El 2 de diciembre de 1956 desembarcaron 82 expedicionarios por Playa Las Coloradas bajo la dirección de Fidel Castro para cumplir la palabra empeñada del desembarco anunciado y de ser “libres o mártires”. Días antes, el 30 de Noviembre, fecha en que debió producirse la llegada del Granma, se produjo el levantamiento de la ciudad de Santiago de Cuba, donde cientos de jóvenes liderados por Frank País tenían la misión de distraer a las fuerzas del ejército de Batista y facilitar con esta acción el arribo feliz del yate Granma. El retraso de la expedición tuvo el efecto contrario, al poner en alerta a las fuerzas armadas batistianas en espera de la misma.
Por eso, somos hijos de una historia tan grandiosa, que casi nada nos produce asombro. Y es que hemos visto desfilar ante nosotros un pasado y un presente tan cargados de misterios y epopeyas, que pensamos que las cosas extraordinarias son tan naturales como las corrientes de los ríos o las olas del mar.
Recordamos al Padre de la Patria decir, antes del 10 de Octubre, que si España nos parecía invencible era porque hasta entonces, durante 500 siglos, la habíamos contemplado de rodillas y que por tanto se imponía mirarla de pie. Recordamos la rebeldía que encerraba la exclamación de que quedaban 12 hombres y bastaban para hacer la independencia con la vergüenza de los cubanos. Recordamos el desembarco con 23, 6 y 82 expedicionarios respectivamente por Playa de Duaba, Playitas de Cajobabo y Playa Las Coloradas liderados respectivamente por Antonio Maceo, José Martí y Fidel Castro, porque al decir del Apóstol los jefes podían llegar a Cuba en una cáscara de nuez. Recordamos los asaltos, como quienes se proponían vencer lo imposible, al Cuartel Moncada y al Palacio Presidencial, para llevar a cabo una carga para matar bribones y rematar así la obra de la revolución soñada. Recordamos el gesto en Cinco Palmas de que ahora sí se ganaba la guerra contando sólo con un puñado de hombres y de armas y un inmenso arsenal de convicciones. Recordamos la lucha desigual contra el ejército de la tiranía finalmente derrotado el primero de enero y contra el imperio norteamericano, igualmente derrotado en sus pretensiones contra Cuba y la Revolución Cubana durante estos cincuenta años.
En forma resumida se puede constatar que el desembarco de Fidel y sus hombres en el yate Granma se concatena con hechos similares de nuestra historia pasada y con otros hechos trascendentes de la lucha revolucionaria.
Aquel desembarco del yate Granma el 2 de diciembre de 1956, más que un desembarco real fue un naufragio en tierra, ya que el mismo se produjo en una zona de manglares pantanosos. A partir de su arribo los expedicionarios fueron acosados por vía aérea y terrestre, fueron dispersados y muchos fueron hechos prisioneros o muertos. Los sobrevivientes continuaron su marcha hacia la Sierra Maestra tal como estaba previsto, para librar allí la guerra de liberación contra la tiranía que sojuzgaba al país desde 1952. Un puñado de hombres con un puñado de armas y un arsenal inmenso de convicciones decidió continuar la guerra en condiciones adversas y finalmente, apoyado por el pueblo, logró el triunfo el primero de enero de 1959. Durante cincuenta años después de la victoria, el Granma, salvado para la historia por su misión libertaria, sigue siendo un símbolo del desafío y la rebeldía revolucionaria, dispuesta a todos los avatares y sacrificios por conquistar la libertad y la justicia para el pueblo cubano. Por eso es una realidad y una verdad que el Granma aún navega en el mar de la historia, siempre arribará a su destino y nunca naufragará a pesar de cuantas tormentas se presenten en su travesía.
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(1 de diciembre de 2008)