Siempre que se hable del Benemérito de las Américas, se tendrá que recordar a su máximo colaborador, el más ensañado enemigo de la España colonial. Señaló el historiador Francisco Ibarra Martínez en una conferencia dictada en la Casa Museo Heredia en 1971, al referirse al cubano Pedro Santacilia Palacios.
Juárez estaría complacido si se habla hoy, del cubano que quería como hijo y con afecto de padre le decía "Santa". En este relato sobre algunas acciones del Presidente de México, que nos enseñó cómo se debe llevar a cuesta el Gobierno de una República cuando está amenazado u ocupado por una nación extranjera, está presente su querido hijo.
Iba Don Benito, itinerante, a pie, o en un carruaje, por los llanos o por montañas; por caminos, o senderos, pero con su "República", para que no se la roben. Eso nos enseñó Juárez. El mexicano que fue elegido Presidente de la Nación, siete veces; el indio descalzo que aprendió latín y mostró, que eran necesarias las Reformas Sociales en Nuestra América; que el indio puede aprender a leer y escribir, echar a andar, y gobernar. El mexicano que levantó su voz para demandar que todos los ciudadanos eran iguales ante la ley.
Benito Juárez, es historia y acción. Nació en San Pablo de Guelatao, Oaxaca, el 21 de marzo de 1806. A los 15 años ingresó como alumno externo en el Seminario de la ciudad, Estudió Gramática Latina, Filosofía Escolástica y Teología Moral. Se alistó para la defensa del Istmo de Tehuantepec cuando fue invadido por los españoles.
Más tarde fue Regidor del Ayuntamiento de Oaxaca y electo Diputado Local. Se incorporó al Partido Liberal. Continuó los estudios superiores y en 1834 obtuvo el título de Abogado. Luego fue nombrado Magistrado de la Corte de Justicia del Estado de Oaxaca. Después, fue Juez de Primera Instancia del Ramo Civil y de Hacienda en la capital del Estado. Como todo joven fue romántico, se enamoró y casó con la señorita doña Margarita Maza.
En 1841 se le designó como Secretario de Despacho del Gobernador del Estado de Oaxaca. Después, Gobernador Provisional y luego, Constitucional.
Formado con un ideario altamente patriótico y radical, en 1853 sufrió el destierro, junto a otros liberales, entre ellos, Miguel Lerdo de Tejada. En ese significativo año, del nacimiento de José Martí, en la vida de Benito Juárez ocurrió otro hecho histórico: su encuentro con el patriota que el Héroe Nacional de Cuba llamó El fiel cubano: Pedro Santacilia Palacios. Sucedió en Nueva Orleans a donde también había llegado desterrado por sus ideas independentistas, el joven poeta.
Pedro nació en Santiago de Cuba, el 24 de junio de 1826, su padre Joaquín, fue un catalán oficial del ejército español; y su madre Isabel, una criolla nacida en Santo Domingo.
Las anécdotas recogidas por los biógrafos de Santacilia relacionadas con la vida de Juárez muestran el alto grado de fidelidad, respeto y admiración, que existió entre ambos.
Se cuenta que al despedir al mexicano cuando éste se dirigía a México para apoyar el Plan de Ayutla, Pedro Santacilia le pregunta: ¿Dónde nos volveremos a encontrar? Juárez dijo: "En México libre o en la eternidad".
Sin embargo, ambos volverían a encontrarse en distintas circunstancias. En 1859 Juárez continuó relacionándose con Santacilia que era por entonces socio de la casa Goicuría y Cía. No demoró en colaborar con su amigo y con la Revolución Mexicana, primero en la Guerra de los Tres Años contra los conservadores, después como itinerante en la Guerra Colonial que impuso Francia para sostener el imperio de Maximiliano. Y no cesó en la colaboración con la causa por la independencia de Cuba.
Tres años pasó en Nueva York dedicado a los intereses diplomáticos y políticos de La República Constitucional de México como la tituló durante el gobierno de Juárez, a quien le decía: "amigo y padre". Se explica por los biógrafos que Santacilia desarrolló una extraordinaria habilidad diplomática, supo discrepar y aconsejar al Presidente, que encabezaba sus cartas nombrándolo "Mi querido hijo Santa".
Entre sus responsabilidades, además de Secretario Particular y yerno de Juárez, Santacilia, fue Diputado en el Distrito de Tula, redactor del Diario Oficial, La Chinaca, el Heraldo, y El Nuevo Mundo.
Los mexicanos de honor agradecen las profundas refutaciones que hizo contra las calumnias levantadas al Benemérito de las Américas, que como todos los que alcanzan esa gloriosa cima, tuvo enemigos. Afirman que el cubano reunía dotes de escritor, un raro y acucioso rigor histórico y un sentido político liberal. Algunos estudiosos de su vida, lo califican como Gran patriota dual cubano mexicano.
El 18 de julio de 1872 murió don Benito Juárez, su amigo, su padre. Él, siguió desempeñando su responsabilidad como Diputado hasta la caída del Presidente Miguel Lerdo de Tejada.
Según los testimonios, Juárez recibió elogios por la correspondencia que dirigía a Madrid, y se le llegó a ofrecer el honor de ser admitido en la Academia Española. En respuesta a la carta en que se le hizo el ofrecimiento, él escribió una posdata que decía que la corrección de sus cartas y su buen estilo se debían al señor Pedro Santacilia, su secretario, que manejaba el español con pureza.
El infatigable amigo fiel de Juárez y de México, mantuvo una ininterrumpida correspondencia con sus compatriotas y compañeros cubanos, de quienes recibía la prensa y se mantenía actualizado de los acontecimientos ocurridos en la isla. Poseía en su casa una Galería dedicada a los héroes independentistas.
Dejó una importante obra literaria, escrita, se descubre la interesante Colección de Apólogos, una respetable colección de poemas dedicados a la Patria, a la naturaleza, a los héroes, a la mujer. Redactó el famoso semanario El cura de Tamajón en versos. Colaboró en el periódico La Verdad y con el Ateneo Democrático Cubano de Nueva York; fueron publicadas sus conferencias con el título: Lecciones Orales de Historia de Cuba, impartidas en Nueva Orleans.
Fue el Primer Cubano que se inscribió en el Consulado de México, cuando éste se abrió el 20 de mayo de 1902. murió en esa querida ciudad, que también era suya, el 10 de marzo de 1910, añorando ver de nuevo la ciudad natal, Santiago de Cuba, donde estudió y fue maestro.
Para leer palabras textuales de Pedro Santacilia, estos versos de su poema "A Cuba" dedicado a su amigo Matías M. Averhoff.
Cuba, Cuba, mi patria querida,
Vergel bello de aromas y flores,
Cuyo cielo de puros colores
Densa bruma jamás ocultó;
Yo a la sombra nací de tus palmas,
Tus sabanas corrí siendo niño,
Y por eso mi eterno cariño
Adorarte por siempre juró.
Fuentes
- José Martí El Día de Juárez, "Patria", Nueva York, 14 de julio de 1894.
- Juárez, señal de la Patria. México 2000.
- Pedro Santacilia, El hombre y su obra. Centro de Investigación Científica Jorge L. Tamayo. A.C. México. Tomos I y II. Compilación de Boris Rosen Jelomer.
Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(17 de marzo de 2006)