Las mentiras y los errores del discurso de Bush el pasado 24 de Octubre en su auditorio domesticado del Departamento de Estado fueron demasiados para dejarlos pasar. Esta curiosa pieza me motivó inicialmente para hacer un análisis de contenido siguiendo una metodología científica, pero es tan mediocre el texto que no valía la pena el esfuerzo, aunque sí resultó inevitable hacer algunos comentarios.
En primer lugar hay que hablar de las mentiras, las garrafales y las veladas.
Llamar "embargo" a lo que es realmente un bloqueo económico o, para ser más precisos, una verdadera guerra económica ha sido una mentira reiterada por todos los presidentes norteamericanos desde la época de Kennedy y Bush ha mantenido la tradición. Por enésima vez y muy recientemente el mundo ha condenado el bloqueo de los EEUU contra Cuba, pero al "emperador" no le interesa lo que piensa la humanidad de la que solo espera obediencia. Si la palabra democracia tuviera algún sentido para él, si la palabra tolerancia o la palabra diálogo tuvieran algún significado para él, prestaría oídos al repetido reclamo de la inmensa mayoría de los pueblos y de los gobiernos del mundo, excepción hecha de su gobierno y de los gobiernos de un puñado de incondicionales que dependen de su apoyo económico y militar.
En esto del bloqueo no hay error, hay empleo deliberado de la mentira, cual es el caso también de presentar la ruptura de relaciones entre Cuba y Estados Unidos como una acción unilateral de Cuba, obviando las numerosas agresiones norteamericanas contra la nación cubana desde mucho antes del triunfo de la revolución de 1959 y después, dirigidas a intentar doblegar el espíritu independiente de los cubanos. O cuando califica como una gran historia de éxito del siglo pasado, que terminó con la década de euforia neoliberal,
"... el avance de la libertad económica y política en toda América Latina".
¿Qué le dirían al señor presidente los más de 200 millones de pobres y las 80 millones de indigentes que ha producido el "éxito" que mencionó y que concitó recientemente la atención urgente de los jefes de Estado iberoamericanos reunidos en Santiago de Chile?.
Las pifias se mezclan con las calumnias y son, incluso, de lógica elemental o cuando menos de descuidos en la redacción como, por ejemplo, cuando afirmó — refiriéndose por supuesto a Cuba — que
"Un país en nuestra región aún aísla a su pueblo de la esperanza que conlleva la libertad... ", en inglés "One country in our region still isolates its people from de hope that freedom brings... ".
País es nación, territorio, ¿Cómo es posible imaginar que "la nación aísla a su pueblo" o que "el territorio aísla a su pueblo"? Al discurso de Bush se le perdió el sujeto adecuado a la mentira en cuestión.
La ordinariez de lo que le escribieron alcanza rasgos de estupidez cuando afirman que en Cuba es ilegal cambiar de trabajo, mudarse de casa, viajar al extranjero y leer libros y revistas sin la aprobación explícita del Estado, o que es ilegal que más de tres cubanos se reúnan sin permiso, lo que obviamente haría inviable vivir en familia. La verdad es que ni el auditorio donde lo dijo se lo creyó y si lo creyeron se lo merecen, mientras en Cuba la gente lo que hizo fue reírse de tales desvaríos. Hablando en plata, si quieren ser más eficientes en su propaganda contra Cuba, deberían buscarse mejores asesores.
Son muchos los momentos del discurso que demuestran lo alejados que están de la realidad cubana, como cuando se dirigió con actitud de perdonavidas a los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior o el insuperable ridículo que hizo al mencionar los "graves riesgos" que corrían los cubanos que lo escuchaban.
En realidad muchos seguramente tenían una idea más profesional de los encargados de escribir los textos del presidente, pero ante esta inefable pieza oratoria parecen tener lugar solo tres explicaciones: o son efectivamente incapaces o les importa poco su trabajo y nadie les exige o .una tercera: están desesperados y han perdido contacto con la realidad.
Bush sabe poco de democracia verdadera y no es capaz de valorar la esencia del sistema político cubano, ni de apreciar sus virtudes o sus defectos, pero eso no fue óbice para que hablara como si fuera presidente vitalicio de los Estados Unidos:
"Mientras el régimen mantenga el monopolio de la vida política y económica del pueblo cubano, — dijo — Estados Unidos mantendrá el embargo".
Son demasiadas las mentiras y las medias verdades como para hacer referencia a todas, pero quizá la más perversa es la de recrudecer en los hechos el bloqueo y a la vez llenarse la boca para decir que son el país del mundo que más ayuda humanitaria proporciona a Cuba.
Y otra más. A lo que se puede solo calificar como descarada intromisión en los asuntos internos de un país independiente y soberano, Bush lo tradujo en su discurso como
"... fondos adicionales para apoyar los esfuerzos democráticos en Cuba"
y su auditorio selecto aplaudió cuando añadió en tono de urgencia:
"... los insto a que remitan el proyecto de ley a mi despacho lo antes posible".
Ahora bien, la naturaleza agresiva del presidente y del poder que representa, se ve desnuda cuando aseveró que:
"La palabra clave para nuestras relaciones futuras con Cuba no es estabilidad. La palabra clave es libertad. Es ahí donde aparece más claramente el espíritu agresivo que también se manifiesta en la guerra Iraq y en las amenazas del gobierno de Bush contra otros oscuros rincones del mundo ".
¿Estabilidad? ¿Normalidad? ¿Diálogo? ¡No! Todo lo contrario; en el esfuerzo por imponer a Cuba su modelo de sistema, el mismo que le permitió a él acceder a la presidencia de los Estados Unidos mediante el fraude, Bush quiere inestabilidad, Bush quiere agredir.
Pero hay una realidad que el señor Presidente no soporta ni quiere ver: y es que el pueblo cubano y el pueblo norteamericano tenemos muchas cosas en común, entre las que se destaca la infinita impopularidad de George W. Bush.
En este discurso, por si faltaban imprevistos, han aparecido cosas muy reveladoras. Resulta que el presidente Bush ahora comparte la política del Partido Comunista de Cuba.
Bush declaró en plan de agitación que "En estos momentos aumentan los llamados a realizar cambios fundamentales en toda la isla", y al hacerlo propaga en su discurso algo que está ocurriendo en Cuba; millones de ciudadanos han participado en los debates convocados para explicar las ideas que han pensado acerca de cómo realizar cambios fundamentales en toda la isla, teniendo como punto de partida el discurso del General de Ejército y Vicepresidente de Cuba, Raúl Castro, el pasado 26 de Julio en el que fueron puestos de relieve los principales problemas que enfrenta la sociedad cubana, no pocos de ellos resultado de la guerra económica de los Estados Unidos contra Cuba, y donde habla, con referencia a la producción agropecuaria, del imperativo de introducir
"... los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios".
Pero no es todo, resulta también ahora que el presidente norteamericano aparece como revolucionario o cuando menos se cree especialista en movimiento revolucionario.
La sorpresa de marras la da cuando afirma que
"... en Cuba habrá una verdadera revolución — una revolución de libertad, democracia y justicia".
Este discurso solo movería a la carcajada si no hubiera sido expresado por quien ha incrementado las medidas de bloqueo contra Cuba, protege a un terrorista confeso como Luis Posada Carriles mientras mantiene en prisión a cinco jóvenes cubanos probados luchadores contra el terrorismo, restringe la libertad de viajar a sus ciudadanos y los vigila con el pretexto de la seguridad, mantiene en prisión sin garantías legales y tortura a cientos de personas acusadas de terroristas, lanzó — con una cortina de mentiras — una guerra genocida contra Iraq que ha costado a ese pueblo cientos de miles de víctimas y donde han dejado sus vidas miles de jóvenes norteamericanos, entre muchos otros desmanes.
No, en Cuba difícilmente alguien olvide la imagen bufonesca, mezcla de prepotencia, perversidad y mediocridad de quien tiene ya sobre su cabeza la sentencia de la historia.
Página enviada por Equipo Editorial Baragua
(19 de noviembre del 2007)