Wilkie Delgado Correa
Alrededor de cuando saldrán los invasores de Irak se habla y se exige una fecha hasta en el Congreso de los Estados Unidos. Hasta ahora el Presidente Bush no acepta ni parece contemplar un plan de la retirada durante su mandato, y consecuente con ello está dispuesto a vetar el acuerdo del Congreso sobre este asunto. Se niega a aceptar la realidad de que un pueblo derrotado, en un país invadido, ha ido derrotando, en la práctica de cada día, al ejército de la potencia más poderosa del mundo y de sus aliados. Para ello, el pueblo iraquí ha debido pagar un costoso precio de más de 600 mil muertos. Con esto está haciendo una contribución importante a la paz en los tiempos venideros. Demostrar, con su resistencia y sacrificio, que la lección de la historia es valedera en cualquier época histórica: los invasores no tienen ni tendrán futuro.
Si de derrota de una causa se trata, no importaría que la salida de los invasores de suelo iraquí sea en el 2008 como se ha planteado en el Congreso de los Estados Unidos, ni sea dentro de diez o cien años. El tiempo de permanencia de una tropa extranjera con su poderío descomunal en el territorio de un país invadido, en contra de su voluntad soberana, y que los desafía con su resistencia todos los días, no significará nunca una victoria, incluso si lo acompañara un período relativo de paz. Sólo bastaría para la derrota del invasor, el sentimiento de antipatía y odio y la conciencia, en el pueblo invadido, de que se trata de tropas enemigas con un comportamiento cruel y genocida. Y todo eso lo ha cosechado el ejército invasor norteamericano y el de otras nacionalidades. Involucrado en una guerra injustificable e ilegal, con fines espurios, han caído en una emboscada en que ni la marcha hacia delante ni la retirada pueden conducir a un destino cierto y salvador. Y es bueno para el mundo que, en tal encrucijada, los invasores queden empantanados y se sientan espantados. Mientras tanto, tratarán de hacer cuantas cosas repudiables puedan imaginar para imponerse: asesinar individuos, masacrar poblaciones, inventar cárceles amuralladas de comunidades enteras, y, por supuesto, el empleo de vendepatrias y traidores como aliados serviles del imperio que les paga y cobija.
Pero nada de esto cambiará el giro de los acontecimientos. El ejército invasor saldrá de Irak, derrotado en lo militar, en lo político y en lo moral. Y el actual gobierno iraquí o sus sucesores, serán a la larga también barridos del escenario político, por un nacionalismo que no les perdonará el haber servido de instrumento servil de los invasores, y por el entorno de los países árabes, que también les será adverso.
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(23 de julio del 2007)
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista