De manera que está más claro que el agua, que "las luchadoras" que últimamente han sido puestas de moda por la propaganda internacional de los Estados Unidos y la Unión Europea, han ejecutado y ejecutan de manera continuada y premeditadamente, diversos hechos con el objeto de que sufra detrimento la independencia y la integridad del Estado cubano, los que están dirigidos a promover la guerra u otros actos de agresión contra el mismo. En ese sentido, resulta evidente que las "Damas de Blanco" han estado tomando parte de una provocación montada por el gobierno de los Estados Unidos con el propósito manifiesto de fabricar un enfrentamiento callejero con el pueblo y las fuerzas del orden, que sirviera de pretexto para que aquél país interviniera militarmente en Cuba, lo cual habría sido la guerra. Y esa guerra (que en este mismo momento se habría traducido en la muerte de decenas de miles de personas inocentes y la destrucción del país) que nadie lo dude, fue evitada por la cordura y la serenidad del gobierno, las autoridades cubanas y el pueblo de Ciudad de La Habana con su disciplina y organización.
Por otra parte, la famosísima y multilaureada "globera" Yoani Sánchez no se ha quedado atrás de sus correligionarias, pues sus "artículos periodísticos" van dirigidos a subvertir el orden político legalmente establecido en la Constitución de la República y a colaborar con una potencia extranjera en su intento por "cambiar el régimen económico, político y social del Estado socialista", delito que aparece regulado en el Artículo 98 Inciso B del antes citado cuerpo legal, el cual lo sanciona, igualmente, con privación de libertad de diez a veinte años o muerte.
Considero que es correcta la tolerancia en cuanto a la aplicación de la ley penal en delitos de esta índole, los que, dado su carácter y gravedad, son sancionados con severas penas; tolerancia aun más justificada en casos como estos, que revisten particular complejidad y resulta en extremo peligroso su enfrentamiento; pero hasta cierto punto, porque todo tiene un límite permisible. Confío en los estrategas de la política penal de nuestro estado y gobierno, así como de las altas autoridades judiciales; pues de sobra es sabido que el enemigo está a la caza del menor desliz de nuestra parte, para utilizarlo como pretexto que sirva a sus fines intervencionistas contra Cuba, y posiblemente se haya considerado más razonable, por el momento, "pasarnos con ficha", como se dice popularmente.
Pero, según mi parecer, el problema tiene otra connotación mucho más importante que sancionar o no a unas camorristas vendidas al enemigo. Posiblemente los estrategas del imperio también hayan previsto esta reacción pasiva de parte de nosotros, la cual no es la que más conviene a sus planes guerreristas; pero de igual manera pienso que, posiblemente, intenten aprovecharla, pues esa tolerancia — por las razones que haya sido decidida — podría ser utilizada por ellos para hacerle creer a la delincuencia común (disfrazada de luchadores por los derechos gusanos y la demokrazia) que se trata de debilidad, de impotencia por parte del gobierno cubano para enfrentar a "los luchadores por la libertad".
Esa falsa interpretación de nuestra tolerancia, a la que puede ser inducida la delincuencia empleada del imperialismo, conduciría inevitablemente a la impunidad, ya que, si no se sancionan conductas tan serias y peligrosas para la sociedad, como los delitos contra la seguridad del Estado, esa impunidad generaría el total irrespeto a la ley, lo cual trataría de generalizar el enemigo para estimular en todo el país a la delincuencia común y a los elementos antisociales — por naturaleza propia enemigos en potencia de la Revolución — los que posiblemente fueran estimulados a la realización de acciones callejeras de carácter violento y a la comisión de hechos vandálicos de todo tipo, que condujeran a una situación de desobediencia civil e ingobernabilidad, hasta lograr que determinados grupos de tales elementos, envalentonados por la impunidad misma y la acción del dinero, provocaran enfrentamientos sangrientos con la masa popular y las autoridades, situación que también brindaría la posibilidad al gobierno norteamericano de atacarnos militarmente; lo que es, a todas luces, su propósito final.
Comprendo lo delicado y peligroso de la situación, y la necesidad de impedir darle una oportunidad al imperialismo para que incremente su campaña mediática, fase preparatoria de la opinión pública internacional para facilitar la agresión armada. Pero permitir que la tolerancia llegue a convertirse en impunidad es más peligroso y penoso que exigir, aplicar y hacer cumplir la ley, ya que, con mayor rapidez nos conduciría a un callejón sin salida, posiblemente también previsto en los planes del enemigo como segunda variante. Sea como sea, la ley tiene que jugar el rol para el cual fue creada. O sea, cumplir su carácter coactivo para restablecer la legalidad quebrantada e impedir que se generalicen las conductas antisociales y acciones delictivas tendentes — en este caso concreto — a poner en peligro la seguridad exterior del Estado, y la integridad y estabilidad de la Nación, que constituyen nuestro más sagrado tesoro; así como contribuir a desestimular a quienes pudieran sentirse tentados a imitar a los otros delincuentes en el camino de la traición.
Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(3 de mayo de 2010)