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Cuba |
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Los Cinco Héroes nunca aceptaran la traición a cambio del perdón o el premio
Wilkie Delgado Correa
"La idea de traicionar nunca me pasó por la mente.
Es tan obvio que hasta me cuesta trabajo explicarlo.
Pero sería traicionar no sólo a mi mismo como persona,
como revolucionario, sino sería traicionar a un país completo, a mi familia".
(Entrevista de Saul Landau a Gerardo Hernández Nordelo)[1]
En sus alegatos pronunciados al final del juicio en Miami, los cinco Héroes cubanos, presos injustamente, proclamaron ante el sistema de justicia estadounidense y el mundo su inocencia y sus verdades. En cartas, poesías, pinturas y otros documentos han ido apareciendo, fragmentadamente, elementos de sus personalidades, sus ideas y convicciones. Por lo tanto, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, René González, Ramón Labañino y Fernando González no son seres desconocidos ni olvidados, ni acusados indefendibles ni indefensos.
El testimonio de Gerardo Hernández Nordelo desde la cárcel, a través de la conversación telefónica que tuvo con Saul Landau, escritor norteamericano, el 1 de abril de 2009, es rico en matices diversos sobre su caso concreto y la causa de los cinco Héroes. Un aspecto que merece destaque es el de los ofrecimientos de un arreglo con la fiscalía para que renegaran de sus principios y traicionaran a cambio de determinadas concesiones en lo penal.
Hay que agradecer a Landau que introdujera este asunto en su entrevista, que dio pie para una declaración de principios por parte de Gerardo, que incluye también a sus compañeros de causa, y que sirve para proyectarlos como paradigmas de valores éticos imperecederos.
Landau pregunta:
¿Y nunca se le ocurrió traicionar para escapar de la pesadilla que nos cuenta?
Gerardo responde convincentemente:
Mire, ya son más de 10 años que llevamos en la prisión. Muchas personas que conocen el caso me dicen: "Cuba debe haberte pagado mucho dinero para que hicieras esto". Yo siempre me río y digo: "Si lo hubiera hecho por dinero, no estaría aquí". Porque cuando uno trabaja por dinero, lo hace para el que pague mejor. Y Cuba jamás en la vida podría pagar lo que puede pagar este país. Si hubiera aceptado la oferta de ellos, me hubiera ahorrado 10 años de mi vida en prisión sin ver a mi esposa. Muchas personas no entienden eso, personas que se han criado con la idea de que el dinero es todo en la vida.
La idea de traicionar nunca me pasó por la mente. Es tan obvio que hasta me cuesta trabajo explicarlo. Pero sería traicionar no solo a mi mismo como persona, como revolucionario, sino sería traicionar a un país completo, a mi familia. Sería traicionar a todos los cubanos que en ciento y tantos años de revolución, desde 1868, han muerto, han dado sus vidas porque ese país sea libre, sea independiente y conserve su soberanía. Yo estaba bien claro desde el primer momento que lo que yo hacía no estaba mal hecho. Me apena haber violado algunas leyes, pero fue por lograr un bien mayor y por absoluta necesidad. Así que no tengo nada de qué arrepentirme.
Esto demuestra que hay hombres que se agigantan ante su pueblo. Son aquellos que en los momentos cruciales de la historia son capaces de sacrificarlo todo por salvar a su patria. Esos hombres se identifican con su pueblo de tal manera que llegan a constituir una sola cosa. Y el pueblo se reconoce en ellos y les hace parte de su propio ser entrañable. De la estirpe histórica de esos hombres surgieron los cinco Héroes cubanos, que son herederos de una tradición de fidelidad y heroicidad indomables.
Ellos se nutrieron, como expresa Gerardo, del ejemplo de hombres como Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria y primer Presidente de la República de Cuba en Armas, quien inició la lucha por la independencia el 10 de Octubre de 1868.
A pesar de haber perdido sus propiedades, casas y haciendas, en la contienda revolucionaria, Céspedes continuó despojándose de sus riquezas personales para enfrentar las necesidades de la Revolución. Sobre esto expresó en una carta:
Remito a Ud. los 4 000 pesos en efectivo y las prendas de mi uso (...) a fin de que su producido se emplee en comprar armas y municiones para nuestro ejército; sirviéndose al mismo tiempo manifestar (...) mi sentimiento de no poseer mayores cantidades y alhajas para poder ofrecer en obsequio de la patria.
Céspedes estaba convencido de que existían suficientes razones para rechazar incluso una donación personal:
Cuando nuestros valientes soldados sufren tantas penalidades (...) no sería bien visto que yo me ciñese tan valiosa prenda, ni que la guardase para enorgullecer a mis herederos, que como yo, no deben desear más que morir por la libertad de Cuba, y una herencia pobre de dinero, pero rica en virtudes cívicas.
Cuando su hijo Oscar cayó prisionero de los españoles, el Capitán General Caballero de Rodas le hizo el ofrecimiento de ponerle en libertad a cambio de que Céspedes abandonase la lucha. Éste le respondió con la grandeza y dignidad que tal vez jamás pensó el jefe español. En carta le expresó:
Es en mi poder la carta de V.E, donde me informa de la fatal desgracia de que mi hijo Oscar ha sido hecho prisionero por fuerza de su mando; y a su vez la combinación que me hace V.E para salvar a mi hijo, de que abandone el país, ofreciéndome lugar de salida. Duro se me hace pensar que un militar digno y pundonoroso como Ud. pueda permitir semejante venganza, si no acato su voluntad, pero si así lo hiciere, Oscar no es mi único hijo, lo son todos los ciudadanos que mueran por nuestras libertades patrias.
Días después tuvo la confirmación de que su hijo Oscar había sido fusilado.
Se cuentan y han escrito muchas historias ocurridas durante las guerras de independencia de Cuba. Son episodios que se atesoran en la memoria como parte de una riqueza espiritual de la más preciada que tiene el pueblo cubano.
Uno de esos hechos ocurrió al concluir la Guerra de los Diez Años, producto del Pacto del Zanjón. Con este llegaba una paz amarga y dolorosa para todos los combatientes que durante largos años se empeñaron en una lucha terrible por alcanzar la independencia para su tierra. Al cabo de la jornada tenían que deponer las armas sin ver realizados sus sueños libertarios.
En esas circunstancias se efectuó la entrevista entre el jefe español General Arsenio Martínez Campos, artífice del proceso de paz, y el jefe cubano General Máximo Gómez. Por primera vez se veían frente a frente aquellos jefes que durante años sólo se habían conocido a través del humo de los combates y los ríos de sangre de los dos ejércitos.
El general español, desde su sitial de vencedor, pensó seducir o comprar con dinero, para sus planes futuros, al aguerrido general cubano-dominicano que se proponía ir al destierro y abandonar la tierra en la que se había forjado tantos sueños de gloria y que había sido teatro de tantas hazañas, amarguras y dolor.
El Capitán General español y su estado mayor, impecablemente vestidos, se encontraron en un sitio de Camagüey con el General Gómez y sus ayudantes, con ropas viejas y raídas.
Después de las presentaciones ceremoniales, Martínez Campos dio rienda sueltas a su efusividad.
Pida, pida por esa boca, porque excepto la mitra del Arzobispo, todo se lo puedo dar. (?) No es posible que vaya usted a su país con esa ropa miserable. Yo le puedo prestar la cantidad que necesite y luego me la pagaría usted cuando quiera y pueda.
Entonces el General Gómez se puso de pie y con él toda la grandeza que cabía en aquel hombre bravío, y le contestó:
General, no cambio yo por dinero estos andrajos que constituyen mi riqueza y son mi orgullo. Soy un caído, pero sé respetar el puesto que ocupé en la Revolución, y le explicaré. No puedo aceptar su ofrecimiento, porque sólo se recibe, sin deshonor, dinero de los parientes o de los amigos íntimos, y entre nosotros, General, que yo sepa, no hay parentesco alguno, y, por otra parte, es ésta la primera vez que tengo el honor de hablarle.
Muchos años después volverían a encontrarse, aunque no personalmente, sino al frente de los dos ejércitos enemigos, que entraban nuevamente en contienda.
Gómez, el general que no había aceptado dinero ni ofertas del enemigo, que lo hubiera envilecido, había aceptado, sin embargo, el ofrecimiento hecho por José Martí varios años antes del inicio de la nueva guerra de 1895.
Dijo Martí a Gómez en una carta:
Yo ofrezco a Ud., sin temor a negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración para brindarle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres (...) Los tiempos grandes requieren grandes sacrificios, y yo vengo confiado a pedir a Ud. que venga a ayudar a Cuba a conquistar su libertad con riesgo de su muerte (...).
Como se puede constatar, esta ha sido la herencia histórica que tienen en su formación de valores todos los hijos del pueblo cubano, y los cinco Héroes constituyen un ejemplo de lo mejor. Quizás conociendo estos antecedentes, aquellos que no entiendan de donde emana el carácter y la conducta dignas e indomables de estos hombres, puedan explicarse mejor lo que resulta tan evidente para los cubanos.
Y es que, como nos dice Gerardo, ?muchas personas no entienden eso, personas que se han criado con la idea de que el dinero es todo en la vida. La idea de traicionar nunca me pasó por la mente. Es tan obvio que hasta me cuesta trabajo explicarlo. Pero sería traicionar no solo a mi mismo como persona, como revolucionario, sino sería traicionar a un país completo, a mi familia. Sería traicionar a todos los cubanos que en ciento y tantos años de revolución, desde 1868, han muerto, han dado sus vidas porque ese país sea libre, sea independiente y conserve su soberanía?
Hay que dar gracias a Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio por llevar bien adentro, donde nadie podrá destruirlo ni domeñarlo, ese sentimiento sublime de fidelidad a la patria que nos legaron nuestros padres fundadores y sus sucesores de todas las generaciones de patriotas cubanos, comprometidos en vida y muerte con la libertad e independencia de Cuba.
Nota
- Recomendamos la lectura de la entrevista completa de Saul Laqndau, escitor norteamericano, a Gerardo Hernández Nordelo, y autorizamos la reproducción de este artículo para ponerlo en función de la libertad de los cinco Héroes.
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(22 de mayo de 2009)
Cuba. Una identità in movimento
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