Cuba

Una identità in movimento


Cuba-Estados Unidos: las esencias de una confrontación histórica (1)

Esteban Miguel Morales Domínguez


Al tratar un fenómeno bastante conocido, persigo solo presentar algunas reflexiones esenciales que me permitan brindar una proyección más amplia de la confrontación entre Cuba y Estados Unidos.

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos datan de casi dos siglos. En términos de las aspiraciones y objetivos fundamentales, tanto de las diferentes clases y grupos que han integrado la realidad política interna cubana y norteamericana, como de los objetivos esenciales que han precedido el comportamiento de Estados Unidos hacia la Isla, las esencias de la confrontación entre ambos países parecen haber resistido la prueba del tiempo.

Desde épocas muy tempranas, finales del siglo XVIII, los padres fundadores de la nación norteamericana miraron hacia Cuba con la codicia propia de quienes admiran una bella fruta prohibida. Tal vez del mismo modo en que Adán miro la manzana de Eva. Por eso se puede decir que esa codicia ha tenido siempre la forma de novia deseada, conquistada y después perdida, pero nunca menospreciada. Lo cual es posible considerarlo como el componente emocional de la relación, factor que no se puede dejar de tomar en consideración, y que resulta ser la explicación de no pocas cosas de las que ocurren entre ambos países aun hoy.[1]

Lamentablemente, cuando los Padres Fundadores forjaron a la nación norteamericana, Cuba estaba incluida, era parte de ese proyecto. Creemos que no lograban los Padres Fundadores entonces, pensar en la emergente nación norteamericana excluyendo del proyecto a la Isla grande situada al sur, a pocos pasos, y que como se dijo, geopolíticamente hablando, era supuestamente el resultado de la sedimentación de las arenas del rió Missisippi.

Por eso, a la par con la realización del proyecto fundacional de la nación norteamericana, fue emergiendo también esa parte de la cultura política estadounidense[2] que ha visto siempre a Cuba como una extensión natural del territorio continental de los Estados Unidos. Así la vieron los Padres Fundadores, entre ellos Thomas Jefferson y John Quincy Adams, este ultimo con su teoría de la "Gravitación Política" o más conocida como "Doctrina de la Fruta Madura". Con posterioridad, hasta hoy, prácticamente ninguna administración norteamericana ha logrado desembarazarse de esa realidad, lo cual no es de ningún modo una simple imagen, sino más que ello una concepción geopolítica. Ello podría reconocerse, como uno de los ejes de la proyección externa de Estados Unidos en este hemisferio. De modo que, hacia finales del primer cuarto del siglo XIX, ya el destino de Cuba había sido diseñado, sobre la base de un teorema político, con su corolario, el cual debía cumplirse con precisión matemática: la Isla tenia que ser de Estados Unidos y mientras ello no pudiese ocurrir, debía permanecer en las manos de España; potencia colonial considerada como débil por los políticos norteamericanos de la época, a la cual entonces Estados Unidos podría arrebatarle a Cuba en cualquier momento.[3]

Por eso la insistencia en el robo de la Isla, la compra, la exigencia de su autonomía a España, la anexión, la sujeción colonial, y los intentos siempre por destruir cualquier proyecto que amenazara con variar el status político de Isla, antes de que Estados Unidos pudiera hacer realidad sus aspiraciones.[4]

Estados Unidos recorrió un largo camino en sus aspiraciones por apoderarse de Cuba: formular su destino político, mantenerla en manos del original dueño hasta que pudieran quitársela, reclamar para ella la autonomía y tratar de comprarla. Reclamar su independencia a partir de una denominada Resolución Conjunta del Congreso Norteamericano que resulto ser un engaño comprado.[5] Finalmente intervenirla y aplicar en ella un modelo de republica neocolonial (según algunos historiadores con etapa de protectorado), que no sobrevivió mucho tiempo a los embates de la combinación dialéctica entre la conciencia política heredada de la larga lucha que Cuba ya había librado por lograr su independencia y el definitivo impulso revolucionario que le siguió al Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.[6]

Muchas veces Estados Unidos contribuyo a frustrar o frustro el mismo las aspiraciones de Cuba por ser independiente. Se alió con España para perseguir a los independentistas en el territorio norteamericano, apreso expediciones hacia Cuba, desconoció a las fuerzas políticas beligerantes de la Republica en Armas, engaño y manipulo a los representantes cubanos en Washington, hizo promesas falsas, finalmente, utilizando el apoyo de las propias fuerzas del Ejercito Libertador cubano conquisto y sometió a la Isla a un modelo neocolonial por mas de cincuenta años, hasta que finalmente Cuba logra liberarse y Estados Unidos despliega una agresiva y criminal política, con todos los métodos e instrumentos a su alcance, para recuperarla. Esta larga lucha por la conformación de una nación independiente forja en Cuba una cultura política que hoy con el socialismo es dominante, aunque continua enfrentando la cultura política de los que siempre han atacado al proyecto liberador cubano.

No hay ya conflicto internacional de tan larga data como la confrontación entre Cuba y el gobierno norteamericano. Ello tiene una relación directa con que casi todas las colonias que se han liberado en el Hemisferio Occidental, o han vuelto a caer en manos de sus antiguas metrópolis, o se han visto obligadas a establecer con estas una relación neocolonial de nuevo tipo, como es el caso, por ejemplo, de las antiguas Colonias Inglesas en el Caribe. Mientras que Cuba, durante los últimos 44 años, ha sobrevivido con su proyecto revolucionario, desarrollándose como una nación verdaderamente independiente.

Estados Unidos emergió como un imperio entre finales del siglo XIX y principios del XX. Lo hizo ya como una nación industrialmente desarrollada. Los imperios se han caracterizado siempre, porque ven el mundo enderedor como una extensión natural de sus capacidades internas. Es decir, son expansionistas por su propia naturaleza.

La política imperial se formula con proyecciones a partir de una concepción geopolítica de subconjuntos concéntricos y piramidales de poder. Concepción que no es valida solo para su comportamiento en el ámbito internacional, sino también en lo interno, para controlar a los países que logra conquistar. Creando alianzas con fuerzas que funcionan desde el nivel de las oligarquías nativas, hasta el de las clases y grupos subalternos que apoyan a las políticas imperiales en las naciones conquistadas. Participando los actores políticos internos como grupos subalternos de poder, de manera que los mismos directa e indirectamente, participan y se enriquecen con la explotación y el sojusgamiento de sus propias naciones de origen.[7]

En Cuba no fue sustancialmente diferente, pues la burguesía criolla como clase, y los propios negociantes peninsulares, pasaron del reformismo de principios del siglo XIX, cuando le exigían a España mayores oportunidades para desplegar sus intereses económicos y políticos en la Isla, a la plena identificación con los objetivos de Estados Unidos. Emergiendo así el sistema de intereses que los identifico como clases subalternas de la oligarquía financiera norteamericana. A lo anterior contribuyo mucho la situación de España, la cual hacia finales del siglo XIX, ya no era capaz de sostener su régimen en Cuba. Formándose de ese modo el conjunto de fuerzas políticas anexionistas con que tendría que vérselas el movimiento revolucionario cubano, en la ultima etapa de su lucha por la independencia. Estas mismas fuerzas políticas mencionadas, fueron la que lideraron el proceso político en Cuba durante la republica.

Entonces, una particularidad distintiva de la confrontación histórica entre Cuba y Estados Unidos, ha venido dada también por lo complejo y duradero del componente que ha representado para el conflicto, ese enfrentamiento de las ideas revolucionarias con las de las clases y grupos subalternos que siempre han apoyado en Cuba una alternativa imperial norteamericana. Es que en el trasfondo de esa confrontación, que ha parecido ser entre países, o entre cubanos mas recientemente, lo que ha estado siempre subyacente es una confrontación de clases. Dentro de la cual, el gobierno norteamericano, continua hoy utilizando a sus subalternos políticos, como ya lo hizo hacia finales del siglo XIX y continuo haciéndolo durante la republica.

Una burguesía criolla que tenia su mirada siempre puesta en los Estados Unidos (se ha dicho con razón que no era una burguesía nacional) y ciertos grupos, provenientes incluso del mambizado, pero que tampoco nunca imaginaron una republica cubana sin la tutela de Estados Unidos, constituían el núcleo básico de las clases y grupos que detentaron siempre el poder en Cuba, bajo la tutela de Estados Unidos hasta 1958.

Es decir, dos culturas políticas enfrentadas, resultantes de diferentes intereses clasistas, a partir de posiciones opuestas dentro del sistema económico creado por la colonia y seguido, con sus modernizaciones, dentro de la republica. Lo que a su vez engendro dos éticas, dos formas de comportamiento social y político y un sistema de poder, que solo representaba y defendía los intereses de los que siempre ostentaron el poder y que ahora, una vez que lo han perdido, hacen todo lo posible e imposible por recuperarlo. Solo que esa lucha, para los que han perdido el poder en Cuba, tiene un carácter totalmente ilegitimo, como veremos mas adelante.

En esta nueva etapa histórica de la confrontación, nos los encontramos representados por los grupos de extrema derecha dentro de la llamada comunidad cubano-americana, son los herederos, y aunque algunos no lo sean como tales, por lo general asumen la ideología de esa extrema derecha por prostituida conveniencia.

La inmensa mayoría de los que comenzaron a marcharse de Cuba, con posterioridad a 1959, asumen esa ideología, públicamente, por convicción, o por simple conveniencia, como modo de sobrevivir dentro del escenario que le impone el ambiente político dominante dentro de la metrópoli norteamericana, particularmente en la ciudad de Miami. Espacio donde se creo un estado de intolerancia política, social y cultural, que nada tiene que envidiar a los peores momentos del Machartismo y de la cacería de brujas durante la Edad Media.

Esa cultura política del Plattismo, antes hegemónica en Cuba, después de 1959 se traslado, en especial hacia Miami, juntándose allí con su homologa: esa parte de la cultura política norteamericana, para la cual Cuba no es mas que una extensión del territorio continental de la nación estadounidense, la cultura política del anexionismo.

Los cubanos que logran escapar de esa dinámica político-ideológica, forman grupos y pequeñas coaliciones que luchan, buscando alianzas con otras fuerzas políticas internas que le permitan cambiar la situación existente dentro de la política hacia Cuba.

Lo anterior es el resultado de que en los últimos años, ha tendido a variar paulatinamente la situación, creándose algunos espacios que tienden a romper el monolitismo reaccionario que hasta hace poco caracterizo a la llamada comunidad cubana en los Estados Unidos.[8]

Entonces, también dentro de la realidad interna de Estados Unidos se enfrentan las dos culturas políticas; una, la que aun fuera de la Isla continúa luchando por la independencia de Cuba y por el derecho de esta a tener un camino propio; y la otra, la que desplazada del poder en la Isla, habiéndose refugiado en su "alma mater", trabaja por hacer retornar a la Isla a los marcos de la influencia norteamericana.

Tal situación ha sobrevivido hasta hoy y continuara existiendo, porque ello es parte de la lucha entre dos culturas políticas, dos modos de ver al mundo y de comportarse ante él. La de aquellos que nunca vieron en España su proyecto de modernidad para Cuba, sino en los Estados Unidos principalmente o en los países mas desarrollados de Europa; pero que tampoco tuvieron como alternativa política insertar esa modernidad en el tronco de una republica cubana soberana e independiente. Y la cultura política de aquellos, que habiendo luchado por una Cuba republicana e independiente de Estados Unidos, después del fracaso y las frustraciones de 1898, han logrado, a partir de 1959, conquistar el poder y no están dispuestos a dejárselo arrebatar.[9]

Por eso, la esencia mas intima del conflicto entre Cuba y Estados Unidos no esta en la confrontación surgida a partir de 1959, sino en la que maduro desde 1898, cuando Cuba, habiendo luchado ya durante mas de 30 años, sin embargo, no logro materializar las aspiraciones mayoritarias de lograr una independencia verdadera. Pues entonces, la política norteamericana logro aprovechar todas las grietas existentes dentro de las fuerzas revolucionarias independentistas, profundizando las divisiones entre los que deseaban la total independencia de la Isla y los que querían la independencia (de España), pero bajo la tutela de Estados Unidos.

Estas ultimas fuerzas políticas podemos reconocerlas en la llamada Burguesía Criolla, la mayoría de los Autonomistas, los Negociantes Peninsulares, los Burócratas de la Administración Colonial y otros, que incluso habiendo combatido contra España dentro del Ejercito Libertador, sin embargo no creían, o no les convenía que Cuba pudiese darse una republica propia e independiente, al margen de las aspiraciones e intereses de Estados Unidos. En fin, las fuerzas políticas formadas por los que siempre, desde finales de siglo, defendieron el anexionismo, ya fuera por conveniencia, ignorancia, o sincera, pero "dañina buena fe".[10]

Dentro de tales fuerzas se coaligaron, consciente o inconscientemente, desde un Tomas Estrada Palma,[11] el que habiendo sido un luchador independentista, sin embargo, utilizo la figura de Marti como pedestal para hacer avanzar sus ansias de poder; hasta un no pequeño grupo de patriotas, a quienes les falto visión política para actuar en el momento preciso, dejándose envolver por la trampa del "divisionismo calculado" que les tendió la administración norteamericana. Estrada Palma, siempre sospechoso de "anexionismo oculto"; pero objetivamente egocéntrico, taimado, oportunista; los segundos, muchos de ellos luchadores consecuentes, patriotas incorruptibles, pero que no entendieron su papel en los momentos finales y decisivos de la contienda por la independencia.[12]

Entre esos hombres tan distintos, esta toda la gama de actores políticos de la parte cubana, que va, desde la entreguista burguesía criolla, hasta los que conscientes del peligro, sin embargo, no estaban en condiciones de hacer nada para evitarlo.

No pocos fueron los traidores, otros tantos los confundidos y otros más, los que habiendo percibido la amenaza que se cernía la independencia cubana, no pudieron hacer nada para evitar la ocupación norteamericana.[13]

Lo que finalmente ocurrió, fue el resultado también de una mezcla de aspiraciones personales mal encaminadas, el miedo a las masas populares, la corrupción, el racismo, las ansias de poder, y por que no?, el resultado también de lo poco democrático que resultaron en su funcionamiento los mecanismos que habían sido creados por el mambizado para defender a la revolución, subyacentes dentro de la lucha por la independencia de España en su ultima etapa.[14]

Luego, no se trata entonces solo de que las administraciones norteamericanas de entre 1898 y 1902, hayan logrado conducir de modo eficiente el proceso por medio del cual se apoderaron de Cuba, que lo hicieron, sino también de ¿en qué medida los propios revolucionarios cubanos le facilitaron el camino? Todo lo cual nos confirma una vez mas, la tesis tantas veces planteada por este autor, de que la posibilidad, incluso actual, de un triunfo contra la política de estados Unidos hacia Cuba, no hay que buscarlo tanto en los mecanismos de la política norteamericana misma, sino más que ello, en las capacidades, sobre todo internas, de Cuba para hacer retroceder y cambiar la actual política de estados Unidos.

Por eso, lo que tiene lugar hoy en la política del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba, a mas de cien años de las frustraciones del 98, no puede ser valorado sino a partir de la comprensión de que el proyecto actual de esa política es arrebatarle de nuevo al liderazgo político revolucionario en Cuba, las riendas del proceso de cambios internos. Pues, ¿qué se hace por Estados Unidos hoy, sino tratar de rediseñar una coalición de fuerzas políticas, del tipo de la que le permitió frustrar la independencia cubana en 1898?

Debemos entender entonces, que cuando muchos cubanos de Miami o en otras ciudades de los Estados Unidos, celebran el 20 de mayo y el presidente les dedica un discurso que todos aplauden entusiasmados, no es que se trate de simples marionetas de la política norteamericana, sino de que en verdad se creen el discurso, junto a otros que por conveniencia aparentan también creerlo. Es que la "historieta" que les cuenta George Bush, es la versión de estos grupos sobre la historia cubana. La "Republica del 20 de mayo de 1902", es el ideal de esos grupos de derecha y de sus lideres. Esa es su concepción política de lo que debe ser la nación cubana. Y desde tal perspectiva se consideran tan patriotas como los cubanos de la Isla. No vale la pena tratar de convencerlos de que están equivocados. Los equivocados, según ellos, son los de esta orilla del estrecho de la Florida, que no entienden (no es simple aceptación), que bajo la tutela de los Estados Unidos se puede vivir mejor y a plenitud. Por lo que se trata entonces de un enfrentamiento que va mucho mas allá de quienes son las personas. Es la confrontación entre dos ideologías históricas: la de la independencia y la del Plattismo.

Entonces, la lucha que Cuba tiene que librar aun con los Estados Unidos, no es solo ni simplemente un combate contra las intenciones de ciertos grupos de extrema derecha cubano-americanos, o de sectores políticos norteamericanos, que no aceptan el régimen socialista existente en Cuba y que desean devolver la Isla a su status neocolonial. Si no más que ello, es la lucha entre la síntesis formada por esa parte de la cultura política norteamericana que vio siempre a Cuba como una extensión del territorio continental de la nación estadounidense, unida a ella, la parte de la cultura política cubana que siempre acepto el Plattismo como variante política para Cuba; ambas enfrentadas a la cultura política que siempre ha visto y deseado una Cuba realmente libre e independiente.

Por lo cual, aun y cuando las relaciones entre Cuba y Estados Unidos llegasen a, "normalizarse", sobreviviría este subsistema de contradicciones entre las dos ideologías contrapuestas. Lo que siempre llevaría implícito el peligro de una vuelta atrás. Hasta que esa síntesis de culturas políticas, contraria a un `proyecto propio e independiente en Cuba, que no es mas que un engendro del colonialismo y colonialista ella misma, desapareciese del escenario de la política norteamericana, al desaparecer las condiciones[15] que la engendraron y alimentan.[16] Es decir, seria indispensable que las administraciones norteamericanas dejaran de apoyar una política agresiva del corte de la actual contra Cuba y por tanto que dejaran de utilizar a los sectores cubano-americanos para tales propósitos. Desprovistos estos últimos grupos de ese apoyo, no les quedaría mas remedio que buscar un modo de convivir con la Cuba Socialista, a lo cual se sumarian no pocos que ya están dispuestos, y muchos otros a los que ni siquiera les interesa el tema, mas allá de lo que les pueda afectar para mantener el contacto con sus familiares en Cuba.


Parte I — Parte II





Parte I — Parte II


    Dr. Esteban Miguel Morales Domínguez
    CESEU. Universidad de La Habana





Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(9 de agosto de 2005)


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