María Villar Buceta, "a voz femenina más pura, honda, culta y rebelde de la generación de los nuevos", como la calificara Raúl Roa, constituyó no sólo un caso singular en nuestra poesía, sino que vivió una existencia modesta y útil, consagrada al trabajo callado y fructífero, e inspirada por la ideología.
Su producción literaria (poemas, artículos, conferencias, cronologías...) no es espectacular y su nombre no se halla en las grandes enciclopedias, pero dejó recuerdo imborrable entre cuantos la conocieron, disfrutaron de su trato gentil y gozaron de su conversación inteligente y amena, matizada de fino humorismo.
Nació en la localidad matancera de Pedro Betancourt el 25 de abril de 1899 y no rebasó la primera enseñanza. Huérfana de madre desde temprana edad, quedó al cuidado de sus cuatro hermanos y en ese ambiente nada propicio comenzó su vida lírica: desde 1915 envió sus poesías a "El Fígaro" y otras publicaciones.
El medio provinciano le resultó estrecho para sus apetencias culturales y espirituales, y en 1921 fue a La Habana a buscar trabajo. Al año siguiente ya era secretaria de redacción de "El Heraldo de Cuba", donde permaneció hasta que el tirano Machado adquirió la publicación y fue cesanteada.
La voz poética de María Villar Buceta publicó el poemario "Unanimismo" y organizó bibliotecas e instituciones privadas. Figuró en la "Antología de la poesía española e hispanoamericana" de 1934 y colaboró en diversas publicaciones literarias cubanas. En 1943 asumió la dirección de la biblioteca de la Escuela de Periodismo Marques Sterling. El tema marino es común en sus obras. Falleció el 15 de julio de 1977.
Ejemplificamos con esta poesía titulada:
"Hombre de mar"
Viento duro. Agua densa. Sal y yodo.
Piel y nervios y músculos de acero.
Alma a la par humilde y desdeñosa.
El mar tu cama. Tu techumbre el cielo.
Inquilino de las inmensidades.
Visitador de las constelaciones.
La rosa de los vientos en la mano.
Seguro timonel de albas y soles.
Dueño del agua. Domador del viento.
Borracho de horizontes y altamares.
Corredor en hipódromos de espuma,
jinete a lomo de las tempestades.
¡Qué triste tu regreso a las orillas,
hombre de mar; misérrimo argonauta;
náufrago de poder; rey sin empleo,
inerme como un pez fuera del agua!
http://www.nautica.cubasi.cu/marlit.htm
(Resumido de la revista MAR Y PESCA)