Cada vez son menos los que pueden dar fe del arrobamiento de latinoamericanos, europeos y estadounidenses ante las dotes vocales de Rita Montaner, pero los cubanos continúan peregrinando en masa hasta la tumba de La Única cada año por este agosto que terminó en ocasión del natalicio de la cantante, el pasado día 20.
Decenas de admiradores, artistas y funcionarios de instalaciones culturales de la Isla visitaron el panteón donde descansan los restos de la intérprete en el cementerio de Colón, en esta capital, en el 105 aniversario de su nacimiento. El Memorial José Martí también acogió un concierto en el que participaron, entre otros, Luis Carbonell, uno de los pocos artistas vivos que conocieron y compartieron escenario con la Montaner.
Aún no era conocida como La Única cuando a los 28 años se echó en el bolsillo a los parisinos ante quienes se presentó en El Palace en calidad de reemplazante de la famosísima Raquel Meller, quien estaba enferma y cedió su papel a Rita en la obra "El lujo de París". Las crónicas de la época relatan que la cubana se llevó una de las más resonantes ovaciones que se escucharon en el coliseo. Hacía solamente un año que Rita de Cuba (1900), como también se le llegó a identificar, hacía carrera como cantante.
El poeta cubano Nicolás Guillén la bautizó La Única en 1942 tras quedar prendado de su cubanía porque
"... solo ella y nadie más ha hecho del solar habanero, de la calle cubana, una categoría universal".
Mucho antes, en 1923, el escritor cubano Alejo Carpentier, experto en arte y música, dijo de ella:
"La señora Montaner nos llamó la atención por su timbre de voz exquisito, que acaricia el oído, así como su mucha seguridad al atacar las notas altas y en su escuela inmejorable".
Fue medalla de oro del afamado Conservatorio Peyrellade en piano y solfeo en plena adolescencia y a partir de entonces, los mejores compositores cubanos, desde Jorge Anckerman hasta Alejandro García Caturla se disputaron tanto su voz como sus dotes de instrumentista.
A ella, Ernesto Lecuona, máximo exponente de la lírica en la Isla, le confió varias de sus zarzuelas y operetas como "Rosa la China" y "Amalia Batista".
La mulata de "voz bellísima y gran temperamento", al decir de su maestro de canto Pablo Morales, fue en sus inicios la concertista de "manos pianísticas ideales. Dorso y pulgar anchos, dedos carnosos, bellos, iguales y fuertes, así como una muñeca masiva, casi sin continuidad con el antebrazo", según la vio la escritora puertorriqueña radicada en Cuba Loló de la Torriente. Desde su premier en El Regina, teatro musical de La Habana, con "La Tierra de Venus" y la zarzuela "Niña Rita", la Montaner fue la música cubana.
En Nueva York, en el Infanta Beatriz, de Madrid; en El Olympia, de París y en otros muchos teatros europeos y americanos, la criollísima Rita causó sensación al combinar el más culto canto con la tradición vocal de su tierra.
Junto a Mary Astor, Juan Torena y Rudy Keller, integró la compañía de variedades Wonder Bar, propiedad del estadounidense Al Johnson. También formó parte del espectáculo de la bailarina francesa Josephine Baker.
A ella, cineastas, escritores, historiadores e investigadores han dedicado cientos de páginas y extensos documentales. El más reciente Rita, del cubano Oscar Valdés, fue proyectado en el Memorial José Martí. Pero el más famoso lo realizó la directora y guionista Rebeca Chávez en el 2000. Considerado la más completa indagación sobre la gran lírica y actriz cubana "Con todo mi amor, Rita", debe su título a la forma que tenía la artista de saludar y dejar constancia por escrito de su cariño a amigos y admiradores. En la cinta, de casi una hora, intervienen estrellas como Rosa Fornés, María de los Ángeles Santana, Luis Carbonell, la cupletista española Ninón Sevilla y uno de sus compositores predilectos Gilberto Valdés, quienes narran sus experiencias con La Única.
Fuente: World Data Service
CUBARTE
Año 5 Número 35 , 01 de Septiembre del 2005