Cuba

Una identità in movimento


José Millet: un santiaguero en Coro

José Millet


El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor.
(Simón Bolívar)


La muerte, su paso breve... hace poco ha hecho estragos entre varios de sus más entrañables amigos. Parecería que las situaciones extremas conducen al ser humano a una reflexión sobre el alcance de su vida y es, justamente, en lo que se ha visto envuelto en tiempo reciente, sin quererlo ni temerlo tampoco. Alguien dice que cuando los allegados mueren a tu derredor, es síntoma de que te pisa los pies la edad provecta. El le responde: la muerte no es verdad cuando se ha cumplido con la obra de la vida. Confiesa que su vida ha consistido en una gestación personal concienzuda para encarar este evento postrero, natural e inevitable. De todos modos, resulta útil el balance de lo hecho hasta un punto de la existencia y, como las páginas de "Nuevo Día" ofrecen un espacio dominical para tratar el tema "los que llegaron para quedarse", lo aprovecha para hacer su presentación formal ante la comunidad falconiana. Aunque aclara haber brotado del fondo del Mar Caribe y su deseo y voluntad de "ser sembrado en cualquier punto de la parte líquida o sólida de nuestro planeta, siempre que sea útil".

    ¿Quién eres tú, santiaguero?

    El ser del individuo está dado por el sitio donde nace y es fruto, en medida casi determinante, de la relación con quienes convive desde la cuna y luego crece. Al filo de la segunda mitad del siglo XX, emergí a la luz en el extremo oriental de una Isla — Cuba —, en el seno de una familia formada por un inmigrante francés y una hija de un peón de labranza, al fin ambos hombres sin bienes, que eso significa proletario. En un barrio rodeado de muchas personas que sufrían dobles vejámenes: la discriminación por el color negro de su piel y la explotación por su condición de gente pobre a la que no le quedaba otro remedio que vender su fuerza de trabajo. Eros guiñó un ojo cuando me fijé por primera vez en la hija de una pareja de esa condición social que vivía al lado de mi casa. La conciencia de esa situación de marginalidad marcaría la orientación de mi pensamiento a lo largo del tiempo que llevo sobre la tierra.

    ¿Cómo eran tus padres?

    Hace muchos años, en el arranque mismo de Los Andes me encontré, en una comunidad aborigen, con el rostro de mi madre: exactamente como hoy lo veo en mucha gente con que me ha tocado vivir aquí en Falcón y en otros muchos sitios de este mágico país. Mi madre era "india" no sólo por su biotipo, cuya réplica me impactó hace muchos años en Lara, sino por su apego a la madre tierra, al tabaco y al mundo de los espíritus. Cuando ahora asisto a y estudio Las Turas me parece estar dentro de ese círculo de concentración de fuerzas mágicas que perfila el denominado "espiritismo de cordón" u orilé que existe en el Oriente de Cuba y al que perteneció mi madre desde que era prácticamente una niña. A diario, ella se ponía en contacto con esas fuerzas sobrenaturales que nos rodean y a las que la "civilización" o cultura se ha encargado de distanciar colocándonos en nuestros ojos una especie de visera y en nuestro cuerpo aislantes para impedirnos percibirlas, contactarlas y canalizarlas en bien de la Humanidad.

    Cuando escuché la canción de Alí Primera dedicada a su abuela Mama Pancha sonreí, porque mi madre no era sólo rezandera, sino chamán: invocaba las fuerzas que más arriba quedan dichas y colocaba sus manos encima de las personas que diariamente traían a nuestra casa para curarlas. Le hacían colas desde que amanecía hasta altas horas de la noche. Era y murió siendo comunista: jamás aceptó un centavo, ni nada material ni de otra naturaleza a cambio de las curaciones y las labores espirituales que hizo en su vida, que se interrumpió por cierto estando yo aquí en Venezuela, hace unos años. Me aportó esa dimensión espiritual y el desprendimiento que forman parte de mi "equipaje de viaje", que he llevado a todas partes.

    Mi padre en cambio era escéptico en todo; creer sólo en uno mismo: en aquel capitalismo salvaje, él enseñaba un pragmatismo que nos ayudó a tomar conciencia de que había que valerse por sí mismo: trabajar y estudiar para no ser "esclavo de esclavos". A las cuatro hembras, y en particular a los cuatro hermanos, nos exigió que estudiáramos como única manera para abrirnos paso en una sociedad a cuyas cumbres sólo accedían ricos y pudientes, donde era casi imposible que un pobre llegase a gobernante o a profesional altamente calificado. En cuanto a sus creencias, se burlaba de nuestra madre cuando ella emprendía viaje a ese otro mundo del que nos hemos desprendido la mayoría de los humanos. Viéndolo desde la perspectiva del tiempo, aquella tensión entre mis padres era buena: que hubiera modos diversos de ver el mundo equilibraba nuestra formación personal. Pero el hombre es aquello que dije y algo más: fruto de su genio y aun más de circunstancias mucho más amplias.

    El resto de la familia nuclear vive en la Isla, también mi hijo Joseph James... ; mis padres descansan allá uno cerca del otro, como están próximos en el "más allá" mis abuelos... Tengo varias sobrinas en Alemania, en compañía de su padre, mi hermano "El Negro", único de los ocho que sacó el gen africano o indio. El cubano tiene un sentido del arraigo a su terruño tan fuerte como lo ha tenido el venezolano: es que el nuestro fue también un país de inmigrantes, como Venezuela.

    ¿Te consideras hijo de la Revolución cubana?

    En esa relación humana en el interior de la familia encontré gérmenes de rebeldía: de labios de un amigo de mi padre escuché hablar por primera vez de revolución y de libros, en el mostrador del bar suyo donde iba aquel negro tabaquero a beber su caña clara del día. Aquel negro tan exageradamente espigado era quien corría conmigo a la Casa del Socorro cada vez que me accidentaba producto de mis continuas aventuras, cosa que sucedía con frecuencia inusual, porque yo era un niño de armas tomar. Mi abuelo paterno había herrado caballos del Ejército Libertador Mambí a su paso por aquella geografía de las tropas que comandaba el General Antonio Maceo, según me contó mi abuela que había perdido varios niños en aquella guerra y murió con una medalla por haber sido colaboradora de aquellas gestas por nuestra independencia.

    Eran tiempos de sangrienta dictadura. Me enfrenté siendo un niño a la muerte: cada día aparecían jóvenes asesinados por la dictadura de Batista, cuyos sicarios extorsionaban el pequeño negocio de mi padre, quien los veía con la más absoluta repulsión. De hecho el padre de un amiguito del barrio lo encontraron tirado en una cuneta donde lo habían abaleado y otro adolescente a quien queríamos cayó cuando los soldados lo sorprendieron, herido, oculto en una alcantarilla a la que arrojaron una granada. A ocultas, en nuestra casa se hablaba de la lucha armada que desbordaba ya la Sierra Maestra: de Camilo y de Fidel; de hecho uno de mis hermanos estaba complotado para alzarse en la Sierra. Las avionetas ametrallaron parte de la barriada cuando los "barbudos" se aproximaban a ella para realizar atentados, como el corte de la luz eléctrica.

    Fue natural, pues, que mi hermano mayor y yo camináramos mucho para ir a recibir al Ejército Rebelde en aquel día de enero de 1959 que nos despertó con el Himno del 26 de Julio cantado por Daniel Santos. Yo estaba próximo a cumplir diez años de edad. Uno de los hechos que marcó para siempre mi vida: el abrazo de los hijos barbudos con el pueblo y las lágrimas corriendo en las mejillas de los familiares en un memorable encuentro, luego de haber vencido la bala asesina, la tortura y la muerte. En aquellos días, me sumé a la masa del pueblo en la persecución de los chivatos y esbirros, que todavía estaban armados, en su furia frenética contra todo lo que simbolizara la dictadura y el poder de aquel gobierno instaurado mediante un golpe militar. Como lo sería mi incorporación temprana al movimiento de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (aunque no tenía edad), a las Milicias Nacionales donde aprendí a manejar un fusil y me lo eché al hombro sin tener tampoco la edad requerida. Mi carácter terminó de forjarse en aquellos "tiempos duros" donde pasamos las de Caín, pero resistimos, luchamos y vencimos.

    ¿Cómo llegaste al mundo de la cultura?

    También a esa edad adolescente comenzó mi preparación teórica: con amigos vecinos del barrio que habían hecho la experiencia de los "Cinco Picos" (subir cinco o más veces la montaña más alta de Cuba) comencé a estudiar en una de la Escuelas de Instrucción Revolucionaria, de la que pasé a otra Escuela Básica de Marxismo-Leninisno y aquella plataforma allanó el camino hacia un estudio permanente de la Filosofía que no ha cesado hasta el presente. Luego de mi ingreso a la Unión de Jóvenes Comunistas, me convertí en un dirigente político que tomó consecuentemente el modelo de hombre y de revolucionario del que no me he apartado nunca: el del Che Guevara. No ha habido otro que haya sabido alcanzar las virtudes de este ser a quien respeto y tras cuyos pasos he marchado sin vacilación. Llegué en 1965 a La Habana donde quise estudiar en el Instituto Técnico Militar del cual causé baja por secuelas de un accidente automotor tenido dos años antes y donde finalmente hice mi bachillerato en un centro militar.

    Desde la más temprana infancia, súbitamente me invadió la conciencia de ser un ser poco común: poseedor de una sensibilidad hacia la Naturaleza, las aguas, los animales y las plantas a los que defendía y con los que conversaba en mis frecuentes escapadas al campo o al río. Había escrito en libretas muchos poemas y letras que no encajaban en las formas tradicionales o las aceptadas por la Preceptiva literaria al uso. De ahí que la primera opción elegida cuando decidí entrar en la Universidad fue la carrera de Letras, aunque había obtenido tan buenas calificaciones en ciencias exactas como en Humanidades. Pero en el mismo año del comienzo de la carrera, el Partido Comunista me seleccionó junto con otros alumnos para estudiar Filosofía en la Universidad de La Habana, donde me vinculé a compañeros de un pensamiento avanzado que habían edificado un revista que pasará a la historia de las ideas de América Latina como un vivo ejemplo de lo que es la máxima amplitud de miras a que se puede llegar manteniendo un nivel de compromiso político responsable: "Pensamiento Crítico", calificada por Darcy Ribeiro como una de las más valientes en cuanto a pensamiento independiente se refiere en el marco de una joven revolución.

    Me honrará siempre de haber pertenecido al Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y haber sabido sostener una entrañable y noble relación con la mayoría de sus integrantes, incluidos a quienes hicieron esa revista, como el hermano Fernando Martínez Heredia, hasta el presente. Creo que ésta pudo haber sido la mejor carta de presentación para entrar al mundo académico en cualquier lugar donde me hubiese encontrado y asimismo ante "las izquierdas" del mundo, incluida la venezolana. Como lo será siempre haber sido uno de los fundadores del Festival del Caribe y de esa prestigiosa institución que lo ha sostenido a lo largo de más de un cuarto de siglo: la Casa del Caribe. Me honra también, y no en menos euritmia y alcance, haber compartido la segunda gran etapa de la lucha de la intelectualidad orgánica surgida en el seno de la Revolución Cubana que tuvo y tendrá en Joel James Figarola uno de los pensadores y filósofos más radicales y valientes no sólo en lo que respecta a la lucha por las ideas independientes, sino en lo que respecta a la necesidad de enfrentarse permanentemente a la burocracia de manera frontal, por cuanto el pensamiento y la conducta que ella genera son el verdadero cáncer que termina por minar los procesos revolucionarios.

    Cultura es "bellas artes", pero es también conocimiento: y a su estudio y producción le he dedicado parte sustancial de mi vida, tanto desde la docencia universitaria como desde el trabajo de la creación artística literaria, así como desde la investigación en el campo de las ciencias sociales y humanas, que es lo que pretendo continuar haciendo desde el Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón donde actualmente trabajo.

    ¿Te consideras un hombre de letras?

    Sí, en tanto que escritor, pero también hombre de ciencias que es lo más difícil y angustioso si se vive en un país del Tercer Mundo: de pensamiento, de ideas y de reflexión continua acerca del ser y del misterio del universo y de la vida. Hace 31 años me gradué en Filología, sin abandonar la Filosofía, para luego encaminarme en estos últimos veintiseis años al estudio del hombre y de su espiritualidad, que es parcela propia de la Antropología. Las fiestas populares, entre ellas el carnaval; las diversas formas de religiosidad de los pueblos del Caribe — al que pertenece Venezuela por geografía e historia —, en particular las de base africana y el espiritismo han ocupado casi todo el tiempo de mis ocupaciones científicas de estos últimos lustros y de ellas llevo muchos trabajos publicados tanto en mi país natal como en otros de diversas latitudes del planeta. Quienes quieran saber qué he hecho en mi vida profesional, consulten "Archivocubano" en su dirección en la web: http://www.archivocubano.org/curr_millet.html, hecha por el amigo antropólogo italiano Carlo Nobili y la revista "Caribenet", de divulgación de las culturas caribeñas, hecha en colaboración con su directora, la también italiana y amiga querida Mariella Moresco: http://www.caribenet.info.

    ¿Te quedaste sólo al nivel de la escritura?

    Soy hombre de esta época pautada por el signo de los medios audiovisuales: en la Universidad, me dediqué a la docencia de la historia y la apreciación del cine, luego de haber dirigido cine-clubes y de haber publicado en los diarios cientos de reseñas y críticas de las películas que se estrenaban semanalmente en los cinematógrafos. Intervine en programas de radio y de cine a nivel nacional, algunos contaron con un público regular muy exigente por su alta preparación; en fin, he participado en el proceso de investigación previo a la realización de documentales de índole antropo-sociológica, algunos de los cuales han ganado premios en certámenes internacionales, como "Huellas", que ganó premio en el Festival Internacional de Cine de Moscú... De ahí que ahora impulse el desarrollo de la Cooperativa Productora de Audiovisuales "Visión-Manaure", perfil empresarial en el cual creo en tanto alternativa a las formas de explotación y apropiación propias del capitalismo que rechazo.

    He prestado especial atención a los medios de comunicación masiva a lo largo de mi permanencia en la Casa del Caribe, institución de la cual soy uno de los fundadores y a la que quiero con todas las fuerzas del ser. Soy padre e hijo de ella, por lo tanto que debo a Joel James, recién fallecido, que fue el motor que la mantuvo navegando en las encrespadas aguas del Mar Caribe durante un cuarto de siglo. En ella inauguré el servicio del telex con la presencia del Ministro de Comunicaciones de la URSS, mantuve una comunicación fluida con parte del mundo académico relacionado con la región, por la vía del correo ordinario, del teléfono y, en los últimos años, del correo electrónico (no tuvimos Internet sino hace poco tiempo...). Son numerosas las publicaciones periódicas en las que he participado con diversas responsabilidades editoriales: "Taller", "Mambí", "Letras", "Impulso", "Cancerbero", "Del Caribe", "Signos" (del Ministerio de Cultura de Cuba) y "OIKOS", del Instituto de Cultura del Estado Falcón. Ah¡ soy de los poquísimos cubanos que creé una revista en Internet siguiendo la voluntad de una intelectual extranjera y de la que soy Jefe de Redacción: ya la mencioné, "Caribenet".

    Tengo entendido que has ganado algunos premios en concursos...

    Lo hecho hasta aquí, lo he hecho desinteresadamente en servicio de los necesitados y marginados de siempre, no buscando un beneficio personal. Sí, he ganado varios premios: Primera Mención en el Concurso Nacional de Historia "Primero de Enero", del Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; y el de Investigación Sociocultural, otorgado por el Ministerio de Cultura de mi país natal, en dos ocasiones por dos de los libros publicados originalmente en República Dominicana.

    Y, ¿ningún premio literario?

    Algunos que ya casi he olvidado: uno en poesía, por mi libro "Árbol más hermoso" (todavía inédito) y otro en ensayo, ambos otorgados en el Concurso José María Heredia, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a la cual pertenezco en mi condición de escritor y de "hombre de audiovisuales".

    ¿Qué es lo más significativo de lo que has publicado?

    Desde luego, algunos de nuestros libros publicados que son pioneros en el tratamiento de temas inusuales, como el descubrimiento de la existencia de la religión haitiana en Cuba y su alcance para la historia de la cultura a nivel nacional; soy uno de los cinco especialistas en el mundo que ha hecho tal clase de estudios en el marco referencial de mi país de origen y su relación con otro del Caribe. Asimismo, cargo una reputación y calificación parecidas en relación con el estudio del espiritismo en sus diversas variantes nacionales cubanas.

    Finalmente, mis dos libros preferidos: el estudio antropo-sociológico hecho junto con Rafael Brea López y Manuel Ruiz Vila cuyo objeto fue la comparsa "El Kokoyé", del barrio Los Hoyos, principal foco de irradiación de cultura tradicional del carnaval santiaguero y "Tiembla Tierra", libro-catálogo de la exposición de arte ritual afrocubano y espiritismo más completa de cuantas se hayan hecho en Cuba, de la cual compartí curaduría con el Tata Abelardo Larduet. El primero publicado sólo en Santo Domingo y el segundo en Santiago de Compostela, capital de Galicia. Y un lugar especial lo ha ocupado y ocupará El vodú en Cuba, publicado también en República Dominicana, en el cual se condensaron largos años de estudio y de investigaciones de campo a cargo de un equipo integrado precisamente por Joel James, Julio Corbea, Alexis Alarcón y mi persona. Tal vez alguna universidad repare en esta obra por el significado de los resultados que para las ciencias de la cultura comporta y nos otorgue alguna distinción académica. Es una pena que a los científicos sociales nacidos y que viven en países del Tercer Mundo no se les proporcione el debido reconocimiento a nivel internacional, como sí se les hace a aquellos pertenecientes al del denominado Primer Mundo. Esto forma parte del sistema de injusticia que establece como colateral de la estrategia de dominio de los centros de poder hegemónico a nivel mundial: acallar la capacidad del pueblo de general hombres de ciencia en casi todos los campos del saber humano.

    Quiero también a muchos de los ensayos, estudios y artículos que he publicado en Cuba, así como en, Puerto Rico, Santo Domingo, Guadalupe, México, Polonia, Canadá y Estados Unidos, donde verá la luz "Sacred Spaces: afrocuban religions in Oriente, Cuba", obra en inglés hecha con la profesora Dra. Jualynne Dodson de la Michigan State University, la cual es fruto de nuestros estudios conjuntos durante casi una década. En el trabajo de campo trabajaron intensa y sistemáticamente sus alumnos, a quienes quiero y aprecio mucho. Eso mismo tengo la intención de hacer con académicos y estudiantes venezolanos, a quienes hay que enseñar muchas cosas en este tipo de estudios tan poco apreciados en nuestros medios académicos domésticos, por la falta de visión y de desarrollo de mentalidades positivas por lo general prevalecientes.

    ¿Y tus últimas publicaciones en Venezuela?

    Nuestro último libro fue publicado el año pasado en Barquisimeto en colaboración con tres amigos guaros; se titula "Alí Primera, entre la rabia y la ternura". Estoy escribiendo un libro biográfico acerca de este poeta que es ideólogo y mentor principal de esta revolución bolivariana que se inspira en su vida signada por la humildad del capesino creador y en su pensamiento político. Está en proceso de edición el libro "La Guinea, barrio afrocaribeño", fruto del estudio en equipo venezolano-cubano de uno de los barrios más emblemáticos y antiguos de Coro, al que lo habían desaparecido del catastro oficial de Miranda y del mapa y que, gracias al reclamo tesonero de sus vecinos por espacio de dos años, le fue restituido sus límites territoriales, su nombre original y fue declarado patrimonio histórico-cultural del Municipio por el alcalde ingeniero Rafael Pineda Piña.

    Por lo que me dijiste al principio de la entrevista, ¿puedo colegir que llegaste a Coro huyéndole a alguna tragedia?

    De ningún modo: la existencia es mezcla de cosas que no se pueden remediar y su antítesis; resultante: la tragicomedia, más bien. En esta ocasión me trajo a Venezuela "Alí Primera", mi gran camarada de la vida, a quien me une un profundad amistad y que es una lástima que sea tan poco conocido en lo que se refiere a la consistencia y profundidad de su pensamiento. Estoy viniendo a este país, de gente tan bella y diversa en el físico y tan rica espiritualmente, desde principios de los noventa y me casé con esta ciudad que tanto me recuerda a mi Santiago de Cuba, por la nobleza de su gente, callada y morena; por las montañas que la rodean que me recuerdan las de la Sierra Maestra que rodea mi Santiago y por su historia, tan llena de peripecias y luchas también de alcance universal. El tambor, las creencias, en fin, todo aquello que nos ha unido a través del Caribe, del que emergió una misma identidad regional que calificamos de caribeña; en definitiva el calor físico y el humano, allá y aquí, es el mismo. Me estremece el viento que curva al cují, pero no lo vence; paro mientes al chivo cuya capacidad de resistencia es un modelo que debemos estudiar y seguir en nuestro comportamiento los seres humanos. La simplicidad de la gastronomía regional, que puede resumirse en la versátil "arepa pelá", ejemplo de la reserva y el ingenio del pueblo para enfrentarse a situaciones de carencias materiales extremas.

    ¿Qué más aprecias en la vida?

    La vida misma: el amor que todo lo vence, sean distancias o barreras absurdas que hemos construido los hombres en nuestro avance ciego hacia una cultura del empobrecimiento del universo y de la Naturaleza; al amor en que se conjuga el cuerpo y el alma sin límites ni cortapisas; el filial, tan necesario, y el espiritual, tan frágil siempre, por lo que hay que esforzarse en edificarlo entre la criaturas humanas. Martí prefirió escoger del "joyero mejor" la amistad sincera antes que el amor, entendido en este caso como relación erótica de pareja. Respeto su elección; trato de colocarme en la media de su elección, para no terminar loando la soledad en lo que respecta a la búsqueda de una felicidad que ciertamente está en uno mismo y en nuestra voluntad por vivir en comunión con el hombre. Me embelezo y asombro cada día que amanece al ver tanta belleza en la mujer venezolana: y esa es una elección, una fuerza de las "afinidades electivas" de las hablaba Goethe a la que hay que prestar atención y que puede ser un motivo adicional para mi "estacionamiento" aquí en esta tierra hospitalaria donde me encuentro.

    Deberías haberme preguntado: ¿qué buscas, qué pretendes alcanzar? Esforzarme por alcanzar la verdad que hay en el hombre y desentrañar el misterio que todo lo rodea; dedicar lo que resta de mi tiempo humano en serle útil al otro y en especial a su lucha temeraria por alcanzar un mundo virtuoso en equilibrio con la naturaleza y con el universo del cual vinimos y en cuyo seno deberemos reposar, aunque seamos aun en él "polvo enamorado", es decir, partículas de esa sustancia sentimental y emotiva que vibra "al menor movimiento de tu cuerpo al andar", como reza una famosa canción. Hacerlo de una manera práctica y efectiva, de manera que la gente pueda medir una gota de sacrificio más, que nos hace más humanos. Tratar de que el nuestro sea un reino donde alcancemos la justicia que impera en el universo y en cada espacio de la Naturaleza donde convivimos con otros seres que tienen la misma importancia que nos atribuimos los seres humanos, quienes debemos — por encima de cualquier otra determinación — respetarlas y cuidarlas como a nosotros mismos o, quizá, más...

    ¿Algún otro mensaje?

    "Crear es la palabra de pase para nuestra generación", idea de Martí que invito a compartir con mis hermanos venezolanos, a quienes quiero y aprecio. Hay que inventar a riesgo del error, si es preciso: cada cosa es hija de la historia y de las circunstancias propias; no copiar nada ajeno. Y: ¡amen siempre¡.




Página enviada por José Millet (30 de agosto del 2006)


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