La historia que documentó el dirigente cubano se inició el 6 de octubre de 1976 con un acto trágico, sin duda un crimen de lesa humanidad: la explosión en vuelo de un avión de Cubana de Aviación, en aguas de Barbados, con 73 muertos.
Finalizó con algunas de las violaciones realizadas por el gobierno Bush — según evidencias documentadas por fuentes de los propios Estados Unidos — de los distintos mandatos detallados que componen la Resolución número 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU. Ésta es precisamente la resolución antiterrorista que redactó y presentó EE.UU. inmediatamente después y como respuesta al atentado del 11 de septiembre de 2001.
El representante institucional del pueblo de Cuba compareció cargado con papeles y documentos oficiales. Según explicó inmediatamente, y se podría comprobar después a lo largo de la lectura del informe, ningún documento tenía origen cubano.
Alarcón leyó o dio referencias exactas de muchos de esos informes: de las policías de Barbados, Trinidad, y de Venezuela; de Comisiones de investigación internacionales; del FBI y la Fiscalía General de los Estados Unidos; de la Comisión Tower y de Sesiones especiales en el Congreso de los EE.UU.; del índice de sesiones de la ONU, de reuniones antiguas y muy recientes del Consejo de Seguridad. No todos, ni mucho menos, "antiguallas"; no todos documentos de la "guerra fría".
Con esa habilidad especial que le ha hecho famoso, Alarcón trasladó a sus oyentes por un túnel especial del tiempo, un túnel continuo, muy distinto al tiempo fragmentado de sucesos sin conexión que nos presenta habitualmente Falsimedia.
Los personajes aparentemente más importantes del relato de hechos que hizo Ricardo Alarcón son Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles — dos terroristas permanentes, construidos por la CIA —, pero, en realidad, el protagonismo evidente corresponde a funcionarios federales: embajadores, fiscales generales, representantes en la ONU y funcionarios de máximo nivel. El personaje que emerge de los papeles sellados es el Gobierno, o mejor dicho, los "gobiernos en su conjunto", de los Estados Unidos.
El informe del presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba destapa e integra en el mismo conjunto documentos desclasificados que se hacen "reales", es decir, públicos, en tiempos históricos distintos. Y el sistema de terrorismo sistemático, permanente y encubierto aparece claramente. Sólo una visión de tiempo largo puede captar la realidad de la política internacional de los Estados Unidos.
Posada Carriles "fugado" por la puerta principal de la cárcel en Venezuela, uno de los responsables principales de la destrucción en vuelo del avión en Barbados, es contratado por el Departamento de Estado y al mismo tiempo por el equipo terrorista de Oliver North, asesor del presidente de los Estados Unidos. Posada hace tráfico de armas para la "contra nicaragüense" que es su misión real y, desde la misma oficina, "ayuda humanitaria" que es la tapadera. El informe nos descubre la utilización temprana del binomio: "Guerra sucia y ayuda humanitaria", dos piezas inseparables en la estrategia militar y propagandística de hoy.
Orlando Bosh, absuelto en Venezuela por una escandalosa cuestión formal relativa a la al español de documentos policiales de Barbados incorporados al sumario, regresa a EE.UU. a pesar de tener allí asuntos pendientes precisamente por delitos de terrorismo. Había sido condenado a una pequeña pena por disparar con un bazuca contra un buque polaco en el puerto de Miami. En aquella ocasión fue declarado casi inmediatamente en libertad condicional, se fugó de esa situación y fue contratado para rendir servicios a Pinochet en Chile e inmediatamente en EE.UU. En 1988, un Bosh fugado de Venezuela y, previamente, de los EE.UU. solicita asilo político. El informe del Fiscal General — simplificado y depurado en lo que se refiere a documentos confidenciales según señala su mismo texto — afirma que Bosh "personalmente ha promovido, alentado organizado actos de violencia terrorista en este país" (los EE.UU.) y que, específicamente la información en poder de la fiscalía indicaba que
"... la detonación de una bomba, el 6 de octubre de 1976, en un avión de línea cubano había sido una operación de la CORU dirigida por Bosh".
El Fiscal afirma que los EE.UU. tienen pruebas de un hecho terrorista de esa magnitud que no fueron entregadas nunca a Venezuela.
La conclusión de esta parte de la historia de un terrorista a lo Bin Laden, como Bosh, es paradigmática: el presidente Bush-padre le envía a su casa de Miami en calidad de detenido. Poco después vendría el perdón.
En 1992, cuenta Alarcón, Cuba deja de ser miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y en ese momento los Estados Unidos comienzan a proponer la inclusión del tema del terrorismo en la agenda del máximo organismo ejecutivo de las Naciones Unidas. Se producen las condenas de los atentados contra el avión de la Pan American y del avión de la compañía francesa UTA, pero no del avión de Cubana de Aviación destruido en vuelo sobre Barbados.
Ante la insistencia de la Habana, por fin la reunión sobre este tema tiene lugar el día 21 de mayo de 1992, y se produce una intervención del representante de los Estados Unidos. El embajador norteamericano en la ONU afirma y miente: el gobierno de los EE.UU. no tiene información alguna sobre el atentado de Barbados. Los Estados Unidos tenían en aquél momento un dossier completo que en su versión "depurada y simplificada" afirmaba tajantemente cual era la autoría de aquél atentado.
Se produce también — señala irónicamente Alarcón — otro hecho significativo:
"Dos oradores nada más, este servidor y el delegado norteamericano. Los demás de la 'ilustre Europa' de la 'noble América', ni suspiraron: silencio absoluto en aquella sala".
La parte final del "Informe Alarcón" se sitúa directamente en nuestros días, ante el hecho de la petición de asilo de Posada Carriles y ante el espejo de la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad. Esta resolución — recuerda el representante del Poder Popular de Cuba — es el documento que Washington propuso y fue aprobado como reacción inmediata a los atentados de su 11 de septiembre. Es el documento doctrinal para la "Guerra mundial antiterrorista" que los Estados Unidos "han blandido por todo el planeta".
Pues bien, Washington incumple una por una sus propias normas. Bush viola los mandatos — tal como ellos mismos los han impuesto a la comunidad internacional — que ordena a todos los Estados:
Finalmente el "Informe Alarcón" mete el dedo en otra llaga de Cuba, en otra llaga de la justicia, y denuncia otro hecho escandaloso: la condena de cinco cubanos, por ejercer en los Estados Unidos labores de vigilancia de los grupos terroristas cuyas actividades continuadas han sido puestas en evidencia.
De las condenas de los Cinco cubanos presos surge otra prueba más. Tal vez la más contundente porque viene de la percepción inmediata de los jueces de Miami.
Alarcón la señala bautizando un especto de la sentencia con el nombre de
"... nueva doctrina jurídica de la incapacitación".
Dos de los cubanos presos, "René y Tony", con ciudadanía norteamericana, han sido condenados, cuando terminen sus interminables penas de cárcel, a una privación especial de la libertad.
"Se le prohibe al acusado asociarse con o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos tales como terroristas, miembros de organizaciones que abogan por la violencia y figuras del crimen organizado".
"Qué quiere decir esto? — habla otra vez el pueblo cubano por la voz de Ricardo Alarcón de Quesada — Que ellos saben que en el Sur de la Florida hay individuos y grupos terroristas que no están como topos escondidos debajo de la tierra. Hay lugares que se sabe que ellos frecuentan, donde ellos están; pero no van a buscarlos, no van a reprimirlos, no van a aplicar esta resolución; hacen algo monstruoso, castigan a personas norteamericanas o a personas en Estados Unidos, los castigan con la prohibición de acercarse por allí, de no hacer nada que pudiera, en alguna forma, arriesgar las actividades que despliegan sus terroristas".
"Es una afrenta a la justicia... es también un insulto y un agravio imperdonable a los norteamericanos que fueron injustamente asesinados el 11 de septiembre del año 2001".
Nota Final
Recuerdo aquí, para destacar la enorme importancia del "Informe Alarcón", las recomendaciones de la magnífica periodista argentina Stella Calloni tal como las reseñamos en este diario: Stella Calloni, corresponsal del diario mexicano La Jornada señaló la importancia de los antecedentes en la información, sin ellos
"... al no poder enmarcar y relacionar, las noticias quedan fragmentadas y sin continuidad no tienen ningún sentido".
"La información de hoy — se refería a Falsimedia — está dada para las democracias de seguridad de este período histórico".
Calloni insistió en la necesidad de investigar, de trabajar en común con los investigadores universitarios, y puso como ejemplo de material de investigación, los documentos de los Estados Unidos en donde
"... se planifica la política que después es aplicada sistemáticamente".
Informe especial para ciegos y sordos bíblicos (Primera Parte)
Antonio Maira
(Colectivo Cádiz Rebelde)