Cuba

Una identità in movimento


Consejeros y aconsejados, con background de sahumerios y cantos gregorianos

Carlos Rodríguez Almaguer


Cuando publiqué, el pasado 5 de septiembre, mi artículo "El AntiDieterich", algunos pensaron tal vez que exageraba en mis juicios sobre Heinz Dieterich. Otros ya sabían cómo pensaba al respecto y por qué no había dicho públicamente mis opiniones. Y este por qué, lo aclaro para evitar especulaciones, está dado en lo fundamental por el hecho cierto de que ha sido históricamente una tendencia de los poderosos echar a pelear a sus enemigos para evitar que se unan en su contra. La vieja divisa romana de "divide y vencerás", ha hecho posible que las izquierdas se entretengan durante mucho tiempo destripándose entre sí, en lugar de enfocar al verdadero enemigo y unir todas las fuerzas contra él, auque sea bajo el refrán de que

    "... el enemigo de mi enemigo es mi amigo".

Pero la unidad revolucionaria, si bien puede establecerse sobre la base de métodos diferentes, ha de ser siempre consagrada por principios claramente establecidos y compartidos por el conjunto. Cuando algo pone en peligro esos principios, entonces hay que evaluar las maneras de enfrentar el problema. Es decir, si el daño que se hace a la unidad en sí misma, manteniendo dentro del conjunto a la parte que de forma manifiesta ha demostrado no honrar esos principios, no es mayor que el que pueda causarle separar sin paños tibios a esa parte.

Y lo del pensador alemán, a mi juicio, ya pasaba de castaño oscuro con sus prepotentes consejos a diestra y siniestra, sin el menor pudor al hablar de sí mismo y ensalzar sus propias teorías, y sin la menor reverencia a la obra real, concreta y tangible de dos figuras históricas de las dimensiones de Fidel Castro y Hugo Chávez.

Me limité entonces a unas simples preguntas a Dieterich en el artículo mencionado. Preguntas que hubiera preferido hacerlas a él mismo cuando en el teatro Teresa Carreño de Caracas, intervino en presencia de Chávez, Armando Hart y otros compañeros, y donde solo le faltó decir que Marx, Engels y Lenin eran dinosaurios filosóficos, sus escritos a lo sumo, incunables del marxismo, y que quien pretendiera ahora, en el siglo XXI, hablar de socialismo, debía regirse indefectiblemente por las teorías del socialismo telemático, informático y cibernético, que propugna el Nuevo Guía Tecnotrónico de los explotados de este mundo, cuyo nombre es Heinz Dieterich Steffan.

Ahora salta a la palestra, para asombro de algunos y confirmación de otros muchos, la traición del ahijado filosófico de Dieterich dentro del proceso bolivariano de Venezuela: el general retirado y ex Ministro de la Defensa, Raúl Isaías Baduel. Aunque Dieterich gusta de firmarse asesor del presidente Chávez, todos saben que en realidad a quien asesoraba era al general Baduel.

Chávez cuando solía citar a Dieterich lo indicaba tácitamente, es decir, dejaba claro que era una idea del pensador alemán, y luego comentaba al respecto si era preciso, pero no ha sido ostensible en sus discursos una influencia ajena a sus lecturas y análisis personales, permeados de cada libro nuevo que le cae en las manos de insaciable lector.

No así el general Baduel, cuyos discursos en los últimos tiempos eran más filosóficos que políticos, y aunque los salpicaba de Sun Tzu, Cristo, Lao-Tse, San Mateo, Kahlil Gibrán o Che Guevara, era evidente que sus parrafadas sobre el llamado "Socialismo del Siglo XXI" y el uso del instrumental referativo marxista no eran de su propia cosecha. Búsquense las intervenciones y las entrevistas de Baduel y compárese con el prólogo al libro de Dieterich "Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI", firmado por el general y se notará la diferencia. Léase su discurso de traspaso de mando de la jefatura de la Fuerza Armada, y a penas podrá saberse si se está en presencia del discurso de un soldado, o de un artículo del autor del Nuevo Proyecto Histórico.

Hablando de entrevistas, es irónico que el título de la que les concedió el general Baduel a los periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez sea "NADIE PODRÁ DECIR NUNCA QUE BADUEL TRAICIONÓ A CHÁVEZ".

En esa extensa entrevista, hecha en el entorno habitual del general Baduel, en pleno apogeo de la efímera gloria que le rodeó (y de la que Dieterich fue uno de los más activos artífices) entre humos de sahumerios y cantos gregorianos, podemos leer cosas como estas, dichas por el general:

    "Era muy perverso lo que estaba ocurriendo. A veces hasta me acariciaban el ego: Usted es el hombre que tiene el fiel de la balanza, y toda esa vaina. Ya sabíamos que el golpe se había desencadenado".

Resulta sorprendente que este argumento que, según Baduel, le daban los pro golpistas, se parezca tanto a los que ofrece Dieterich en su artículo "¿Quién hizo fracasar el golpe militar contra Hugo Chávez?", publicado en Rebelión, el 17 de abril de 2006. Inicia Dieterich su artículo con el subtítulo de "La historia secuestrada", lanzando sobre el gobierno una acusación solapada:

    "En la 42 brigada de Infantería Paracaidista, de Maracay, Venezuela, del 10 al 12 de abril de 2006, comenzó a rescatarse la verdadera historia de la resistencia cívica-militar, que en el año 2002 derrotó el golpe militar contra Hugo Chávez".

En ese artículo, al presentar a Baduel entre los asistentes al cónclave, en el que también Dieterich estuvo invitado, dice que fue el

    "... centro de gravedad político-militar nacional de la resistencia que venció a los alzados".

Más adelante, en el análisis de los roles desempeñados por los diferentes actores, Dieterich solo invierte 13 líneas para evaluar la labor del pueblo venezolano, otras 13 para el papel de Chávez y del entonces Fiscal General de la nación, Isaías Rodríguez, y en cambio invierte 33 en celebrar la intervención de Baduel. En el último párrafo se atribuye el derecho de recomendarle a Chávez el destino que debía darle al general Baduel.

Por su parte el general, en la entrevista citada, al ser preguntado sobre si además de la disciplina militar y el respeto a la Constitución, en la actitud asumida por él en los sucesos de abril de 2002 también pesaron los afectos hacia el Presidente, respondió:

    "Sí. En otros momentos de nuestras vidas, ha habido gente que ha querido especular sobre mi amistad con el Presidente y crear alguna cizaña. Pero nuestra relación responde a los llamados del corazón. Además de los ideales, están los afectos profundos".

    "Aquí guardo la copia de una carta que le hice en diciembre de 1999, dándole cumplimiento de orden, cuando él me pidió que me movilizara para La Guaira (…) Entonces le dije, y lo repito: Mi más caro sentimiento hacia usted, como un hermano del alma, un dilecto y entrañable amigo y un gran compañero de viaje".

¿Será acaso que los mismos que ayudaron a convertir al general Baduel en "Héroe", lo llevaron también, con ensalzamientos excesivos y susurros sibilinos, a convertirse en traidor? Con tales consejeros muy mal acabarán los aconsejados. Siempre será preferible enfrentarse a la espada desnuda de un enemigo abierto y desafiante, por más grande que sea, que al puñal miserable de un enemigo disfrazado de amigo.

Tenía razón mi abuelo cuando restallaba, en su lenguaje ríspido y contundente, aquel refrán antiguo e incontrastable:

    "De las aguas mansas líbreme Dios, que de las bravas me libro yo".



Página enviada por Equipo Editorial Baragua
(19 de noviembre del 2007)


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