Desde hace más de treinta años venían surgiendo en el horizonte los indicios de tornados y tormentas, en fin, fenómenos y hechos que presagiaban la aparición de crisis significativas, que más tarde se manifestaron con sus características particulares a nivel de naciones o regiones. Ya para los años de la década de los ochenta la crisis de la deuda externa de los países pobres cobraba preeminencia junto con el fenómeno del armamentismo de los Estados Unidos y los países aliados y un rosario de otros problemas derivados del injusto orden económico internacional imperante con su intercambio desigual y la implantación de políticas monetarias, financieras y comerciales, integrados luego en el llamado modelo de la globalización neoliberal, que tomó su carácter de dogma del pensamiento político y económico, asumido igual que un dogma de fe religiosa, después de la caída estrepitosa del socialismo europea en la década de los noventa.
Por tanto en los decenios del 80, 90 del pasado siglo y en los años siguientes del 2000, se fueron acumulando las causas y los factores que han conducido a la actual crisis económica capitalista, que tuvo su origen en los Estados Unidos y se ha expandido como un tsunami al resto del mundo.
Ante esta debacle económica en los Estados Unidos y en los principales países capitalistas, que ocasiona la amenaza de quiebra o la quiebra misma de grandes bancos y empresas, caída del crecimiento económico, contracción general en los mercados, desempleo galopante y tragedias sociales y humanas que afectan a millones de personas, todo el mundo ha comenzado a reaccionar. Los sorprendió lo que pudiera denominarse una muerte anunciada, una crisis o enfermedad del sistema que había sido prevista y anunciada por Fidel Castro desde hace treinta años. Sus previsiones se fueron enriqueciendo con cifras, hechos, argumentos y alertas que eran irrebatibles racionalmente.
Hoy los presidentes de los países industrializados tratan de salvar a sus bancos y a sus empresas, en fin, a sus economías y al sistema nacional y global con medidas que, aunque con variantes, echan mano de los recursos financieros acumulados por los Estados. Y los países del resto del mundo subdesarrollado tratan de prepararse para el pago de su cuota correspondiente ante esta crisis, que se convertirá también, quiéranlo o no, en sus crisis.
Hoy el FMI, Banco Monetario Internacional, instrumento del sistema capitalista para aplicar las políticas que han caído en el fracaso y el desprestigio, reconoce sentirse culpable por los errores cometidos a la hora de identificar las raíces de la crisis económica y no haber estado a la altura de su trabajo como principal supervisor del sistema financiero.
La realidad es que en la época del franco triunfalismo neoliberal, hubo ausencia de crítica sobre tal alarmante estado de cosas y de sus inevitables consecuencias. Sólo muy recientemente surgieron análisis que apuntaban hacia la crisis: George Soros publicó en 1999 su libro La crisis del capitalismo global. La sociedad abierta en peligro. También Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, publicó en el 2002 su obra el Malestar de la Globalización. Por supuesto que otros pensadores en el mundo abordaron aspectos diversos de este fenómeno, con percepciones diversas.
Pero, sin duda, corresponde a Fidel haber realizado, desde su atalaya visionaria, los mayores aportes fundamentados prolijamente, basados en análisis precisos e integrales de las cifras, los hechos y acontecimientos, con argumentos convincentes e irrebatibles. Sus aportes a las soluciones para evitar crisis mayores como la actual, sus alertas en sus intervenciones en Cumbres mundiales y en eventos internacionales, en discursos y entrevistas, constituyen verdaderas fuentes de conocimientos para valorar e interpretar las manifestaciones que hoy tiene la crisis global y entender que son la consecuencia de una acumulación de insensateces y locuras que se permitieron concebir, diseñar como modelos y dogmas y luego ponerlos en práctica a la fuerza, como un mandato divino, al resto del mundo.
La realidad que hoy vive el mundo, a pesar de constituir una noticia de todos los días y una experiencia traumática, una tragedia verdadera, que amenaza y golpea ya a millones de seres humanos, aún no se logra entender en toda su profundidad, urdimbre y matices, y menos en lo que se refiere a su evolución histórica durante largos años. Se imponen, pues, algunas precisiones.
Considero justo y de un valor extraordinario, exponer a los lectores, un resumen de las ideas de Fidel, utilizando como fuentes tres entrevistas en las cuales abordó fenómenos directos o relacionados con las pasadas crisis y la más reciente crisis global.
En la conversación con Tomás Borges que integra el libro UN GRANO DE MAÍZ, 1992, Fidel abordó el tema de la ideología capitalista de la "desideologización", con estas reflexiones: