Al releer el texto ya enviado, comprendí que no había usado correctamente el término de guerra civil, pues no refleja exactamente lo que está sucediendo en ese país hermano. En Honduras el pueblo ha sido y está siendo agredido de muchas formas por las fuerzas represivas, entre ellas militarmente. Pero no ha habido un levantamiento armado de ese mismo pueblo contra las fuerzas del poder usurpador encabezado por el golpista Roberto Micheletti.
Es más, el presidente constitucional, depuesto mediante un golpe de estado reconocido internacionalmente y el secuestro y traslado fuera del país de su persona, llama continuamente a la lucha pacífica. Es decir, se renuncia a las armas para responder a la agresión de que son víctimas. Este hecho hace más cobarde a los que desoyendo los reclamos justos de su pueblo, abusan de sus poderes (ilegales).
No hay guerra civil aún, y por ello el patriotismo de los hondureños que atienden los mensajes del presidente Manuel Zelaya para conservar la paz y hacer viable la concordia nacional es mayor. No obstante, a pesar de los grandes riesgos que amenazan diariamente sus vidas, personal y familiar, no desisten de denunciar al intruso Micheletti y de reclamar la vuelta a la constitucionalidad y a la democracia, con la restauración del mandato presidencial a la persona de Zelaya, que ellos mismos eligieron mayoritariamente.
En el plano de la contienda moral, las armas y la fuerza positivas están del lado de los patriotas hondureños. Ellos serán quienes obtendrán, a toda costa, la victoria final.
La Habana, miércoles, 07 de octubre de 2009