Cuba

Una identità in movimento


La Arquitectura Antillana del Siglo XX: El Sindrome de la plantación (Parte II)

Roberto Segre


La producción, inicios de la modernidad

A pesar del proceso de adaptación seguido por la vivienda señorial, ésta no se aleja totalmente de los parámetros estilísticos de origen europeo. Por otra parte, su proyección restringida a escala social no le hace jugar un papel significativo en la conformación del ambiente caribeño. Este rol le corresponde a las nuevas técnicas constructivas — el hierro y la madera —, que se introducen en las islas a partir de la Revolución Industrial, vinculadas a las transformaciones de las estructuras productivas. Durante los tres primeros siglos de dominación colonial el paisaje urbano y rural antillano estaba aún atado a los esquemas cultos o populares provenientes de las metrópolis, a pesar del uso de los materiales locales y la progresiva respuesta a la ecología. Entre 1830 — fecha en que se plantea la idea de introducir el ferrocarril en Cuba[41] — y la Crisis Mundial de 1929, se gesta el sistema arquitectónico que otorgará su personalidad identificadora al universo caribeño.

Esta afirmación puede resultar excesivamente categórica, y no dar cabida a posibles divergencias: ellas están presentes en las islas de origen hispánico, cuyas ciudades no se conforman en concordancia con este patrón. Sin embargo no eluden el condicionamiento general establecido por la dinámica económica: en menos de cien años, se reafirma la división internacional del trabajo establecida por los centros metropolitanos — en este caso los Estados Unidos de Norteamérica —, y al Caribe se le impone la producción en gran escala de azúcar, café, tabaco y frutas tropicales. Para alcanzar los índices requeridos de productividad — ya imposibles con la mano de obra esclava —, debe acompañarse a la máquina de vapor una eficiente infraestructura técnica: los almacenes portuarios, las líneas ferroviarias, los centros de abastecimiento o producción, las viviendas de los trabajadores.

En el caso del azúcar — cuya presencia resulta dominante en la mayoría de las islas —, este cambio se identifica con el tránsito del "ingenio" al "central". La similitud de las soluciones proviene de una técnica homogénea que corresponde a una centralización de las decisiones. Una empresa nacida en las últimas décadas del siglo XIX — la United Fruit Co. —, posee, a comienzos del XX, plantaciones en toda Centroamérica, Cuba, República Dominicana, Jamaica, etc.[42], y construye en los principales enclaves pueblos "espontáneos", equipados con hoteles, hospitales, oficinas, clubs sociales, comercios y barrios de vivienda, en su mayoría realizados con estructuras metálicas y el sistema "balloon frame"[43].

El carácter que identifica esta arquitectura es la "provisionalidad" y su estricta respuesta funcional, que reduce al mínimo los atributos simbólicos. Estos — los motivos clásicos que decoraban vigas y columnas — aparecían en los diseños de las piezas prefabricadas provenientes de las industrias situadas en Bélgica — Valentín Bataille —, Londres — William Harbrow —, Nueva York — American Patent Portable y H. W. Smith[44] —, Glasgow, Filadelfia, Chicago o Nueva Orléans. En la mayoría de los casos, eran enviados los edificios completos desmontados que luego se armaban in situ con obreros calificados: iglesias, escuelas, hospitales, mercados, almacenes. Han sido identificados algunos diseños de Eiffel en el continente — México y Chile —, mientras La Habana recibía una estructura metálica de James Bogardus, el pionero norteamericano de esta tecnología[45]. También ocurría que edificios dirigidos a un destino, fueran construídos en un sitio erróneo, sin que por ello entraran en contradicción con el contexto circundante. Son conocidos dos ejemplos caribeños: el mercado de Puerto Príncipe, Haití[46] y el de Punta Arenas, Costa Rica, originalmente enviado a Chile.

Aunque la mayoría de los edificios de estructura metálica se realizaron sin la participación de arquitectos — resulta una excepción la presencia de George Brown en Puerto España, Trinidad[47] —, éstos lograron otorgar una particularidad propia al espacio urbano caribeño. La homogeneidad y buen diseño de los elementos constructivos; su uso a lo largo de las calles para configurar portales y galerías; la transparencia y continuidad de los espacios interiores en contacto directo con el ambiente externo de la ciudad, constituyeron factores de adaptación a la dinámica de la vida y a los requerimientos climáticos, más elaborados que las respuestas alcanzadas en el período colonial. El principio de "provisionalidad" de la arquitectura de la plantación es llevado a la estructura urbana otorgándole su personalidad definitiva, que la diferencia radicalmente de los núcleos poblacionales del continente. Se trata de un proceso de síntesis que surge de una necesidad económica, interiorizada socialmente y resuelta en formas y espacios que asumen la tradición anterior, materializando un contexto nuevo, conformador de la simbiosis "sincrética" caribeña.

A pesar de la hipotética rigidez identificada con los elementos metálicos prefabricados, la diversidad de diseños de los detalles — las bases y capiteles, los frisos y las tramas de balcones y balaústres —, caracteriza la dinámica formal de los intercolumnios a lo largo de las calles porticadas. Si a ello se agrega el cromatismo elaborado por el gusto espontáneo de los usuarios, resulta fácil imaginar la creatividad vivenciable en el espacio urbano de Puerto España, Jacmel, Puerto Príncipe o Castries. Un ejemplo de inserción estable de un edificio provisional se produce en Ponce: el imaginativo Pabellón de Productos e Industrias de la Feria de 1882, se convierte en el Parque de Bombas — Cuartel de Bomberos —, adosado a espaldas de la Catedral, actual imagen cromática simbólica de la ciudad[48]. En dicho contexto predomina el edificio del mercado, centro simbólico de las ciudades antillanas. Ello se origina en la primacía de las funciones portuaria y comercial, definida por la dinámica mercantil de los productos enviados a las metrópolis, que invalidan la representatividad hispánica del Cabildo, el palacio de Gobierno, la Catedral o la Plaza de Armas.

Parque de Bombas, PonceLas relaciones sociales, la vida cotidiana y la participación social están presentes en el mercado. "Es el sitio y el momento de la organización de las fiestas comunitarias, el lugar público de la difusión de las informaciones, la sede de las organizaciones secretas"[49]. Por ello no resultan contradictorias con la función las dos torres bizantinas que señalan simbólicamente su existencia en Puerto Príncipe, ni su localización en la plaza de la Catedral de Jacmel. Mientras en París las innovaciones formales y espaciales aportadas por Baltard en Les Halles no incidían en la vida urbana, en una escala similar a la Opera de Garnier; en Jacmel, el espacio cubierto multiuso del mercado, constituye la "megaestructura" que protege el acontecer diario en la plaza que delimita el sitio de la centralidad urbana. Fenómeno reiterado en Pointe-á-Pitre, Cap Haitien, Castries, Charlotte Amalie o Puerto Plata. En Cárdenas, la persistencia del clasicismo en la arquitectura cubana, incide también en las construcciones espontáneas. Los brazos axiales de las naves metálicas que culminan en las calles perimetrales del terreno, se originan en el centro de la manzana, magnificado por un gran espacio cupular que predomina en el paisaje de la ciudad.

En el panorama antillano de la arquitectura de la producción, Cuba presenta una particularidad propia: en La Habana estas estructuras funcionales se someten a las exigencias del ropaje académico — las tabaquerías —; mientras en las áreas rurales surgen, entre 1900 y 1930, las grandes "fábricas" de azúcar, gigantescas construcciones industriales de acero, circundadas por asentamientos poblacionales — los bateyes — realizados en la mayoría de los casos, con la estructura balloon frame[50]. Los atributos conformadores de la personalidad ambiental caribeña, identificados con las construcciones seriadas de hierro y madera en la segunda mitad del siglo XIX, se extenden a todas las islas, inclusive República Dominicana en La Española. Menor significación alcanza en Cuba y Puerto Rico, ambas bajo el dominio español hasta 1898. En La Habana y San Juan, la imagen de la ciudad no asimila fácilmente la funcionalidad ajena a los simbolismos tradicionales de los edificios con estructura metálica o de madera. Cuando aparecen, se sitúan en alejados suburbios, tanto fabriles como recreacionales: por ejemplo, las industrias de papel en Puentes Grandes o la primera sede del aristocrático Havana Yacht Club — totalmente de madera —, en la playa de Marianao.

En el marco de vida de la burguesía, los atributos de las construcciones ferrovétreas quedan ocultos en los ambientes interiores: el tema del teatro tendrá particular importancia en la aplicación de innovaciones estructurales. En La Habana finisecular se construyeron el Payret, de estructura belga; el circo-teatro Janó y el Irijoa (hoy Martí) y el Politeama[51]. Característica también presente en los mercados: el del Vapor y el de Colón (1882-1884), del arquitecto Emilio Sánchez Osorio, cuyos portales neoclásicos escondían una moderna cubierta metálica importada de Bélgica. Resulta una excepción la presencia del techo acristalado de la galería de acceso al hotel Pasaje — hoy convertido en una sala deportiva polivalente (1991) —, primer paseo cubierto de la ciudad, dentro de la tónica de los modelos parisinos.

Entre 1880 y 1920 — fecha en que se extiende el uso del hormigón armado —, las columnas y vigas de hierro aparecen en los almacenes portuarios y en los depósitos de mercancías vinculados a los comercios, situados en el centro histórico de La Habana. Las fachadas académicas tomadas de los tratados italianos o españoles ocultan al exterior las innovaciones técnicas presentes en los espacios interiores. Al mismo tiempo, en el área que contendrá el sistema simbólico de la centralidad a partir de 1900 — el reparto Las Murallas, también identificado como el "ring"[52] —, se instalan diversas fábricas de tabaco: Partag·s frente al Capitolio Nacional; la American Tabacco Co. (1902), adosada al Palacio Presidencial. Resulta un hecho totalmente original la contiguidad entre proletariado y burguesía en un espacio definido por las funciones más jerarquizadas de la clase dominante. De allí el carácter "palacial" de los monumentales centros de producción de cigarrillos y tabacos — "La Excepción", "La Meridiana" o de Bances y López[53] —, cuyas fachadas macizas ritmadas por los órdenes clásicos no transparentan las plantas libres sustentadas por ligeras columnas metálicas.

Parte I — Parte II — Parte III


    Citas

      [41] Oscar Zanetti, Alejandro García, Caminos para el azúcar. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1987, pág. 32. Cuba colonial,que anticipa en diez años a España, es el primer país de América Latina y el séptimo del mundo, en poseer una línea de FFCC.

      [42] Oscar Zanetti, Alejandro García, United Fruit Company: un caso de dominio imperialista en Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1916, pág. 43.

      [43] Las principales instalaciones se localizaron en Banes, en la costa norte de Cuba y en Almirante, Bocas del Toro, Panamá. Ver: Samuel A. Gutiérrez, La Arquitectura en dos Archipiélagos Caribeños. Estudio comparado de Bocas del Toro, Panamá; San Andrés y Providencia, Colombia. EUPAN, Ciudad de Panamá, 1986, pág. 34.

      [44] Ramón Gutiérrez, Arquitectura y Urbanismo en Iberoamérica. Ediciones Cátedra, Madrid, 1983, pág. 416.

      [45] Sigfried Giedion, Spazio, Tempo ed Architettura. Lo sviluppo di una nuova tradizione. Ulrico Hoepli, Milán, 1954, pág. 186. "Según el New York Herald del 14 de abril de 1874, se construye un almacén en Santa Catalina, La Habana". El mismo se encontraba en Regla, próximo al puerto y desafortunadamente fue demolido en 1962.

      [46] Eduardo Tejeira-Davis, Roots of Modern Latin American Architecture. The Hispano-Caribbean Region From the Late 19th Century to the Recent Past. Universidad de Heidelberg, Heidelberg, 1987, pág. 124.

      [47] John Newel Lewis, Architecture of the Caribbean and its Amerindian Origins in Trinidad. American Institute of Architects, Washington, D.C., 1983, pág. 189.

      [48] Mariano Vidal Armstrong, Ponce. Notas para su historia, Edición del Autor, San Juan, 1983, pág. 33.

      [49] Georges Anglade, Atlas Critique d'Haití, ERCE & CRC, Groupe d'Etudes et de Recherches Critiques d'Espace. Département de Géographie, Université de Québec á Montreal, Montreal, 1982, p·g. 37.

      [50] Joaquín Rallo, Roberto Segre, Introducción Histórica a las Estructuras Territoriales y Urbanas de Cuba, 1519-1959. Facultad de Arquitectura, ISPJAE, La Habana, 1978, pág. 105.

      [51] Carlos Venegas, La urbanización de las Murallas: dependencia y modernidad. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1990, pág. 66.

      [52] Roberto Segre, "Evolución histórica de La Habana", en AAVV, Transformación urbana en Cuba: La Habana. G. Gili, Barcelona, 1974, pág. 35.

      [53] Carlos Venegas, "Las fábricas de tabaco habaneras", Arquitectura y Urbanismo, Vol X, No. 3, La Habana, 1989, pág. 14.

 

Published by the Architectural Resources Network

c.jorge@codetel.net.do


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas