Los aniversarios de la caída en combate del Che en Bolivia siempre provocan que las ideas fluyan desde un surtidor inagotable. Sentimientos y pensamientos se entrelazan para tratar de mantenerlo vivo no sólo en el recuerdo, sino también en la vida diaria y en la acción revolucionaria. Su filosofía de la lucha en pos de un futuro mejor para los pueblos, nos atrapa con sus hilos de amor por los explotados de siempre. Su vida y su muerte parecen convocarnos ante la consecuencia y la generosidad de sus actos.
Después de su captura en combate el 8 de octubre de 1967 y de su asesinato un día después, sus enemigos pretendieron, además de quitarle su vida, desaparecerlo por medio del secreto criminal sobre su enterramiento. Temían el recuerdo del ejemplo de su vida acrisolada y de su muerte gloriosa.
¡Cuanta bajeza moral, cobardía e ignominia anidaban en el alma de esos personajes contra los cuales luchaba la guerrilla liderada por el Che! En esos personajes estaba presente todo el odio y la ruindad que siembra el sistema capitalista para luego descargarlos contra los revolucionarios.
¡Debieron transcurrir treinta años para encontrarlo allí donde sus asesinos pretendían mantener sus restos en una tumba ignorada en tierra de Bolivia!
¡Los años transcurridos han servido como un filtro depurador de las ideas y realidades contrapuestas. La imagen del Che, a partir de su muerte, ha recorrido el mundo con el resplandor del sacrificio, el heroísmo, el ejemplo y el idealismo.
Así que hoy el caído en una humilde escuelita de la Higueras, el supuesto vencido y el supuesto aventurero, se alza en toda su enorme estatura para acompañar el proceso revolucionario en Bolivia, en Latinoamérica y en el mundo.
Pero también hoy como ayer, existen alimañas en el mundo que no se causan de denostar lo que merece honor. Desde sus escondrijos a ras de tierras, escasos de ideas y gestos de valor, siguen su solapada o pública manifestación de encono y de odio contra el Che Guevara y la trascendencia de su legado para el presente y futuro de la humanidad.
Ante una crítica gratuita e injusta aparecida en un diario extranjero, calificándole de figura patética al parecer irresponsable, Che reaccionó con la fuerza de su temperamento y, pensando tal vez fundamentalmente en "sus sueños de constructor" de una sociedad nueva, expresó en su Diario, justo un mes antes de su muerte, su aspiración de triunfo
"... nada más que para desenmascarar cobardes y lacayos de toda ralea y restregarles en el hocico sus cochinadas".
Pienso que Che durante su corta vida desenmascaró más de una vez a cobardes y lacayos de toda ralea, pero le faltó, desgraciadamente, más vida para continuar quitando máscara de personajes de todos los ropajes. Pero, sin embargo, en igual tiempo, después de su heroica muerte hace cuarenta años, con su vida, su obra, su ejemplo, ha continuado reflejando su desprecio por los cobardes y lacayos de todas las banderas.
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(13 de septiembre del 2007)
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista