Cuba

Una identità in movimento


El Caribe: Frontera dinámica

Lohania Aruca Alonso


Puesto y colocado enfrente, es la primera acepción de frontera según el Diccionario de la Real Academia. Y ya se ha dicho y probado que nuestra isla grande y el conjunto del archipiélago cubano posee confines marinos que nos separan y, al mismo tiempo, propician la relación con las tierras insulares y continentales que circundan y forman las cuencas del Mar Caribe y del Golfo de México. Esas fronteras son históricas; por lo tanto, potencialmente, son capaces de evolucionar en forma dinámica, teniendo en cuenta los aires de solidaridad y cooperación que ahora mismo soplan sobre Nuestra América.

Nacieron en medio de una época definida por la conquista y colonización del llamado Nuevo Continente por los europeos; únicamente en beneficio del desarrollo de algunos de aquellos estados nacionales, los que comenzaron la acumulación de capital en el siglo XVI, según nos indica la teoría de Carlos Marx.

Uno de los más serios problemas sin resolver que, infelizmente, arrastraba el Viejo Mundo, y todavía arrastra, es, exactamente, obtener fuentes para el desarrollo económico de sus oligarquías a través de las guerras de conquista de nuevas colonias, de luchas intestinas por la expansión y hegemonía metropolitanas sobre nuevos territorios con riquezas materiales de cierto valor, sobre la base de subyugar poblaciones enteras y eliminar culturas supuestamente enemigas, "menos elevadas" espiritualmente que la europeo occidental.

Es preciso señalar y destacar este rasgo de "superioridad y prepotencia" sobre los "otros", como el más retrógrado, salvaje, que ha conservado y ejercido una parte de la Humanidad a lo largo de su prehistoria, etapa aún no rebasada, hasta hoy. Recordaré que metrópolis y colonia son términos políticos que asignan grados de dependencia de unos territorios respecto de otros. Las metrópolis, en la antigüedad, le aportaban sus colonos, (del latín colonus, sinónimo de labrador) a sus colonias; estos significados fueron definidos desde la más rancia cultura occidental, la clásica o grecolatina.

Si bien consta históricamente la agresividad de los caribes o "caníbales" contra otros pueblos aruacos por la ocupación y el asentamiento en tierras insulares, con vistas a realizar sus festines salvajes, no fue este el mismo tipo de objetivo que pretendía el enfrentamiento de los conquistadores europeos contra aquellos aborígenes.[1] En apariencias, los representantes de la cultura euro occidental habían logrado ya un pensamiento más complejo en cuanto al proceso de humanización, al sentido y sentimiento de humanidad, a través de las teorías del humanismo renacentista.[2] La razón humana jugaba un papel explicativo esencial con relación a la ubicación del hombre (no estaba incluida a la mujer) frente a la naturaleza, a la revalorización o posicionamiento de sí mismo como especie. No obstante ello, el afán de poder y de lucro desataron el genocidio sobre otros seres humanos, que por algún tiempo fueron descalificados como tales, los pueblos del Caribe, a partir de 1492.

A las ciencias humanas[3] correspondería investigar y analizar con más detalles estos avances y retrocesos de la sociedad (en este caso la europea), indagar en torno al grado de conciencia humanista individual y colectiva que en realidad aportaba el proyecto de "evangelización", o, la guerra de conquista con ropaje religioso.

Ya en el siglo XVII, una vez destruidos, o reducidos a su mínima expresión la resistencia de sus primeros enemigos, los aborígenes del Caribe, las potencias colonialistas occidentales se desarrollaron una a costa de las otras — y todas a costa de los pueblos conquistados, sometidos y explotados de América —, al calor de sus guerras fratricidas ínter imperiales. España, como primera potencia de la región, fue asediada de forma feroz y tenaz mediante el comercio ilegal (contrabando) y la guerra irregular, en mar y tierra, hecha bajo las banderas de corsarios, piratas y bucaneros.

De los territorios insulares caribeños bajo el dominio virtual de la corona española, pocos habían sido repoblados por colonos de origen peninsular. Inclusive la mayor de las islas, Cuba, se mantuvo casi despoblada hasta fines del siglo XVIII, de acuerdo con las noticias elevadas al rey Carlos IV por la Real Comisión de Guantánamo entre 1797 y 1802.

Al concluir la conquista de los territorios continentales mucho más extensos y ricos en oro y plata, y en otros productos de interés, así como en fuerza de trabajo indígena, poca importancia tuvieron las pequeñas islas caribeñas; con excepción del estratégico puerto de La Habana y algunos otros puntos de tránsito regulado obligatorio para la Flota del oro y la plata, la explotación de las minas de oro y cobre, la reparación de naves en astilleros recién creados, en algunos casos, el resto esos territorios eran prácticamente estorbos para la metrópoli española. Se abandonaron, y fueron a parar a manos de los propios corsarios, piratas y bucaneros que merodeaban los tesoros españoles. O se negociaron con las compañías comerciales fundadas por Holanda, Inglaterra y Francia como enclaves para realizar sus transacciones locales o a través del Atlántico. Estas utilizaban partes de sus territorios para establecer bases de transporte y almacenes de todo tipo de mercancías, incluidos los esclavos africanos.[4] La trata de esclavos africanos negros fue otro objetivo del lucro europeo y de sus guerras interimperiales, era el oro negro de aquella época.

Esta cruenta etapa produjo los primeros asentamientos no españoles en el Caribe y los límites o fronteras con los mismos; en apariencias también, concluyó a consecuencia de la Paz de Ryswick en 1697.[5] Entonces, se inició la verdadera ocupación y colonización de gran parte de nuestro Caribe isleño.

Un punto de giro en el proceso colonizador europeo en el Caribe fue el inicio de la explotación de determinadas producciones agrícolas americanas, a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII. En la isla de Cuba tuvo lugar la instauración oficial, en 1717, del estanco, o monopolio, de la hoja del tabaco a todo lo largo del país, destinándola a su manufactura exclusiva en la Real Fábrica de tabaco de Sevilla, a beneficio de las rentas reales. Entonces nació la factoría. La vega de tabaco, cuyo laboreo es muy delicado, estaba a cargo principalmente de las familias canarias obligadas a emigrar hacia América bajo contratos de corte feudal. Eran pocos los esclavos africanos negros que se utilizaban en este tipo de cultivo. Así se incrementó por algún tiempo la población blanca inmigrante y criolla.

En las colonias caribeñas inglesas y francesas sucedió que, cuando se puso en marcha la producción de azúcar de caña para el mercado mundial — y otros productos agrícolas de interés comercial — aumentó la demanda de mano de obra esclava africana. Había nacido la plantación esclavista intensiva y su tendencia fue la de un crecimiento de la población negra casi absoluto en relación con la población blanca inmigrante o criolla.

Estas diferencias entre las estructuras económicas y sociales de Cuba y el resto del Caribe antillano (me refiero particularmente a las islas y archipiélagos que se conocieron como las Antillas, mayores y menores), casi se compensaron, desde 1791 hasta los inicios del siglo XIX, después de la revolución social de los esclavos en Saint Domingue y el ascenso del azúcar de caña cubana a la posición de primer abastecedor del mercado mundial. Entonces, se abrió el período de la plantación azucarera esclavista intensiva en Cuba.

La fundación de la República de Haití (1804) introdujo una nueva frontera al extremo este de la Cuba colonial. Correspondió a un estado nacional sui generis, la primera república negra del mundo, dar el paso inicial hacia la inauguración de un Caribe "moderno", con identidad propia y propósitos de liberación nacional. Fueron los haitianos quienes enarbolaron por primera vez la insignia de la solidaridad revolucionaria con los patriotas de Nuestra América en el ámbito caribeño.


    La Habana, martes, 25 de diciembre de 2007



    Notas

    1. El sentido de aborígenes ha sido ampliamente definido por Marcio Veloz Maggiolo en "Apuntes sobre autoctonía y etnicidad", (Anales del Caribe, Centro de Estudios del Caribe, no. 13, 1993-94, p.8-9).

    2. Si nos retrotraemos siglos atrás, tales aspiraciones de una humanidad evolucionada inspiran las normas morales y éticas básicas (mandamientos) de la religión cristiana: ama al prójimo como a ti mismo, no matarás, no robarás, etc., que al parecer eran profesadas por los conquistadores europeos católicos.

    3. Según la propuesta de David Hume (siglo XVIII): "... no somos tan sólo seres que razonamos sino también uno de los objetos sobre los que razonamos" Hume, David. Tratado de la naturaleza humana. Edición preparada por Félix Duque. Madrid, Editorial Tecnos, 1988.

    4. En 1621 Holanda fundó la Compañía de las Indias Occidentales y durante la guerra de los Treinta Años se hizo con importantes enclaves como Surinam o Curaçao, en Venezuela, que servirían de puntos de almacenamiento y distribución de las mercancías. Inglaterra conquistó la isla de Jamaica en 1655 y en 1668 organizó su Compañía de Escocia con los mismos fines. Del mismo modo Francia consiguió durante el siglo XVII un conjunto de islas antillanas de gran importancia para su estrategia comercial: Guadalupe en 1635, Tortuga en 1640, San Bartolomé en 1648 y Granada en 1650, y tras la Paz de Ryswick logró que La Española fuera dividida, reservándose la parte correspondiente a la actual Haití, también creó en 1668, la Compañía de la Mar del Sur y la Compañía de Santo Domingo.

    5. Paz de Ryswick, pacto firmado el 20 de septiembre de 1697, en Ryswick, una localidad holandesa en las afueras de La Haya. El tratado puso fin a la denominada guerra de la Liga de Augsburgo entre Luis XIV, rey de Francia, y la Gran Alianza, una coalición que incluía a Inglaterra, España, los Países Bajos y al Sacro Imperio Romano. El tratado de paz tuvo efectos sobre las colonias americanas, particularmente, ocurrió una nueva repartición entre las potencias coloniales europeas de las localizadas en el Caribe.



Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(27 de diciembre del 2007)


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