Destacan, a la luz de los acontecimientos que hoy conmueven a Honduras, estas ideas esenciales que tienen plena vigencia.
Primero, que los ojos de los hombres, una vez abiertos, no se cierran. Eso ha sucedido al pueblo hondureño durante el periodo presidencial de Zelaya. Han bastado algunas medidas sociales establecidas y posibles dentro de las circunstancias del país a favor de los sectores pobres y menos favorecidos en el pasado, para que el pueblo desarrolle una conciencia sobre las posibilidades inmensas que se abrirían si se profundizara el proceso político. De ahí que vean en la constituyente un nuevo y prometedor camino. Es difícil que esa mirada hacia el futuro pueda impedirlo nadie durante demasiado tiempo. El golpe militar será pasajero e intrascendente, y sus promotores y ejecutores no han podido ni podrán cantar victoria. Sólo servirá para que el pueblo radicalice su actitud y amplíe su visión sobre los cambios necesarios.
Segundo, la naturaleza rebelde que es intrínseca al pueblo hondureño, ese "cierto indómito brío, que no les deja acomodarse a un freno demasiado duro", según lo calificara Martí, se ha puesto de manifiesto y se ha demostrado que ha medida que el régimen golpista ha arreciado sus tropelías, el pueblo hondureño se ha crecido, y ha transformado y profundizado su práctica política y revolucionaria frente a la opresión. Se puede afirmar que ante el acto vandálico de los golpistas, el pueblo ha despertado plenamente y ha perdido la ingenuidad que, de cierta manera, le impedía ver lo que había detrás del disfraz que ocultaba el verdadero rostro de las cúpulas de la política tradicional, de la rancia burguesía, del traidor y vendepatria alto mando militar, del servil y reaccionario clero, y , por supuesto, del tan cacareado sistema democrático representativo que esos mismos sectores esgrimían farisaicamente como su modelo.
En fin, el pueblo se ha visto, con sus manos limpias y puras, frente a sus enemigos reales, con sus manos armadas de pezuñas y teñidas de sangre.
Por todo eso, se debe tener fe en el pueblo generoso de Honduras y en sus líderes auténticos, representados por Zelaya y la pléyade de dirigentes sociales que hoy encabezan el movimiento nacional de resistencia. Hoy precisamente en que "los padecimientos por el logro de la libertad encariñan más con ella" e incitan a la lucha por una victoria contundente y definitiva.
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(17 de agosto de 2009)