña (I.M. Martiatu. ob. cit., p. 40).


En lo que respecta a la música propiamente, hay que señalar que la cancionista cubana y las más variadas composiciones musicales se han visto literalmente invadidas por las referencias a las principales deidades masculinas y femeninas del panteón yoruba.

Son múltiples las exposiciones de artes plásticas donde las imágenes de este universo religioso se ponen de manifiesto. Exposiciones que hoy recorren el mundo con toda su carga espiritual y ceremonial.

Se han conocido experiencias donde a través de los códigos del ifaismo o de la Regla de Osha se han impartido clases de música, danza, pintura, teatro, geografía, historia, y de la educación pública en general.

El arte de la religiosidad de origen africano se ha impuesto cada vez más en nuestros medios. Se trata de un arte donde el hombre a veces, sin una conciencia propiamente religiosa, realiza una obra relacionada no solo con un mundo mágico, sino con el real, donde se parte de lo mágico para transformar la realidad. Un arte también realizado por hombres y mujeres que tal vez sin una conciencia artística, pero guiados por la espiritualidad de todo creador, hacen valer cada vez más lo real maravilloso.


DE LAS CARACTERÍSTICAS CUBANAS Y DIFERENCIAS

Ante todo, hay que tener en cuenta que la llegada de los esclavos africanos se produjo a través de todo un largo proceso y que los yorubas estuvieron entre los últimos que arribaron a esta región de América. No todos eran practicantes de estas religiones, como hoy no lo son todos en Nigeria. Dentro de la masa de esclavos yoruba apenas se conoce quiénes estuvieron iniciados y mucho menos quiénes lograron traer sus atributos.

Al abordar el fenómeno de Osha o la llamada Santería, nos inclinamos a pensar que ella es una creación cubana. Como dijera Miguel Barnet: "esta religión es de cepa africana, pero de factura nacional" (M.Barnet, Cultos afrocubanos: 1995). Hay que recordar que estos hombres y mujeres fueron capturados como esclavos, llegaron desesperados a un mundo desconocido e inimaginado por ellos y, en medio de este verdadero calvario, estaban necesitados de protección, de salvación, de consuelo. Como traían en su memoria los recuerdos de orishas y de lo que más o menos vieron practicar en sus tierras, decidieron crear sus propios mecanismos de defensa. Quien había sido consagrado en Ifá y quien había logrado traer consigo sus atributos, pudo iniciar en Cuba, sujeto a adaptaciones e innovaciones, la práctica del ifaismo. Y tal vez a partir de aquí se haya generado lo que después se ha dado en llamar Osha o Santería.


... El número de babalawos llegados a Cuba fue muy reducido en comparación con el número de yoruba; estos, aun en las nuevas condiciones de vida, mantenían la costumbre de consultar el oráculo. Ante esta situación se hacía necesario disponer de un oráculo de mayor profundidad que el Dilogún africano y que pudiera ser utilizado sin necesidad de recurrir directamente al babalawo. En respuesta a estas nuevas condiciones, los babalawos crean el sistema cubano de adivinación de los caracoles o Dilogún cubano (Yrminio Valdés Garriz, Dilogún: 1997-8).


Como elemento significativo para tener en cuenta las diferencias hay que señalar que en Nigeria no existe la práctica de entrega de los Guerreros, ni de dar la Mano de Orula, ni las ceremonias de iniciación que aquí se realizan en Osha. Todas estas han sido creaciones que fueron desde los esclavos hasta los descendientes de ellos. Fue, ha sido, un proceso largo, de mezclas, invenciones, transformaciones, trasculturaciones.

No me atrevería afirmar que a diferencia de la Osha o Santería existe un ifaismo cubano, pero sí que hay un ifaismo propio de las características cubanas, del contexto cubano. El ifaismo es una cultura de antecedentes yoruba que a pesar de su resistencia no ha dejado de evolucionar y transformarse en Cuba y en América.


"La característica esencial de las sociedades humanas y de sus culturas en todas las épocas no es la inmovilidad, sino el cambio" (Brice: 1998-49).


Primero hay que destacar que la cultura ifaista ha estado sujeta a modificaciones, infiltraciones e influencias atribuidos a distintos factores a partir de la propia África, además que ha ido evolucionando y desarrollándose en unos y otros lugares. En la propia Cuba se han producido adaptaciones según el medio, características regionales y epocales. Desde una casa o templo, hasta una rama, una provincia, hay formas y maneras de practicar estos cultos aunque, repetimos, siempre hay una esencia.

El propio Wande Abimbola, uno de los más destacados y reconocido teóricos de Ifá, reconoce que la cultura Yoruba ha sido transformada en las Américas. Para abordar este tema hemos acudido al libro Ifá wil mend our broken World ( USA, 1997). En diferentes partes de la entrevista aparecida en este libro, Abimbola señala, entre otras cosas, cómo esta religión en Cuba ha devenido más elaborada y complicada, mientras, que en África es mucho más simple en algunos aspectos. El se refiere al nivel de creatividad que hay en Cuba, fundamentalmente en términos materiales y rituales. Para este profesor nigeriano, en Cuba y en la Diáspora se hace mayor énfasis en los aspectos rituales y visuales, así como en los sacrificios y pone como ejemplo que en Africa un babalawo puede atender 20 clientes en un día sin prescribir un animal, un gallo o una gallina.

Otro de los temas de diferencias y que en los últimos tiempos ha producido debates, malas interpretaciones y confusiones en Cuba es el del lenguaje. Hay que tener en cuenta que el propio lenguaje sufrió un proceso de adaptación y de reinterpretacion. También que el lenguaje yoruba no era uniforme, se trataba más bien de dialectos que aquí fueron evolucionando. Entre los esclavos nigerianos que arribaron a Cuba se hablaba Iyesá, Ila, Iyebu, Ekiti, Ondo, Egbado, Oyó, todos estos dialectos se fueron mezclando con la jerga cubana y no se pueda descartar que se haya producido también mezclas con remanentes de la lengua arará y kikongo.

El tema del lenguaje se ha puesto de moda debido a que se cuestiona el dominio de estas prácticas religiosas si no se domina la lengua yoruba. Se ha afirmado, que si no se conoce el significado de lo que expresan los rezos Oru u Orikis, plegarias, invocaciones etc., no se puede considerar acertado lo que se hace. Pero es que resulta que desde años y años estas formas del lenguaje litúrgico son las que han sido utilizadas, tanto por babalawos como por babaloshas e iyaloshas para comunicarse con los orishas. Es como si después de estar durante muchos años comunicando con nuestros padres resulta que no nos comprendiéramos.

Es como exigir que un músico que siempre se ha destacado por su música sin haber leído un pentagrama, ahora se le exija que aprenda a leer y escribir musicalmente. Si durante decenios nos hemos comunicado con los orishas y nos han entendido, cómo cambiar ahora. El tema se complica más si se tiene en cuenta, además, la diferencia entre la literatura escrita y la literatura hablada, donde la diferente entonación y acentuación tiene significados distintos. Al abordarse este tema es válida la referencia que aparece en el libro de Michael White sobre Giordano Bruno donde se señala como


"Todos los textos religiosos, la Biblia y el libro de oraciones incluidos, sólo se encontraban disponibles en latín, y todos los servicios y decretos se celebraban y promulgaban únicamente en latín. Eso significaba que la inmensa mayoría de la población no tenía ni idea de lo que recitaba en la iglesia o de en qué estaba depositando su fe exactamente" (Michael White, 2002, pag. 38).


El propio Abimbola, que por cierto no da mucha significación al lenguaje, se pregunta: ¿Cómo los animales, grandes o pequeños que no hablan ninguna lengua pueden comunicarse con Olodumare? Por supuesto, todo esto no niega el poder de las palabras, sino todo lo contrario


"Las palabras cargadas de Ashé es uno de los medios fundamentales que permiten la comunicación entre el mundo material y el espiritual contribuyendo al equilibrio armónico entre el Ser Humano y las fuerzas cósmicas"... "La palabra musitada, salmodiada, cantada, dicha en el tono justo y en el momento justo" ( R.M. Furé, Revista Conjunto 112-113. Enero-Junio 1996, p. 15).


Las representaciones también tienen sus diferencias. En Cuba no se representa a los orishas en la misma forma que en África. Aquí hay que agregar que mientras en Nigeria se reconocen más de 201, 401 y más orishas, en Cuba no pasan de 20 los que se reconocen y se adoran.

Diferentes son también las vegetaciones y el uso de los animales. Tmbién diferentes, en cierta medida, lo que representan las distintas deidades.

El proceso de iniciación no es igual. En África una persona no puede ser iniciada como sacerdote de Ifá si no ha estudiado y demostrado suficiente conocimiento sobre Ifá y este es un proceso gradual hasta llegar al "Igbo Ifá" que significa "Entrar al monte de Ifá", lugar donde el iniciado será examinado en todos los aspectos sobre Ifá por un sacerdote maestro. En otros tiempos el iniciado permanecía allí durante cinco días. Nadie es consagrado si no aprueba los exámenes. Hay que decir que este proceso de aprendizaje a veces dura 20 años. En Cuba esto no es así, aquí pude ser babalawo toda aquella persona que a través del Oráculo de Ifá se haya determinado que deba consagrarse como sacerdote. Una vez concluidos los siete días de los ritos y ceremonias de iniciación, e incluso antes, ya se es babalawo o sacerdote de Ifá, aunque como hemos apuntado anteriormente un verdadero sacerdote de Ifá es aquel que tenga suficiente dominio de una considerable cantidad de Odu.

En Cuba, el babalawo también es denominado como Olúo, mientras que en Nigeria Oluwo es el título que se le atribuye al jefe de un grupo de babalawos de un área o de un pueblo y que ha sido previamente elegido por otros sacerdotes.

Otro aspecto a señalar es que en Cuba, la llamada "Mano de Orula" o "Awofacan", cuando se trata de los hombres, o "Ikofa de Orula" en caso de las mujeres, se recibe generalmente para protección de las personas; en Nigeria es símbolo del proceso de aprendizaje. "Kofa" significa "estudiar Ifá".

En Cuba se mantienen ritos y ceremonias de origen yoruba que en África se han perdido u olvidado, hay otros que aquí se han creado.

Es una práctica generalizada en Cuba que una persona antes de hacer Ifá, es decir antes de iniciarse como babalawo, ya haya recibido los Guerreros (Eleguá, Ogún, Ochosi y Osun), la Mano de Orula o/y coronado Osha y lo que se dice "lavar santo". Las dos primeras ceremonias las realizan los babalawos.

En Nigeria estas prácticas no se realizan. Decididamente en Cuba existe una liturgia santoral que en África no existe. En Nigeria, por otra parte, mientras que en las invocaciones yoruba siempre se comienza con el nombre de Olodumare, en Cuba generalmente se menciona el nombre de Olofi u Orunmila.

En Nigeria la influencia del islamismo y del cristianismo constituyó una amenaza y afectación a la religión yoruba, mientras que en Cuba el catolicismo significó un escudo de salvación. En África, en las ceremonias se utilizan lámparas hechas con arcilla y aceite de palma; en Cuba se usan las velas. En Cuba los babalawos estudian el movimiento del planeta, la posición de las estrellas, en Nigeria no, El calendario yoruba comienza en junio, aquí en enero. En Cuba cada orisha tiene su día, en Nigeria no.

Mientras que en el pensamiento religioso yoruba no existen limitantes para la iniciación en Ifá de un homosexual, en el pensamiento religioso cubano predomina este prejuicio.

En Africa los conceptos de Ori e Iwapele tienen una mayor y marcada preponderancia. El Ori es un concepto relacionado con el destino. El Ori del ser humano es un ente personal, una fuerza dirigente similar al concepto de ángel guardián de los católicos. El Ori está físicamente presente en la cabeza. Iwapele está relacionado con el buen carácter, una condición fundamental para ser un buen sacerdote de Ifá.

En Cuba a Ifá u Orunmila se le conoce más popularmente como Orula.

Hay un mito que lo presenta como el primer hijo varón de Yemmu y Obatalá después de lo acontecido con Ogún. Resulta que Ogún era el hijo más rebelde de Yemmu y Obatalá, y un día cometió la perfidia de violar a su madre. Cuéntase que Obatalá vivía con Yemmu o Yembo, su mujer, y junto a ellos residían Eleguá, Ogún, Oshosi y Osun. Tenían además una hija, Dadá, quien no vivía con ellos. Obatalá salía todos los días a trabajar y dejaba a sus vástagos en la casa y era Osun el encargado de contarle todo lo que había acontecido en su ausencia. Ogún era el que más trabajaba y por eso se hallaba muy animado y todos le debían obediencia. Pasando el tiempo, Ogún se enamoró de su madre y varias veces trató de forzarla sexualmente. Pero Eleguá siempre estaba vigilando y se lo decía a Osun, quien reprendía a Ogún.

Un buen día, Ogún — que era el cocinero — echó de la casa a Eleguá y le dio tanta comida al gallito Osun que éste se quedó dormido. Todos los días, a la misma hora, Ogún cerraba la puerta de la casa. Eleguá, desde fuera, acechaba. Un día Eleguá esperó a Obatalá y le dijo:


"Hace muchos días que yo no como". "¿Por qué?". "Porque Ogún me botó de la casa para poder acostarse con mi madre". Al día siguiente Obatalá regresó de improviso a la casa y comprobó lo que le había dicho Eleguá. Se dice que Obatalá lloró tanto que se vio obligado a apoyarse en un bastón de mangle, porque le faltaban las fuerzas. Ogún al ver que su padre se disponía a maldecirlo le dijo: ”No, babá no hables, no me eches maldición. Yo mismo me maldigo”. Y mientras el mundo ea mundo yo, Ogún aguaniyé, yo, papá de día y de noche trabajaré”. Obatalá dijo: ”Oche” (así sea).


Después de oír a su hijo, el Orisha Mayor entró en la casa y llamó a Yembo, pero de nuevo Ogún le dijo:


"Mamá es inocente, no la culpes, yo la obligué", a lo que respondió encolerizado Obatalá: "Vete, no quiero verte más, ya no puedes vivir en esta casa". Ogún avergonzado, se internó en el monte y comenzó a trabajar en una herrería. El gran Orishanla se dirigió entonces a Yembo: "No voy a maldecirte, pero te digo que, en el futuro, mataré a cada hijo varón que nazca de nosotros".


Fue con estos antecedentes que nació Orula, y por supuesto, lo primero que decidió Obatalá fue matarlo. Con este propósito llevó al niño al medio del monte y al pie de una ceiba lo enterró hasta la cintura con los brazos debajo de la tierra. Eleguá, que había seguido a su padre fue y se lo contó todo a su madre, quien desesperada le rogó que no dejara de darle vuelta a su hermano y llevarle comida. Pasó el tiempo y Eleguá alimentaba a Orula mientras la ceiba, Iroko, lo protegía bajo su sombra. Cuenta el mito que Yemmu tuvo otro hijo a quien llamaron Shangó y que vino al mundo con un estruendo, pues con él había nacido el trueno. Se dice que Changó era un negrito tan bonito que Obatalá se compadeció de él y no quiso hacerle daño. Se lo entregó a su hija Dadá para que lo cuidara. Pasados cuatro años, Dadá decidió llevar a Changó a visitar a su padre. Obatalá quedó encantado con el niño y le dijo a su hija que se lo llevara todos los días. Lo sentaba en sus piernas y le contaba lo que había hecho su hermano. Por eso Changó creció odiando a Ogún, culpable de que él viviera separado de sus padres.

Cuando Shangó tuvo más edad se enteró por boca de Eleguá de lo ocurrido con Orula. Por aquel entonces, Obatalá ya estaba viejo y desmemoriado, y el mundo cada vez peor. Changó decidió hablar del problema con su padre:


— Babá, hace tiempo tú enterraste a mi hermanito debajo de una ceiba.
Obatalá respondió:
— Esta es una historia vieja, Changó, el pobre Orula hace años que murió.
— No, papá, Orula no ha muerto, pero está muy mal. Déjame salvarlo.
Obatalá — dio su consentimiento. Shangó tomó a Orula por los hombros y lo desenterró. Este le dijo:
— Gracias, hermano, pero ¿cómo voy a ganarme la vida? He estado aquí enterrado todos estos años y no sé hacer nada.
Changó, que desde su nacimiento era dueño del oráculo, se trepó a la ceiba y cortándole un gajo, fabricó un tablero, el tablero de Ifá, que regaló a Orula para que consultara a todos en el reino. Las primeras palabras de éste fueron: Maferefun Changó, maferefun Eleguá, maferefun Obatalá, maferefun Olofi.
No acababa de decir estas palabras cuando cayó un rayo en forma de corona que rodeó el tablero. Orula se postró ante Chango y le rindió pleitesía: Kabo, kabiesile, Oba.
Orula, desde entonces, es el dueño del oráculo.
Dentro de la tradición oral africana y la lucumí, son múltiples y variados los mitos sobre los orígenes de Ifá y todo el corpus de deidades y legendarias personalidades que integran ese mundo subsahariano.
Tal vez el lector al finalizar la lecturas de esta páginas concluya que están llenas de contradicciones, a el le digo que es así, como de contradicciones está plagado todo el pensamiento ifaista en general, como de contradicciones está lleno este mundo en el que vivimos y nuestra propia vida.
Ifá, el Eleri Ipin, el Okitibiri dice:
"Todo no se sabe. Sólo se sabe una parte de todo". Si quieres saber más: toca la puerta.





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