El pueblo venezolano está convocado al ejercicio del deber. La Revolución Bolivariana necesita que los revolucionarios sean o no afilados a su Partido estén decididos a mostrarle su afiliación verdadera: el respaldo y defensa que hay que demostrar en la hora de LA verdad. Esta vez será de participación en la movilización popular de los electores hacia los colegios electorales, la concientización que ese día, el 23, no es un día cualquiera y que hay que acudir a las urnas porque allí se juega en parte la marcha o los destinos de esa Revolución tan linda, como dice Chávez.
Hay un principio a la vez elemental y fundamental para los procesos revolucionarios verdaderos. La Revolución debe saberse defender, y los revolucionarios individual y colectivamente deben saber que tienen que mostrarse consecuentemente como tales en cada momento que esa Revolución les llame para librar aquellas batallas, grandes o pequeñas, que cada momento le imponga. Y en esta ocasión, los comicios para elegir gobernadores, alcaldes y concejales, por su trascendencia territorial y la repercusión cercana a los intereses de los pobladores de cada lugar, son estratégicamente muy importantes.
De esto dimana la actitud que debe asumirse por todos los militantes o simpatizantes de la Revolución en su conjunto o con una parte esencial de su obra. En fin, el verdadero pueblo que ha vivido los cambios y aún espera mayores beneficios para su presente y futuro. Se trata en primer lugar de votar y dejar el abstencionismo para los enemigos recalcitrantes de la Revolución bolivariana, si así lo deciden. En segundo lugar se trata de ir preparados conscientemente para votar por los candidatos que representan el cambio necesario para la revolución. Aunque sean feos uno que otro, y no se simpatice con este o aquel por cualquier detalle, hay que comprender que esos candidatos del Partido Unido de Venezuela son los únicos comprometidos a proseguir los cambios a favor del pueblo. Los otros, son los otros, aunque puedan expresar algunas lindezas o se disfracen de buenos samaritanos, son en realidad fariseos que aspiran torpedear la obra de la Revolución, hacerla fracasar o destruirla, según sea la correlación de fuerzas internas y externas. Si pensamiento y acción no está sólo en Venezuela, sino que andan con oídos y ojos y mentes puestos hacia el Norte revuelto y brutal. Sufren de yanquimanía y cipayería, y esos males no se curan ni en la oposición ni en el gobierno, ni saliendo electos o perdedores. Pero es mucho mejor para la Revolución y la Patria venezolana mantenerlos a raya como perdedores. Y sólo una Revolución fuerte e irreversible por la voluntad firme y la lucha heroica los puede mantener definitivamente a raya.
Así que los venezolanos deben saber que andar unidos, pues en política la división es la muerte, y estar erguidos como los Andes. Bolivar, como la Revolución Bolivariana, tiene mucho que hacer todavía en América. Y a la felicidad de la Patria venezolana y a la gran patria de nuestra América se va por la felicidad de los trabajadores y del pueblo.
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(20 de noviembre de 2008)