Cuba

Una identità in movimento


La dignidad de hombres libres

Adys M. Cupull ReyesFroilán González


Julio Antonio MellaEn la revista Juventud, fundada por Julio Antonio Mella, fue publicado un articulo suyo en el mes de marzo de 1925, cuyo título es: Machado: Mussolini tropical, en el cual Julio Antonio critica las declaraciones y actitudes del tirano cubano (Gerardo Machado) señalando que eran semejantes a las del fascista italiano que dejó horror y muerte en su pueblo.

Solidario con los italianos, el joven Mella, se opuso al recibimiento del barco "Italia" que representaba al Gobierno fascista; protestó por las detenciones, torturas y asesinatos cometidos en ese país contra los hombres de ideas progresistas como el diputado socialista Giacomo Matteotti. Tiempo después protestaría por otros crímenes, entre ellos el del joven comunista Gastone Sozzi.

En el mismo mes y año citado, en La Habana, ocurrió un hecho denigrante, que indignó al pueblo, cuando el presidente saliente, Alfredo Zayas y el presidente recien electo Gerardo Machado, organizaron un recibimiento oficial para agradecer a Estados Unidos la aprobación de la Soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos. La repulsa del joven Mella no se hizo esperar. junto a los estudiantes, estuvieron los obreros e intelectuales con decoro de aquella etapa.

Se organizó una imponente manifestación de protesta, Mella se encontraba al frente del estudiantado, fue detenido y acusado de haber cometido el delito de "injurias" al gobierno de Alfredo Zayas y a la representación diplomática de los Estados Unidos.

Después fue sometido a juicio correccional. La acusación se basaba en que la manifestación de protesta pedían a la población que no asistiera al "acto de agradecimiento".

Mella había publicado un corto llamamiento titulado: "A los estudiantes y hombres libres", donde los instó a no asistir al desfile oficial si eran hombres dignos, por las razones siguientes:


1ro. El darnos a Isla de Pinos es un acto natural, siempre fue nuestra. Solo los que nunca han hecho Justicia, como nuestro Gobierno, pueden asombrarse y regocijarse servilmente por este acto de hipócrita Justicia.

2do. Isla de Pinos es de Cuba, pero Cuba no es libre. Los capitalistas yanquis, con sus dineros, poseen la tierra, las industrias, esclavizando al pueblo, y el Gobierno de Washington, con la Enmienda Platt, y con el abuso de su fuerza, tienen convertida a la Isla en una Colonia. Recordad a Magoon, el primer ladrón interventor, a Míster González, el que ordenó el asesinato de cubanos, y a Crowder, el Amo de Zayas en un tiempo, hoy su esclavo por el suborno.

3ro. El Gobierno de los Estados Unidos nos ha dado Isla de Pinos porque era nuestra; pero ¿por qué no da la libertad a Puerto Rico y a Filipinas, que lucharon tanto como nosotros por su independencia? ¿Por qué no devuelve los estados robados a México y Panamá? ¿Por qué promueve la guerra entre Chile y el Perú con el laudo de Tacna y Arica?

Estudiantes: Gritemos: "¡Abajo el imperialismo yanqui! ¡Viva nuestra dignidad de hombres libres!"[1].


La Federación Obrera de La Habana se unió al llamamiento estudiantil. Por otro lado, los empleados del Estado, bajo la amenaza de cesantía, fueron movilizados para el acto. Alfredo Zayas y Gerardo Machado presidieron la comitiva del Gobierno, seguidos por los miembros del gabinete y demás autoridades oficiales.

Con detalles el joven escribió después lo acontecido. El desfile gubernamental se rompió por varias partes ante el empuje de los estudiantes. Mella fue arrestado y forcejeó con varios gendarmes mientras denunciaba el oprobio. Fue llevado a la Estación de Policía de la calle San Lázaro. Los propios estudiantes lo liberaron y de nuevo fue detenido cerca del Paseo del Prado. Entonces, lo condujeron más de diez efectivos mientras él seguía arengando.

Nicanor, el padre, acudió rápidamente a la Estación de Policía para interesarse por la suerte de su hijo y logró que lo pusieran en libertad, pero las autoridades iniciaron un proceso judicial por "injurias" al Embajador de Estados Unidos y al Gobierno. El fiscal solicitó ciento ochenta días de cárcel. El Juez impuso una multa de doscientos pesos a cada uno, que fueron pagados por el pueblo en colecta pública. Al terminar el juicio, más de mil quinientas personas esperaban en la calle, y se realizó un mitin en los portales de las céntricas calles de Belascoaín y Monte, en el que Mella usó de la palabra subido sobre un sillón de limpiabotas.

Los manifestantes partieron rumbo a Reina y el Parque Central, donde realizaron un nuevo mitin. Los jóvenes continuaron el recorrido hasta el parque situado frente al Palacio Presidencial, donde Alfredo Zayas se había hecho erigir una estatua. Se produjo un choque tumultuario con la policía. Mella es herido en la cabeza; igual suerte corrió su hermano Cecilio y varios estudiantes, pero los reunidos gritaban:


"A Mella no le hacen mella".


Julio subió sobre el pedestal de la estatua y se dirigió a los presentes. La represión continuó y llegaron más policías de la Secreta y de la Guardia de Palacio, hubo disparos, golpes. Cinco policías pugnaban por arrancarlo del pedestal y de su cabeza comenzó a salir abundante sangre. Las piedras lanzadas por los jóvenes eran contínuas. Hubo muchos heridos. Mella, se resistía al enjambre de policías que lo conducían al hospital, a la fuerza y detenido.

Otra vez Nicanor acudió en defensa de sus dos hijos. Fuentes familiares señalaron que tuvo una fuerte discusión con los policías por la forma brutal del ataque y que también discutió con sus hijos, pues temía que les sucediera algo más grave. La protesta trascendió públicamente. Mella hizo declaraciones a la prensa que fueron reproducidas en los principales periódicos. Dijo que el pueblo de Cuba había comprendido la estructura del sistema social que pretendía tratar a los ciudadanos como esclavos o como bestias de reata. Que aquel lugar estaba regado con la sangre de la juventud rebelde y revolucionaria, que esa sangre había caído sobre él, y esa estatua, asentada sobre la sangre inocente y limpia de los universitarios, era la definitiva consagración de esta farsa de democracia y libertad, que ha sido el gobierno de la canallocracia, vendida al imperialismo capitalista yanqui.

El Gobierno de los Estados Unidos veía en el joven Julio Antonio Mella a alguien incómodo a sus intereses. Poseía un verbo apasionado, viril, diáfano, convincente que exponía en tribunas y en sus publicaciones criticaba la United Fruit Company, la Enmienda Platt, la ocupación de la Base Naval en Guantánamo, las injerencias norteamericanas en la soberanía de otros pueblos, y su dominio colonial en América y otros pueblos del mundo.

No hay que decir más, Mella constituye una fragua de conciencias antiimperialistas.





Nota

  1. Mella, Julio Antonio, Documentos y escritos. Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Pp. 171-.








Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(27 de febrero de 2009)


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