Ya es sabido, pero no escatimo la ocasión para recordarlo: la cultura moderna, en particular la que se funda en los albores del siglo XIX en la Isla de Cuba, porta en sus cimientos, amen de las manifestaciones literarias y artísticas, los despuntes, o, la eclosión de la ciencia y la tecnología criollas. Los avances de estas últimas, sus procesos de institucionalización y de impacto y transformación del ámbito económico y social colonial, se desarrollaron de modo vertiginoso, sobre todo si se tiene en cuenta en esta valoración que ocurrían en un territorio colonial, esencialmente agrario, relativamente industrializado, donde se sufrieron, desde finales de la sexta década de aquella centuria hasta 1898 inclusive, tres guerras implacables para lograr la independencia de la metrópoli española.
Los primeros estudios arqueológicos, antropológicos y de sociología se desenvolvieron afanosamente durante la segunda mitad del siglo XIX; estuvieron precedidos por el redescubrimiento geográfico, cartográfico, florístico, faunístico y mineralógico, realizado por la Real Comisión de Guantánamo (1797-1802) de las islas de Cuba y de Pinos. Ello contribuyó, en su momento, a la actualización de la información de base española que utilizó el sabio Alejandro de Humboldt en sus reflexiones expuestas en el Ensayo Político sobre la Isla de Cuba (1827).
Así las cosas, se incentivó el amor a la patria local, la admiración por las bellezas naturales del país, y por su potencial económico. Con miradas nuevas y diferentes, de científicos locales y viajeros, fueron vistas y también valoradas las culturas aborígenes, su legado material y espiritual. Al comienzo del siglo XX, a estos intereses por el entorno natural, social y cultural se sumó el análisis de las poblaciones de origen africano -en gran parte liberadas oficialmente de la esclavitud en 1886- de sus características étnicas, manifestaciones artísticas y aportes de toda índole a la cultura cubana.
Por todo ello, por la acumulación de riqueza intelectual que se desprende de tales trabajos indagatorios, estructurados en publicaciones, instituciones, personalidades y acontecimientos científicos relevantes, existe una tradición cultural, material y espiritual, a la que se integra la IX Conferencia Internacional Antropología 2008. Sus sesiones tuvieron lugar en La Habana, del 25 al 28 de noviembre de los corrientes, y su lema central fue "La Antropología en la construcción de un discurso social emancipador en el siglo XXI".
Es muy significativo el hecho de que este evento, organizado por el Instituto Cubano de Antropología, contó con los auspicios del Centro Nacional de Restauración Conservación y Museología, del Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana, del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad, y del Grupo de Trabajo Permanente Expediciones, Exploraciones y Viajeros en el Caribe, y además, sirvió de marco a otros encuentros de similar importancia científica: el I Taller Internacional de Educación ambiental y Patrimonial con la Comunidad, el Simposio Internacional de Arte rupestre, el I Simposio Internacional de Arqueología y la I Reunión de trabajo sobre gestión de proyectos Cuba-Venezuela-México.
La participación de numerosos expertos nacionales y extranjeros acompañó la presentación de conferencias y ponencias; la discusión científica, en cada caso, avaló las recomendaciones aprobadas durante las jornadas de trabajo. Tan sólo en el Simposio Internacional de Arte Rupestre estuvieron representados 16 países de América, Europa y África.
Finalmente, es justo destacar que gracias a un intenso trabajo realizado por el Dr. Pedro Pablo Godo, Victorio Cué e Iriel González, se inauguraron las dos salas del Museo "Guamá" del Instituto Cubano de Antropología, que ofrecerá a los estudiosos y al público en general, valiosas colecciones e informaciones graficadas acerca de la historia y cultura antiguas de nuestro archipiélago, del Caribe, Centroamérica y Suramérica.
La Habana, domingo, 30 de noviembre de 2008.
