La fascinante vida del Benny, como cariñosamente le llamaban y llaman, primero se remonta al siglo XIX de la colonización blanca en la bahía de Jagua y más tarde a la expansión del azúcar y la esclavitud por las amplias y fértiles llanuras de La Fernandina.
Los antepasados de Bartolomé Maximiliano Moré, esos hombres y mujeres venidos de lejanas tierras, a quienes le quitaron todo menos su gran riqueza espiritual, están entre los negros esclavos que laboran para los ingenios del rico propietario habanero Antonio Parejo.
El congo Ramón Gundo y la negra criolla Julia, del ingenio Santísima Trinidad, obtienen la libertad en los años 80 del siglo XIX, formalizan relaciones amorosas y adoptan el apellido del último dueño, el Conde de Casa Moré.
De esta manera, junto a otros libertos, pasan a ocupar tierras facilitadas por el rico comerciante de origen venezolano Don Tomás Terry Adams, muy cerca del ingenio "Ciudad Caracas" y en el barrio de La Guinea, donde se desempeñan como obreros agrícolas y sitieros, fundamentalmente.
Así ocurre que los negros traídos del Congo y de otras zonas bajo la influencia bantú, lleguen a formar la sociedad Casino de los Congos o de San Antonio de Santa Isabel de las Lajas. Se sabe entonces que el primer rey de la Sociedad fue Ramón Gundo Moré, nada menos que el tatarabuelo de nuestro gran Benny Moré.
En aquel ambiente transcurre la vida de la bisabuela Julia, la abuela Patricia y su madre Virginia.
Esta última, como resultado de la relación amorosa con Silvestre Gutiérrez y siendo muy joven, tendrá a su primogénito, bautizado entonces con el nombre de Bartolomé Maximiliano Moré, para mantener el apellido de los antepasados africanos.
Daba los primeros pasos "Bartolo", cuando se mudan de Pueblo Nuevo, barrio de Lajas, para La Guinea, asiento primitivo de los Moré. Allí transcurre la infancia y adolescencia de este niño excepcional. En cuarto grado abandona los estudios debido a la difícil situación económica de la familia.
Bartolomé y su hermano Teodoro tienen que dedicar las energías infantiles a ganarse la subsistencia y apoyar a su mamá en la crianza de los hijos más pequeños.
De aquí en lo adelante el rayo de luz de una buena estrella lo sacaría de la pobreza y el anonimato, para convertirlo en figura de Cuba primero y ya del mundo, por su trascendental aporte a la música.