Cuba

Una identità in movimento


Acerca de la modernidad en Cuba

Lohania Aruca Alonso


La modernidad, o, cualidad de lo moderno, de lo más avanzado, en Cuba, es un tema objeto del debate teórico relacionado tanto con la economía, como con la historia, la cultura, la política y en general la sociedad en que vivimos, incluyendo en el análisis de esta última, las fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades que existen en la realidad. La cuestión es: ¿Pertenece nuestra cultura actual, contemplado el mencionado término en su acepción más amplia, al mundo moderno, o, no?

Ante todo, para acotar mis planteamientos a una definición conceptual de amplio uso sobre la cultura, he copiado y citaré la acepción tercera que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española (DREA):


"3. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc."


También, me parece necesario conceptualizar qué es el mundo moderno. Intentaré sintetizar el contenido de esta idea, en torno a la cual se han escrito volúmenes enteros. Fueron los siglos XIX y XX en los que ocurrieron el triunfo y la hegemonía del sistema capitalista (lo más nuevo que se contraponía al antiguo régimen u orden mundial); sus procesos de transformación económico-sociales estuvieron determinados por el avance acelerado de la ciencia y la tecnología; el llamado "desarrollo" fue referido entonces a los índices económicos alcanzados por los países (Producto Interno Bruto o PIB) y, por los valores estéticos, éticos y morales que caracterizaban a dicho sistema, relativamente mundializado.

Recordemos al respecto que la división entre países capitalistas desarrollados y sub desarrollados, o más diplomáticamente dicho en vías de desarrollo, expresaba una nítida diferencia entre la parte de la humanidad que había logrado la implantación mayor del sistema, con sus beneficios y maleficios, y la que solamente había llegado a obtener una parte de aquellos, una migaja del "desarrollo", compartido con la subsistencia de otras culturas de tipo precapitalistas, a cambio de la entrega de sus recursos económicos de todo tipo, incluida la fuerza de trabajo, al grupo de países desarrollados que integraron el "primer mundo" (generalmente antiguos imperios coloniales de Europa occidental que saquearon a sus colonias para acumular sus actuales riquezas, a los cuales se sumó, en sus objetivos y práctica, desde el comienzo del siglo XIX, los Estados Unidos de América.

No sólo se impuso un modelo genérico capitalista en la economía (insostenible a la larga y a la corta, desde luego, para las grandes mayorías), sino también aquellos valores estéticos, éticos y morales que se conformaron de acuerdo con los intereses de la clase o grupo élite dominante internacionalmente: estos se trasmitieron a la población planetaria a través del modelo del mercado, o del intercambio comercial, y de los eficaces medios de comunicación masivos, generalmente de propiedad privada o al servicio del estado burgués y de su ideología.

Resaltaré entre los mentados valores del capitalismo desarrollado, desde luego, la importancia del trabajo humano "libre" y remunerado, con el requerimiento de su constante calificación (superación o perfeccionamiento), vista desde la posición individualista, es decir, a partir de la competencia, llevada hasta el grado más alto de deshumanización en el mercado del trabajo, nacional e internacional.

Otro valor, falaz ilusión, el bienestar o la felicidad del pueblo, únicamente referida al confort material del individuo, o, de un grupo de individuos (la familia, los profesionales, la pequeña burguesía, por ejemplo). "Bienestar" logrado a costa la destrucción de la Naturaleza y del propio ser humano (atomizado, estresado, lleno de vicios que destruyen su salud como el alcoholismo, y diversos tipos de drogadicción, a consecuencia de un estilo de vida insano); del dominio de la civilización, identificada con la vida urbana y contrapuesta a la vida rural. Promotora, la primera, de rascacielos y megalópolis, para lo cual era necesario garantizar por toda la eternidad una inversión gigante para cumplimentar la demanda de energía.

Otra ilusión: un sistema político mundial único, bajo la dictadura de la gran burguesía. Desde luego, el sistema hacia adentro es absolutamente heterogéneo y desigual tanto por sus necesidades e intereses. Entre sus elementos componentes reina la injusticia social, en lugar de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Las relaciones entre dichos elementos (países) son tensas, es la lucha por sobrevivir en medio de una jauría de fieras.

En realidad, la parte desarrollada del sistema capitalista (equivalente a los centros donde se cuece y decanta la cultura que es reconocida internacionalmente) está compuesto por pocas naciones, aquellas donde, más o menos, se construyeron los valores paradigmáticos del capitalismo sobre la base de mucho lodo, sudor y sangre, a favor de una sola clase social poderosa, la burguesía, oligarca y plutocrática. Del otro lado hay un gran número de naciones sometidas y empobrecidas, que nunca han llegado a ser otra cosa más que territorios y sociedades dependientes, neocoloniales, coloniales, estado asociado, provincias o departamentos autónomos.

Esto es en resumen, en blanco y negro, el panorama geopolítico y cultural capitalista de hoy día. En verdad, no hallo el modo de explicar, ni de demostrar, la existencia de un mundo capitalista "unido", "equitativo", "democrático", y menos aún "solidario". No existen esos valores o cualidades entre las naciones, países y pueblos que pertenecen a tal sistema. Esa es una gran debilidad en todos los sentidos.

Por el contrario, el mundo capitalista del siglo XXI está en una crisis que bien podría calificarse de global. ¡La globalización de la crisis del capitalismo como sistema mundial! ¿Qué es sino la guerra de Estados Unidos de América contra Iraq y Afganistán, que son países capitalistas? ¿Qué significa el genocidio que practica el gobierno y ejército israelí contra los palestinos, hace más de medio siglo, contando con el apoyo de los países capitalistas más desarrollados?¿Por qué sino se enuncia el concepto de guerra infinita e ilimitada por la súper potencia militar estadounidense?

Las últimas recetas del pensamiento liberal — que se originó en las revoluciones burguesas del siglo XVIII — y las del neoliberalismo actual, impuestas por los intereses de las transnacionales y los ideólogos de la ultraderecha, han resultado ser obstáculos y barreras casi infranqueables, para el avance de la sociedad humana, para el surgimiento de nuevos hombres y una mujeres con mayor desarrollo humano, con una verdadera cultura humanista superior a la conocida hasta hoy. Reina la desesperación por el incremento de la pobreza. Y su efecto sucedáneo es el terror, que traducido a tendencia política se convierte en "terrorismo de Estado".

Una vez descrito este cuadro general, tal y como lo percibe una simple ciudadana desde Cuba — la Autora de estas líneas — me pregunto: ¿cuál es nuestra situación respecto del "mundo capitalista"? ¿Ha avanzado o retrocedido la sociedad y cultura cubanas en relación con la que protagonizó la primera etapa de la República, desde el 20 de mayo de 1902 hasta el 1º de enero de 1959? Una época en la cual ciertamente éramos parte del sistema capitalista, pero, país capitalista subdesarrollado, dependiente de los Estados Unidos de América, con un único destino de venta y compra, con una economía abierta carente de protección, propia del llamado capitalismo periférico que gira en torno a un centro de poder.

Éramos, sí, una "neocolonia" yanki, una república formal, sin plena independencia ni soberanía, que nunca disfrutó con plenitud de la afamada democracia burguesa, precisamente debido a la traición del liderato de la burguesía pro estadounidense, y también, gracias a la traición del gobierno estadounidense a la burguesía cubana nacionalista, con el objetivo esencial de debilitar sus aspiraciones y el control del poder político, incitando a la corrupción de sus líderes políticos y sus funcionarios administrativos, incluido entre ellos a quienes debían velar por la justicia y la legalidad, por la vigencia y aplicación de las constituciones, las leyes, etc. Éramos, en fin, una sociedad estratificada, completamente dividida por motivos económicos, políticos, raciales, sexistas, religiosos, culturales… de todo tipo. Una sociedad en muchos aspectos atrasada, y con resabios esclavistas.

Ahora volveré sobre el concepto de lo moderno y su definición por el diccionario (DRAE), anteriormente citado, que ni remotamente es comunista, ni marxista, leninista o fidelista:


"4. m. En los colegios y otras comunidades, hombre que es nuevo, o no de los más antiguos." (Las palabras en negrita han sido resaltadas por la Autora)".


Y me planteo otra pregunta ¿Existen un hombre y una mujer nuevos en la Cuba de hoy? Y otra más, necesaria para establecer una comparación entre quienes serían los hombres y mujeres nuevos en relación con otros, que pudieran ser de los más antiguos. ¿Cómo eran los hombres y mujeres cubanos antiguos, anteriores al parte aguas del inicio de la opción por el socialismo (abril de 1961)?

A reserva de ampliar datos y nuevas opiniones en trabajos posteriores, me atrevo a escribir, desde ahora, que existe una gran diferencia entre los cubanos y cubanas que he denominado "antiguos" y los más contemporáneos o "modernos". Esta diferencia está a favor de los más recientes, de los que han nacido bajo el signo de la Revolución cubana.

Los índices publicados internacionalmente de educación, salud, de protección y seguridad social, de seguridad alimentaria, seguridad climática, y que pueden ser constatados en la vida cotidiana y real del pueblo cubano, en cualquier municipio urbano o rural del país, demuestran las oportunidades de una vida menos atrasada culturalmente que las que tenían en la época del tiempo muerto una gran parte de la población campesina en la Cuba capitalista azucarera. Revela la protección que la política y administración socialista ofrece a la población cubana actual. A pesar de cualquier argumentación crítica de los disidentes del gobierno del Poder Popular, de enemigos internos y externos, de los teóricos antisocialistas, anticomunistas, entre otros. Esa es la una de las explicaciones que hay para la subsistencia del poder popular revolucionario, a pesar del bloqueo yanki y otros muchos esfuerzos por aplastar y borrar del mapa a Cuba socialista.

Por otra parte, nuevas y amplias perspectivas se abren al presente y futuro de los cubanos. A partir del proceso de consolidación y avance de la calificación científica y técnica de la fuerza de trabajo activa en Cuba, integrada en un alto por ciento por mujeres científicas, técnicas, profesoras, y que poseen rango de dirigentes de alto nivel en las instituciones y organismos gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales; los logros alcanzados en la práctica de los deportes, las manifestaciones artísticas y literarias por estos cubanos y cubanas se avanza por el sendero de nuevos modelos modernos y humanistas de Cultura. Así consta irrebatiblemente en los reconocimientos nacionales y de organizaciones internacionales.

Desde luego, esta "modernidad" cubana va por vías muy distintas de las capitalistas. Se fundamenta en la socialización de la riqueza material y espiritual, en una cultura constantemente nutrida por las relaciones interculturales que se fortalecen paulatinamente en el seno de nuestra compleja sociedad multiétnica. Contribuye al avance intelectual y espiritual, el nuevo concepto de educación integral universal, en base a un pensamiento y tradición cubanos, martianos, y de desarrollo humano que es esencialmente inclusivo, se rechaza conscientemente, mediante la elaboración teórica y la praxis, todo tipo de discriminación o fobias, que dañe la dignidad humana. Este modelo humanista cubano es aplicado y medido a través de indicadores económicos-sociales-culturales, mucho más amplios y precisos que los del PIB; también estos conceptos han comenzado a ser utilizados en otras partes del mundo contemporáneo, por los países capitalistas menos conservadores.

Es por todo ello, que concluyo afirmando que en Cuba sí somos verdaderamente modernos, que nuestra cultura sí es de pensamientos avanzados, con aspiraciones a alcanzar peldaños superiores de humanidad y solidaridad, y que es tan moderna como se puede ser cincuenta años después de haber iniciado un proceso revolucionario que todavía continúa en acción, que ha desencadenado sucesivos cambios radicales, siempre a favor de las grandes mayorías de la población, y que sobrevive a contracorriente de todas sus vicisitudes.


La Habana, viernes, 25 de abril de 2008





Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(1 de mayo de 2008)



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