Querida Adriana:
Seguramente le ha extrañado que no le escribiera más desde su respuesta sobre aquella vez que la felicité por solicitar el Premio Cervantes para su querido Fidel y quiero decirle antes que nada que espero reactive esa campaña ya que es marzo y no debe olvidarla. Siempre me pareció estupenda idea y así se lo comuniqué entonces. Quedé algo frenada porque mi mensaje anterior anduvo por todos lados y hasta se tradujo al inglés con gente intrigada preguntando quien era yo.
Vuelvo con esta misiva para comunicarle ciertos detalles importantes que leí hace unos meses en un reporte del FBI, donde se afirma que más del 80 por ciento de nosotros cubanos residentes en Estados Unidos no somos confiables, porque nuestro nacionalismo es muy fuerte y la nostalgia por Cuba y sus costumbres nos impide integrarnos a la sociedad norteamericana sin olvidar nuestros orígenes como sucede con otras nacionalidades.
Por estos lados la propaganda constante de la CIA con fines políticos, y los grupos más duros del exilio con intereses económicos que en el fondo son los mismos, sostienen que el Gobierno Castrista es rebatible y puede caer de un momento a otro. Siempre con la misma cantinela y pronósticos que pronto cumplirán cincuenta años, mantienen a la comunidad cubana con la llama del regreso encendida, pero ya sin creer nada de lo que dicen porque sólo buscan el voto.
En contraste con esto, sabemos que en estos días acaba de finalizar en el Hotel Nacional de la Habana una reunión con representantes de cubanos residentes fuera de Cuba con dos dirigentes del viejo y nuevo gobierno castrista, Ricardo Alarcón y el canciller Felipe Pérez Roque. Los cubanos presentes se auto titularon emigrados y también dejaron en claro un fuerte mensaje de defensa de la nación cubana independientemente de donde viven.
Los periódicos de acá sostienen que la reunión parecía una asamblea del Partido Comunista porque concluyó con mensajes de pronto restablecimiento para Fidel Castro, y el pedido de liberación para los cinco cubanos infiltrados en Miami, ya juzgados como “terroristas” y condenados a varias cadenas perpetuas.
Mientras comentaba esos cables y noticias con mi amiga Carolina Michelena, residente en Nueva York que nos visitaba, ella se enojó con mi punto de vista y me lanzó en la cara que con los cubanos solo queda que el Gobierno de Estados Unidos vuelva a apropiarse de esa Isla (para ella maldita), arrojando una bomba inteligente que mate a todas las personas, lanzada sobre Cuba cuando se aproxime un huracán de fuerza cinco para eliminar a todos los residentes, aún corriendo el peligro de que los vientos huracanados, lleguen a la Florida y arrasen también sin miramientos con el exilio cubano. Además planteó que hay que exterminar a todos los defensores de los hermanos Castro desde la helada Patagonía Argentina hasta las arenas del desierto donde también habitan cubanos y hay amigos de la Revolución.
Terminada esa limpieza étnica y según ella, habría que acabar con todos los gallegos, asturianos, vascos y catalanes, los habitantes del Congo y Nigeria, los chinos de Hong Kong y Cantón, los franceses de Burdeo y El Havre, los italianos y yucatecos e ir con ellos sin miramientos, porque estas desgraciadas personas son capaces de viajar a la Isla deshabitada y procrear de nuevo a la raza cubana para que dentro de cincuenta años, Estados Unidos vuelva a tener los mismos problemas.
Quedé sin aliento por tanto odio y pensé en pedirle consejos a usted, estimada y lejana amiga, porque si una muchacha de mi misma edad cavila de esta manera costándole tanto trabajar, educarse y sanarse en esta tierra de gringos, cuánto odio sentirán aquellos que intentan volver para repartirse profesiones, casas, terrenos, descubrimientos y logros obtenidos por los casi doce millones que sostienen a Cuba en tantos años de Revolución. Mi tía, por ejemplo, vive en Fontanar y tiene una hermosa casita. Hablando del tema me dijo la última vez que la visité: Mira, chiquita si la YUMA viene algún día a quitarme esta casa, primero caerá muerto mi marido, luego tendrán que matar a mis dos hijos y en seguida me encontrarán a mi detrás de la puerta con este machete (allí fue cuando me lo mostró), y los degüello uno por uno hasta caer muerta. Esa es mi familia cubana. Esa es la que intentan asesinar. La que sabe defenderse. La hermana de mi padre y madre de primos que Estados Unidos ya no me deja visitar porque me lo prohíbe. Me lo impide este país guerrero que va dejando más de cuatro mil muertos en Irak, la mayoría latinos.
Estoy muy enojada con este país porque nada les ha cumplido a mis padres de lo que sintieron como promesa fácil. Al contrario, viven esclavizados, la salud costosísima y la Universidad sólo para ricos.
También estoy muy encrespada con Carolina, tanto que no sé si podré continuar la relación amistosa con ella, aunque en algo le hallo razón. Para acabar con Cuba haría falta una limpieza terrible como la relatada, aún si la descripción por sí misma sólo la manifiestan para meter miedo. Todos los que piensan como Carolina son gente de mucho odio, desconocimiento, maldad genética, intereses espurios, vísceras sin un poquito de sentimientos. Cuba no molesta a nadie y su “mal ejemplo” es sólo para estos infrahumanos que especulan así.
Se me ha hecho algo tarde. Ahora la dejo pero prometiéndole que le escribiré más seguido ya que confío en usted. Agradezco su lealtad porque mi nombre no lo sabe nadie. ¿Observó que ahora también se la están tomando con China? Acá es voz popular que todo lo ha programado la CIA para impedir los Juegos Olímpicos.
Para la maldad, nunca duermen.
Su amiga desde Miami
Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(24 de marzo del 2008)