Cuba

Una identità in movimento


Las Parrandas remedianas en su africanía

Jesús Guanche Pérez


La africanía en las parrandas remedianasSabemos muy bien que mucho se ha escrito, publicado y filmado sobre las Parrandas remedianas y su reconocida capacidad expansiva hacia otros territorios vecinos. Este es un contagio deseable para otras fiestas populares cubanas como los carnavales, por ejemplo, que han sido fuertemente dañados por el "cabaretismo espectaularista banalizador" que cada vez más anula su razón de ser como fiesta que el pueblo se da a sí mismo.

Sin embargo, aun no se había sistematizado una información suficiente para constatar la evidente africanía de las Parrandas, como característica envolvente que nutre y renueva esta manifestación de la cultura popular tradicional cubana y caribeña. Esa ha sido la paciente y apasionante labor de Eric González Bello y Sulma Rojas Molina al abordar La africanía en las parrandas remedianas que ahora presentamos a los lectores.

La obra se propone constatar en sus cinco capítulos cómo la temprana presencia de diversos grupos étnicos africanos en la ciudad de San Juan de los Remedios no se mantuvo al margen de las festividades populares, que fueron capaces de convocar tanto a la población local como a los habitantes de los asentamientos urbanos y rurales colindantes, sino que la envolvió con una marca indeleble.

Para ello, desde la propia Introducción trazan el camino para ubicarnos en las características principales de la conocida "Villa de la pelea cubana contra los demonios" y en un amplio corte informativo del archivo de la Parroquial Mayor San Juan Bautista de Remedios, durante 1722-1869, identifican veintiséis denominaciones étnicas de africanos y descendientes con predominio congo, carabalí y mandinga, quienes constituyeron la fuerza de trabajo principal en muchas actividades productivas y de servicios.

Las características generales sobre Cuba en el siglo XIX constituyen una referencia obligada para ubicar a San Juan de los Remedios y su temprano desarrollo en la región central de la Isla, que sirven de necesario precedente para el surgimiento de las Parrandas hacia 1820, inicialmente bajo el control de la Iglesia Católica, hasta la formación de los dos grandes grupos rivales: El Carmen y San Salvador, hecho que marca el proceso de participación y organización popular de estas festividades.

Si seguimos el derrotero que proponen los autores, lo anterior da lugar a toda una Sinfonía de cultura que hace posible analizar y caracterizar esta festividad como una peculiar "orquestación social", marcada fuertemente en su concepción organizativa por una amplia "sociabilidad", por un permanente "dialogismo", por un recurso de reiteración coral de los cantos antifonales cortos que sirven de apoyo mnemotécnico, por las cualidades polirrítmicas y politímbricas de las frases o "franjas musicales" ¾como insistía el musicólogo Argeliers León¾ que marcan la africanía profunda (antecedente) de muchas manifestaciones sonoras actuales, junto con el libre desempeño de las capacidades improvisatorias. Estas expresiones son posibles también debido a la presencia de los conjuntos instrumentales en los que sobresalen determinados membranófonos como la paila y la atambora; idiófonos como la quijada y otras sonajas metálicas como el triángulo, la guataca, la reja o diente de arado y el cencerro, una parte de ellos muy común en los conjuntos instrumentales cubanos de las religiones populares de marcada estirpe africana con función metrorrítmica. Hoy la guataca, y en menor medida el diente de arado, desplazan a los antiguos instrumentos como el agogo (término de la lengua yoruba) y el ogán (que procede de la lengua fon), para designar la referida sonaja metálica. Determinados aerófonos como la bunga o botijuela y el fotuto o guamo completan este arsenal sonoro que dan lugar a las danzas arrolladoras; es decir, traslaticias, que enlazan a las parrandas con las congas, comparsas y otras expresiones masivas donde los participantes se mueven rítmicamente tras los conjuntos instrumentales o entorno a ellos.

La acumulación de estas experiencias anuales durante más de siglo y medio permite sacar a la luz los Remanentes lingüísticos africanos de origen bantú en las parrandas de Remedios, que como señalan los autores "funcionan dentro de las estructuras y normas lingüísticas del español". Estas expresiones del habla se observan en las rumbas de desafío y de victoria, a la manera de los cantos de puya, propios del palomonte, en forma de frases cortas y reiterativas. En el ámbito de las parrandas se señalan varios ejemplos, así como "otras alteraciones de los remanentes analizados", en los cambios de significados, en la supresión de una vocal sin la variación del significado y en la modificación del acento.

La africanía también se pone en evidencia en El teatro de los negros africanos y la teatralidad en las parrandas remedianas. Los símbolos de: el gavilán y el gallo, a través de los que se manifiestan los bandos de El Carmen y San Salvador, son portadores de una amplia significación teatral. Ellos constituyen un elemento clave del desarrollo de la parranda que hace posible un análisis de la trama festiva, las cualidades del diálogo, la fluidez de la acción y el clímax que provoca su máxima intensidad escénica, con sus normas muy bien delimitadas.

El valor cultural de esta festividad y su trascendencia les permite relacionar Las parrandas remedianas y el folklore caribeño, pues ya hace medio siglo que estas manifestaciones traspasaron este pequeño espacio insular y muchos remedianos radicados en otros lugares del orbe sienten como propio el llamado de sus ancestros y de diversas maneras tratan de participar. Esta fiesta también posee múltiples nexos con otras fiestas caribeñas que los autores se detienen en identificar y comparar.

El libro que ahora se presenta va mucho más allá de los nobles propósitos de sus autores, pues precisamente en estos instantes hay un reconocimiento internacional a los valores patrimoniales de múltiples expresiones culturales no limitadas a la creación arquitectónica o urbanística ni a los espacios naturales. Me refiero a lo que algunos preferimos denominar patrimonio cultural vivo, a pesar de los esfuerzos internacionales por barrer de la historia del pensamiento el materialismo dialéctico y tratar de "inmaterializar" o "intangibilizar" expresiones de la cultura humana donde intervienen todos los órganos de los sentidos que en definitiva forman parte de esa compleja expresión de la materia que es la vida individual y social en pleno desarrollo.

Este texto, que incluye un amplio testimonio visual en cada capítulo, puede apoyar, algún día, al Ministerio de Cultura a través del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, en la posibilidad de proponer a Las Parrandas, en su génesis remediana y por su rica capacidad expansiva hacia una parte muy importante de la región central de Cuba, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. No importa que la formulación oficial a este tipo de Obra Maestra sea poco feliz y muy cuestionable, lo importante es el merecido reconocimiento mundial.

Esta festividad popular es un loable ejemplo de tenacidad colectiva por el apego a su sentido de pertenencia, por la pervivencia de la identidad cultural. En este sentido los autores son dos parranderos endógenos que los convierten también en protagonistas de esa gran fiesta que el pueblo de Remedios se da a sí mismo, a la vez que abre sus puertas a todos los que venimos de otros lares para ser testigos de lo extraordinario.









Página enviada por Jesús Guanche Pérez
(30 de marzo de 2009)


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