Adys Cupull y Froilán González son viajeros frecuentes de Cuba a México. Han dado en venir cada año al homenaje a Julio Antonio Mella en el lugar donde lo asesinaron el 10 de enero de 1929 por un comando de matones del dictador de Cuba Gerardo Machado. Cada año llegan con no menos de dos libros de su autoría y con proyectos de investigación necesitados de la solidaridad de investigadores, activistas y políticos con influencias editoriales. Este año trajeron dos libros: Julio Antonio Mella y México, Casa Editora Abril, La Habana y Sin olvido. Crímenes en La Higuera de la Editora Política de La Habana. Los dos textos actualizan las investigaciones que han dado lugar a otros libros ampliados y profundizados ahora por las estancias y recorridos en archivos históricos públicos y privados y en los lugares y con las gentes que tuvieron algo que ver con las situaciones abordadas en los textos.
Me enojó que en la presentación del libro sobre el asesinato del Che en la Universidad de la Ciudad de México se les presentara como periodistas, pero recapacité al comprender que es este un mérito principal de los trabajos y los días de Adys y Froilán, en tiempos en los que el periodismo es dominado por una implacable censura no explícita de los grandes consorcios que se han adueñado de editoriales y cadenas de radio y televisión. Adys y Froilán forman parte de una legión de periodistas en resistencia que dignifican la profesión. No es este su único mérito sino que reivindican la historia oral como un recurso de precisión histórica articulado a los escritos. En el caso del asesinato del Che, ocuparon cinco años en recorrer palmo a palmo Vallegrande, La Higuera y los alrededores para recoger los testimonios de campesinos analfabetas y también de oficiales del ejército boliviano, abogados, periodistas y colaboradores del Ejército de Liberación. Por esto supieron desde el primer libro sobre la CIA de la fosa clandestina donde finalmente fue encontrado el cadáver del Guerrillero Heroico.
Las investigaciones de Adys y Froilán nunca se cierran. Tal parecía que el libro La CIA contra el Che publicado por tercera vez en 2006, culminaba la minuciosa investigación de los crímenes en La Higuera. En la "Nota al lector" de Sin olvido... informan que a raíz de la tercera edición
"... comenzaron a llegar solicitudes y preguntas sobre los nuevos elementos que aparecían".
Tuvieron que publicar siete artículos para ampliar y precisar y al fin decidieron la publicación del nuevo libro para ocuparse de
"... hechos y circunstancias que de no ser aclarados, conllevarían a errores futuros y enfoques infundados".
De aquí las introducciones de Miralys Sánchez y José Dos Santos, la valoración de Ramiro Bouzón, como una especie de puente entre La CIA contra el Che y el libro nuevo.
El libro empieza con los "Antecedentes del combate en la Quebrada del Yuro" con nombres y horas de lo que ocurrió a partir del 26 de septiembre cuando en Quebrada del Batán, lugar cercano a La Higuera cayeron tres guerrilleros y fueron capturados dos. La certeza de la presencia del Che desató el operativo final con dos compañías rangers con 145 hombres cada una y un escuadrón con 37 de la tropa de elite formada por asesores norteamericanos. Helicópteros y aviones caza esperaron la orden de entrar en combate, mientras el Che valoraba la situación según registra su diario, consideraba la lentitud de la columna por la enfermedad de Moro, las dificultades del Chino para caminar sin sus lentes y la imposibilidad de volver atrás a cambio de contar con el apoyo del sol para ocultarse. En la presentación del libro, mencioné el testimonio escrito del periodista boliviano Alcázar quien acompañó al ejército boliviano en su campaña contrainsurgente para afirmar que de haber resistido el Che 15 días más, el gobierno boliviano hubiera caído. Adys y Froilán ratifican esta presunción al anotar la posición del general Alfredo Ovando contra la liquidación de la guerrilla que el general René Barrientos estaba decidido a exterminar en cumplimiento de las instrucciones del gobierno de Washington. La guerra es un gran negocio y enriquece a los militares corruptos por lo que Ovando no dejó de oponerse a su propio gobierno hasta lograr el asesinato del presidente Barrientos para después salir ileso de un atentado.
El mito de la maldición del Che es contradicho con datos precisos de los asesinatos de quienes tuvieron intervenciones directas en el exterminio de la guerrilla. Aún quienes parecían no ser decisivos como el soldado Mario Eduardo Huerta quien con sus 22 años arropó al Che, le dio de fumar y le desató las manos, se ganó un accidente automovilístico que lo decapitó el 9 de octubre de 1970, cuando en muchos lugares del mundo se conmemoraba el asesinato del Che. Ni este "accidente" ni el del editor italiano Feltrinelli a quién supuestamente le explotó una bomba al pie de una torre de electricidad en Milán en 1972, son casuales. En cadena, el comisario de policía de Milán, Luigi Calabresi quien recogió documentos de Feltrinelli fue muerto a tiros al salir de su casa. Los alcances de la CIA son globales y apenas la ejecución del criminal Toto Quintanilla es atribuible a los sobrevivientes revolucionarios por la planeada ejecución a cargo de Monica Ertl "Imilla", quien lo ajustició en su despacho de cónsul en Hamburgo. Todos los demás crímenes fueron ordenados y quienes se salvaron como uno de los médicos que participó en el corte de las manos al Che, porque lograron salir del país donde el médico trabaja ahora en un hospital en Puebla. Solo Julio Gabriel García quien presumió de patear el cadáver del Che y de haberlo golpeado cuando todavía vivía para recibir a cambio un escupitajo, acabó despedido de la policía de Miami por su mala visión y por tratar a sus subordinados a punta de insultos, para terminar con las dos piernas amputadas, sufrir derrame cerebral y quedar en calidad de guiñapo hasta su muerte en 1993. En cambio, no alcanzaron a registrar Adys y Froilán el caso del asesino directo del Che, Mario Terán, ciego por alcoholismo y con la vista recuperada gracias a la Operación Milagro de los médicos cubanos en Venezuela. Fue un asombro descubrir la identidad del beneficiado.
La vitalidad del Che es registrada en las conmemoraciones en todo el mundo contra los fallidos homenajes al ejército boliviano como el intentado en octubre de 2007. En Cochabamba, la fiesta convocada por el alcalde para celebrar con hogueras el asesinato del Che, fue convertida por los estudiantes en un homenaje revolucionario. Queda registrada la figura contradictoria de Gary Prado quien con grado de capitán capturó al Che herido y con su arma inutilizada con sus dos compañeros el Chino y Moro y también al grupo de Camba quien fue torturado brutalmente. Gary Prado entregó el reloj del Che a Adys y Froilán quienes lo hicieron llegar a Cuba, cosa que los hace dudar de la justicia del vino aventado a la jeta de quien pasó por México como Embajador de Bolivia cuando el criminal general Banzer fue presidente. Sin embargo, queda el registro del repudio mundial contra Prado y de las movilizaciones en Bolivia a raíz del gesto de denuncia contra quien ahora trabaja en Santa Cruz a donde ha llegado Félix Rodríguez, el jefe de la CIA durante la campaña del Che, veterano de Vietnam y de la contrarrevolución en Nicaragua, donde ambos procuran la autonomía de inspiración empresarial contra el gobierno de Evo Morales.
Julio Antonio Mella y México es una apretada síntesis del paso del héroe comunista cubano por el país donde fue asesinado no sin antes contribuir a la reforma universitaria, a la organización de la Confederación Sindical Unitaria trabajando con los mineros de Jalisco al lado de David Alfaro Siqueiros, escribiendo puntualmente en El Machete, fundando periódicos tan importantes como El tren blindado y participando intensamente en la Liga Antiimperialista de las Américas lo que le valió representar a los comunistas mexicanos en un congreso internacionalista en Bélgica. El libro recoge testimonios con toda la fuerza emotiva de los compañeros de Mella y de quienes se han ocupado de su vida y obra. Toda la primera parte son las crónicas de Mella comentadas para ubicar su contexto, todo lo cual compone un bello libro que seguramente pronto será traducido a otros idiomas como ha ocurrido con otras investigaciones de Adys y Froilán quienes pronto tendrán el ejemplar en chino junto con otras traducciones europeas del libro del Che. 28 libros tienen en su haber los ejemplares historiadores y periodistas cubanos quienes ya trabajan ahora en la conmemoración de la reforma universitaria de Córdoba y sus repercusiones en América.
Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(26 de enero de 2008)