Sin embargo, no se atesoraron las ideas forjadas en el Congreso de la UIA, surgidas de las disímiles experiencias estéticas y constructivas de los países del Tercer Mundo, en las que predominaban las iniciativas basadas en la participación popular y el aprovechamiento máximo de los recursos técnicos y económicos — el "hacer más con menos" defendido por Salinas —, fueran artesanales o industriales. La visión "unidimensional" que se desarrolló en el Micons — en 1965 se suspendieron totalmente las obras de las Escuelas Nacionales de Arte y se desmontó el taller de proyecto[29] —, implantada en la Escuela, centró en la prefabricación, la normalización y la industrialización de la construcción, la temática básica y esencial que debían asimilar los alumnos. Constituyó, en la arquitectura, una versión del "realismo socialista" cuestionado por el Che[30], justificado por la coartada de las presionantes necesidades sociales a resolver por arquitectos y constructores en un tiempo mínimo, sin devaneos culturales o estéticos[31]. En la Escuela desaparecieron los cursos de Plástica y los tres semestres de Elementos del Diseño, impartidos por los profesores Everardo Mendoza, Germán Bode y José Fornés, denunciaron reiteradamente las condiciones de vida de los sufridos pueblos del Tercer Mundo: los alumnos irónicamente denominaron los cursos, Subdesarrollo I, II y III. Los talleres de diseño eran de una extrema pobreza creativa, basándose los proyectos en el uso estricto de normas y piezas constructivas prefabricadas. El arquitecto Bode, "guru" de la industrialización, difundía sus ideas en las lecturas obligatorias[32], mientras se prescindía de los servicios de los profesores "teóricos" o "culturalistas" — Roberto Gottardi, Vittorio Garatti, Rodolfo Fernández, Roberto Segre, Joaquín Rallo, Luis Lápidus, Mario Coyula y otros —, quienes fueron enviados "a la producción", para foguearse en la dura realidad del país. No todos creyeron en la superación de esta sombría etapa: algunos profesores extranjeros abandonaron la isla; otros, que tuvieron un papel descollante en la defensa del humanismo arquitectónico, buscaron nuevos horizontes — Osmundo Machado Ventura (1929-1981) se dedicó al tema de la vivienda e Iván Espín creó su propia escuela de diseño industrial —; y Joaquín Rallo, quién quiso luchar frontalmente contra estas medidas, separado de la docencia, falleció de un infarto en 1968[33].
Como bien demostrara Carlos Marx, sociedad, economía y cultura poseen desarrollos desiguales y en algunos casos dialécticamente contradictorios. En el momento en que la Escuela se introvertía en una percepción restringida de la realidad, la Revolución cubana vivía un momento de esplendor en la cultura y en el pensamiento arquitectónico. En 1966, Edmundo Desnoes publica Memorias del Subdesarrollo; José Lezama Lima, Paradiso; en 1967 se celebra el Salón de Mayo y al año siguiente el Congreso Cultural de La Habana que congrega la intelectualidad internacional. También se difunde masivamente el libro de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad[34]. En arquitectura, Vittorio Garatti, Sergio Baroni y Hugo Dacosta, diseñan el Pabellón de Cuba en la Expo de Montreal, que resultó uno de los más exitosos de la feria; Joaquín Rallo, transforma en una galería de arte la Funeraria Caballero en pleno corazón de la Rampa (1967), mientras Salinas utiliza envases de huevos como ingeniosa respuesta en el falso techo de la Exposición del Libro Español en el Museo de Bellas Artes (1969)[35]. En busca de soluciones "reales" de contenido social, Fernando Salinas y el venezolano Fruto Vivas desarrollan sistemas evolutivos para la construcción de viviendas — el Multiflex y el Camilo[36] —, que abarcaban el uso de técnicas artesanales e industrializadas, y facilitaban la participación masiva de los usuarios. Por último, Joaquín Rallo, Roberto Gottardi y Mario Coyula diseñan una comunidad agrícola en Banao, planteando la integración de los avances tecnológicos, la cultura de vanguardia y las tradiciones de la vida rural cubana.
El hecho más significativo acaecido a finales de la década del sesenta fue la preparación de la Zafra de los 10 Millones. Ello produjo una renovación en la docencia universitaria, al distribuirse los alumnos en diferentes regiones del país y participar en la gran empresa agrícola. En Arquitectura, se creó la especialidad de Planificación Física orientada hacia el planeamiento urbano y rural, y el pequeño grupo de alumnos que optaron por esta carrera fueron distribuidos en las provincias de La Habana y Santiago de Cuba. Las clases se impartían en los puestos de mando de Nazareno y El Yarey, alternándose los cursos teóricos con las tareas proyectuales. A su vez, equipos de estudiantes de arquitectura radicaron en las provincias de Pinar del Río, La Habana y Matanzas, participando en proyectos de comunidades rurales. La cátedra de historia asumió la responsabilidad del levantamiento del centro histórico de Sanctis Spíritus y la elaboración del esquema de recuperación urbanística. También se desarrolló con dos grupos de alumnos un estudio sobre el "Tiempo Libre" en Matanzas y Santa Clara, en colaboración con la Escuela de Sicología, presentado en un seminario organizado en La Habana por la UNESCO.
El fracaso de la política educacional del Micons determinó el regreso a la Escuela de quienes creían en la importancia de la formación artística y cultural de los estudiantes. A partir de 1969, se sucedieron en la dirección los arquitectos Emilio Escobar, Mario Coyula y Oscar Hernández, rescatando el tradicional brillo de las iniciativas docentes e investigativas fundadas en el contenido revolucionario del humanismo arquitectónico: la nueva etapa fue inaugurada por un memorable curso de Elementos del Diseño I, impartido por Fernando Salinas, Roberto Segre y José Fornés, desarrollado con diapositivas, grabaciones musicales, textos literarios y poemas que expresaban la estrecha relación entre la arquitectura y las restantes manifestaciones culturales. Escobar y Segre, viajaron a Buenos Aires invitados por la UNESCO para participar en la elaboración del libro América Latina en su Arquitectura, editado en 1975 en México, que alcanzó ocho ediciones hasta el presente. Salinas, con el estudiante José Flores, obtuvo uno de los primeros premios en el IX Congreso Internacional de la UIA en Buenos Aires (1969); participación exitosa mantenida en los dos eventos siguientes: en Varna (1972), con el alumno José Achucarro, dirigido por el profesor Mario González; y en Madrid (1975), nuevamente obtenido por Salinas con estudiantes vietnamitas. La escuela entró en una persistente etapa de renovación hasta 1975, con la presencia de una generación de relevo en las tareas docentes: entre otros, citemos a Rubén Bancrofft, Elmer López, Alfonso Alfonso, Eliana Cárdenas, Juan García, Dania González, José Cuendias, Gina Rey. Ellos establecieron el puente con las nuevas perspectivas que se abrieron en la década de los años ochenta.
La Habana/Río de Janeiro, febrero/marzo, 2000
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Notas[20] Además de Salinas y González Romero se integran Basilio Piasecki, Mario González, Rodolfo Fernández, Iván Espín, Ricardo Porro, Hugo Consuegra, Eduardo Rodríguez, Roberto Carrazana, Manuel Babé, Viterbo O’Reilly, Fernando Aguado, Everardo Mendoza, Alberto Rodríguez, René Calvache, Osmundo Machado Ventura, Eduardo Granados, Juan Tosca, José Gispert, seguidos luego por Mario Girona, Antonio Quintana, Mario Coyula, Emilio Escobar y Luis Lápidus. En 1960, Osmundo Machado y Arquímedes Poveda viajan a América Latina para reclutar profesionales dispuestos a colaborar con la Revolución. Algunos de ellos se integran a la enseñanza universitaria: citemos a Vittorio Garatti, Roberto Gottardi, Sergio Baroni, Joaquín Rallo, Raúl Pajoni, Mario Rosenthal, Alfredo Abregú, Isidoro Fraidenraich, José Carlos Ortecho, Rafael Sierra y Roberto Segre.
[21] Consistió en una propuesta elaborada por los estudiantes Le Trong Binh y Tran Van Khom, bajo la dirección de Salinas, de un "Hábitat de Emergencia" para la aldea de My Lai en Vietnam del Sur, tristemente conocida por los crímenes allí cometidos por los soldados norteamericanos.
[22] Fernando Salinas, "Una educación para el diseño", Boletín de la Escuela de Arquitectura No. 2, La Habana, julio, 1965, pág. 3.
[23] Obra que se realizó en colaboración con viviendas Campesinas y la participación de los arquitectos Cecilia Menéndez, Selma Díaz, Rafael Moro y Norman Medina.
[24] El proyecto de un centro educacional rural de enseñanza primaria y secundaria, situado en la Granja del Pueblo "El Corojal", Pinar del Río, estaba diseñado con elementos estructurales prefabricados. Junto con Salinas participó Rafael Mirabal y los alumnos Raquel Cadavid, Norman Medina, Carlos Capote, Alberto Rodríguez, Joel Ballesté, José Cortiñas, Isabel Castillo, Ana Isabel Campaña, Ismael López de Villavicencio, Rogelio Paredes y José Luis Céspedes. Fernando Salinas, "Un comentario sobre la presencia de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana en la VI Bienal de Arte de San Pablo, Brasil", Espacio No. 1, Año 1, segunda época, La Habana, 1961, pp. 22-23. El equipo que obtuvo la Medalla de Plata en México, fue dirigido por Raúl González Romero con un proyecto de una Cooperativa Agrícola en el pueblo "Pedro Betancourt" de Matanzas.
[25] Ernesto Che Guevara, "El socialismo y el hombre en Cuba", en Revolución, Letras, Arte, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980, pág. 34-48.
[26] Fidel Castro, Palabras a los Intelectuales, Ediciones del Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1961, pág. 29, "Vamos a suponer que nosotros tenemos el temor que se nos marchite nuestro espíritu creador estrujado por las manos despóticas de la Revolución Staliniana ?".
[27] João Vilanova Artigas, "Le Corbusier e o Imperialismo", Fundamentos No. 18, Año 3, Editora Fundamentos, San Pablo, mayo, 1951, pp. 8-27. Ver, Vilanova Artigas: arquitetos brasileiros, Instituto Lina Bo Bardi y P. M. Bardi, Fundação Vilanova Artigas, San Pablo, 1997.
[28] Ernesto Che Guevara, "Discurso de Clausura del Encuentro de Profesores y Estudiantes", Arquitectura Cuba No. 331, La Habana, enero-marzo, 1964, p 13-14. "Por primera vez en Cuba, los profesionales se han sentido constructores reales de la sociedad, partícipes de esta sociedad, responsables de la sociedad.Creo que el arquitecto es un hombre en quien se conjugan la cultura general de la Humanidad alcanzada hasta ese momento, y la técnica general de la Humanidad o la especial de cada pueblo". Y posteriormente Fidel Castro en el "Discurso de inauguración de la CUJAE (2 de diciembre de 1964), Obra Revolucionaria No. 31, La Habana, diciembre, 1964. Citado en, Roberto Segre, "Cronología de la Revolución referida a la arquitectura", en AAVV, Ensayos sobre arquitectura e ideología en Cuba revolucionaria, Arquitectura Serie 4, No. 2, Universidad de La Habana, La Habana, mayo 1970, pág. 121. "Y de ninguna manera pensemos que la estética esté reñida con la economía; y de ninguna manera entendemos que la estética no forma parte de los bienes indispensables al hombre y a la sociedad, porque ayuda a crear las condiciones de via, eleva y mejora las condiciones de vida. Y no hay que confundir la estética con el lujo, que es otra cosa muy distinta."
[29] John A. Loomis, Revolution of Forms, Cuba’s Forgotten Art Schools, Princeton Architectural Press, Nueva York, 1999, pág. 111 y sig..
[30] Ernesto Che Guevara, op. cit., pág. 378. "Se busca entonces la simplificación, lo que entiende todo el mundo, que es lo que entienden los funcionarios. Se anula la auténtica investigación artística y se reduce el problema de la cultura general a una apropiación del presente socialista y del pasado muerto (por tanto, no peligroso).Así nace el realismo socialista sobre las bases del arte del siglo pasado."
[31] En el temprano año de 1966, el prestigioso crítico literario José Antonio Portuondo, escribía: La necesidad inaplazable de construir en corto plazo y a un costo mínimo casas, fábricas, escuelas, hospitales, etc., trajo consigo el uso creciente de elementos prefabricados, con su consecuencia de uniformidad, monotonía y... mediocridad estética... Pero tales experiencias no dieron los frutos apetecidos, y siguieron multiplicándose los bloques antiestéticos de viviendas, los barrios cuadriculados, fríos, inexpresivos, cuartelarios". "Por una arquitectura cubana y socialista", Arquitectura Cuba 336, La Habana, 1996, pág. 5.
[32] Clases y folletos se convirtieron en el ahora olvidado libro de Germán Bode Hernández, Hacia la industrialización del Sector de la Construcción, Editorial Ciencia y Técnica, La Habana, 1972.
[33] Es duro, pero necesario, recordar el sectarismo de esta etapa: al asumir el cargo de Jefe del Departamento de Diseño, en sustitución de Fernando Salinas, Antonio Quintana prohibió que en las visitas realizadas en el curso de Arquitectura Cubana, los alumnos conocieran las Escuelas Nacionales de Arte. A su vez, a la Sección de Historia, Eduardo Granados y Gonzalo de Quesada, en el trabajo voluntario del corte de caña en Ciego de ávila (1968), no se le permitió organizar un debate con los alumnos sobre el artículo crítico sobre la heladería Coppelia, publicado en el Caimán Barbudo por el entonces estudiante Nelson Herrera Ysla (actualmente (2000) Director del Centro Wifredo Lam), quién por ello, quedó separado un año de las aulas de la Escuela.
[34] América Díaz Acosta y otros, Panorama Histórico-Literario de Nuestra América, 1944-1970, Tomo II, Casa de las Américas, La Habana, 1982, pág. 1033.
[35] La propuesta formaba parte del movimiento de innovadores e inventores que buscaban resolver con el ingenio y la creatividad las dificultades materiales creadas por el bloqueo norteamericano. Ver: Luis Camnitzer, New Art of Cuba, University of Texas Press, Austin, 1994, pág. 310.
[36] Mientras Salinas define los principios de la arquitectura tercermundista (a) el central de la economía; b) del cambio y del crecimiento; c) de la transformación; d) de la flexibilidad; e) la variedad en la unidad) — F.S. "La arquitectura revolucionaria del Tercer Mundo", Tricontinental No. 1, La Habana, julio-agosto 1967, pp. 93-102 —; Fruto Vivas anticipa las ideas que serán aplicadas en los años setenta en la Microbrigada, al decir: "Podemos y debemos crear técnicas al alcance del desarrollo actual de Cuba, que el pueblo en forma masiva pueda aplicar mediante programas audaces de construcción con la participación activa de las masas: esto no es ninguna utopía, es de imperiosa necesidad...". F.V., "Hacia una arquitectura de masas", Boletín de la Escuela de Arquitectura No. 5-6, La Habana, septiembre, 1966, pág. 4. Por la publicación de este texto, el responsable del Boletín (R.S.) recibió un llamado de atención de la dirección de la Escuela. Éste fue el último número de la serie.
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