Cuba

Una identità in movimento


Identificación de los componentes étnicos africanos en Cuba: contribución a su estudio en los siglos XX y XXI (Parte II)

Jesús Guanche


El estudio muestral de Cremé Ramos

En 1994 la historiadora Zoe Cremé Ramos (1957-) publica un folleto acerca del Pesquisaje sobre la procedencia de los esclavos en la Jurisdicción de Cuba entre 1792-1838. Está basado en una parte de la información existente en el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, de modo particular en

    ... los Protocolos Notariales, los fondos del Juzgado de El Caney, los del Juzgado de Primera Instancia y en los Testamentos, Inventarios, Cartas de Libertad y Contratos de Compra-Venta de Esclavos (1994: 3).

El estudio abarcó una amplia muestra de 7 236 esclavos, de los que aparecen 49 denominaciones étnicas. Con el objetivo de comparar lo encontrado con trabajos precedentes, la autora analiza uno de los textos de Fernando Ortiz[1] y el ya referido de Rómulo Lachatañeré.[2] Tras señalar las dificultades propias para abordar este enrevesado tema, compara las denominaciones registradas en esa ocasión por Ortiz, respecto del intento clasificatorio realizado por Lachatañeré.

Al plantearse una nueva clasificación para su área de estudio se apoya en las conocidas obras de Murdock[3] y Hrbek,[4] así como en uno de los trabajos del Instituto de Etnografía "Miklujo Maklai" de Moscú, publicados en la serie Problemas del Mundo Contemporáneo.[5]

Agrupa las denominaciones en tres niveles, que de hecho se entrecruzan:

  1. las referidas a comunidades metaétnicas: balante, bambará, kongo, ibo, makuá, hatan, mongo, fula, mandinga.

  2. Las que designan topónimos: Angola, Costa firme, Carabalí, Cabo Verde, Mina, Mozambique, Guineos.

  3. Las que "no fueron imposible precisar": arará, lucumí, apa, bibí, brícamo, ganga, tfoli, ygora.

Añade, además, otras denominaciones como jamba, otambo, polan y atavá, que no pudo localizar en las fuentes consultadas.

El anterior criterio taxonómico, sin dejar de ser otra aproximación, es muy cuestionable, pues en el contexto cubano una denominación como kongo, por ejemplo, que también aparece transcripta con c (congo), tuvo una evidente acepción geográfica en relación con la gran arteria fluvial por donde eran embarcados miles de personas de muy diversa pertenencia étnica. En este sentido, los etnónimos referidos en el acápite a) no son comunidades metaétnicas, sino etnias con todas las complejidades y características que poseen. De igual modo, las denominaciones de Carabalí y Mina, por ejemplo, no sólo son topónimos, sino que su contenido es metaétnico, pues ambos denotan importantes centros de confluencia de esclavos de muy diverso origen. Los que aparecen en el epígrafe c) son clasificables pero con otro criterio taxonómico a partir de la correlación con una muestra de denominaciones más abarcadora que incluya todas las variantes de transcripción posibles.

Independientemente del punto de vista empleado, lo más significativo del trabajo, a diferencia de otros, es que la autora incluye en la muestra la numerosa población afrodescendiente registrada como criolla (2 831; es decir, el 39,12 % del total) lo que refleja el intenso tráfico intracaribeño hacia y desde Santiago de Cuba. Este trasvase humano enriqueció, sin dudas, el cosmopolitismo multilingüe de la ciudad y sus áreas colindantes. De ellos el 52,20 % son nacidos en Cuba, mientras que el resto procede de Haití (Saint Domingue) y Santo Domingo, Jamaica, Puerto Rico, Colombia (Cartagena de Indias, Santa Marta), Venezuela (Maracaibo) y Curazao, y otros territorios de habla francesa, holandesa, inglesa y portuguesa.

En el caso de las denominaciones étnicas de africanos, lo más importante es que este trabajo aporta 13 denominaciones nuevas respecto de las 38 registradas. A diferencia de otras áreas del país, la presencia etnolingüística bantú asciende al 55,34 %, si consideramos denominaciones étnicas como congo, mongo, makuá, mondongo, motembo, angola, kuba y mozambique.

Este trabajo constituye un significativo esfuerzo en la identificación de los componentes africanos en Santiago de Cuba.


Guanche y los componentes étnicos africanos

En 1996 la Colección La Fuente Viva de la Fundación Fernando Ortiz publica mi libro Componentes étnicos de la nación cubana, cuyo cuarto capítulo está dedicado a los "Componentes étnicos africanos". Por esos años veníamos trabajando simultáneamente en los textos de "Historia étnica de Cuba", que finalmente realizamos junto con la Dra. Ana Julia García Dally, para el Atlas etnográfico de Cuba, y en el de "El poblamiento de Cuba: aspectos etnodemográficos", para el Atlas de los instrumentos de la música folclórico-popular de Cuba. Al calor de las discusiones cartográficas y del resto de los textos de ambos Atlas, nos dimos a la tarea de sistematizar el conjunto de denominaciones étnicas africanas en Cuba y presentamos una tabla resumen sobre la "Pertenencia étnica y lingüística de los principales grupos de esclavos africanos en Cuba". Esta tabla, aun muy lejos de agotar el tema, parte de un criterio taxonómico receptivo, es decir, inmigratorio, por ello se ordena desde la denominación metaétnica conocida en Cuba, luego la relaciona con el etnónimo de origen en África, su ubicación por países actuales donde residen estas etnias, el % de cada una que vive en el país, la pertenencia lingüística y otras denominaciones referidas en Cuba y en sus lugares de origen.

Se identifican ocho denominaciones metaétnicas agrupadas por orden alfabético: arará, carabalí, congo, gangá, lucumí, macuá, mandinga y mina, cuyo alcance semántico envuelve diversas denominaciones étnicas y etnónimos. Se clasifican apenas una treintena de etnónimos principales en África respecto de cada denominación genérica y se relacionan sólo unas 229 denominaciones conocidas en Cuba, lo que se encuentra muy lejos aun de una sistematización más abarcadora. En esta oportunidad también se incluyen algunas denominaciones encontradas como resultado de la compra-venta de esclavos en Las Américas y el Caribe.

Este paso inicial nos permitió combinar, con una muestra mucho mayor, los puntos de vista de la emigración forzada desde África respecto de la visión inmigratoria en relación con la diversidad de denominaciones y su nueva propuesta de clasificación.

La búsqueda de nuevas fuentes y diversos trabajos realizados por autores nacionales y de otros países ha sido una motivación básica para replantearnos la temática desde una perspectiva más abarcadora y compleja.


Núñez Jiménez y la prensa periódica colonial

Al frente de un colectivo de colaboradores, en 1998 Antonio Núñez Jiménez (1923-2000) publica Los esclavos negros. En el texto se anexan 1294 anuncios de compra, venta y alquiler de esclavos, junto con la entrada de embarcaciones que conducían este tipo de mercancía humana para ser colocada y vendida en los barracones cercanos al puerto de La Habana.

Los anuncios son tomados de El Papel Periódico de la Habana (1790-1805), El Aviso, Papel Periódico de la Habana (1807-1808), El aviso de la Habana (1809-1810), Diario de la Habana (1810-1870), Diario del Gobierno de la Habana (1812-1834), Gaceta de La Habana (1849-1868) y Diario de la Marina (1879-1886). En ellos se ofrece un amplio panorama de denominaciones étnicas, oficios, ocupaciones, precios, descripciones físicas y lugares de procedencia o de pertenencia de esclavos africanos y criollos. Esta información hace posible ampliar y comparar lo ya estudiado por otros autores y detallar el trasiego de embarcaciones desde África, las Américas y el Caribe.

En el texto también se describen, de modo muy somero, las "etnias y procedencias de los esclavos africanos" a partir de algunas fuentes representativas de los siglos XIX y XX, aunque se enfatiza en la indudable significación de la prensa periódica.


Presencia bantú en Santiago de Cuba

En el año 2000 la revista Del Caribe publica un interesante trabajo de Rebeca Calderón, Elsa Almaguer y Milagros Villalón[6] sobre la presencia de africanos de origen bantú en la antigua Jurisdicción de Santiago de Cuba entre 1823 y 1855. A partir de los documentos existentes en el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba en los fondos del Gobierno Provincial de Oriente, el Juzgado de Primera Instancia, los Protocolos Notariales y la Anotaduría de Hipotecas, las autoras obtienen 63 denominaciones con una importante tabla que incluye 10 959 esclavos.

Según los criterios de clasificación lingüístico-cultural incluyen el 35 % de procedencia bantú, el 27,1 % carabalí, el 16 % mandinga y el 28 % restante lo relacionan con "otras etnias". Aunque el agrupamiento clasificatorio es incorrecto en algunos casos,[7] los datos recopilados constituyen una importante fuente primaria de información, ya que aporta nuevas denominaciones respecto de todos los estudios anteriores.


Africanos en Ranchuelo

El propio número de la revista publica otro artículo de Silvia Padrón Jomet y Tania Bonachea Macías sobre los asentamientos de africanos y descendientes en Ranchuelo entre 1818 y 1874.[8] Sobre una muestra de 2 592 personas se observa un amplio predomino de los identificados como "guineos" (67,32 %), mientras que el 32,68 % restante se distribuye entre otras trece denominaciones, algunas de ellas muy imprecisas como "África" y "Costa de África".

En relación con las principales denominaciones las autoras señalan:

    La entrada de guineos aumenta entre 1831 y 1860, lo que indica que ellos constituyeron la principal mano de obra en la fabricación de azúcar de los ingenios existentes. [...] Hay una gran parte de los esclavos, representados en un 17,44 %, de los que sólo se conoce su origen africano, a muchos se les denomina de nación o de África, sin otra referencia, ya sea por desconocimiento del dueño o porque el escribano de los registros no consideró necesario especificar más. [...] La costa de África resulta del mismo modo una procedencia imprecisa, lo cual confirma la idea de que lo que aparece registrado no es esencialmente la etnia, sino sólo el lugar de embarque para el continente americano (2000: 78-79).

Aunque el trabajo no aporta denominaciones nuevas respecto de estudios anteriores, si enfatiza en el papel de las imprecisiones de los documentos como situación que complica el estudio de los componentes africanos en el área central de Cuba, a la vez que corrobora la reiteración de nombres genéricos de africanos de acuerdo con las relaciones de compra-venta y con la falta de atención de quienes debían escribir los registros.


Portuondo Zúñiga y los cabildos santiagueros

Nuevamente la revista Del Caribe publica un significativo artículo de Olga Portuondo Zúñiga sobre los "Cabildos negros santiagueros" en los que se aportan algunas denominaciones ya conocidas y otras nuevas por su transcripción.

A partir de la información contenida en el Archivo del Arzobispado de Santiago de Cuba se registran varios cabildos de "morenos" vinculados con la Iglesia Católica durante el siglo XIX. Tal como señala la autora:

    Las Iglesias de Santiago privilegiadas con la presencia de uno o varios cabildos de nación fueron, en primer lugar, la de santo Tomás; en segundo, la de Trinidad; luego la de san Francisco y la del Carmen. Las dos primeras se encontraban en los límites de barrios donde residían morenos y mulatos libres. Allí se establecieron las casas templos en las que se levantaba un altar criollo para colocar la imagen patronal, por lo general una advocación mariana. De modo que la carrera procesional organizada por los cabildos de nación hacía el recorrido entre la iglesia correspondiente y la casa templo, residencia permanente de la patrona (2000: 79).

Entre los cabildos registrados como congo se conocieron los brúcamo, tiberé y cacanda. El primero se encontraba bajo la advocación de la Virgen de Santa Inés y el segundo bajo el patronato de la Virgen de la Caridad del Cobre. Del tercero no hace referencia.

El cabildo registrado como cangá (posible transcripción de gangá) era portador de Nuestra Señora de Loreto.

Entre los cabildos inscritos como carabalí, aparecen los osese, izuana y elugo (todos con transcripciones distintas respecto de las registradas por otras fuentes). Los osese tenían como patrona a Nuestra Señora de Santa Bárbara; los izuana se encontraban bajo la advocación de San Juan Nepomuceno; y los elugo tenían a Nuestra Señora del Carmen.

El cabildo mandinga tenía su patrona (pero la autora no identifica la imagen) y su área de recorrido procesional bien delimitada.

También, el cabildo de mestizos y negros libres del Tivolí francés portaba la imagen de Nuestra Señora de Belén.

Aparecen otras solicitudes de licencias denegadas para formar cabildos o cofradías, entre ellos uno identificado como mina.

Este trabajo abre nuevas pistas sobre las relaciones socioculturales en Santiago de Cuba, tal como reflexiona al final la autora y complementa el anteriormente realizado por Cremé Ramos.


Novoa Betancourt y los esclavos de Holguín

En el 2001 se publica el premio de la ciudad 1998 obtenido por el historiador José Novoa Betancourt por el libro Los esclavos en Holguín (1720-1867). Estudio Socio Demográfico, donde localiza 1160 orígenes de esclavos documentados comprados y vendidos en Holguín entre los años 1746-1817. De ellos el 25,5 % eran criollos y el resto africanos. De los registrados como "bozales" sólo en el 43,3 % aparecen denominaciones. Emplea como fuentes principales los Protocolos Notariales y el Archivo Parroquial de la Catedral de San Isidoro de Holguín entre 1778-1822.

De este modo aporta 22 denominaciones de las cuales 10 se reportan por primera vez en este tipo de estudios en Cuba. Aunque realiza un encomiable esfuerzo de identificación, es lógico que al menos en 8 de los casos no haya encontrado información.


Gómez Guerra y los esclavos de Camajuaní

El estudio de la plantación azucarera durante el siglo XIX en el antiguo partido de Camajuaní,[9] Jurisdicción de Remedios, en el área central de Cuba, se encuentra estrechamente asociado con la fuerza de trabajo esclava como sostén esencial de la producción de azúcar. Sin embargo, debido a la vinculación tardía de la zona con esta actividad económica respecto del occidente de la isla, los esclavos, muchos descendientes de africanos nacidos en Cuba, proceden de otras partes del territorio cubano o directamente de la trata clandestina. Tal como señala el autor:

    Al revisar las partidas de bautismos se puede apreciar claramente la procedencia de los esclavos criollos. [Al mismo tiempo] Nuestra región propiciaba el desarrollo de este contrabando dada la cercanía de las costas y puertos que, como Caibarién e Isabela de Sagua, facilitaban la introducción de esclavos fundamentalmente congos.


Los negros esclavos bozales traídos procedían en su totalidad de África. En el período de 1862-1867, de un total de 341 negros bozales bautizados, en 216 [63,34 %] de los casos se especifica que eran congos, para el resto (125) solo refieren como procedencia "africanos" (2001: 15).

Este es otro de muchos ejemplos que dificulta sobremanera la identificación de los componentes africanos debido a la propia dinámica del tráfico y la movilidad espacial de los esclavos.


Basso Ortiz y los grupos gangá

Posteriormente, Alessandra Basso Ortiz presentó su trabajo de licenciatura en historia en la Universidad de La Habana con un texto sobre Los gangá en Cuba. La comunidad de Matanzas y su acontecer religioso (La Habana, CIDMUC, 2001)[10] en los que aporta nuevos criterios valorativos para clasificar y distinguir los componentes étnicos identificados como gangá respecto de otros pueblos vecinos y de viejas confusiones al respecto.

Junto con las consideraciones críticas sobre aciertos y errores de otros autores ya referidos (Dumont, de la Torre, Ortiz, Lachatañeré, Martín y Guanche), aporta nuevas denominaciones registradas en el Archivo Histórico de Matanzas (AHM) en relación con los cabildos inscritos bajo esta pertenencia.

A diferencia del resto de las fuentes consultadas, identifica la denominación metaética gangá con la antigua jefatura ("reino" según la literatura occidental) Wangará (Gangará). Basada en la obra de Davison.[11]

Como por el término wangará era identificado tanto un área geográfica como sus habitantes, de ahí las repetidas confusiones, por lo que Levtsion[12] aclara:

    El término Wangará se usaba tanto para el país de los Mandingas como para los comerciantes de habla mandé. [...] los Wangará y los Malinké son del mismo origen, pero mientras los Malinké son guerreros, los Wangará son esos comerciantes que viajaban de una parte del fin del mundo a otra (Basso cit. Levtsion, 2001: 22).

Esto generó un amplio proceso migratorio pues muchos comerciantes se asentaban en pueblos diferentes, distantes del imperio, y asumían la lengua del pueblo receptor, a la vez que eran conocidos por diversos nombres, entre ellos el de dyula, convertido en sinónimo de comerciante.

De los pueblos mandé, de diverso y complejo origen, varios grupos emigraron al sur, coincidente con los actuales territorios de Guinea, Sierra Leona y Liberia.

Una contribución a estos estudios es la identificación de los gangá longobá o ñongobá con la jefatura Nongobá, perteneciente al pueblo bulom (bullom, bulem, bullum, kafu, sherbo, amapa, mampua), muy relacionado con los kisi de Sierra Leona.


Moliner y los cabildos matanceros

Resultado de un estudio en diversas fuentes documentales se publica en el año 2002 el libro de Israel Moliner Castañeda sobre Los cabildos afrocubanos en Matanzas. El texto se propone reconstruir aspectos históricos fundamentales de estas instituciones de africanos y descendientes en la referida ciudad. Como en otros casos, trata de identificar el origen étnico de los africanos y por ejemplo, en el caso de los que son identificados como carabalí refiere un conjunto de "etnias" sin aludir a fuentes (2002: 44) y en el caso de los gangá, a diferencia de la solución dada por Basso Ortiz, los ubica erróneamente en el área bantú (2002: 47), basándose en obras decimonónicas ya superadas como la de Ratzel,[13] lo que lamentablemente hace poco confiable la información. No obstante, aporta datos primarios susceptibles de tomarse en consideración dada la cantidad de fuentes consultadas.

Recientemente, los trabajos de Martha Escalona,[14] aun inéditos, aportan nuevas denominaciones a partir de la documentación del Archivo Histórico Provincial de Matanzas y vislumbran constantes sorpresas.


Una nueva propuesta

A partir de las anteriores fuentes consultadas, desde la primera mitad del siglo XVI hasta hoy, he localizado 1206 denominaciones de esclavos (africanos y criollos) cuya inmensa mayoría (93,27 %) proceden del sur del Sahara, en menor medida de las Américas y el Caribe (4,81 %) y del Norte de África y Europa (1,92 %). De las anteriores denominaciones hemos podido identificar y clasificar 82 etnónimos propiamente subsaharanos, los cuales se corresponden con las zonas[15] estudiadas de la manera siguiente:

Zona

Total

%

I

28

34,14

II

6

7,31

III

19

23,17

IV

25

30,48

V

4

4,90

Total

82

100,00


Aunque la zona I representa más de un tercio de la diversidad de etnónimos, los nexos históricos y comerciales durante la trata moderna de esclavos entre las zonas III y IV constituyen más de la mitad en la diversidad de etnónimos identificados, lo que se relaciona muy directamente con la mayor intensidad de los influjos culturales procedentes de las cuencas fluviales de los ríos Níger y Congo, respectivamente. La diversidad de los etnónimos identificados no se corresponde necesariamente con el monto, el ritmo ni la intensidad de la inmigración trasatlántica o transamericana y caribeña forzada, sino con los modos de denominar a los sujetos esclavizados para someterlos a los intereses del comercio trasatlántico, transamericano y caribeño. Este proceso incluye diversas variantes entre las que sobresalen las siguientes:

  1. la plena correspondencia de la denominación con el etnónimo como garantía de identificar lo que se vende, lo que permite identificar la pertenencia étnica de cada pueblo;

  2. la transformación de una denominación por otra debido a la demanda de un tipo de esclavo en el mercado, lo cual oculta la etnicidad desde el punto de vista documental;

  3. la falsa identificación de la denominación con los lugares de concentración y embarque de esclavos, lo cual también oculta o tergiversa la etnicidad;

  4. las variaciones de la denominación de acuerdo con la pertenencia lingüística de quienes denominan, independientemente del conocimiento o no del etnónimo, lo que denota una amplísima diversidad de transcripciones; y

  5. la identificación de la denominación con grandes áreas costeras o con todo el continente africano, lo que imposibilita cualquier ubicación precisa.

Aunque cuatro de las cinco variantes señaladas son propicias a la confusión y complicación de las identificaciones, ha sido posible determinar la amplia diversidad de pueblos representados en la esclavitud moderna y su compleja disrupción en el contexto cultural de Cuba, así como sus nexos con otros lugares de las Américas y el Caribe. Muchos de los referidos etnónimos, debido a la escasa representación cuanti-cualitativa de africanos, no han trascendido a la cultura nacional cubana debido a múltiples razones: su presencia excepcional o muy escasa, la temprana mortalidad, la discontinuidad inmigratoria, la baja o nula reproductividad biológica, la disolución por asimilación en el contexto de los barracones de esclavos con mayor representatividad étnica de otro u otros grupos, los matrimonios mixtos en los que predominan mujeres nacidas en Cuba, y la ausencia de asociabilidad institucional en el contexto urbano. Por el contrario, la constante e intensa representación cuanti-cualitativa de grupos humanos identificados genéricamente como arará, congo, carabalí y lucumí han tenido una influencia predominante en la conformación de la herencia africana en la cultura nacional de Cuba; especialmente a través de la asociabilidad institucional de los cabildos de africanos y descendientes, que a su vez sirvieron de base para la formación de redes de familias religiosas con un carácter abierto a la participación social de sus cadenas intergeneracionales y del resto de la población cubana.

Se ha podido determinar, en primer lugar (según las áreas estudiadas en África) que las denominaciones étnicas de los africanos en Cuba se relacionan principalmente con topónimos e hidrónimos que designan e identifican los territorios y áreas fluviales o marítimas de procedencia, respectivamente; en segundo lugar se corresponden con los etnónimos y lingüónimos, o ambos, según las personas o grupos reconocidos por su pertenencia o filiación étnica y/o lingüística; y en tercer lugar con la reventa procedente del propio continente americano y las islas del Caribe. Se ha evidenciado que las denominaciones de los africanos en Cuba han sido identificadas principalmente a través de los vocablos transcritos en las lenguas de los países participantes en el tráfico esclavista, pues el estudio de las lenguas africanas vinculadas con el comercio de esclavos ha sido un proceso más reciente que depende del conocimiento y sistematización de la cultura de tradición oral en África.

La posibilidad de identificar y clasificar la mayoría de las denominaciones de esclavos africanos existentes en Cuba se corresponde con la alta capacidad de resistencia y supervivencia de los pueblos subsaharanos involucrados en el gran holocausto trasatlántico, lo que permite trazar las vicisitudes de la ruta de los esclavos, así como la complejidad y riqueza de su legado a los pueblos de las Américas y el Caribe.


Más de siglo y medio de investigaciones sobre el tema en Cuba hacen posible una renovada caracterización de los pueblos africanos involucrados en el tráfico trasatlántico para distinguir el abigarrado conjunto de denominaciones respecto de los etnónimos de origen. Sólo así podremos conocer con mayor certidumbre la complejidad y riqueza del cambio cualitativo efectuado entre las oleadas de esclavos respecto de la formación nacional. Sólo así podremos seguir, paso a paso, el legado de la ruta del esclavo.


Parte I — Parte II


Este texto es una síntesis del capítulo IV del libro Africanía y etnicidad en Cuba (los componentes étnicos africanos y sus múltiples denominaciones) del propio autor


    Notas

      1. Los negros esclavos (1916), ya referidos anteriormente.

      2. Tipos étnicos... (1939).

      3. Murdock, George Peter. Africa it's peoples and their culture history, MC Graw-Hill Book Company, 1959.

      4. Hrbck, Iván. "A list of african etnonymes", en African toponyme and etnonyme, Praga, 1977: 140-149.

      5. Colectivo de autores. Situación etnográfica del mundo actual. Colección Problemas del Mundo Contemporáneo, Moscú, 1985.

      6. "Bantúes en la jurisdicción de Cuba: consideraciones tipológicas", en Del Caribe, no. 31, Santiago de Cuba, 2000: 60-65.

      7. Los que incluyen como cacandas y maní no son bantúhablantes, sino que se corresponden con otras áreas y etnias de procedencia. Los primeros son kwahablantes en tanto yoruba y los mani se ubican en las lenguas del Atlántico Occidental.

      8. "Asentamientos africanos en Ranchuelo", en Del Caribe, no. 31, Santiago de Cuba, 2000: 76-80.

      9. Véase Juan Manuel Gómez Guerra. Camajuaní: la plantación azucarera en el siglo XIX, Santa Clara, 2001.

      10. Esta tesis de licenciatura fue presentada el 23 de enero de 2002 y obtuvo la máxima calificación. El libro se encuentra en proceso editorial por la Fundación Fernando Ortiz.

      11. Véase Basil Davison. A descoperta do pasado de Africa, Ed. Sá da Costa, Lisboa, 1981: 72.

      12. Véase Nehemiah Levtsion. Ancient Ghana and Mali, Holmes and Meier Publischers, New York, 1980.

      13. El autor hace referencia a la obra de Friedrich Ratzel (1844-1904), Las razas humanas, Barcelona, 1888. Este geógrafo alemán fue fundador de la moderna geografía política, que se basa en el estudio de la influencia del medio físico en la política. Como corresponsal del Kölnische Zeitung, viajó por Europa (1869) y, más tarde, por Cuba, México y Estados Unidos (1872-1875), países que le causaron una gran impresión y lo motivaron a dedicarse al estudio de la geografía humana. En sus obras Antropogeografía (2 volúmenes, 1882-1891) y Geografía Política (1897) señaló el condicionamiento de las actividades humanas respecto del medio físico, sentando las bases del determinismo geográfico que tuvo en Carl Ritter otro de sus más claros representantes. Sus teorías tuvieron una gran influencia en los estudios antropológicos y etnográficos de finales del siglo XIX y principios del XX.

      14. Véase, El puerto de Matanzas, 1793-1839, Matanzas, (inédito). Referencia de la autora.

      15. Las zonas estudiadas son:
        Zona I. Entre Cabo Blanco y Cabo Palmas en la Guinea Superior, desde el actual Senegal hasta Liberia;
        Zona II. Costa de Oro, desde Costa de Marfil a Ghana;
        Zona III. Costa de los Esclavos, desde Togo hasta Camerún;
        Zona IV. Entre Cabo López y Cabo Negro, desde Gabón hasta el sur de Angola; y
        Zona V. Costa oriental de África, que incluye principalmente el área de Mozambique.


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