Cuba

Una identità in movimento


Obama y Hillary. Culpables

Froilán González Adys M. Cupull Reyes


Amamos la Paz, la Justicia y la Amistad como bien fundamental. Admiramos al pueblo hondureño de la misma forma que al de Estados Unidos.

En nombre del amor y de la paz, queremos expresar que si Obama y su canciller Hillary Clinton no actúan con celeridad y firmeza para expulsar a los golpistas de Tegucigalpa, serán los máximos responsables de todo lo que suceda en el pequeño país Centro Américano.

Si el presidente de los Estados Unidos y su Secretaria de Estado mantienen en el poder a los golpistas hondureños y esa actitud desencadena un genocidio, serán también los máximo culpables. El Gobierno de Estados Unidos inventó la mediación, desinformación, manipulación y el plan de dilación, cansancio y olvido.

Si Obama y Hillary Clinton no actúan serán los responsables de los muertos, los torturados, la violación de los derechos humanos, la censura de prensa, el toque de queda, los asesinatos selectivos y la violencia. No marcaran diferencias con la política de George W. Bush y significará un mayor distanciamiento en las deterioradas relaciones con América Latina.

Cualquier daño físico al presidente Manuel Zelaya, legítimamente elegido por su pueblo, a su canciller Patricia Rodas, a los ministros y funcionarios a todos los niveles de ese Gobierno y a sus respectivos familiares, será responsabilidad de Obama y Hillary Clinton por no actuar con firmeza contra los golpistas.

La represión contra los intelectuales, dirigentes sindicales, campesinos, estudiantiles, amas de casas y defensores de los Derechos Humanos, será responsabilidad del actual gobierno de Estados Unidos.

Negar estos hechos, es como afirmar que en Honduras, no están las fabulosas Ruinas de Copán, que las aguas turbulentas del Úlua no son hermosas, que no se respira paz y tranquilidad en el Lago Yajoa, que no es imponente el Pico Bonito, ni cadencioso los bailes de La Ceiba, ni retadora la Fortaleza de Omoa.

Es como no admitir las bellezas de las Islas hondureñas del Caribe, que el Río Aguán no baña las tierras de Yoro y desemboca cerca del puerto de Trujillo, o que el paisaje de Tegucigalpa, San Pedro Sula y Comayagua no enamoran al visitante y que San Marcos y Santa Rosa no están junto al pueblo por la zona de Ocotepeque y Copán, o que Santa Bárbara no es conocida.

Es también afirmar que en Honduras no hay serpientes y culebras venenosas, grandes roedores conocidos como tacuacines o coyotes agresivos.

Obama y Hillary deben saber que el pueblo de Honduras no se someterá a los coyotes, tacuacines y serpientes, porque como escribió José Martí al Director del periódico hondureño "La República", el 12 de agosto de 1886, publicado en el tomo 8 de sus Obras Completas, Edición de 1975, página 27, donde afirmó que el pueblo hondureño esta dotado de:


Inteligencia, elocuencia, calor de corazón, todo esto lo dio naturaleza ricamente a nuestras tierras americanas; más sin lazos que las aten al resto del mundo, sin aplicación laboriosa que las haga respetables, sin vías por donde salgan las riquezas escondidas, sin un trabajo productivo que emplee natural y noblemente aquellas condiciones ventajosas, se extraviarían por siempre en floreos y hojosidades de literatura inútil, se pondrían al servicio de las revueltas políticas que aseguran por cierto tiempo en caso de triunfo un sustento fácil y vergonzoso, y se esterilizarían a lo sumo en la persecución fantástica de la mera forma. No hay más medio de asegurar la libertad en la patria y el decoro en el hombre, que fomentar la riqueza pública. La propiedad conserva los Estados. Un déspota no puede imponerse a un pueblo de trabajadores.

Vigilar por cuanto atañe a Honduras, es deber de quien escribe para ella. No hay acaso por ahora tarea más patriótica en nuestros países que la de abrir campo ancho al trabajo personal, y el Erario fuente viva que permita la rápida creación de las vías y conductores de riqueza, y la educación práctica, no meramente universitaria y verbosa, de sus hijos. Puesto que allí donde los hombres no tienen un seguro modo honesto de ganarse el pan, no hay esperanzas de que se afirmen las libertades públicas, porque la necesidad de vivir proporcionará siempre auxiliares de sobra a los que quieran conculcarlas, y la falta de intereses que defender dará séquito a los turbulentos o ambiciosos...









Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(18 de julio de 2009)


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