Cuba

Una identità in movimento


Mirar hacia Suramérica (1). Ciudad de Rosario: Un verdadero reto, digno de su historia

Adys M. Cupull Reyes


A trescientos kilómetros de Buenos Aires, cálida, moderna, bañada por las aguas del caudaloso río Paraná se encuentra la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe, Argentina. Es la gran ciudad que se resiste a perder su humanismo y su memoria. Se considera que posee uno de los mayores patrimonios nacionales. En la zona céntrica se destacan las edificaciones de variados estilos arquitectónicos, en los cuales sobresale la expresión formal del art nouveau. El río es navegable, entre sus aguas pardas asoman pequeñas islas, y de su muelle, zarpa una lancha cargada de curiosos pasajeros, que reciben una valiosa lección durante el recorrido. De un lado se observan las modernas construcciones, los balnearios, viviendas y clubes de deportes para aficionados a la pesca, que dan originalidad al paisaje; en el otro, humildes caseríos campestres. Paraná es el segundo río caudaloso de América del Sur, nace en Brasil y desemboca en el río de La Plata. Su nombre tiene raíces en la lengua guaraní: paraanamá, cuyo significado es "hijo de la lluvia", o "pariente del mar".

La ciudad fundada por españoles se desarrolló económicamente, una creciente inmigración de comerciantes europeos influyó en ello. Hoy, los rosarinos se encuentran atareados en dar continuidad a la apertura de instituciones culturales y educacionales que fortalezcan la identidad, se yerguen por diferentes caminos venciendo los obstáculos.

Rosario es la ciudad natal de uno de los hombres que luchó en el siglo XX por la justicia social, contra el imperialismo, contra el terrorismo, la guerra; y por la paz constructiva, sin hambre, ni miserias, sin invasiones de un país a otro, ni explotación entre los hombres: es el argentino cubano Ernesto Guevara de la Serna.

La Ciudad Bandera, como algunos le llaman, está hermanada con la ciudad de Santiago de Cuba, como una muestra más, de su amistad con el pueblo de Antonio Maceo, José Martí y Fidel Castro; con el pueblo que hizo suyo al más universal de los rosarinos.

En sus inicios, cuando sólo era un caserío, la rústica imagen de "Nuestra Señora del Rosario", venerada por los indios calchaquies fue situada en una capilla restaurada por los pobladores, desde entonces el lugar fue llamado Rosario de los Arroyos. Su ubicación geográfica, en el centro del país, le permitió ser encuentro de las vías que unen a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Asunción.

Es una zona especialmente fértil, corren por ella los arroyuelos hacia el Paraná, por lo cual se le llama "La Pampa Húmeda", que propicia el desarrollo de la agricultura y la ganadería.

Posteriormente se le nombró Rosario de Santa Fe y llegó a ser el principal puerto de la Confederación Argentina, con aduana propia, nudo de comunicaciones y cruce de caminos, donde se construyeron los primeros muelles, el primer teatro, el hospital de caridad, el primer banco, y se inauguró el servicio de pasajeros entre Buenos Aires y Rosario.

El visitante, además de admirar su relevante arquitectura urbana y el crecimiento de las novedosas instituciones sociales, disfruta de las diferentes manifestaciones del arte: teatro, música, plástica. De esta última se destacan las pinturas, collage y grabados expuestos en conmemoración del centenario del nacimiento de uno de los artistas argentinos más trascendentes del siglo XX, el rosarino Antonio Berni, quien invocó en su obra, para el compromiso con los más humildes y olvidados de la sociedad.

Sorprenden las arboleadas áreas recreativas como el Parque de la Independencia, que está calificado de reservorio natural, lugar donde se considera que don Ernesto y Celia, los padres del Che, fueron fotografiados con él recien nacido, en 1928, única foto del niño en su ciudad natal.

Impresiona el Parque Nacional de la Bandera ubicado en el lugar donde el General Manuel Belgrano enarboló por primera vez la enseña nacional.

Los rosarinos sienten orgullo por la historia de su ciudad, escenario de importantes hechos durante la lucha por la independencia de Argentina, como aquel día de 1812 en que el héroe creó la bandera de franjas blancas y celestes, reconocida oficialmente el 20 de julio de 1816 en el Congreso Constituyente de Tucumán por iniciativa del diputado Esteban A. Gascón. Y también la plaza que lleva el nombre del General.

Pero más impresionante aún es el extraordinario Monumento a la Bandera, inaugurado en 1957, el que presenta las esculturas de la artista tucumana Lola Mora. El monumento es majestuoso, de contenido altamente patriótico y continental. En él se venera al soldado desconocido con una llama perpetua, a la que rodean cuatro figuras representativas de las etapas de la historia latinoamericana. Allí están situadas las banderas de América, todas en una Galería de Honor, que alude a la hermandad y confraternidad entre los pueblos.

La municipalidad cuenta con varias obras de ingienería, entre éstas, sobresale el puente Rosario-Victoria, que cruza el ancho del río frente a la ciudad, tiene una extensión de 60 kilómetros, y establece la unión entre Rosario y la provincia de Entre Ríos; pero además es importante vía de transportación para el traslado de las mercancías en función nacional e internacional.

Existe un lugar especial, muy especial, que es la pequeña plaza que llaman "Plaza Che Guevara", tiene a su alrededor y al centro pequeñas pirámides que evocan a las construidas por las primeras civilizaciones de América. Preside la Plaza una pintura mural con la imagen que el destacado intelectual Ricardo Carpani dedicó al Comandante Guevara, realización de Norma Miranda y Cecilia Figueredo.

"Esa imagen es la primera piedra,(...) dentro de poco esta foto será la del Museo Che Guevara".

Escribió el joven rosarino Favio Georgio al dedicarnos una postal. ¿Es un reto? Sí, es un verdadero reto, digno de la historia de la gran ciudad de Rosario.






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