Cuba

Una identità in movimento


Informe especial para ciegos y sordos bíblicos (Primera Parte)

Antonio Maira


Bush incumple gravemente la Resolución 1373 aprobada por el Consejo de Seguridad tras el atentado del 11 de septiembre


El jueves 14 de abril de 2005, la Comisión de DDHH de la ONU aprobó, por una pequeña mayoría rodeada de noes y abstenciones, una resolución contra Cuba. Dicha resolución, formalmente descafeinada pero estratégica para que Washington continúe su permanente agresión contra la isla, contó con el apoyo sustancial de la Unión Europea. El ministro de Exteriores y presidente de turno de la Comisión, el luxemburgués Jean Asselborn, señaló, para justificar el apoyo activo de Europa a la moción de Washington, que para la UE

    "... el respeto por los derechos humanos es una cosa muy importante".

El día 15 de abril, apenas unas horas después de esta votación, el presidente del Consejo de Estado, Fidel Castro, y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Ricardo Alarcón, demostraron documentalmente como EEUU apoyaba constantemente al terrorismo, violando con ello, punto por punto, una resolución del Consejo de Seguridad que el propio Gobierno estadounidense había presentado urgentemente después del terrible atentado del 11 de septiembre de 2001.

Hablando directamente para todo el pueblo de Cuba, en el palacio de las Convenciones de la Habana, los presidentes de las máximas instituciones del Gobierno y del Poder Popular de Cuba demostraron ante el pueblo cubano y todos los medios de comunicación del mundo la continuada y permanente implicación de Washington en acciones terroristas contra Cuba.

La importancia extraordinaria del exhaustivo informe que presentaron los dos máximos representantes de la República de Cuba es que está articulado, en su totalidad, por documentos no cubanos, la mayoría de ellos de fuente oficial estadounidense. La línea argumental que se deriva de la acumulación de pruebas no ofrece duda alguna. Los Estados Unidos realizaban ya, y continuaron realizando después de su 11 de septiembre, actividades que "su propia resolución" considera como terroristas.

Como era de esperar, los sensibles "aliados europeos" que horas antes conseguían ponerse de acuerdo en cuestiones de política exterior, no se dieron ahora por enterados ante el dossier perfectamente documentado que les llegaba desde La Habana.

La información también pasó desapercibida para los globalizados y omnipresentes medios de comunicación que se habían mostrado particularmente interesados por la condena de Cuba.

El primero en hablar en el Palacio de Convenciones de la Habana, directamente ante el pueblo cubano, en acto retransmitido en todos los medios de comunicación de Cuba, y ante todos corresponsales internacionales, fue el Presidente Fidel Castro. Su informe fue detallado tal como corresponde a una cotidiana rendición de cuentas, no a un vacío discurso político.

Fidel Castro explicó como había llegado Posada Carriles — un terrorista de largo alcance y actividad continua, prófugo de varias justicias — a los Estados Unidos para solicitar asilo político. Posada es reclamado por Venezuela y Cuba como uno de los responsables directos del derribo de un avión de pasajeros de Cubana de Aviación con el resultado de casi un centenar de muertos. Pecados del pasado de "guerra fría". No obstante, el mismo sujeto fue amnistiado hace tan sólo unos meses — según varias fuentes por un precio de cuatro o cinco millones de dólares — por la ex presidenta de Panamá, Mireya Moscoso. Esta vez, para no cambiar de costumbre, se trataba de un intento frustrado de asesinato masivo, un atentado con bomba en el paraninfo de la universidad de Panamá. La "oportunidad" para el terrorista Posada Carriles era la realización por el Presidente de Cuba de una conferencia pública, previsiblemente ante centenares de estudiantes panameños, con ocasión de la Cumbre Latinoamericana. Esta vez sin guerra fría por el medio.

La información detalla un viaje que comienza con el vuelo de dos aviones enviados desde Miami por el también terrorista Santiago Álvarez Magriñá, "el urbanista", uno de los próceres del "exilio Cubano" y que despegaron del aeropuerto panameño. Continúa en Honduras y después en varios países centroamericanos por los que el prófugo de la justicia y terrorista amnistiado viaja con un pasaporte falso del país que capitanea la "Guerra mundial antiterrorista". Finalmente, una embarcación de bandera también norteamericana, después de un extraño viaje con escala en México llega felizmente a los muelles próximos a la "Pequeña Habana". El propietario del barco es — bajo la cobertura de una Fundación supuestamente ecologista presidida por otro terrorista cubano — el mismo "padrino" de Posada. Sus tripulantes — podría ser de otra manera — son los mismos sujetos que viajaron desde Panamá para llevarse rápidamente al criminal amnistiado por una presidenta casi cesante. Para más "coincidencias", el buque llega a Miami en el día cuya fecha proporciona, con una semana de retraso, "El Nuevo Herald" una semana después, cuando anuncia la llegada por vía marítima y la petición de residencia en atención a los servicios prestados al ejército de los EE.UU. Una historia con tantos hilos, tantos personajes, tanto tiempo de desarrollo, y ocurrida en tan lejanas tierras, que, según parece, no ha podido ser seguida por el gigantesco equipo antiterrorista del país más poderoso del mundo. Ni quiera cuando, como es sabido, trabaja con un buen presupuesto y con dedicación continua.

Fidel invitó a oír una cinta, en la que se pudo escuchar una conversación entre el protector de Posada, Santiago Álvarez, y uno de los detenidos por el intento de colocar una bomba en el cabaret Tropicana. La prueba, que implicaba a uno de los miembros más insignes del exilio cubano, resonó en el Palacio de Convenciones:

    "... ponga dos laticas nada más con explosivos".






Informe especial para ciegos y sordos bíblicos (Segunda Parte)





Antonio Maira
(Colectivo Cádiz Rebelde)


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