"Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote, en que llevé el remo de proa, bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas (Martí se refiere a la Playitas de Cajobabo, por donde desembarcara), cargué catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle, — alzamos a gente a nuestro paso; siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarlos; (...) seguimos al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en arma...) Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tenga por garantía o servicio a la revolución. Sé desaparecer, pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. — Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplase esto a mí, o a otros (...)".