Ese es el título de una composición musical del maestro Ernesto Lecuona que data de los años 20 del pasado siglo y que tiene la originalidad de mezclar en ella sonidos musicales muy cubanos con acordes orientales que nos hace imaginar, al escuchar esta tonada que ciertamente, ¡Ahí viene el chino!
Los chinos de entonces eran para los cubanos de aquella época, solo unos humildes y laboriosos cultivadores de hortalizas, propietarios de lavanderías o de puestos de viandas, que les decían "vendutas", donde por cierto en ellas se elaboraban los más exquisitos helados de frutas — piña, mamey y zapote — que nada tenía que envidiarle a los refrigerios que se vendían en las mas sofisticadas heladerías de la vieja Europa o en los propios Estados Unidos.
Los chinos llegaron a Cuba antes de la independencia de la república y fueron llevados a la isla, vendidos como esclavos por contrabandistas inescrupulosos que los reclutaban con contratos engañosos en Manila, para supuestamente trabajar en los campos de caña como obreros libres, pero en realidad el tal contrato no era otra cosa que un papel sin valor legal alguno para el infeliz asiático que sería utilizado como mano de obra forzada y barata en competencia con los negros esclavos. De ahí viene la popular frase cubana de
"Te engañaron como a un chino". Pero a un engaño, la rebelión. Los chinos se fueron a la manigua a combatir junto a los Mambises contra el poderío colonial español. Hay un monumento en La Habana en homenaje a los chinos que pelearon por la independencia de Cuba que dice al pie:
"Nunca hubo un chino traidor".
Pero hoy la China y sus chinos son otra cosa bien distinta a cuando pisaron tierra cubana en el siglo XIX. Aparte de ser China una potencia industrial cuyos productos de calidad y de precios de competencia sin igual inundan todos los mercados del mundo, los chinos han demostrado, como pueblo creador de cultura milenaria que con cerca ya de dos mil millones de habitantes, ya no se les puede engañar, menospreciar ni intimidar por los "blancos bárbaros" como les decían ellos a los occidentales cuando construyeron la gran muralla. Entonces se les veía como diminutos seres inferiores, sumisos e incapaces de rechazar las exigencias del llamado mundo "civilizado". Pero en China hubo una Revolución y todo cambió a partir de ahí. Ya a nadie se le ocurre engañarlos "como a un chino". Ni mirarlos por encima del hombro como si fueran el chino lavandero o el cocinero de arroz frito de la fonda de la plaza del mercado.
Antes, decir "Tienes a un chino atrás" significaba que te habías puesto fatal. Que la suerte te había abandonado. Algo así como una desgracia detrás de la otra. Pero los tiempos han cambiado.
Hoy tener un "Chino atrás" representa todo lo contrario porque la China de ahora es toda una potencia mundial. Aquel gigante dormido del que nos hablara Napoleón Bonaparte al decir:
"No lo despierten que cuando se levante del sueño, seremos nosotros los que no podremos dormir".
Hu Jintao, el Presidente de la China de hoy, el gigante despierto, está de visita en La Habana. ¡Ahí viene el chino! Cantaba la tonada del Maestro Lecuona. ¡En buena hora dirán los cubanos!
Ahora si que no es malo tener un chino atrás.
Fuente: RL/ML
Max Lesnik es un analista político cubano residente en Estados Unidos