Cuba

Una identità in movimento

Nicolás, el poeta de la ardiente lira

Marilys Suárez



Siempre novedoso y vital, Nicolás Guillén trasciende junto a otros grandes de la literatura nacional y universal. De acendrada cubanía y excepcionales cualidades como poeta, Nicolás supo desde muy joven enrumbar su pluma por la senda de una poesía auténticamente nacional en la que lo culto y lo popular fluyen con acento propio.

Nacido en la provincia de Camagüey el 10 de julio de 1902, Guillén sobresale por la magia de una poesía en la que los elementos negroides y folclóricos, tanto como los temas sociales conforman un mosaico de hondas raíces caribeñas y latinoamericanas.

Buen discípulo de Rubén Darío, Nicolás Guillén fue, además, el combatiente lleno de amor y vertical entrega que, a golpe de rebeldía se sumó a la obra revolucionaria, después de años de ausencia y de exilio.

Se dice que Nicolás Guillén no compuso jamás una partitura, pero que tampoco lo necesitaba para darle sentido musical a su obra. Fue la aparaición de Motivos de Son en 1930, que el puente entre la obra poética de nuestro Poeta Nacional y la música (en este caso el son) quedo tendido para siempre.

La publicación de los ocho poemas que dieron vida a los Motivos de Son causó gran revuelo en los medios culturales de aquellos años. Así el cubanísimo son entró en la poesía, generándose de tal suerte una revolución a escala universal en este arte.

A partir de ese momento, Guillén saltó de las páginas del libro al pentagrama y de la mano de músicos cubanos tan notables como Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, González Allué y Eliseo Grenet. Su verso costumbrista, combativo, amoroso y revolucionario se hizo canción, rumba, son...


Poeta de cárcel y exilio

Así llamó un colega a Nicolás Guillén y me valgo de su frase para caracterizar a este hombre que hizo de la literatura y el quehacer revolucionario una razón de su existencia. Lo que sostuvo en sus poemas y en su prosa lo reafirmó con su postura.

Con una obra en la que descollaban tanto los temas íntimos como los audaces madrigales y en la que lo social se fue abriendo paso como depurada expresión de la vida espiritual del cubano del campo y la azada, del tambor y la guitarra, Nicolás Guillén bordó con su ardiente lira la magia de su pueblo.

El se nutrió del mestizaje, de los dolores y goces de su gente, forjando con su poesía una simbiosis única. Este es el Guillén que se sorprendió del son y que con su Sóngoro Cosongo, publicado un año después de sus Motivos anunció una etapa nueva de la poesía cubana.

En Sóngoro Cosongo el Poeta Nacional de Cuba recoge 27 poemas de su autoría, entre los que sobresalen títulos como Rumba, Velorio de Papá Montero y los Motivos de Son.

Esta vinculación de Nicolás a la música ha propiciado que autores e interpretes de los más reconocidos del orbe se hayan servido de sus versos para darlos a conocer melódicamente.

Poe eso, en las celebraciones programadas para recordar al Poeta en el centenario de su nacimiento, el próximo 10 de julio, la música tendrá un momento singular, justo a la altura del enorme mérito de Guillén.

Caballero andante de la poesía, al decir del musicólogo e investigador cubano Alberto Muguercia, el autor de la Elegía a Jesús Menéndez mantiene enhiesta su ardiente lira. Qué mejor homenaje para quien como Nicolás Guillén hizo del verso conjugación de palabra y música.



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