Pero la ciencia arqueológica necesita de pruebas materiales. La búsqueda para confirmar la presencia de la solanácea, fue una de las líneas de trabajo de la segunda etapa del proyecto Contacto indohispánico en el Chorro de Maíta, que tuvo inicio en 2007.
Este sitio aborigen ganó celebridad en la década de los 80 del siglo XX al encontrarse uno de los mayores y mejor conservados cementerios de los primitivos habitantes de Cuba, con más de cien osamentas.
De esta fascinante indagatoria, entre otras, se ocuparon seis especialistas del Departamento Centro Oriental de Arqueología del Centro de Investigaciones, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en la provincia de Holguín.
También igual cantidad de la Universidad de Alabama y otras de los Estados Unidos, que realizaron la exploración entre el 15 de junio y el 9 de julio últimos.
La herramienta básica para localizar la presencia del tabaco, sus semillas, restos calcinados, carbonizados u otra posible expresión, resultó la paleobotánica, una avanzada técnica que exige de no pocos requerimientos para su validación, explicó Roberto Valcárcel, director del proyecto.
La verdad es que hasta ahora, en ningún sitio aborigen del país estudiado — dijo — se ha podido establecer con entera certeza la presencia de esta planta tan importante en la historia de Cuba y eso pudiera demostrarse como resultado de los estudios realizados para profundizar en la vida de los habitantes primitivos de Chorro de Maíta.
También, como parte del proyecto, apuntó que ampliarán el conocimiento sobre árboles maderables y frutales que poblaban el entorno de la comunidad y formaban parte del uso cotidiano de sus habitantes.
De igual manera comenzaron a conformar los contornos del área de habitación, sus diferentes espacios e incrementaron la información sobre el contacto temprano entre aborígenes y colonizadores.
Avanzaron en la integración de la visión, en múltiples direcciones, de lo que ocurría en Chorro de Maíta desde mucho antes de 1492 y luego de ese momento, destacó.
Valcárcel resaltó la ayuda útil, ética y responsable de los especialistas convocados por la Universidad de Alabama, entre ellos la doctora Lee Newson y el doctor Vernon James Knigth.
La joven arqueóloga norteamericana Brooke Persons, que pronto completará su doctorado en Culturas Aborígenes Caribeñas, explicó que es un honor para ella y sus compañeros participar en una exploración como la de Chorro de Maíta.
Reflexionó que este sitio arqueológico tiene ciertas similitudes con algunos estudiados en el sur de los Estados Unidos y diferencias sustantivas.
Se felicitó además de la posibilidad de compartir en los planos científico y humano con los arqueólogos holguineros en un proceso de enriquecimiento y entendimiento, de retroalimentación que beneficia a todos.
Largas jornadas de estudio quedaron atrás entre la salida y la puesta del sol. No pocas satisfacciones y conocimientos dejaron. Hubo mucho optimismo y camaradería. Abundaron el sudor y las sonrisas en el patio del campesino Moisés García, una de las 97 familias que hoy habitan el lugar.
El mar, a cuatro kilómetros de la ladera norte del cerro Yaguajay, elevación próxima al balneario de Guardalavaca, la brisa y el verde de la vegetación colindante, llenaron los días de los arqueólogos.
Los avances científicos gradualmente logrados confirman la certeza de lo que el doctor José Manuel Guarch fue capaz de ver y formular hace una veintena de años al descubrir el cementerio. A él se dedicaron estas jornadas de un proyecto para largos años que enfatiza en la vida.
Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(1 de agosto de 2008)