Una sonrisa en la oscuridad (A propósito de la decisión del Tribunal de Apelaciones de Atlanta en relación a los cinco cubanos presos)
Celia Hart Santamaría
De verdad no lo pensamos nunca. Nos han sometido por años a tanta injusticia; se ha esmerado tanto la última administración de Estados Unidos en hacernos padecer de desesperanza crónica y es tanto el odio concentrado el que se destila desde esas autoridades hacia la revolución cubana, que el día 9 de agosto constituyó para nuestro pueblo un verdadero milagro.
Las primeras noticias que nos llegaban de nuestros hermanos de solidaridad en los Estados Unidos eran mensajes insólitos... había sido revocado el juicio... había que realizar un nuevo juicio. Con eso... ¡eran revocadas las sentencias! ¡No era posible de creer! En aquel instante, por tan sólo un segundo, mucho antes que la cordura volviera a apoderarse de nosotros, quisimos todos abrazar los muebles cercanos, besar a nuestro perro y bendecir a los tres jueces por haber impartido justicia. Quizás tan sólo en ese breve tiempo vimos con otra mirada y con una pequeña dosis de fe a la Estatua de la Libertad. En el documento concluido por el Tribunal de Apelaciones del Onceno Circuito de Atlanta se proclama la impertinencia del juicio celebrado en Miami. Allí donde está secuestrada la emigración cubana por la mentira y la incultura son pocas las cosas justas que pueden hacerse. Si era un sueño... no queríamos despertar.
Pero fue verdad. Pudiera parecer que el sistema judicial nos quiso reparar con esta noticia estos siete años durante los cuales parecería que el tiempo sería nuestro enemigo. La historia de aquel calvario empezaría por conocerse ¡Parecía probable esperar decencia!
Ahora se nos permitía al menos soñar. Soñar con que Gerardo y la bellísima Adriana pensarán con más confianza en el nombre de un bebé que la injusticia niega a la creación, en que René, además de ver la inmensidad de la miradita de Ivette, podría admirar a la mujer maravillosa en que se ha convertido su hija Irmita a fuerzas de tanto dolor. Soñar que Fernando podría abrazar a su esposa delicada acá en La Habana viendo con placer a su madre, convertida en gran oradora. Y así sucesivamente Ramón podría ver a sus hijas en una playa hirviente y a su mujer que parece más inocente que una flor. Con Antonio... podríamos soñar todos en escucharle su voz en esos poemas alados que parecen que se escapan verso a verso por nuestras ventanas y ver sonreír a Mirta sin tanta tristeza. En todo eso podríamos soñar tan sólo por una decisión honesta, que volvió a encendernos la esperanza.
Pues ya no es tan sólo la injusticia de sentenciar a inocentes tener que olvidarse del mar; existen las injusticias colaterales tal como anunció nuestra hermana Graciela Ramírez, coordinadora del Comité Internacional de Solidaridad con los Cinco en Cuba. Injusticias tal como el aislamiento durante meses enteros, los maltratos, la dispersión geográfica. Incluso no sólo le hacían pagar el precio a ellos por atreverse a defender a mi país de los ataques criminales, sino que hacían sufrir a sus familias de otras condenas no escritas en ningún papel y también a todos los cubanos y los hombres buenos del mundo, que aprendimos a compartir ese dolor. Esta decisión pareció detener por un segundo la maldad en la Tierra
Por otra parte los jueces de Atlanta han manifestado implícitamente a través de su resolución que en Miami es prácticamente imposible juzgar de manera imparcial a los cubanos honestos, ya que este caso (si Dios decide ayudarnos) pasará a ser un antecedente judicial. Es entonces un buen punto de partida... Mas tan sólo eso, apenas un punto de partida.
Eso sí: despertemos pronto de esta leve ensoñación, pues es tan sólo una sonrisa: una buena noticia en el marco de la más obstinada oscuridad. No debemos creer que ya todo será ahora pan comido. Es más, el pan está todavía por hornear. Por supuesto la incoherencia de la cúpula mafiosa de las organizaciones cubanas en Miami nos ofrece la señal aquella de que "ladran" y entonces "cabalgamos". Y empieza a resultar extraño que el gobierno de Estados Unidos, querellante contra nuestros cinco jóvenes, no haya presentado todavía su apelación. Eso sí. La ligazón de la administración actual con esa mafia cubano-americana y los favores mutuos que se deben, nos tiene que poner en perenne vigilia y calibrar con mucha agudeza la próxima estocada legal o política del enemigo.
No es hora todavía de descorchar botellas. Todo lo contrario: la batalla que demos ahora tendrá que ser todavía más fuerte y más obstinada.
De eso han dado fe los abogados brillantes, muchos de ellos miembros del equipo de defensa. Con gran pericia aguardan el nuevo paso, y esperan la respuesta de la fiscalía, la cual tiene todavía unas semanas para decidir que hacer.
Carecemos de tiempo. La verdad de los Cinco deberá convertirse en una campaña para que sean liberados de inmediato y regresen a Cuba. De hecho en este momento los Estados Unidos deberían liberarlos. Son técnicamente libres y los mantienen en sus celdas. No debemos apagar nuestras voces, ni dejar de afilar nuestro lápiz.
Como ocurre cuando la verdad se tiene por aliada, la comunicación oportuna debe ser nuestra arma de combate. Decirlo, y decirlo en todos los idiomas, y decirlo en canción y en verso y en novela y en música; gritar esta verdad de manera apasionada ¡Los Cinco deben ser excarcelados!, pues han sido declarado inocentes, en caso contrario debíamos nosotros demandar al gobierno norteamericano... por algo bien parecido al secuestro. En este momento se desató un hilo de verdad y la función nuestra es deshilachar toda la madeja. Y esta madeja debiera desatarse antes que el gobierno apele la decisión. Estas semanas que tiene el Gobierno norteamericano para decidir si apelan o no, empleémoslo ya en solicitar que ellos regresen, y sobre todo en desenmascarar toda la intriga y la suciedad que estuvieron detrás de sus injustas condenas.
Por último una reflexión que deseo compartir con todos. Pero especialmente con mis camaradas, amigos, conocidos o no de los partidos de toda la izquierda radical, pues a veces siento que no se comprende del todo la causa internacionalista de los cinco compañeros cubanos. Los Cinco no son solamente inocentes de los delitos por los que los condenaron a irrepetibles sanciones. No. Estos cinco hombres hacen patente la permanencia de la lucha de la revolución cubana, que es parte de la revolución del mundo. Aquellos que se preocupan honestamente por la perdurabilidad de esta veterana revolución, pueden ver que no estamos luchando el día de hoy por presos que cumplían sanción por el asalto al Cuartel Moncada, que no estamos evocando nuestra historia. Los Cinco son nuestros camaradas de lucha, pues están luchando contra el peor de los enemigos de nuestras ideas. Si existe una verruga pestilente del Imperialismo norteamericano, si es que existe un enemigo para el socialismo mundial: ese es precisamente la conexión mafiosa de la cúpula cubana del sur de la Florida con la actual administración de Miami, que no sólo comete terrorismo en sus vandálicos actos de sabotaje contra un pueblo inocente, sino que esta parte del exilio padece de terrorismo ideológico. Pretenden restaurar el peor capitalismo en la isla con los peores métodos de los asesinos. El fin que buscan ellos, sus socios del gobierno y todos sus aliados internos es transitar hacia el más reaccionario de los sistemas posibles y de la peor forma. En este caso fin medios caminan juntos.
Nuestros cinco compañeros son no sólo inocentes o valientes u honrados, son por encima de cualquier otra consideración, revolucionarios internacionalistas secuestrados en este momento que les escribo, por el mayor enemigo que ha tenido la historia del mundo.
Celia Hart Santamaría, física con estudios en Alemania, es hija de la heroína Haydé Santamaría y del dirigente y ex ministro Armando Hart. Autora de artículos sobre ideología y política.
Página enviada por Museo Che Guevara, Buenos Aires
(18 de agosto de 2005)