Cuba y su cultura única y diversa han ocupado históricamente un espacio priorizado en el ambiente caribeño, no sólo insular sino también continental o del circuncaribe. La región Caribe, redefinida actualmente por muchos estudiosos, con una visión más amplia, como Golfo-Caribe, tiene como centro físico y geopolítico al Archipiélago cubano; ello ocurre a pesar de los largos períodos de incomunicación parcial u oficial de esta región con nuestro país que han existido, en más de una ocasión.
Los últimos 50 años, cuyo símbolo esencial ha sido y es el triunfo de la Revolución cubana socialista, concepto compuesto por términos inseparables, nos sirven para reforzar la opinión anteriormente enunciada. Logros en los campos de la educación, la salud, el deporte y la cultura, y más recientemente en la seguridad climática, amén del perfeccionamiento constante de nuestro sistema económico-social, hacen de Cuba un paradigma deable y realizable en el pensamiento antillano y latinoamericano contemporáneo.
El empeño humanista cubano de llevar los citados beneficios a otras tierras y pueblos, de explicitar la solidaridad, y echar la suerte con los pobres de la Tierra de manera concreta, práctica y pacífica, ha sido la vía más inteligente para ampliar la comprensión entre nuestros pueblos y acercar sus intereses; no obstante sus diferencias en otros campos de la realidad: económica, lingüística, de influencias culturales metropolitanas, y demás rasgos de identidad particular.
La región Golfo-Caribe abarca países completos, como es el caso de las islas antillanas, y zonas costeras de naciones, principalmente latinoamericanas, de mayor tamaño territorial, por ejemplo esto ocurre en México, Venezuela, Colombia, y hasta en Brasil, que ha reclamado inclaudicablemente una pertenencia histórica-cultural a esta región. Algo similar sucede con los asentamientos costeros estadounidenses que lindan con el Golfo de México.
La circulación de las ideas de o sobre Cuba socialista, antiimperialista, bloqueada y asediada durante medio siglo por la mayor potencia económica y militar mundial (cuya hegemonía parecía absoluta, intocable y hasta el fin de la historia), ha sido difícil en no pocas ocasiones. Considerar el riesgo, o los riesgos, del apoyo a la existencia y difusión de ideas tan radicales, del compromiso intelectual con ellas, tampoco ha tenido una fácil asimilación.
Confiar en la resistencia de un pueblo y de su gobierno frente a enemigo/s tan poderoso/s –pues hay complicidad y cómplices- durante tanto tiempo (media centuria es una magnitud temporal histórica importante, abarca una vida individual o dos generaciones completas, en plena capacidad de actuar), sin que se haya resquebrajado el escudo de sus principios revolucionarios, ni debilitado la política cultural que lo ha sustentado invariablemente, a toda costa y con éxito, es algo todavía poco común entre los países caribeños.
Conocer directamente a cubanos y cubanas, leer sus aportes, sus yerros y contradicciones, a través de la literatura histórica y artística, disfrutar en La Habana u otra ciudad cubana, de una Feria Internacional del Libro o del Festival Internacional de Cine Latinoamericano, también con gran significación para el Caribe, ha ido marcando la ruta de nuevas corrientes de información, de pensamiento y de acciones transformadoras en torno a Cuba.
Cuba, a partir de 2008, ya no está aislada dentro de los círculos oficiales latinoamericanos y caribeños, que se proyectan asimismo sobre la información y la enseñanza. También una cultura de retorno, cargada por la conciencia de los graduados en las escuelas cubano-latinoamericanas-caribeñas ha tomado la palabra y se hace cada vez más visible dentro de sus países de procedencia, e inclusive toma forma institucional.
Aún no existe un sistema de transporte que haga directo, seguro y barato, un viaje por el Caribe para estudiosos, artistas, para el pueblo caribeño en general. Surcan las aguas del Golfo-Caribe los cruceros de los turistas ricos, casi exclusivamente. Alguna vez, no muy lejana, se hará realidad el barquito de papel soñado por la poética y la añoranza de Nicolás Guillén. Toda esperanza es eternamente posibilidad.
Las canoas de los pueblos aruacos desafiaron durante muchas centurias la navegación hacia lo distante e incierto; se enfrentaron a los huracanes. Desde el continente suramericano llegaron a las islas, ignotos confines antillanos, transportados por sus canoas, sobre corrientes marinas, gracias al empuje de los vientos más benignos.
No obstante, limitaciones y obstáculos ciertamente se interponen entre los países de esta región. Aún así, las redes culturales caribeñas ya se tienden y extienden, a través de nuestros mares por el "milagro" de las vías electrónicas. Crece el entusiasmo acerca de los estudios caribeños; cincuenta años atrás no se contaba con el respaldo de prestigiosas publicaciones e instituciones y organizaciones gubernamentales, y no gubernamentales. Actualmente existe, y cada vez será más efectivo.
Cuba, de apellido socialista, continúa siendo el fiel de la balanza martiana en América, y esta hermosa idea se percibe con claridad, se defiende con firmeza. Constituye el compromiso más positivo, trascendente y universal que legó el siglo XX a la Historia.
La Habana, sábado, 27 de diciembre de 2008.