|
Cuba |
|
Una identità in movimento
|
|
Fidel y la ideas para el primer día del Triunfo de la Revolución
Wilkie Delgado Correa
El discurso de Fidel en Santiago de Cuba el día primero de enero de 1959 constituye el primer pronunciamiento dirigido al país, congregado en la entonces capital de la Revolución y capital provisional de la República. Es un discurso largo y cargado de ideas y argumento para el momento revolucionario que se vivía y también para el futuro de la Revolución que hoy celebra su cincuenta aniversario.
Destaca en este discurso, dirigido a los santiagueros y a los compatriotas de toda Cuba, un inicio corto y sugerente:
"Al fin hemos llegado a Santiago de Cuba. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado".
Fidel está en su querida Santiago de Cuba, la ciudad donde ocurrió el Asalto al Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953, y que, según Fidel,
"... se trata, sencillamente, que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución".
La gesta revolucionaria ha sido dura y el período ha durado 5 años, 5 meses y 5 días desde aquella fecha.
Hoy, al cabo de cincuenta años se puede pensar que el camino ha sido largo y difícil. Pero así han sido siempre los caminos que salvan a los pueblos.
Acto seguido Fidel pasó a narrar la dinámica de los acontecimientos desarrollados en la noche del 31 de diciembre y el primero de enero, con referencia a los hechos ocurridos en los días previos, entre los cuales destacan las entrevistas y acuerdos con algunos Oficiales del Ejército que estaban dispuestos a provocar un levantamiento militar para unirse a la Revolución, que en esos momentos organizaba el asalto final a la ciudad de Santiago de Cuba, la cual ya estaba rodeada por todos puntos por tropas del Ejército Rebelde. Explicó como Cantillo, el general encargado de desarrollar dicho plan dentro del ejército batistiano, traicionó los aspectos claves y se propuso efectuar un golpe de estado que escamotearía el triunfo a la Revolución, puesto de acuerdo con la Embajada de los Estados Unidos y el dictador Fulgencio Batista. Fue así como permitió la fuga del dictador y de los principales cabecillas del régimen y pretendió formar un nuevo gobierno que finalmente no pudo establecerse por la denuncia de Fidel, pero que sí garantizó la impunidad de los grandes culpables de asesinatos, desmanes, malversaciones y robos colosales de las riquezas públicas, y quienes emigraron hacia los Estados Unidos y otros países.
Existen ideas fundamentales que destacan en este discurso, tales como la siguiente:
Definió las características que debe poseer toda Revolución verdadera después del triunfo, y es inaugurar una etapa de cambios nunca vistos antes, pero que sin embargo se intuían como parte de los sueños o reclamos sentidos ante tantas injusticias vividas por el pueblo. Fidel dijo
"... por eso ha de caracterizarse precisamente la Revolución, por hacer cosas que no se han hecho nunca".
Una idea cardinal es la de que sólo con el triunfo y los cambios consiguientes se y llevará a cabo la Revolución. El tiempo previo de lucha, que ha costado muchos sacrificios, es de preparación para iniciar la verdadera Revolución con su carga de transformaciones e implicará dificultades y riesgos que sólo son previsibles para los genios políticos. Afirmó que
"La Revolución empieza ahora; la Revolución no será una empresa fácil".
Fidel se preocupó por disipar el criterio establecido sobre el carácter violento y caótico de las revoluciones triunfantes, aclarando que los acontecimientos desarrollados en Santiago de Cuba, bajo la firme conducción de las fuerzas revolucionarias, demostraba que no ocurrieron exceso violentos contra las tropas o seguidores del régimen vencido.
"Ya no podrán decir que la Revolución es la anarquía y el desorden; ocurrió en la Habana, por una traición, pero no ocurrió así en Santiago de Cuba, que podemos poner como modelo cuantas veces se trate de acusar a la Revolución de anárquica y desorganizada".
Algo que destaca es la convicción de Fidel de que hasta los enemigos son capaces, en determinadas circunstancias, de acatar las razones de los revolucionarios. Al respecto refirió que había invitado a una reunión a más de 100 oficiales de la plaza de Santiago de Cuba:
"Les dije a esos militares, cuando los invité a reunirse conmigo, que yo no tenía la menor preocupación en hablarles, porque sabía que tenía la razón; porque sabía que comprenderían mis argumentos y que de esta reunión se llegaría a un acuerdo".
Como Fidel conocía las atrocidades cometidas contra la población de Santiago de Cuba por criminales del Ejército, expresó y pidió a los santiagueros;
"... yo comprendo que en el pueblo hay muchas pasiones justificadas, yo comprendo las ansias de justicia que hay en nuestro pueblo y tendremos que hacer justicia. Pero yo le quiero pedir a nuestro pueblo aquí... estamos en instantes en que debemos consolidar el poder antes que nada, ¡lo primero ahora es consolidar el poder!"
"¡Tengan confianza en nosotros, es lo que pedimos al pueblo, porque sabremos cumplir con nuestro deber!"
Otra idea que sobresale es la identificación con el pueblo y la fe en él. Al respecto expresó:
"... yo no voy a decir que la Revolución tiene pueblo, eso ni se dice, eso lo sabe todo el mundo.” “Yo les aseguro que si cuando éramos 12 hombres solamente no perdimos la fe, ahora [...] cómo vamos a perder la fe".
"Aquí estamos, sencillamente, a las órdenes del pueblo: Lo legal en este momento es el mandato del pueblo".
Ante una expresión de regionalismo, con alguna manifestación en la Cuba de entonces, expresó la opción de unidad:
"Sólo le pido una cosa al pueblo, y es que tengan calma. ¡No!, ¡no!, la república unida siempre por encima de todas las cosas, lo que hay que pedir es justicia para Oriente".
Sobre el cumplimiento de la misión de la Revolución, señaló:
"[...] tengan la seguridad que la revolución la hacemos, tengan la seguridad que por primera vez de verdad la república será enteramente libre".
"El poder no ha sido fruto de la política, ha sido fruto del sacrificio de cientos y miles de nuestros compañeros. No hay otro compromiso que con el pueblo y que con la nación cubana. Llega al poder un hombre sin compromiso con nadie, sino con el pueblo exclusivamente".
En lo que respecta a la estrategia de unidad inaugurada ese día, y el futuro desempeño del ejército revolucionario, señaló:
"Nos hemos dado el abrazo fraternal, los militares buenos y los revolucionarios. No habrá ya más sangre, espero que ningún núcleo haga resistencia".
"Estos militares serán respectados y considerados por el pueblo, y no habrá que emplear la fuerza, ni habrá que andar con fusiles por la calle, metiéndole miedo a nadie; porque el verdadero orden es el que se basa en la libertad, en el respeto, en la justicia, y no en la fuerza. Desde ahora en adelante el pueblo será enteramente libre y el pueblo sabe comportarse debidamente como lo ha demostrado hoy".
"La paz que nuestra patria necesita se ha logrado... ".
"[...] Porque los fusiles, de ahora en adelante, sólo estarán siempre al servicio del pueblo. No habrá más golpes de Estado, no habrá más guerra [...]"
Producirá asombro tal vez en algunos que Fidel se refiriera tan tempranamente al asunto del respeto a los derechos humanos, precisamente en el décimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
"[...] Habrá disciplina en el ejército, habrá un código penal militar, donde los delitos contra los derechos humanos y contra la honradez y la moral que debe tener todo militar, serán castigados debidamente. No habrá privilegio para nadie [...]".
Fidel señaló el papel de la Revolución como servidora del pueblo. Al respecto manifestó:
"... naturalmente que el pueblo todos lo debe esperar de nosotros y lo va a recibir".
Fidel también se refirió al compromiso de la Revolución con sus más firmes aliados, los campesinos de la Sierra Maestra y demás sectores del país y anunció el carácter fundador de la revolución de las instituciones de la educación.
"[...] No olvidaré aquellos campesinos, y tan pronto tenga un momento libre voy a ver adonde vamos a hacer la primera ciudad escolar, con cabida para 20, 000 niños y la vamos a hacer con la ayuda del pueblo [...]".
"No olvidaremos a ninguno de los sectores de nuestro pueblo".
Luego se refirió a su compromiso personal con las transformaciones necesarias.
"Ustedes saben que somos hombres de palabras y que lo prometemos lo cumplimos, y queremos prometer menos de lo que vamos a cumplir y hacer más de lo que ofrezcamos al pueblo de Cuba".
"No creemos que todos los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está trillado de obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a las grandes dificultades. Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, que es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos, que hicimos negocios sucios [...]".
"[...] Trataremos de hacer lo más posible por nuestro pueblo, sin ambiciones, porque afortunadamente estamos inmunes a las ambiciones y a la vanidad. ¡Que mayor gloria que el cariño de nuestro pueblo!".
"Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber, como lo hemos estado haciendo hasta hoy y como lo haremos siempre. Y en esto no hablo en mi nombre, hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria del pueblo; hablo del profundo sentimiento de respeto y devoción hacia nuestros muertos, que no serán olvidados. Los caídos tendrán en nosotros los más fieles compañeros. Esta vez no se podrá decir como otras veces que se ha traicionado la memoria de los muertos, porque los muertos seguirán mandando".
Fidel expresó el carácter magnánimo de la Revolución, ajeno al revanchismo que ha sido práctica tradicional de los regímenes carentes de principios.
"Pero también quiero repetir lo que dije en La Historia me Absolverá que es que velaremos porque no les falte el sustento, la asistencia, ni la educación a los hijos de los militares que han caído luchando contra nosotros, porque ellos no tienen la culpa de los horrores de la guerra y seremos generosos con todos, porque, repito, aquí no ha habido vencidos sino vencedores".
Fidel dejó ratificado, sin embargo, algo que siempre se definió al pueblo y a las fuerzas militares del régimen dictatorial: que los criminales tendrían que responder ante la justicia por sus crímenes horrendos.
"Serán castigado solo los criminales de guerra, porque ese es un deber ineludible con la justicia, y ese deber puede tener la seguridad el pueblo de que lo cumpliremos. Y cuando haya justicia, no habrá venganza. Para que el día de mañana no haya atentados contra nadie, tiene que haber justicia hoy; como habrá justicia no habrá venganza ni habrá odio. El odio lo desterraremos de la república, como una sombra maldita que nos dejó la ambición".
Fidel expuso un principio que se respetó al inicio del triunfo y se ha respetado durante cincuenta años: no hacer justicia extrajudicial tanto dentro como fuera de las fronteras del país.
"Triste es que se hayan escapado los grandes culpables, no faltan miles de hombres que quieran perseguirlos, pero nosotros tenemos que respetar las leyes de otros países. A nosotros nos sería fácil, porque voluntarios que estén dispuestos a jugarse la vida, tenemos de sobra para ir a perseguir a esos delincuentes; pero no queremos aparecer como un pueblo que viole las leyes de los demás pueblos".
En su discurso Fidel se refirió al ejemplo que ha significado la Revolución Cubana para los países de su entorno geográfico, y el sentimiento de solidaridad que ha despertado.
"Vela por el curso y el destino de la Revolución la América entera; toda ella tiene sus ojos puestos en nosotros; toda ella nos acompaña con sus mejores deseos de triunfo, toda ella nos respaldará en nuestros momentos difíciles. Esta alegría de hoy no sólo es en Cuba, sino en América entera".
Expuso la esencia que se esconde dentro de cada dictador, simbolizada en la fuga de Batista cuando se convenció que su régimen colapsaba.
"Quedó demostrado que los dictadores no son tan temibles ni tan suicidas, y que cuando llega la hora en que están perdidos, huyen cobardemente. Lo lamentable es que hayan escapado [...]".
Fidel tocó también la necesidad de que los malversadores respondieran por primera vez en la historia ante la justicia y que se concretó posteriormente con la creación del Ministerio de Bienes Malversados. Cumplía así con lo prometido mucho tiempo antes de aquel primero de enero:
"... a las puertas de los malversadores tocaremos después del triunfo de la Revolución".
"Porque debo advertir que los funcionarios de la tiranía [...] porque el que haya robado, a ese no le quedará nada producto del robo, porque esa es la primera ley de la Revolución".
"[...] Y que anden con cuidado los ladrones de hoy y de ayer, que anden con cuidado porque la ley revolucionaria puede caer sobre los hombros de todos los culpables de todos los tiempos, porque la revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es el único al que debe su victoria".
Fidel, en la parte final del discurso, se refirió a la defensa armada de la Revolución en los siguientes términos:
"Temporalmente la tarea de los fusiles ha cesado. Los fusiles se guardarán donde estén al alcance de los hombres que tendrán el deber de defender, nuestra soberanía y nuestros derechos".
"Pero cuando nuestro pueblo se vea amenazado, no solo pelearán sólo los 30 000 o 40 000 miembros de las Fuerzas Armadas sino pelearán los 300 000 o 400 000 o 500 000 cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden pelear. Habrá las armas necesarias para que aquí se arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender la soberanía. Porque está demostrado que no sólo pelean los hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba [...]".
Finalmente hizo referencia al pueblo que encontrará a lo largo del país durante la caravana de la libertad que se inició el 2 de enero en Santiago de Cuba y llegó el 8 de enero a La Habana, y abordó, una vez más, su fe en ese pueblo de la manera siguiente:
"Y este pueblo bien merece un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad, que no ha logrado en sus 50 años de república; bien merece convertirse en uno de los primeros pueblos del mundo, por la inteligencia, por su valor, por su espíritu".
"[...] He demostrado suficientemente mi fe en el pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba y la gente decía que nosotros estamos locos y nos preguntaban que por qué pensábamos ganar la guerra, yo dije: porque tenemos al pueblo. Y cuando fuimos derrotados la primera vez, y quedamos un puñado de hombres y persistimos en la lucha, sabíamos que esta sería una realidad, porque creemos en el pueblo; cuando nos dispersaron cinco veces en el término de 45 días, y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque teníamos fe en el pueblo, y hoy es la más palpable demostración de que aquella fe era fundamentada".
"Tengo la satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles inculcado esa fe a mis compañeros; esa fe que es más que una fe, es una seguridad completa en nuestros hombres".
En su discurso, Fidel realizó una síntesis de la historia de frustraciones de sus sueños vivida por el pueblo cubano, y concluyó enfatizando:
"Podemos decir con júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra relación, por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirán".
Finalizó Fidel con una declaración de su compromiso ante los caídos en las luchas de todos los tiempos, de ser siempre servidores leales del pueblo.
"[...] Y a todos nuestros muertos en las luchas por la libertad podemos decirles que por fin ha llegado la hora en que sus sueños se cumpla; ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble [...], tendrá lo que necesita. Y sólo aquí me resta decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que en nosotros, en sus combatientes revolucionarios tendrán siempre servidores leales, que sólo tendrán por divisa servir".
En conclusión, en este primer gran discurso de Fidel el primero de enero de 1959, están contenidas las principales ideas y los principios que han sido guía de la Revolución durante cincuenta años en que, apegado a la verdad, cumplió con las promesas y el compromiso hechos ante el pueblo de Cuba, en el cual ha confiado consecuentemente durante toda su trayectoria al frente de los destinos del país. Por eso la revolución existe con su pujanza rebelde, y está preparada para lo peor, porque siempre ha luchado por lo mejor, desde ese primer día del triunfo.
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(9 de enero de 2009)
Cuba. Una identità in movimento
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados