Cuba

Una identità in movimento


Etica y Revolución

Jorge Gómez Barata


"Revolución es no mentir jamás
ni violar principios éticos"
(Fidel Castro)


Quienes nos iniciamos en la política bajo la dirección de Fidel Castro y como parte de la lucha revolucionaria, enfrentados a enemigos inmensamente poderosos e inescrupulosos, con una enorme capacidad para deformar los hechos, establecer sus versiones y sacar provecho de nuestros errores, aprendimos que el apego a los principios y el culto a la ética, son las armas más poderosas de la revolución y a veces las únicas.

Ser consecuentes en esas posiciones, no mentir nunca, no manipular jamás sentimientos humanos legítimos, no traficar con la inocencia y no arriesgar los grandes objetivos estratégicos en busca de ventajas coyunturales, forman un blindaje impenetrable. Las ideas de que la revolución puede hacerse desde el lodo o de que el fin justifica los medios, son éticamente inaceptables.

En el camino aprendimos que la lucha revolucionaria, tanto respecto a las vanguardias como a las masas, son fenómenos de conciencia y que es preferible no sumar fuerzas a hacerlo buscando simpatizantes por los caminos trillados por la política tradicional. La mendacidad y la demagogia son defectos de burgueses y oligarcas que nunca podrán transformarse en virtudes.

Por otra parte, la audacia revolucionaria, la actuación sobre la base de probabilidades que incluso incluye el riesgo de reveses, puntuales, temporales y transitorios, no pueden ser confundidas con el aventurerismo y la improvisación. Todo indica que las FARC colombianas olvidaron algunas lecciones.

Desde cualquier punto de vista que se le examine, el hecho de tomar a civiles, incluso mujeres como rehenes, mantenerlos en cautiverio durante años, poner en riesgo su seguridad y la de las fuerzas revolucionarias y separar a un niño de su madre, es censurable y no puede ser asumido como parte de las tácticas de lucha revolucionaria. Ninguna ventaja circunstancial obtenida a ese precio es aceptable.

El apego a la ética que es siempre imprescindible y siempre vital, es más importante cuando se es más débil y es preciso trabajar para concitar el respaldo de las masas, la aprobación de la opinión pública internacional, la solidaridad del pensamiento más avanzado y de las vanguardias políticas. Mientras más indignos e inescrupulosos son los enemigos, más limpios y transparentes han de ser los revolucionarios.

Lo lamentable del affaire en torno a lo que pudo ser un proceso que permitiera liberar a un grupo de civiles en poder de las FARC, creando premisas para procurar alguna avenencia que facilitara avances hacía la paz en Colombia, no es sólo la frustración por las sucias maniobras del presidente Álvaro Uribe contra el líder bolivariano Hugo Chávez, sino la evidencia de que las partes no estuvieron a la altura del momento histórico.

El mandatario Colombiano enseñó todas sus cartas y evidenció una asombrosa falta de escrúpulos que lo condujo a escamotear el respaldo a la única gestión que avanzó lo suficiente como para generar una esperanza. La falta de sensibilidad y de compasión para con sus compatriotas retenidos desdice los más elementales deberes de un Jefe de Estado, obligado a mostrarse solicito con la seguridad y la vida de todos sus ciudadanos, especialmente con aquellos que se encuentran en situaciones de riesgo.

Por involucrar a figuras como el presidente de Francia y al líder bolivariano, la iniciativa de poner en libertad a dos mujeres, por cierto, figuras públicas y a un niño nacido en cautiverio, alcanzó enormes dimensiones internacionales, generando una expectativa que explica la escala de la frustración.

Como resultado de ese esfuerzo fallido, la magnifica movilización de gobiernos y personalidades avanzados del continente, motivados no sólo por los aspectos humanitarios y sentimentales de la gestión, sino por la urgencia de alcanzar la paz en Sudamérica, pudiera incluso transformarse en su contrario.

Uno de los peligros radica en que el gobierno de Uribe haga una lectura triunfalista de los acontecimientos y, apoyado por Estados Unidos, pretenda sacar ventajas circunstanciales y se involucre en una escalada militar, hecho que obligaría a las FARC a actuar en consecuencia, pudiendo incluso comprometer otros procesos en marcha y crear tensiones adicionales en una región y en una coyuntura sumamente sensibles.

Otra cosa que aprendimos de Fidel y el Che es que la lucha revolucionaria tiene una dimensión que, en ocasiones transciende los intereses locales y particulares, lo que puede conllevar a sacrificios puntuales en aras de los objetivos generales.


Página enviada por Red Informativa Virtin
(8 de enero del 2008)


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas