Al recibir la noticia de que el tribunal de tres jueces de la Corte de Apelaciones de Atlanta ratificó las causales de sentencia contra los 5 Héroes cubanos presos injustamente en los Estados Unidos desde hace casi diez años, aunque introdujo modificaciones en las condenas de tres de ellos, uno llega a la conclusión de que ha quedado también ratificada la injusticia contra todos, y uno no puede pensar en otra cosa, en medio de la frustración e indignación sentidas, de que es necesario que las cosas tomen un mejor camino en la nación norteamericana. Que muchas cosas deben cambiar en ese país, ahora que se habla de cambios en la política interna y externa, que debe incluir el actual sistema de justicia y, por supuesto, esa noción del bien y de la justicia en que se debe sustentar.
Cuando el 9 de agosto del 2005 el panel de tres jueces de Atlanta revocó unánimemente las condenas y ordenó un nuevo juicio fuera del ambiente hostil y prejuiciado de Miami, afirmamos que dicho tribunal había salvado el honor de la justicias norteamericana.
Cuando el 9 de agosto del 2006 el pleno de la Corte de Atlanta dictaminó, en un hecho inusual, a favor de la apelación de la fiscalía, rechazó el fallo de los tres jueces y ordenó enviar el caso nuevamente a dicho panel para la consideración de los restantes cargos, expresamos que la justicia podía ser vendida y con ello la honra.
Ahora que el 4 de junio del 2008 el panel de tres jueces, integrado por dos magistrados del anterior, y uno de nueva incorporación y, para más señas, con un historial ultraconservador, ratificó las causales del caso y las condenas de Gerardo y René, e introdujo la modificación de las condenas para Ramón, Tony y Fernando, cuando era esperable, justa y justificadamente, otro resultado judicial, uno no puede dejar de pensar y proclamar que el miedo a hacer justicia y la venganza injustificable son actos deshonrosos y viles. El voto particular de uno de los jueces y las fundamentaciones del mismo pueden servir para imaginarnos lo que ha ocurrido tras el telón de circunstancias coyunturales, prejuicios y presiones políticas y crisis de conciencia ética.
Hoy la humanidad lastimada y herida mira de frente a la justicia norteamericana para pedirle cuentas, para recriminarle su actuación inconsecuente y fraudulenta, por mantenerse ajena a las verdades más perdurables y enaltecedoras. ¿Se justifica esta sentencia contra cinco hombres honrados antiterroristas, cuando un terrorista confeso de 73 homicidios y otras tropelías como Posada Carriles vive, se pasea, es agasajado, y es protegido por el sistema político y judicial de los Estados Unidos, en esta misma época?
Hoy Gerardo, Antonio, René, Fernando y Ramón, han tenido la oportunidad, una vez más, de sentir en carne propia la opresión incrementada de las cárceles ante la madeja infernal de naturaleza jurídica, política y moral que pretende asfixiar la altivez y dignidad de ellos como rehenes de la política del imperio contra Cuba.
Hoy la opinión pública consciente y conocedora de la injusticia que se ha venido cometiendo desde hace casi diez años, lanzará su mirada, atención y solidaridad hacia los recintos penitenciarios donde resisten, cinco Héroes probados, los gajes del infortunio decretado por los círculos del poder de los Estados Unidos..
Hoy decenas de personalidades y juristas de todo el mundo reconocerán el rumbo torcido y errático de la política y de la justicia norteamericana y, esperarán, no obstante este hecho descorazonador, que se reivindique el crimen judicial hasta ahora cometido y, con ello, que se reivindiquen ellas mismas.
Hoy el pueblo cubano, la familia grande de los 5 Héroes, tratará de lanzarse más allá del horizonte y enviar su alma y espíritu fraterno y solidario hasta el sitio donde se encuentra cada uno, separados a cientos de kilómetros en el inmenso territorio de los Estados Unidos, con la convicción de que otra vez se dirime, como ha sucedido desde que la humanidad existe, la eterna historia de la lucha del bien contra el mal. Y todavía, desgraciadamente, el bien no ha triunfado en esta causa.
La justicia norteamericana hasta ahora tan injusta tendrá que despojarse, algún día, de la venda y del miedo, o del puñal, porque como señalara José Martí