Cuba

Una identità in movimento


Cincuenta años de planificación en Cuba

José Luis Rodríguez


La participación efectiva de los trabajadores en la discusión de los planes
a nivel de los colectivos laborales y la conformación
de un consenso político indispensable
que entienda y apoye las decisiones
que afectan todo el tejido social
es determinante para la calidad de la planificación.


Con la profunda visión que siempre tuvo sobre los temas económicos, para el Che la planificación centralizada era


"... el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista".[1]


Posteriormente y ahondando en este concepto expresó audazmente el criterio de que


"... hay una ley general en el socialismo (...) y esa ley es la de la Planificación, pero con una característica importante, al llegar el momento en que se produce la planificación, el hombre es por primera vez capaz de violentar leyes económicas y de ir creándolas". [2]


La comprensión de la importancia decisiva de la planificación en Cuba llevó a que en fecha tan temprana como marzo de 1960 se creara la Junta Central de Planificación, presidida originalmente por nuestro Comandante en Jefe, predecesora del actual Ministerio de Economía y Planificación, y cuyo aniversario 50 se cumple el presente año.

El desarrollo planificado en Cuba fue una constante desde entonces, tarea no exenta de dificultades y errores, pero sin la cual no sería posible explicar los logros de la Revolución.

Ciertamente un breve recuento de sus momentos más significativos muestra los resultados de la acción consensuada de todos a favor del desarrollo del país.

Ya a partir de las nacionalizaciones de finales de 1960, una vez cumplido el Programa del Moncada, se hacía evidente la necesidad de impulsar al máximo la planificación para asegurar la reproducción de la propiedad social, que había alcanzado un peso determinante en la economía nacional.

Enfrentando enormes dificultades por una estructura económica deformada y con un nivel de escolaridad promedio en la población que apenas rebasaba dos grados de enseñanza primaria, en medio de las crecientes agresiones del imperialismo, se emprendió durante 1961 el proceso de elaboración del primer plan anual (para 1962), que fue presentado públicamente por el Comandante en Jefe el 20 de octubre de 1961, al tiempo que se anunciaba el inicio de la elaboración de un plan cuatrienal 1962-65 y se otorgaba como símbolo de su alta prioridad al año 1962, el título de Año de la Planificación.

Varios aspectos destacan en esta medular intervención que subrayó desde un inicio la importancia de la participación popular en la discusión del plan, la claridad en la formulación del equilibrio indispensable del proyecto, al señalarse que "No puede repartirse lo que no se produce", así como la necesidad de una proyección económica a mediano plazo.

La incidencia de los fenómenos del burocratismo y los errores en la conducción de los asuntos económicos entre 1966 y 1970, restaron posibilidades a la planificación, aun cuando nunca se abandonó totalmente, al estructurarse en proyectos puntuales conocidos entonces como planes especiales, que sin embargo, no alcanzaron a mantener el equilibrio global de la economía.

Los años de la rectificación necesaria y la institucionalización proyectaron nuevamente la planificación al ser elaborado el primer plan quinquenal 1976-80, en el contexto de las relaciones con los países socialistas europeos y al ser aprobado en 1978 por primera vez el plan anual en la Asamblea Nacional, retomando la práctica de discutir estos proyectos con los trabajadores. Esfuerzos adicionales por lograr una visión de largo plazo se realizaron cuando se elaboró la Estrategia de Desarrollo Perspectivo Económico y Social hasta el año 2000, cuyos primeros resultados se obtuvieron a partir de 1978.

La negativa coyuntura económica internacional de los años 80 introdujo nuevos y más agudos factores de incertidumbre en los planes, que llevaron nuevamente a una reconsideración acerca de la eficiencia en los métodos de planificación en la sesión de la Asamblea Nacional de diciembre de 1984, y fue creado el Grupo Central encargado de revisar el tema y dar integralidad al plan. A esta revisión se incorporaron posteriormente los elementos que caracterizaron el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, unido a una revalorización de las ideas económicas del Che.

La prueba más dura en la constante confrontación entre la planificación y la anarquía del mercado se enfrentó a partir de 1990 al estallar la crisis del período especial, cuando no fue posible elaborar planes anuales entre 1991 y 1995. Pareció entonces que en esas circunstancias no había espacio ya para la planificación socialista.

Sin embargo, a partir de las decisiones adoptadas para superar la crisis al menor costo social y reinsertar la economía cubana en las nuevas condiciones, hubo que transitar a marchas forzadas del sistema de planificación basado en balances materiales a una planificación eminentemente financiera, mucho más compleja aun al introducirse la doble circulación monetaria en agosto de 1993 y sometida sin resguardo a los impactos de la coyuntura capitalista mundial, reforzada por los efectos del acrecentado bloqueo económico de Estados Unidos.

A partir de 1996, en los albores del largo proceso de recuperación de la economía, los planes anuales volvieron a ser aprobados en la Asamblea Nacional y fueron retomadas igualmente las proyecciones a mediano plazo con la introducción de técnicas modernas de pronóstico, mediante la elaboración de los Escenarios para el Desarrollo Económico y Social hasta el año 2000.

Posteriormente en el V Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en octubre de 1997, se reiteró que aun en las difíciles condiciones del período especial resultaba indispensable la planificación, por lo que se enfatizó entonces en la necesidad de su implementación a nivel de la empresa, tesis que se reforzó al aprobarse en aquellos momentos la aplicación del proceso de perfeccionamiento empresarial, que cubre actualmente alrededor de la tercera parte de las empresas del país.

De tal modo, la economía cubana, que ha crecido a un ritmo promedio anual de alrededor del 3,3% desde 1959, no es hoy el fruto del libre juego de las fuerzas del mercado, sino de un constante esfuerzo de nuestro pueblo y de su dirección revolucionaria, por conducirla a planos superiores, a través de la planificación socialista basada en la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción.

No obstante el proceso de construcción consciente del socialismo siempre supuso un profundo conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo social, así como el dominio del arte de la política para conseguir los objetivos previstos.

Ciertamente la proyección del desarrollo de nuestro país no ha estado exenta de errores y deficiencias, tal y como señaló el Comandante en Jefe el 17 de noviembre del 2005, al reflexionar sobre la casi total ignorancia que hemos padecido acerca de la construcción del socialismo y de ello no ha escapado la planificación.

Pudiera decirse que la mayor complejidad al elaborar un plan en favor de toda la sociedad ha estribado en lograr un cambio de la mentalidad económica del hombre, marcado durante siglos por la acción refleja que supone el beneficio propio a partir de la explotación ajena en toda sociedad mercantil. A ello se añade la necesidad de alcanzar la distribución óptima de los recursos — básicamente entre acumulación y consumo — pero en una economía en permanente desequilibrio, producto del cúmulo de las necesidades a satisfacer, muy por encima de los recursos disponibles a corto plazo.

En estas circunstancias alcanzar de forma planificada el ordenamiento adecuado de esos escasos recursos disponibles, más allá de diversas técnicas posibles, es una tarea política de enorme complejidad para que los que viven en la sociedad socialista la asimilen y actúen en consecuencia.

De ahí que la participación efectiva de los trabajadores en la discusión de los planes a nivel de los colectivos laborales y la conformación de un consenso político indispensable que entienda y apoye las decisiones que afectan todo el tejido social es determinante para la calidad de la planificación, como claramente la concibieron tanto el Che como Fidel, desde los primeros años de la Revolución.

Comprender esto resulta indispensable, pero no reduce los obstáculos a vencer para materializar esas ideas, pues en el caso de Cuba, la dependencia y sensibilidad económica con respecto a los factores externos, potenciada por los efectos de la guerra económica de Estados Unidos contra nuestro país, ha influido de manera determinante en la posibilidad de descentralizar decisiones y someter a consulta diferentes opciones.

Aun en ese contexto obtener el mayor nivel de participación en la toma de esas decisiones, unido a un adecuado ajuste en los elementos del sistema de dirección económica que así lo requieran, asegurando la preeminencia de los intereses colectivos bajo las diversas alternativas de la propiedad social, seguirán siendo la garantía de éxito de nuestra planificación socialista.



Notas

  1. Ernesto Che Guevara, La planificación socialista, su significado, publicado originalmente en la revista Cuba Socialista, Nº 34, junio de 1964. El gran debate sobre la economía en Cuba, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pág. 148.
  2. Ernesto Che Guevara, Apuntes críticos a la Economía Política, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006, pág. 313.

Doctor José Luis Rodríguez
Asesor del CIEM
Académico de la Academia de Ciencias de Cuba
Ex Ministro de Economía y Planificación






Página enviada por Jesús Guanche Pérez
(18 de marzo de 2010)


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