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Cuba |
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Una identità in movimento | ||
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"Cantando al Sol como las cigarras, Eso es: Para seguir cantando. La revolución cubana es sobreviviente de muchas cosas. Más valdría que sabios y filósofos antes de elaborar sus teorías y enarbolar complicadas soluciones a la ecuación del mundo, preguntasen a los sobrevivientes, cómo fue la batalla, qué banderas desplegaban las huestes y bajo que principios y con cuál táctica logramos sobrevivir... Del socialismo real, del Imperialismo... de tantas cosas hemos sido sobrevivientes, que a veces ni cuenta nos damos.
Más hoy por supuesto, tan sólo quisiera expresarles mis leves impresiones de otra pequeña supervivencia que va haciéndose cotidiana. Cada verano nos corresponde sobrevivir a nuevos huracanes, los cuales vienen a poner a prueba nuestra capacidad de combate.
Dennis, según dicen los científicos fue una anormalidad meteorológica. En dos siglos ningún huracán de esa violencia atacaría a Cuba y ninguno a las provincias orientales, por donde el caballero tocó el aldabón. Es más, en doscientos años tan sólo cuatro huracanes hubieron de formarse en esta zona del mundo.
Los pueblos del Caribe, deberíamos llenarnos de valor y presentar reclamación legal por los atentados que le hacen a la atmósfera los países ricos. Ellos roban el azul del cielo arrebatándonos a todos la capa de ozono que se diseñó para cuidarnos de los dañinos rayos UV, además de lanzar miles de millones de contaminantes todos los años cuyo efecto directo es el del calentamiento global. Ellos están por encima de Dios por supuesto, y frente a las ganancias empresariales, el equilibrio de la Tierra es puro romanticismo.
Ya no se trata de ver en cuántos años tienen esos asesinos planeados matar a la Tierra.; se trata de que hoy: concretamente cada verano, se sueltan por los mares del Caribe, como Frankesteins de aire y agua estos monstruos para desbastar nuestras precarias tierras.
Por supuesto los débiles somos los que pagamos con nuestras vidas y nuestros recursos los perfumes, aerosoles y adicción energética de todos los irresponsables, los cuales han decidido ganar dinero a costa, precisamente de derrocharlo.
La temporada ciclónica recién empieza y ya los cubanos y demás caribeños sólo tenemos que pensar en cómo protegernos. Ya no podemos pensar en paz en vacaciones estivales, ni en disfrutar nuestras playas. Debemos protegernos y proteger nuestros contados recursos contra la guerra ciclónica. La carrera del dinero también se ha convertido en terrorismo: Tentar así las fuerzas de la naturaleza, agregarle un grado centígrado más a nuestras cálidas aguas es un pecado que deberíamos hacerles pagar.
No nos quejamos de los huracanes que nos correspondan como justo tributo al habitar estos hermosos parajes, pero estos nuevos demonios del verano están diseñados a última instancia por el perverso capitalismo moderno, que nos roba el alma de nuestros niños con tanto juguete chino de plástico, que contamina la atmósfera precisamente con esos plásticos, y además liquidan nuestro sistema nervioso central con las más infecciosas estupideces de propaganda con tal de comprar el dichoso juguete de plástico.
Además ahora, en virtud de los contaminantes como varios derivados del carbono proveniente de la sed de hidrocarburos, han sido capaces de fabricar huracanes más movidos y feroces, tan sólo por querer calentar más nuestro planeta, violando las leyes humanas y divinas.
Cuba es una de las víctimas, no ya del bloqueo, no ya del terrorismo de estado y de las calumnias... es víctima anual de los ciclones tropicales formados prematuramente por los ímpetus devoradores de el enajenante sistema social que nos domina.
Formándose en el Caribe Oriental y después de haber arrasado con la pequeña Jamaica, la cuarta tormenta tropical de la jovencita temporada guiñó un ojo, y decidió nadar presurosa para atacar al verde caimán desplegado horizontalmente frente al Golfo de México. Algo de perverso traía Dennis. Al ser tan estrecha la isla de Cuba, bien podría haber atravesado y en unas cuantas horas salirse del territorio nacional. Pero no, enrumbándose al Noroeste, tenía el caballero Dennis la intención expresa de hacer turismo por todo el Sur. Como si perfilase nuestros contornos, decidió visitar casi todas las zonas de mi país.
Atravesó la esquinita de la provincia Granma, como si quisiera recordar la historia del rudimentario yate, que decidió hace casi medio Siglo nuestro destino. Las imágenes de los pueblos aledaños son dantescas. Todavía no se sabe bien a cuánta furia alcanzaban los vientos, pues los instrumentos "caza huracanes" dispuestos en ese sitio fueron barridos, después de que su aguja llegara al máximo de cerca de 230 Km. por hora.
A la sazón, ya se habían evacuado a todos los pobladores de la zona, de tal suerte que la cantidad de vidas que estamos lamentando aún son sólo diez compatriotas. Salió de Cabo Cruz y se dispuso Dennis a visitar la Perla del Sur. Cienfuegos, tangenciando el vientre de Cuba y penetrando con igual y renovada furia el mismísimo centro del país.
Toda Cuba vibraba y estaba en pie de lucha. Los puestos de mando del la Defensa Civil conocían cada detalle que Fidel preguntaba, vía telefónica. Qué cuantos evacuados, qué cuántos desaparecidos, que el hotel aquel que quedaba en las cercanías cuánto sufrió. Fidel conoce los pueblitos y las instalaciones de Cuba como si se tratara de un pequeño barrio. Dos de las legendarias mesas redondas, con Fidel exhortándonos a la esperanza, e incluso haciéndonos reír en medio de la noche y el susto constituyeron, para los que contábamos con batería para los receptores de radio el mejor consuelo... No sólo Fidel. José Rubiera, el bellísimo especialista y director del departamento de Pronósticos del Instituto de Meteorología, cuya pericia y olfato son ya proverbiales, nos acompañó también, el cual de tanto trabajar con las depresiones tropicales, parece otorgarles cerebro y alma a estos sistemas. Y Randy Alonso, por supuesto, que con astucia trataba de moderar un inédito panel de expertos en todo tema afín, entre los que se hallaban Fidel y Rubiera. Ellos fueron de alguna manera protagonistas de estas tardes de desconsuelo, donde con rabia volvíamos a ponerle precinta a los cristales. Muchos ya la teníamos puestas desde el ciclón anterior y más nos valdría que esas crucetas en los grandes vidrios se conviertan en nueva arquitectura, pues a saber cuando de nuevo el consumismo frenético de los ricos nos diseñan otro huracán.
Los que pudimos escuchar por la radio este aletear de cigarras para sobrevivir, y con algún rayito de esperanza pudimos soñar con que esa furia no nos desplomara la ciudad de La Habana, pudimos apreciar la cultura de cada uno de los compañeros que en cada Municipio de la isla tomaba a su cargo la dirección de la supervivencia. Conocían donde se evacuarían las personas necesitadas, cuánto de harina para elaborar el pan a mano, cuanto de leche para los niños, con cuánto combustible contaban las ambulancias en caso necesario, en fin... cuantas gallinas o vacas podrían salvarse. ¡Y más le valía a estos compañeros saberse al dedillo estos datos! Pues el Comandante de la guerra anticiclónica no perdonaba un solo desvarío. Cada conversación terminaba con un "Venceremos" o "Hasta la Victoria Siempre". Los que hemos conocido alcaldes y políticos de otros países, nos quedamos atónitos frente a la mezcla de cultura, valor y compromiso de estos dirigentes.
Desde mi hogar; sin luz, ni agua, ni combustible doméstico alguno para cocinar, me parecía un juego de niños tanta sapiencia, pero a decir verdad uno terminaba contagiándose con el entusiasmo y pensando que éramos afortunados y que mis paisanos del sur de las provincias orientales tuvieron que vérselas con olas mayores de seis metros, con veloces vientos e intensas lluvias. Que muchos habrían perdido sus casas o sus techos y que aun así confiaban en que los nuevos techos serían repuestos, y además esta vez como señalara Fidel
"Los nuevos techos con sujetadores metálicos son al parecer los mejores, pues parece ser que tendremos de ahora en delante de vivir contando con estas visitas indeseadas".
Lo que no nos estamos perdonando son las víctimas. Casi todo por accidente o irresponsabilidad personal. Pero aún así. Igual que reducimos año por año el número de niños muertos al nacer, dado que el Cielo nos quiere condenar, por perdonar la opulencia de los ricos, a solventar anualmente un ciclón tropical; nos tendremos que poner como meta que ni un solo cubano o visitante se nos vaya de las manos. En menos de dos días fueron evacuados más de un millón quinientas mil personas. La mayoría en casa de vecinos y familiares que en los momentos difíciles solemos expandirnos el corazón.
Fidel le llamó sarcásticamente a Dennis ciclón mercenario, por haber penetrado cerca de Playa Girón con las pretensiones clarísimas de llegar a la capital. Pero al igual que los mercenarios en unas horas fue reducido a polvo. Esta vez las veteranas montañas del Escambray y la verde llanura de Habana- Matanzas fueron nuestras representantes y mejores soldados. Con altivez inmejorable redujeron a Dennis a un miserable huracán de baja categoría. Las montañas y las llanuras cubanas habrán gritado sordamente, pensando en nuestra frágil ciudad "No pasaras". Cuando estas cosas ocurren las personas, las montañas, los ríos, los colores, las aves y los peces de mi país vibran en la misma cuerda. Es un misterio.
Y una vez más no pasó la furia del huracán por la ciudad. Ya maltrecho y malhumorado salió estrepitosamente por el norte, al Oeste de la capital cubana.
¡Todavía acusan a mi gobierno de violar los derechos humanos! Claro, por supuesto. Se me olvida que esos... esa sociedad que además de los horrores de la guerra construye con su hedonismo ciclones a destiempo, es la que define en este mundo los conceptos. Debimos dejar morir a centenas, sino a miles de compatriotas bajo las fuerzas de Dennis, en virtud de que ninguna autoridad debe tener la responsabilidad de la protección de la población, que eso es cuestión de las familias solamente, que el que tenga dinero se salve, y el resto... pues que tome rumbo al cielo, que constituye al parecer el único derecho que les conceden los poderosos a los pobres. Que en el sistema de los tres poderes no se contempla que un Presidente se ocupe tan sólo del porvenir de sus compatriotas y que la Televisión hubo de ser inventada para lanzar imágenes de marcas de autos y papel higiénico.
Ya no me interesan las definiciones. Han perdido derecho a ponerle orden al lenguaje político: Este terrorismo lento contra el planeta Tierra es del mismo calibre, sino peor, que el pestilente terrorismo que azotó recientemente a Londres, con el solo pretexto, sin embargo de darle más cordel a estos miserables con corbata que creen ser los dueños del mundo.
Pero acá estamos los cubanos reponiendo los daños, como las cigarras, sufriendo de cortes de luz prolongados por haberse dañado parte del sistema energético. Eso sí con la confianza de que entre ciclón y ciclón podremos seguir acusando al enemigo de tanta miseria, y entre acusación y acusación un pasito más adelante en los caminos de la revolución, que es la única salida coherente que tiene el mundo si es que todavía contempla la posibilidad de salvarse.
Página enviada por Museo Che Guevara, Buenos Aires
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"Cantando al Sole
Questo è: Seguir cantando, per continuare a cantare. La Rivoluzione cubana è sopravvissuta a molte cose. Sarebbe meglio che saggi e filosofi prima di elaborare le proprie teorie e presentare complicate soluzioni per l'equazione del mondo, domandassero ai sopravvissuti, come era la battaglia, che bandiere dispiegavano le milizie, e con che principi e con quale tattica riusciamo a sopravvivere... al socialismo reale, all'Imperialismo... a tante cose siamo sopravvissuti che a volte non ce ne rendiamo neanche conto.
Tanto più oggi, ovviamente, e vorrei solo esprimere le mie lievi impressioni su un'altra piccola sopravvivenza che sta diventando quotidiana. Ogni estate ci tocca sopravvivere a nuovi cicloni, che vengono a mettere alla prova la nostra capacità di combattere.
Dennis, a quanto dicono gli scienziati, è stata un'anomalia meteorologica. In due secoli nessun uragano di quella violenza avrebbe attaccato Cuba e neanche uno le province orientali, dove il cavaliere ha picchiato il colpo di battente. Ma c'è di più, in duecento anni solo quattro uragani avrebbero dovuto formarsi in questa zona del mondo.
Noi popoli dei Caraibi, dovremmo farci coraggio e presentare ricorso legale per gli attentati che i paesi ricchi fanno all'atmosfera. Essi rubano l'azzurro del cielo strappando a tutti la cappa di ozono che era stata concepita per proteggerci dai dannosi raggi Uv, oltre a emettere tutti gli anni migliaia di milioni di agenti inquinanti, il cui effetto diretto è quello del riscaldamento del globo. Essi stanno ovviamente al di sopra di dio, e di fronte ai guadagni imprenditoriali, l'equilibrio della Terra è puro romanticismo.
Ormai non si tratta di vedere in quanti anni questi assassini hanno progettato di uccidere la Terra; il fatto è che oggi: concretamente ogni estate, si snodano per i mari dei Caraibi, come Frankestein di aria e di acqua questi mostri per spianare le nostre vulnerabili terre.
Ovviamente noi deboli siamo quelli che paghiamo con le nostre vite e le nostre risorse i profumi, gli aerosol e gli aumenti di consumi energetici di tutti gli irresponsabili, i quali hanno deciso di guadagnare denaro a più non posso, proprio per dissiparlo.
La stagione ciclonica è appena incominciata e già noi cubani e gli altri abitanti dei Caraibi dobbiamo solo pensare a come proteggerci. Ormai non possiamo pensare in pace alle ferie estive, né a goderci le nostre spiagge. Dobbiamo proteggerci e proteggere le nostre limitate risorse dalla guerra ciclonica. Anche la corsa al denaro si è trasformata in terrorismo: attentare così alle forze della natura, aggiungere oltre un grado centigrado alle nostre calde acque è un peccato che dovremmo far loro pagare.
Non ci lamentiamo degli uragani, che ci toccano come giusto tributo al fatto di abitare in questi bei posti, ma questi nuovi demoni dell'estate in ultima istanza sono progettati dal perverso capitalismo moderno che ci ruba l'anima dei nostri bambini con tanti giocattoli cinesi di plastica, che proprio con questa plastica inquinano l'atmosfera, e per di più liquefanno il nostro sistema nervoso centrale con le più ammorbanti stupidità di propaganda per far comprare il dannato giocattolo di plastica.
Inoltre ora, in virtù degli agenti inquinanti come i vari derivati del carbonio provenienti della sete di idrocarburi, sono stati capaci di fabbricare uragani più vigorosi e feroci, così solo per voler scaldare di più il nostro pianeta, violando le leggi umane e divine.
Cuba è una delle vittime, non solo del blocco, non solo del terrorismo di stato e delle calunnie... è vittima annuale dei cicloni tropicali formatisi prematuramente a causa degli impeti divoratori dell'alienante sistema sociale che ci domina.
Formandosi nei Caraibi Orientali e dopo avere raso al suolo la piccola Giamaica, la quarta tormenta tropicale della giovane stagione ha strizzato un occhio, e ha deciso di nuotare velocemente per attaccare il verde caimano disteso orizzontalmente di fronte al Golfo del Messico. Dennis aveva in sé qualcosa di perverso. Essendo l'isola di Cuba così stretta, avrebbe ben potuto attraversarla e uscire dal territorio nazionale in alcune ore. Ma no, dirigendosi verso Nord-Ovest, il cavaliere Dennis aveva la chiara intenzione di fare turismo per tutto il Sud. Come se delineasse i nostri contorni, ha deciso di visitare quasi tutte le zone del mio paese.
Ha attraversato l'angolo della provincia Granma, come se volesse ricordare la storia del rudimentale yacht che quasi mezzo secolo fa aveva deciso il nostro destino. Le immagini dei paesi circostanti sono dantesche. Ancora non si sa bene quanta furia raggiungevano i venti, perché gli strumenti "caccia uragani" sistemati in quei posti sono stati spazzati via, dopo che il loro ago era arrivato al massimo di circa 230 Km all'ora.
Al momento del culmine, erano stati già evacuati tutti i villaggi della zona, e per fortuna la quantità di vite che stiamo piangendo è ancora solo di sedici compatrioti. Dennis è partito da Cabo Cruz e si disposto a visitare la Perla del Sud, Cienfuegos, rasentando il ventre di Cuba e penetrando con uguale e rinnovata furia nello stesso centro del paese.
Tutta Cuba vibrava e era sul piede di guerra. I posti di comando della Difesa Civile conoscevano ogni dettaglio che Fidel domandava, per telefono. Quanti sfollati, quanti scomparsi, che danni all'hotel che c'era nelle vicinanze. Fidel conosce i villaggetti e le installazioni di Cuba come se si trattasse di un piccolo quartiere. Due delle leggendarie tavole rotonde -con Fidel che ci esortava alla speranza, e che persino ci faceva ridere nel mezzo della notte e dello spavento- hanno costituito, per quelli di noi che avevano le batterie per le radio, la migliore consolazione... Non solo Fidel. Ci ha fatto compagnia anche José Rubiera, il bellissimo specialista e direttore del dipartimento di Previsioni dell'Istituto di Meteorologia, la cui perizia e il cui olfatto sono già proverbiali. Egli, a furia di lavorare con le depressioni tropicali, sembra concedere cervello e anima a questi sistemi. E Randy Alonso, ovviamente, che con astuzia cercava di moderare un inedito gruppo di esperti in ogni tema affine, e tra essi si trovavano Fidel e Rubiera. Essi sono stati in qualche modo protagonisti di queste sere di desolazione, nelle quali con rabbia tornavamo a mettere nastro adesivo sui vetri. Molti l'avevamo già sistemato dal ciclone precedente e ci converrebbe di più che quelle crocette nei grandi vetri si trasformassero in nuova architettura, perché chissà quando il consumismo frenetico dei ricchi ci progetterà di nuovo un altro uragano.
Quelli che abbiamo potuto ascoltare alla radio questo svolazzare di cicale per sopravvivere, e con qualche raggio di speranza abbiamo potuto sognare che quella furia non ci piombasse sulla città di La Habana, abbiamo potuto apprezzare la cultura di ognuno dei compagni che in ogni Municipio dell'Isola si prendeva in carico la direzione della sopravvivenza. Sapevano dove sarebbero state evacuate le persone che ne avevano bisogno, quanta farina c'era per fare il pane a mano, quanto latte per i bambini, su quanto combustibile potevano contare in caso di necessità le ambulanze, e infine... quante galline o vacche si sarebbero potute salvare. E quanto era utile a questi compagni sapere a menadito tali dati! Perché il Comandante della guerra anticiclonica non perdonava una sola inesattezza. Ogni conversazione finiva con un "Venceremos" o "Hasta la Victoria Siempre". Quelli di noi che hanno conosciuto sindaci e politici di altri paesi, rimangono esterrefatti di fronte alla combinazione di cultura, valore e impegno di questi dirigenti.
Dalla mia casa, senza luce, né acqua, né alcun combustibile domestico per cucinare, tanta sapienza mi sembrava un gioco da bambini. Ma, a dire il vero, uno finiva per essere contagiato dall'entusiasmo e per pensare che eravamo fortunati, mentre i miei compaesani del sud delle province orientali dovettero vedersela con onde alte più di sei metri, con forti venti e intense piogge. Che molti avrebbero perso le loro case o i loro tetti e che anche così confidavano che i nuovi tetti sarebbero stati ricollocati, e che per di più questa volta, come segnalava Fidel
"I nuovi tetti con strutture metalliche appaiono i migliori, perché sembra che d'ora in davanti dovremo vivere facendo i conti con queste visite indesiderate".
Ciò che non perdoniamo sono le vittime. Quasi tutte per incidente o irresponsabilità personale. Ma ancora così. Così come riduciamo anno per anno il numero di bambini morti alla nascita, dato che il Cielo ci vuole condannare, perdonando l'opulenza dei ricchi, ad affrontare ogni anno un ciclone tropicale, dovremo porci come obiettivo che neanche un solo cubano o un solo turista ci scivoli via dalle mani. In meno di due giorni sono state evacuate più di un milione e cinquecentomila persone: la maggioranza in case di vicini e familiari, poiché nei momenti difficili sogliamo espandere il nostro cuore.
Fidel ha chiamato sarcasticamente Dennis ciclone mercenario, per essere penetrato vicino a Playa Girón con chiarissime pretese di arrivare alla capitale. Ma, come i mercenari, in alcune ore è stato ridotto in polvere. Questa volta le veterane montagne dell'Escambray e la verde pianura di Habana-Matanzas sono state i nostri rappresentanti e i migliori soldati. Con altezzosità insuperabile hanno ridotto Dennis a un miserabile uragano di bassa categoria. Le montagne e le pianure cubane avranno gridato fortissimo, pensando alla nostra fragile città, "No pasaras". Quando succedono queste cose, le persone, le montagne, i fiumi, i colori, gli uccelli e i pesci del mio paese vibrano sulla stessa corda. È un mistero.
E una volta di più la furia dell'uragano non è passata sulla città. Già malconcio e di malumore è uscito precipitosamente verso Nord, ad Ovest della capitale cubana.
E ancora accusano il mio governo di violare i diritti umani! È chiaro, naturalmente. Si dimentica che quelli... quella società che oltre agli orrori della guerra costruisce con il suo edonismo cicloni fuori tempo, è quella che in questo mondo definisce i concetti. Dovemmo lasciare morire centinaia, persino migliaia di compatrioti sotto le forze di Dennis, in virtù del fatto che nessuna autorità deve avere la responsabilità della protezione della popolazione, che quella è solamente una questione che riguarda le famiglie, che quello che ha denaro si salvi, e il resto... dato che proviene dal cielo, che sembra sia l'unico diritto che i potenti concedono ai poveri. Poiché nel sistema dei tre poteri non si contempla che un Presidente si occupi solamente del futuro dei suoi compatrioti e la Televisione ha dovuto essere inventata per lanciare immagini di marche di automobili e di carta igienica.
Non mi interessano più le definizioni. Hanno perso il diritto di mettere ordine al linguaggio politico: questo terrorismo lento contro il pianeta Terra è della stessa portata, persino peggiore, del pestilenziale terrorismo che ha colpito recentemente Londra, con il solo pretesto, però, di dare più spago a questi miserabili in cravatta che credono essere i padroni del mondo.
Ma qua ci siamo noi cubani a sistemare i danni, come le cicale, a soffrire di interruzioni di luce prolungate per i danneggiamenti di parte del sistema energetico. Questo sì con la fiducia che tra ciclone e ciclone potremo continuare ad accusare il nemico di tanta miseria, e tra accusa e accusa un passetto più avanti nelle strade della Rivoluzione, che è l'unica via d'uscita coerente che il mondo ha se ancora contempla la possibilità di salvarsi.
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Cuba. Una identità in movimento
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
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