Cuba

Una identità in movimento

Cuba en el tráfico esclavista transamericano y caribeño a través de las denominaciones de procedencia

Jesús Guanche



Las culturas nacionales de América y el Caribe deben una parte significativa de su formación histórica al poblamiento de africanos esclavizados durante los siglos XVI al XIX.

En el caso de Cuba, la presencia africana ha sido múltiple y constante desde los albores de la época colonial hasta la acelerada intensificación del tráfico clandestino durante el ocaso de la dominación hispánica en la Isla. Sin embargo, aun no queda claro, en relación con las influencias culturales, la amplia diversidad de denominaciones con las que fueron conocidos (comprados, vendidos, alquilados, perseguidos) más de un millón de personas trasladadas a esta parte del Caribe, a las que se les impuso una identidad otra, disociada casi siempre de su sentido de pertenencia grupal y en muchos casos dependiente del lugar de captura, del depósito de esclavos, del sitio de embarque y hasta de las lenguas de los traficantes africanos y europeos.

El propio tema de la trata de personas esclavizadas desde África hacia América se aborda desde diferentes perspectivas según regiones (África, América y Europa), lenguas y puntos de vista metodológico. Muchos anglohablantes se refieren a la Trata esclavista trasatlántica (Transatlantic Slave Trade) con todas las implicaciones interpretativas en lo histórico y sociocultural debido a la trascendencia y actualidad de la lucha contra el racismo, la discriminación racial y sus secuelas; los francohablantes aún hacen referencia a la Trata negrera (Trate Nègriere), lo que rememora dramáticamente el léxico de los traficantes, independientemente de la seriedad y rigor de los estudios realizados; autores lusohablantes se refieren al Comercio negrero (Comércio Negreiro) para desentrañar las redes establecidas desde el interior del continente africano hasta la costa mediante el aprovechamiento de sus ricas fuentes documentales y de la memoria oral.

Sin embargo, de este lado del Atlántico es necesario reflexionar y enfatizar también sobre la Trata transamericana y caribeña que, paralelamente a la proveniente de África, se reflejó en las más variadas denominaciones de compra-venta, captura y trasiego de africanos y descendientes según los sitios de concentración, reventa y distribución de esclavos, desde el sur de los Estados Unidos de América hasta Suramérica, con especial énfasis en las islas del Caribe.

Los componentes étnicos africanos en Cuba han sido denominados de múltiples maneras, casi siempre relacionados con la historia y los avatares del tráfico trasatlántico, desde la temprana presencia beréber al norte de África hasta la clandestina irrupción de los makuá en África oriental durante la segunda mitad del siglo XIX.

Simultáneamente con el tráfico esclavista transatlántico debemos considerar de manera intensiva y multidireccional el tráfico transamericano y caribeño, como proceso complejo y diverso estrechamente relacionado con el poblamiento de los espacios continental e insular y con el crecimiento socioeconómico de las colonias, en dependencia de los conflictos bélicos de las metrópolis europeas, del constante desplazamiento y ocupación de los sitios de adquisición de esclavos en las costas de África, del asedio incansable del corso y la piratería durante los siglos XVI al XVIII, y de los propios acontecimientos históricos de cada territorio en las Américas y el Caribe.

La presencia de denominaciones de esclavos africanos y descendientes en Cuba procedentes de las Américas y el Caribe ya no hacen referencia a posibles etnónimos ni a denominaciones genéricas susceptibles de ser identificadas y clasificadas según las etnias de origen. Aquí ya se borra toda referencia a la identidad cultural precedente y se impone otra denominación determinada por el territorio de procedencia inmediata o por la lengua que se habla en los lugares de reembarque. Tampoco es posible delimitar siempre si el tráfico es de africanos propiamente dichos o de descendientes criollos nacidos en las Américas y el Caribe.

Procedentes del actual territorio de los Estados Unidos de América encontramos en Cuba diferentes denominaciones de esclavos que eran adquiridos en Baltimore, Charleston (Guanche, 1998: 50), Florida (De la Fuente, 1986: 88, 95), Nueva Orleans (Guanche, 1998: 50), Rhode Island (Guanche, 1996: 59) y Virginia (Guanche, 1996: 59 y 1998: 50), por ejemplo. Junto con el tráfico de mercancías y el constante trasiego de embarcaciones era habitual la presencia de fuerza de trabajo esclava durante toda la época colonial.

Uno de tantos barcos es anunciado en la capital con su carga de esclavos, así como la venta individual:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 23 DE FEBRERO DE 1792

Entrada de Embarcaciones: De Providencia [Rhode Island] en id Gol el Pescado Dorado, con 132 Negros: su Capitán D. Juan Baseik.

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 15 DE FEBRERO DE 1811

Ventas: Otro, criollo de la Florida, de edad como de 9 años, muy ágil en 300 pesos libres para el vendedor: en el cuartel de la Fuerza, el sargento primero del regimiento de Cuba, Joaquín Nezanel, dará razon.
(Núñez: 1998: 198 y 272)

Debemos tener presente que los norteamericanos contribuyeron intensamente al comercio de esclavos en esta área a partir de su vieja experiencia como piratas y contrabandistas. En este sentido José Luciano Franco subraya:

Generalmente no se aprecia en su debida proporción la importancia de la piratería en el apoyo del comercio de las colonias del Norte, al menos al final del siglo XVII. Los piratas ingleses y norteamericanos armados en los puertos de Boston, Newport, Filadelfia y Nueva York, y apoyados financieramente por comerciantes respetables, asaltaron las flotas españolas del Caribe y llegaron a navegar en el Mar Rojo y el océano Indico para abordar allí los barcos dedicados al comercio con las Indias Orientales y volver a los puertos coloniales cargados de metales preciosos, especias y conservas (1976: 3).

En el primer decenio del siglo XIX, entre los meses de marzo de 1806 a febrero de 1807, entraron por el puerto de La Habana 30 barcos de bandera y tripulación norteamericanos, los que conducían unos cinco mil esclavos para la venta, cuya relación detallada puede verificarse en la documentación del Archivo Nacional de Cuba (Franco, 1976: 13).

Durante la etapa del negocio clandestino de esclavos los norteamericanos reprodujeron, desde otros sitios, el comercio triangular que en los siglos XVII y XVIII habían llenado las arcas de los armadores de Liverpool, Nantes y Burdeos. En la primera mitad del siglo XIX, los barcos norteamericanos zarpaban de Filadelfia, Nueva York o Charleston con cargamento elaborado en su territorio. En La Habana añadían aguardiente y tabaco, ambos muy apreciados en las costas de África, luego los cambiaban por esclavos, que más tarde vendían a muy buen precio en Cuba y partían de regreso con excelentes ganancias.

En 1859 Thomas da como posible que

... se equiparan, sólo en Nueva York, ochenta y cinco buques negreros con capacidad para entre treinta mil y sesenta mil esclavos, para los mercados de Cuba. Sin importar cuántos se transportaron, se vendieron al elevado precio de más de mil dólares por cabeza, y más si los cautivos sabían de agricultura o hablaban español (1998: 764).

El negocio aportaba tal ganancia que era preferible quemar el buque tras dejar la carga que ser capturado durante el regreso.

También en dirección contraria, la venta de esclavos desde Cuba hacia Norteamérica representó un importante negocio para los "negreros" cubanos aprovechando el alto precio que llegaron a adquirir. Si en Cuba y Brasil un esclavo de primera calidad podía costar entre 300 y 500 pesos, al final de la guerra en 1819 el precio de este tipo de esclavo llegó a subir a 900 dólares en Charleston y 1 100 dólares en Nueva Orleans. Tras un período de contracción que duró algo más de un decenio, de 1830 a 1837 se volvieron a elevar los precios entre 1 000 y 1 200 dólares (Franco cit. Phillips, 1976: 7).

En relación con la América continental, hay denominaciones en las fuentes consultadas que no resultan muy precisas. En los trabajos de Cremé (1994: 22) y Guanche (1998: 46) aparecen esclavos traídos de Costa Firme y en el de De la Fuente (1986: 93) proceden de Cuenca.[1] Costa firme o tierra firme es la antigua denominación que el imperio español daba al continente americano bajo su dominio para diferenciarlo de las "ínsulas". Estos esclavos podrían ser traídos de cualesquiera puertos de tránsito y distribución de esclavos. En la costa Atlántica, bien podían venir de los barcos que depositaban su mercancía en La Habana y eran redistribuidos hacia Veracruz y Campeche (Nueva España); bien los que eran depositados en La Guaira y Cumaná para ser redistribuidos a través de Cartagena de Indias (Nueva Granada); bien de los que eran depositados en Buenos Aires y Montevideo (Río de la Plata) y luego reembarcados hacia Río de Janeiro. En la costa del Pacífico, los que eran desembarcados en Acapulco y luego redistribuidos en Panamá, Lima, El Callao y Valparaíso.[2] Anteriormente y en sentido contrario:

A partir de 1534, dos años antes de la primera fundación de Buenos Aires, la corona española va concediendo sucesivas licencias para introducir esclavos [...] en Río de la Plata desde África y desde Brasil" (Picotti, 1998: 37-39).

A principios del siglo XIX todavía se vendían en La Habana esclavos de esta procedencia:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 6 DE JUNIO DE 1802

Ventas: Una mulata de la costa firme, lavandera y con principios de cocinera, sana y sin tachas en 500, en la casa núm 73 calle de la Merced.
(Núñez, 1998: 248)

Por tanto, no es raro que también aparezcan denominaciones como portugués (portugueses) — en plural o singular — según refieren los trabajos de Cremé, 1994: 24 y Guanche, 1996: 23; 1998: 46, para hacer alusión a los esclavos traídos a Cuba desde Brasil.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII, la trata había crecido en el puerto angolano de Benguela debido al aumento de la agricultura en el sur de Brasil. Sin embargo, como señala Thomas:

Muchos de los esclavos de Benguela estaban destinados a Brasil, pero a menudo los introducían de contrabando en Cuba u otros puertos del imperio español (1998: 365).

Recordemos además que durante el apogeo del contrabando de esclavos durante los años 1850-1860 este negocio se intensifica.

Hasta entonces, el tráfico esclavista del Brasil había estado favorecido por la cercanía al África, una mar más tranquila y menor persecución de la escuadra inglesa. Por estas razones los esclavos siempre se vendían más baratos allá que en Cuba. Como los barcos negreros brasileños estaban preparados para travesías más cortas que las de sus congéneres en el Caribe, los primeros cargos desviados navegaron en condiciones espantosas, dejando un saldo aterrador de muertes. Tomás Terry recibió algunas de estas expediciones, a precios bajísimos, colocando los negros en Juraguá para rehabilitarlos y revenderlos (Moreno, I 1978: 278).[3]

Anteriormente, ya la prensa se hace eco de la entrada de embarcaciones desde Sudamérica y la inmediata venta de esclavos:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 26 DE JULIO DE 1792

Entrada de Embarcaciones: De Montevideo bergantin el Dichoso, conduce 1706 quintales de tasajos, 686 de sebo, 25053 pesos 7 reales fuertes, y 83 Negros de ambos sexos de la costa de Brasil, que se abrirá su venta en los Barracones el día 27 del corriente por la mañana: su Capitan D. Miguel de Costa.
(Núñez, 1998: 47)

De América continental hispanohablante también aparecen denominaciones como Honduras (De la Fuente, 1986: 88, 95) y Panamá (De la Fuente, 1986: 88, 95) en Centroamérica; Campeche (De la Fuente, 1986: 93; Ortiz, 1987: 45; Ortiz, 1991: 94) y Nueva España (De la Fuente, 1986: 88, 95) en México; Cartagena de Indias (Cremé, 1994: 24 y Guanche, 1998: 46) y Santa Marta (Cremé, 1994: 24) en territorio colombiano; Caracas (Guanche, 1998: 46) y Maracaibo o Maracaybo (De la Fuente, 1986: 88, 95; Cremé, 1994: 24 y Núñez, 1998: 15) en Venezuela.

Las relaciones históricas entre Cartagena de Indias y La Habana datan de los albores de la dominación hispánica en América a través de la flota de galeones. En relación con el tráfico de esclavos africanos,

Cartagena adquirió el doloroso privilegio de convertirse en el primer puerto negrero de la América española que recibió entonces (1590-1640) numerosos esclavos sobre todo de procedencia bantú (Del Castillo, 1997: 202).[4]

Los comerciantes eran fundamentalmente portugueses cuyos recursos económicos les permitía comprar cargos de regidores. Tras el establecimiento de los holandeses en Curaçao hacia 1630 y de los ingleses en Jamaica en 1655 se aceleró el contrabando hacia Cuba y Tierra Firme a través de los puertos de Riohacha, Santa Marta, Mompós y Cartagena. Este negocio fue visto con beneplácito por diversos gobernadores como vía de contrarrestar el monopolio de las flotas. Para entonces muchos barcos con esclavos no procedían directamente de África hacia Cartagena sino de las colonias inglesas, holandesas y francesas del Caribe. Este lucrativo negocio contribuyó

... igualmente a la introducción ilícita de mercancías con el pretexto de que las traían para el uso y consumo de los esclavos (Ibídemz: 203).

Hacia 1603 se registra un envío de 144 esclavos desde Cartagena a La Habana. Este tráfico marítimo y comercial también fue intenso con los puertos de Santiago de Cuba, Bayamo y Baracoa durante la primera mitad del siglo XVII. La actividad continuó con cierta sistematicidad pues ya en

... la segunda mitad del siglo XVIII los negreros cartageneros transportaban esclavos a La Habana, entonces el mayor mercado de esclavos en la América española" (Ibídem: 204-205).

Cuando el general habanero Díaz-Pimienta comandó la expedición en 1635 contra la base de piratas en la isla de Santa Catalina, ubicada al norte de Cartagena de Indias, obtuvo un botín ascendente a más de medio millón de pesos, entre ellos "600 negros esclavos"[5] que se encontraban en posesión de ellos como botín de guerra.

La prensa de fines del siglo XVIII así lo atestigua, tanto en la venta de esclavos como en la entrada de barcos:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 16 DE JUNIO DE 1791 Ventas: Da. Maria de Jesús Arostegui, tiene una negra criolla de Cartagena de 20 años, con su cría; cosina, cose, y lava regularmente, en 300 pesos.

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 16 DE SEPTIEMBRE DE 1791

Entradas de embarcaciones: De Cartagena de Indias en 21 Fragata Inglésa el Orange, con 187 Negros de ambos sexos: su Capitán D Juan Kyfxin.
(Núñez, 1998: 192-193)

De manera análoga, los vínculos históricos y comerciales entre Cuba y el Virreinato de Nueva España o con los puertos de Campeche y Veracruz en la península de Yucatán, así como con Caracas y Maracaibo en el Virreinato de Nueva Granada, datan de inicios de la época colonial. De modo tal que las referidas denominaciones de esclavos eran algo habitual en las relaciones comerciales.

Durante el primer cuarto del siglo XVII los buques negreros con destino a Nueva España hacían escala en Jamaica, con el pretexto de efectuar reparaciones, aunque en realidad estaba destinado a desviar una parte de la carga hacia Cuba y así evadir el fisco.

Esto dio lugar a una denuncia de los oficiales reales de la Nueva España, fecha 27 de septiembre de 1619, en que citaban como ejemplo el caso de Tomás Pérez de Mella, quien había dispuesto en esa forma, el año anterior, de 97 piezas de una armazón procedente de Angola. Los que faltaban, los reportaban como muertos durante la travesía.[6]

esclavos procedentes de Venezuela y México eran anunciados en el mercado habanero:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 22 DE ENERO DE 1792

Entrada de Embarcaciones: De Matanzas procedente del Guarico en 20 Berg Francés la Descubierta, conduce 123 Negros: su Cap D Joseph Sabianu.

DIARIO DE LA HABANA, 10 NOVIEMBRE DE 1810

Ventas: Una china, natural de Maracaybo, de edad de 15 años, buena sirviente de casa, corta y hace túnicas, sana y sin tachas, en 500 pesos libres: en la casa n.87 calle de O-Reylli, de Sta Catalina para el Monserrate.

DIARIO DEL GOBIERNO DE LA HABANA, 20 DE AGOSTO DE 1813

Ventas: Otro, criollo de Campeche, de edad como de 10 años propio para page, sano y sin tachas, por su ajuste, en la casa n. 11 Calle de O-Reilly, frente al brazo fuerte.
(Núñez, 1998: 197 y 287)

De las antillas hispanohablantes aparecen las denominaciones de esclavos procedentes de Puerto Rico (Cremé, 1994: 24) y Santo Domingo (Cremé, 1994: 24; De la Fuente, 1986: 88, 95; Guanche, 1998: 46). El tráfico marítimo, comercial y migratorio entre los territorios de las colonias insulares hispánicas en el Caribe era algo común como parte de los vínculos habituales del área. A mediados del siglo XVIII se conoce una detallada Relación de las armazones de negros introducidas en los puertos de La Habana y Santiago de Cuba, por el nuevo asiento, desde Puerto Rico, entre noviembre de 1766 y enero de 1769.[7] Se relacionan diecinueve embarcaciones con un total de 4 949 esclavos, con una baja mortalidad del 1,83 % a bordo (91). De los que llegaron con vida (4 648) el 64,32 % eran hombres y 35,86 % mujeres.

En el caso de Santo Domingo es bien conocida por los historiadores la carta de relación de Diego Velásquez, del 1 de agosto de 1515 en la que se menciona la presencia en Santiago de Cuba de "muchos esclavos negros" y donde se solicita

... á los Oficiales de la Española que les embien los maestros que han servido en las obras que se han hecho allí por V.A. é dos pares de bueyes con sus carretas, é doce negros que saben bien servir á las obras.[8]

La venta de esclavos desde las vecinas islas es reflejada por la prensa de la capital:

DIARIO DE LA HABANA, 20 DE NOVIEMBRE DE 1811
DIARIO DEL GOBIERNO DE LA HABANA, 9 DE FEBRERO DE 1814

Ventas: dos negros criollos de Puerto Rico, el uno carpintero, y el otro trabajador de campo, sanos y sin tachas, por su ajuste: en la casa n.22 calle de S. Ignacio.
(Núñez, 1998: 277 y 290)

La organización del contrabando de esclavos y mercancías por los norteamericanos en el Caribe hispánico llegó a tener más importancia en el siglo XVIII que la piratería y se practicaba con entera libertad gracias a la venalidad de los funcionarios españoles. Era realizado a través de balandras que podían desembarcar hasta en pequeñas cuencas fluviales y se anunciaba por los habitantes de los alrededores mediante el disparo de un cañón (Franco, 1976: 5).

Algo semejante ocurre con las denominaciones de esclavos adquiridos en el Caribe anglohablante, donde se hace referencia a la lengua: inglés (ingleses, ingré), según los trabajos de Cremé, 1994: 24; Guanche, 1997: 23; 1998: 46; López, 1986(a): 49 y Ortiz, 1987: 50; 1990: 241; y al territorio de Barbados (De la Fuente, 1986: 88, 95), Granada (Guanche, 1998: 50) y Jamaica o Jamayca (Cremé, 1994: 24; De la Fuente, 1986: 88, 95; Guanche, 1996: 59; 1998: 50 y Núñez, 1998: 189).

Las reiteradas correrías de los corsarios cubanos en Jamaica durante el siglo XVII llegaron a un grado tal que en 1684 el Gobernador de la vecina Isla, Hender Moleworth, se quejó a las autoridades de Trinidad al conocer que los de la Gran Antilla

... preparaban una invasión al norte de la Isla con la intención de atrapar algunos negros.[9]

Es por ello que el historiador Ramiro Guerra señala:

Los ingleses, a fines de 1687, sufrían más daño que los españoles [...]. La tasa de seguro marítimo se elevaba en Londres y la vida se encarecía en Jamaica [...]. La piratería de procedencia cubana aumentaba con rapidez. Piraguas tripuladas por españoles y criollos, negros y mulatos, partían de la boca de los ríos de la Isla y de muchas caletas de la costa para asaltar los barcos mercantes ingleses y efectuar desembarcos en los lugares más apartados de la costa jamaicana, con el propósito de robar esclavos y ganados.[10]

Durante la primera mitad del siglo XVIII la naciente sacarocracia criolla sentía especial rechazo por el tipo de africano que se veían obligados a comprar a los ingleses, quienes eran los únicos suministradores de la Isla, pues

... los mejores esclavos quedaban en las Sugar Islands y a Cuba entregaban el remanente constituido por los congos "en todos los vicios corrompidos, los carabalíes que se ahorcan y huyen, los mandingas y los bambaras" (Moreno cit. Urrutia II 1978: 9).

En el Informe sobre el valor de la producción anual de la Isla, de la plata que entra en la misma, del comercio con el asiento de negros, del costo del azúcar cubano puesto en Cádiz...,[11] fechado en 1741, se constata el cálculo anual por las 300 piezas (esclavos) adquiridas a los traficantes ingleses en la zona.

La prensa periódica de la época también lo refleja:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 12 DE DICIEMBRE DE 1790

Ventas: Una negra criolla de Jamayca, cocinera y lavandera, coartada en 280 pesos con una hija de 2 años que se dá en 70 pesos. En la calle cerrada de Paula Casa No. 223 daran razon.

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 12 DE DICIEMBRE DE 1790

Entrada de embarcaciones: De Jamayca en bergantín Ingles el Dorado, conduce 28 Negros de ambos sexos su capitán Guillermo Torta.
(Núñez, 1998: 189 y 196)

Del Caribe francohablante solo aparecen las denominaciones de francés según reiteran los trabajos de Guanche (1998: 46) y López (1986 (a): 49) y de Puerto Príncipe Francés (Guanche, 1998: 50). Sin embargo, son múltiples las referencias del tráfico de esclavos en las colonias francesas.

La obra, hasta hace poco inédita, del cubano José Antonio Saco (1797-1879) [12] aporta diversos ejemplos sobre este intensivo trasiego con las colonias españolas, desde el tráfico de indios esclavos entre la isla de Margarita y las bocas del Orinoco con Martinica ya entrado el siglo XVIII hasta el intercambio masivo de africanos entre las dos partes (francesa y española) de la isla Española (Santo Domingo y Haití).

San Cristóbal es considerada la primera colonia francesa en el Nuevo Mundo y hacia 1635 un corsario francés llamado Pitre

... vendió allí un rico cargamento de negros que había apresado a los españoles en aquellas aguas, con los cuales la isla empezó a tomar mucho incremento (2002: 146).

Tanto franceses como holandeses siguieron introduciendo esclavos, bien directamente de África, como de los que apresaban a los españoles en las costas de Brasil.

Los reiterados ataques de los corsarios nacidos o asentados en Cuba durante el siglo XVII también hicieron blanco en las Antillas francesas. A principios de 1685 el corsario habanero Mateo Guarín (o Marín) era dueño de una galeota, con la que asaltó una plantación en Haití y capturó cerca de cuarenta esclavos por un valor de 8800 pesos, lo cual fue declarado como "buena presa" en las ciudades de Baracoa y Puerto Príncipe.[13]

Los conflictos bélicos entre Inglaterra y Francia, y la piratería a su servicio o por cuenta y riesgo propiciaron también el trasiego de esclavos en el área. Saco refiere entre múltiples ejemplos que:

Los filibusteros de la parte francesa de Santo Domingo sorprenden a Vera Cruz en 1683, y además del rescate que obtuvieron, se llevaron de la ciudad 1 500 negros esclavos, y negros y mulatos libres con lo que volvieron a Santo Domingo. [En 1694 una] expedición compuesta de 3 buques de guerra y 20 transportes con 1 500 hombres partió de Santo Domingo [...], atacó a Jamaica, incendió muchas haciendas, cometió otras atrocidades y por último se retiró con un botín que contaba entre otras cosas de 3 000 negros, según Charlevoix y Raynal, de 1 000 según Bryan Edwards, y de 1 500 según Montgomery Martin (2002: 181).

En el caso de Cuba es bien conocida la inmigración de miles de africanos y descendientes criollos "franceses" tras los dramáticos sucesos de la Revolución Haitiana, quienes fueron ubicados en los lugares de asentamiento de sus respectivos amos como parte de los bienes que pudieron transportar.

La entrada de buques con esclavos desde la vecina isla es anunciada por la prensa:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 23 DE FEBRERO DE 1792

Entrada de Embarcaciones: De Puerto Príncipe Frances en idem. Frag. la Bezi con 414 Negros: su Capitan D Pedro Acuche.

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 24 DE JUNIO DE 1792

Ventas: [...] Un Negro Frances de 28 á 30 años, de buena precensia peluquero, barbero, lavandero de medias de seda, y agil para todo servicio de casa, pero con todas tachas: su precio 300 pesos libres para el vendedor. En la calle de San Agustín para Santa Clara casa núm 36 darán razon.
(Núñez, 1998: 198)

En dirección hacia el Caribe francohablante, desde Cuba también se hacían interesantes negocios y ofertas de esclavos procedentes del contrabando con el puerto francés de Nantes. Desde Santiago de Cuba la firma Dutocq et Cie. envía en 1825 una carta a míster Bannaffe y Lariviere, con residencia en Pointe-a-Pitre, Guadalupe, que propone:

Por indicaciones de M. Courennneau, de Burdeos, tenemos el honor de ofrecerles nuestros servicios para esta plaza. Ustedes saben, señores, la ventaja que presenta nuestro mercado para la venta del ébano. [...] Este año hemos recibido gran número de cargamentos de este artículo, por cuenta de los negociantes de Nantes. Todas nuestras ventas han sido coronadas por el éxito; los créditos más largos son de catorce meses. El último cargamento vendido es el de la "Henriette", de Nantes... (Franco, 1976: 20-21).

Del Caribe holandéshablante encontramos las denominaciones toponímicas de Curazao, Curaçao y Curasao (Cremé, 1994: 24, Guanche, 1998: 50 y Núñez, 1998: 188) y los lingüónimos de holandés, holandeses, olandés, olandesa (Cremé, 1994: 24, Guanche, 1998: 46, López, 1986 (a): 49 y Núñez, 1998: 125), lo que denota la presencia de esclavos procedentes de este territorio o vendidos por traficantes holandeses.

El contrabando de mercancías y esclavos desde las posesiones holandesas durante el siglo XVII hacia Cuba lo evidencia la denuncia de un buque holandés de treinta y cuatro piezas que se encontraba negociando en Bayamo, así como el desembarco clandestino de esclavos por el corral Guanimar, propiedad del alférez Cristóbal de Poveda, en directa complicidad con su mayoral Juan Díaz.[14]

A fines del siglo XVIII la prensa periódica anuncia:

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 21 DE NOVIEMBRE DE 1790

Ventas: Una negra de Curasao, costurera y lavandera, sana y sin tachas, en 350 pesos: en esta imprenta darán razón.

PAPEL PERIÓDICO DE LA HABANA, 3 DE ENERO DE 1796

Ventas: Un Mulato olandés, de edad como de 30 años, bien parecido, peluquero y barbero, sano y sin tachas, en 350 pesos libres para el vendedor. En la calle de la Obra pía, en la tahona que está mas arriba del colegio de RR.PP Capuchinos d.r.
(Núñez, 1998: 188 y 223)

De manera que junto con la presencia de africanos embarcados directamente desde el continente también es muy significativa y constante el trasiego de esclavos en el área de las Américas y el Caribe, pero ya aquí no es posible determinar la composición étnica, sino solamente la procedencia territorial y la referencia lingüística de la mercancía humana.


Este texto es una síntesis del capítulo VI del libro Africanía y etnicidad en Cuba (los componentes étnicos africanos y sus múltiples denominaciones) del propio autor




    Bibliografía

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