El ejemplo de la revolución cubana, prisma de las esperanzas más
ambiciosas, los deseos más indomesticables y las rebeldías más osadas,
es el de la recreación permanente de los proyectos de cambios
radicales. Nada más lejos de ese horizonte que la burocracia, la
corrupción, el enriquecimiento, la diferenciación de clases y el
mercado, como alertó Fidel en su célebre discurso pronunciado en la
Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005.
La dignidad de la revolución cubana, la de su pueblo y la de su
dirección política histórica, se ha ganado con justicia en la
confrontación con el imperio más poderoso de la tierra.
Esa es la Cuba que admiramos, respetamos, queremos y defendemos. Lo
hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo.
No una revolución "jubilada", cansada y exhausta, atada a la razón de
Estado y a los compromisos con diversos gobiernos burgueses de la
región (como fue el triste e indecoroso final de la Unión Soviética).
¿Cómo sintetizar entonces medio siglo de revolución? Quizás con pocas
pero entrañables palabras: dignidad, herejía, originalidad, audacia,
osadía, autoestima popular, tozudez, patriotismo, internacionalismo,
ética, cultura y subjetividad comunista.
¿Qué significó históricamente la revolución cubana?
A nuestro entender, la recomposición del espíritu de ofensiva de los
"años radicales" de la década del '20, opacados por la sombra gris y
mediocre de hegemonía stalinista y populista durante casi treinta años.
Recuperar hoy ese mismo espíritu de ofensiva, ochenta años más tarde
que Mariátegui, Mella y Farabundo Martí y cincuenta años después de
aquel heroico ingreso del Ejército Rebelde en La Habana, es la gran
tarea de una nueva generación continental. Tarea que sólo podrá
concretarse en aguda e impiadosa disputa contra los viejos y los
nuevos reformismos. Los mismos reformismos que en su momento
insultaron a Mariátegui y condenaron el asalto al cuartel Moncada en
nombre de la supuesta "falta de condiciones para la lucha". Un
leitmotiv que reaparece periódicamente... década tras década...
Espíritu de ofensiva, bien, pero. ¿ofensiva contra qué y contra quién?
Contra el capitalismo, contra el imperialismo, y contra las corrientes
ideológicas que los legitiman (principalmente el posmodernismo, pero
también el posestructuralismo y el posmarxismo). Sin embargo no sólo
contra ellos. También contra quienes apuntan — con lenguaje seductor,
edulcorado y engañoso — a revertir los logros de la revolución cubana
restaurando paulatinamente los trillados mecanismos mercantiles y en
definitiva el capitalismo.
¡Sí, de eso se trata, de recuperar la ofensiva tras la internación en
terapia intensiva durante un cuarto de siglo para los proyectos
revolucionarios!
Y en ese camino, vertiginoso y arriesgado pero apasionante, aprender
de la revolución cubana y de su liderazgo histórico. ¿O acaso Fidel y
el movimiento 26 de julio, junto con todo el pueblo cubano, hicieron
la revolución siguiendo los "consejos" de alguien? ¿Respetaron acaso
el Ejército rebelde y todos los jóvenes que lo integraron y
acompañaron la geopolítica de otros estados? ¿El primero de enero de
1959 se privilegió, quizás, las necesidades diplomáticas de países amigos?
¡No! Definitivamente, no. Fidel siguió su propio camino. Por eso
triunfó. De eso se trata, de adoptar y aplicar su método de análisis y
actuación de aquel entonces. Hoy necesitamos independencia mental. No
ceñirnos a los "consejos" de nadie. No diagramar nuestra agenda
política y nuestra estrategia de confrontación a largo plazo atando
nuestras luchas a los compromisos coyunturales de ningún ministerio de
relaciones exteriores, incluyendo los de los estados amigos y
hermanos. Igual que hizo Fidel para poder triunfar. La revolución
cubana ha sido y es una excelente maestra. Esperamos haber aprendido
la lección que nos enseñó.
Recuperar entonces y reactualizar el internacionalismo militante, el
latinoamericanismo apasionado y la independencia mental.
No dejarnos atrapar por los espantapájaros del macartismo ni por los
cantos de sirena de ese reformismo putrefacto y recalentado, que sigue
oliendo tan mal a pesar de que nos lo quieren presentar con
envolventes perfumes.
La significación de la revolución cubana tuvo y tiene entonces alcance
mundial.
¿Cómo entender la radicalidad del movimiento afrodescendiente en
Estados Unidos obviando la relación de las panteras negras con la
revolución cubana? ¿Puede tal vez desconocerse la influencia de Fidel
y el Che sobre los jóvenes rebeldes del 68 europeo? ¿Y la solidaridad
con Vietnam? ¿Quién puede borronear la presencia solidaria de la
revolución cubana en la liberación de Angola y el fin del apartheid
sudafricano? ¿Y la insurgencia latinoamericana? ¿Cómo comprender la
teoría de la dependencia, la pedagogía del oprimido, la nueva novela y
el nuevo cine latinoamericano o la teología de la liberación sin el
terremoto de 1959?
Ningún continente quedó al margen del huracán sobre el azúcar.