Cuba

Una identità in movimento


Dimensiones y ámbitos de la nueva cultura cubana

Lohania Aruca Alonso


¿Existe una nueva cultura cubana? ¿Cuál es el motivo y el sentido de tal renovación? Partiendo de la existencia de una cultura cubana, ¿dónde y cuando quedan establecidos los "limites" entre lo viejo y lo nuevo? ¿Cuáles son los aspectos o facetas que constituyen este conjunto vital de la "nueva" cultura? ¿Con que importancia, o en qué magnitud se manifiestan en la vida cotidiana de nuestra sociedad, de la urbana y de la rural? ¿En qué ámbitos de la cultura esto se manifiesta?

Estas preguntas nos asaltan cuando nos acercamos a la sociedad cubana revolucionaria, socialista, con el ánimo de describirla, de llevar a cabo un análisis y una interpretación de ella, de su necesidad y sentido (por qué y para qué) a lo largo de los últimos cincuenta años. (En ellos, pienso, se incluye en toda su extensión mi juventud, la madurez de mi persona y obra, y, por supuesto, mi envejecimiento).

La cultura cubana tuvo un origen bien definido, que la diferenció de su etapa antecesora, la cultura criolla, más española y españolista, más aruaca y africana, que la que optó por autodenominarse cubana, propio de Cuba, en imprecisos límites entre los siglos XVIII y XIX. Hubo, sin embargo, continuidad y ruptura en este proceso.

Continuidad y ruptura son categorías generales, aplicables a cualquier tipo de fenómeno que se desarrolla en el tiempo — tan difícil de aprehender. Pero, funcionan particularmente cuando nos referimos a la historia, donde la diferencia entre el antes y el después, hacen aparecer el hito, la marca o la huella, a veces de forma casi imperceptible, muy sutil, y hasta subjetiva, que nos permite conocer y "definir", con un carácter relativo, desde luego, las etapas, los períodos y las épocas, a través de las cuales, una vez establecida la periodización mediante el conocimiento, los seres humanos, podemos, percibir con más claridad y estudiar el lento proceso de la evolución (a través de reformas), o, los cambios radicales (el triunfo de una revolución, o, una contrarrevolución) súbitos, acelerados, desgarradores, del movimiento de un fenómeno social o cultural, en un espacio y tiempo determinados por nosotros mismos.

Estos extremos ó límites de un proceso, o, de su estudio, pueden ser respetados, o, perfectamente transgredidos, para ampliar o disminuir las perspectivas sobre el mismo, debido a nuevas nociones, y/o, por la dirección contraria de otros pensamientos y acciones: la oposición a lo nuevo, de parte de lo tradicional, no siempre respetable y museable, establecido por alguna voluntad individual, o colectiva.

La continuidad es el hilo de la vida misma; el que constituye o revela la existencia de un personaje, de una o más generaciones, de una sociedad en específico, o de la sociedad humana en general. Aquella noción se concibe y percibe históricamente a través de la larga duración, de plazos de tiempo relativamente largos, décadas o centurias en que se alcanzan o no, las metas proyectadas por la visión y la voluntad humana de manera consciente, en circunstancias históricas precisas.

Dentro de la continuidad se plantea la ruptura. Ambas categorías se complementan, oponiéndose entre sí, posiblemente debido a la imperfección que padecemos todos los seres humanos para dar soluciones perfectas a nuestros problemas y necesidades, tal vez siguiendo una ley universal de la dialéctica que no logramos entender y aplicarnos consecuentemente. También la Naturaleza tiene, momentos de rebelión destructiva, cuando una erupción estalla volando la tierra en pedazos, arrasan los vientos, se consume en el fuego o el agua la materia; aunque, después, nuevamente emerge, transformada.

Hechas las aclaraciones pertinentes, vuelvo al tema central. Es el proceso de la revolución-evolución-revolución económica, política y social, que llamamos "construcción del socialismo", lo que ha dado el sentido y contenido nuevo a la cultura cubana. Las direcciones en que esta última se ha desenvuelto son múltiples; desde la ciudad al campo y a la inversa, a consecuencia de las migraciones internas, inevitables a consecuencia de las transformaciones y sus efectos en todos los ámbitos sociales; y de las externas, que van más allá de nuestras fronteras nacionales, y pueden ser más o menos evitables aplicando acertadas políticas económicas y sociales.

Es desde lo local (que asciende a lo regional, a lo universal, y también al revés), donde se han abierto y es posible seguir abriendo, los espacios para la creación y el fomento de la nueva cultura, en un micromundo de relaciones humanas distintas, nuevas. Por ejemplo, después de los huracanes Gustav, Ike y Paloma, un huracán constructivo de sentimientos humanos ha conmovido a trabajadores manuales e intelectuales, para salvar la obra colectiva y alentar a sus conciudadanos. Nadie quedó en medio de la soledad y la desesperanza. Así fue como todos nos sentimos más cubanos, más seres humanos y más cultos.

Electrificación-cine-televisión-video... y viceversa. De una idea a la obra; de la obra a nuevas ideas... a la transformación de las mentalidades, a la elaboración de los modelos culturales y su evaluación en la vida real (en "la concreta" cubana, que deriva de lo concreto filosófico) de sus resultados aceptables o no; aceptados o controvertidos por quienes los utilizan y consumen.

Contando con la posibilidad extraordinaria de hacer dichos resultados reversibles, en todo caso, a partir de nuestros propios intereses, en una asamblea de barrio, donde un modesto pero llamativo cartel, sencillamente proclama: ¡Esto sí es el Poder Popular!

¿Qué tiene que ver la imagen de la casa-consultorio del médico de la familia con Carlos J. Finlay, o, el "Che" Ernesto Guevara de la Serna; o, con la inserción de nuevas formas de vida en plena montaña, donde un joven citadino — que ya es doctor, el mejor de su clase — se enamora de una campesina y de su familia, y siente nostalgia por la vida en medio de la naturaleza, mientras que los campesinos poseen un refrigerador y cocina eléctrica nuevos y aprecian la música de Haydn, a través de la única emisora de radio que — por ahora — es accesible?

Y, qué con la utopía de "un mundo mejor es posible", incluyendo a los Estados Unidos de América y a Europa Occidental y Oriental... y con la expansión de la solidaridad de Cuba hacia el Caribe y América Latina, y desde esos pueblos hacia Cuba, todo esto ¿qué tiene que ver con la "nueva cultura cubana", cincuenta años después del 1º de enero de 1959?

¿Serán éstas algunas de las nuevas dimensiones y ámbitos en que se manifiesta una cultura que ya no es la del amo y el esclavo, en que surgió Cecilia Valdés o la Loma del Ángel, o la de los personajes de Carlos Loveira en Generales y Doctores? Ni siquiera es ya la de Fresa y Chocolate, creada casi, casi, ayer mismo, por Senel Paz.

Quizás, se ha ido armando una vida totalmente distinta de la que leí y vi en los filmes Memorias del subdesarrollo o en Lucía, con las que ya no me identifico hoy, tanto como antes; y tal vez debo pensar en nuevos personajes, en leer nuevos textos de novelas, en ver otras obras de teatro (tal y como Voy por cigarros de Gerardo Fulleda), o aspirar a un cine cubano que se mueva en "otras dimensiones y ámbitos", que me develen facetas de una transformación que la cotidianidad a veces hace invisible, a pesar de los discursos y las reflexiones, o porque, como la Luna, también tiene dos caras.

    La Habana, jueves, 22 de enero de 2009.




Lohania Aruca Alonso: Investigadora auxiliar. Licenciada en Historia y Especialista en Urbanismo, MC Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, El Caribe y Cuba; miembro del Grupo de Estudios Regionales de Cuba (G.E.R.C.) del Instituto de Historia de Cuba y de la Cátedra de Estudios del Caribe de la Universidad de La Habana. Coordinadora del Grupo de Trabajo Permanente Expediciones, Exploraciones y Viajeros en el Caribe (adscrito al Instituto Cubano de Antropología).








Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(22 de enero de 2009)


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